La vida en Tebas se había convertido en un juego peligroso para Adrian y Lysara. Las noches, que una vez fueron su dominio, ahora estaban plagadas de peligros en cada esquina, en cada sombra. Los guardias patrullaban las calles, sus antorchas creando islas de luz en la oscuridad, sus ojos siempre buscando signos de la presencia de vampiros.
Adrian y Lysara, a pesar de la amenaza constante, se movían con una gracia y cautela que solo los de su especie podían poseer. Sus noches se habían convertido en una mezcla de ocultamiento y supervivencia, buscando siempre mantenerse un paso por delante de aquellos que los cazaban.
Lysara, a pesar de la tensión que se cernía sobre ellos, mantenía una calma y una serenidad que parecía inquebrantable. Adrian, por otro lado, sentía la ira burbujeando justo debajo de su superficie, una furia ardiente dirigida tanto hacia los cazadores como hacia sí mismo.
Una noche, mientras se escondían en las sombras de un edificio en ruinas, Adrian habló, su voz apenas un murmullo en la oscuridad. "Lysara, esto no puede continuar así. No podemos seguir escondiéndonos para siempre."
Lysara, sus ojos reflejando la luz de la luna, asintió lentamente. "Lo sé, Adrian. Pero no podemos enfrentarnos a ellos directamente. Somos fuertes, pero no invulnerables."
Adrian, su mandíbula apretada con frustración, se volvió hacia ella. "No puedo soportar esto, Lysara. No puedo soportar estar constantemente en la sombra, temiendo cada paso que doy."
Lysara se acercó, colocando una mano suave en su brazo. "Adrian, debemos ser inteligentes acerca de esto. Si actuamos impulsivamente, si dejamos que la ira nos guíe, solo nos llevará a la destrucción."
Adrian, aunque todavía temblaba de ira, asintió, reconociendo la verdad en sus palabras. "Entonces, ¿qué hacemos, Lysara? ¿Cómo luchamos contra esto?"
Lysara, su mirada fija en la distancia, habló con una determinación tranquila. "Aprendemos, Adrian. Aprendemos sobre nuestros enemigos, sobre sus tácticas y sus debilidades. Y encontramos una manera de utilizar esa información en nuestra ventaja."
Y así, en las noches que siguieron, Adrian y Lysara se embarcaron en una nueva misión, una que los llevó a las profundidades de la sociedad de Tebas, buscando respuestas y, con suerte, una manera de sobrevivir en un mundo que se había vuelto en su contra.
Se infiltraron en las reuniones de los guardias, escuchando desde las sombras mientras los hombres discutían estrategias y compartían historias de vampiros cazados y matados. Aprendieron sobre los líderes de la caza, sobre aquellos que habían jurado erradicar la amenaza vampírica de Tebas.
La vida en Tebas se había vuelto un constante juego de escondite, un equilibrio precario que amenazaba con desmoronarse en cualquier momento. Pero Adrian y Lysara, unidos por su naturaleza y su deseo de sobrevivir, se mantuvieron firmes, siempre juntos, siempre en la sombra, y siempre un paso por delante de la muerte que los perseguía.