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Chapter 28 - Capítulo 27: La Fuga de Tebas

Año 1765 a.C., Tebas.

Las noches en Tebas se habían vuelto un laberinto de sombras y susurros para Adrian y Lysara. Cada paso que daban estaba cargado de peligro, cada sombra podía esconder un enemigo, y cada sonido era un posible presagio de su descubrimiento. La ciudad, que una vez fue un vasto terreno de caza y exploración, ahora se había convertido en una jaula de la que ansiaban escapar.

Adrian, con su mirada perpetuamente fiera y su disposición imperturbable, se movía con una tensión palpable a través de las oscuras callejuelas de la ciudad. Lysara, por otro lado, mantenía una calma exterior, aunque sus ojos revelaban una vigilancia constante.

Una noche, mientras se escondían en las profundidades de una antigua catacumba, Adrian rompió el silencio, su voz un susurro ronco en la oscuridad. "No podemos seguir así, Lysara. Cada noche es un riesgo, cada momento aquí nos acerca más a la muerte."

Lysara, sus ojos reflejando la débil luz que se filtraba desde arriba, asintió. "Lo sé, Adrian. Pero debemos ser cautelosos, planificar nuestro escape para que no nos sigan."

Adrian, su mirada fija en la oscuridad, respondió con firmeza. "He estado observando sus patrones, sus rutas de patrulla. Hay una ventana, una oportunidad en la que sus guardias están dispersos y podemos hacer nuestro movimiento."

Lysara, su mente analizando rápidamente la información, preguntó, "¿Y luego qué, Adrian? Una vez que salgamos de Tebas, ¿a dónde vamos? El mundo es vasto y no sabemos qué nos espera allá afuera."

Adrian se acercó a ella, sus ojos encontrando los de ella en la penumbra. "A donde sea, Lysara. Cualquier lugar es mejor que aquí, donde cada noche podría ser nuestra última."

Lysara, después de un momento de contemplación, asintió lentamente. "Está bien, Adrian. Planeemos esto juntos y hagámoslo bien. Si vamos a huir, necesitamos asegurarnos de que nunca puedan encontrarnos."

Y así, en las noches que siguieron, Adrian y Lysara se sumergieron en la meticulosa tarea de planificar su escape de Tebas. Observaron, esperaron y calcularon, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar, cada posible eventualidad considerada.

Finalmente, la noche del escape llegó. La luna, un delgado creciente en el cielo nocturno, proporcionaba una luz mínima mientras se movían a través de las sombras, evitando las patrullas de guardias y deslizándose a través de los puntos ciegos de la ciudad.

El aire estaba cargado de tensión mientras avanzaban, cada sonido amplificado en la quietud de la noche. Lysara, su figura ágil moviéndose con gracia silenciosa, lideraba el camino, con Adrian siguiéndola de cerca, sus sentidos agudizados al máximo.

Después de lo que pareció una eternidad, las murallas de la ciudad de Tebas se alzaron ante ellos, la libertad a solo unos momentos de distancia. Con un último vistazo hacia atrás, a la ciudad que había sido su hogar y su prisión, cruzaron las fronteras y desaparecieron en la vastedad de la noche.

La vida más allá de Tebas era un enigma, un lienzo en blanco que estaba listo para ser descubierto y explorado. Pero Adrian y Lysara, unidos por la oscuridad y la eternidad, enfrentarían lo que viniera juntos, siempre en la sombra, siempre en fuga.