Capital de la Nación, hogar de los grandes rascacielos de la industria del entretenimiento. 10:00 AM.
Park Moon y Mukahi Motoki finalmente arribaron a esta enorme ciudad.
Lo primero que pasó por la mente de Park Moon fue recuperar algunos artículos dispersos en la Capital. Entre ellos, un juego de anillos que captaba especialmente su interés. Estos anillos otorgaban a su portador la habilidad de invocar de vuelta cualquier objeto que llevara su nombre grabado.
Si lograba conseguirlos, se libraría del temor constante de perder sus pertenencias en medio de una batalla.
Otro objeto interesante era un guantelete que concedía control sobre ciertas entidades de otras épocas. Sin embargo, aún no veía una utilidad clara para él. Hasta donde sabía, era poco probable que se encontrara con seres de un tiempo distinto.
En la novela, ese guantelete apenas se mencionaba, relegándolo a la categoría de artefacto inútil dentro de la trama.
Solo en el videojuego recibió algo de atención. A través de códigos de eventos, se podían desbloquear escenarios ocultos relacionados con él.
Lamentablemente, aquellos códigos fueron distribuidos exclusivamente entre los primeros clasificados del ranking mundial.
Los siete mejores jugadores eran famosos por su discreción extrema respecto a los secretos del juego. Conseguir información de ellos no solo requería una cantidad absurda de dinero, sino que también implicaba cumplir estrictas condiciones.
Incluso el tercer clasificado, conocido por ser el menos reservado, se negó a revelar cualquier detalle sobre la historia oculta detrás de esos códigos.
Pensar en cómo esos jugadores monopolizaron los eventos secretos desanimó por un momento a Park Moon. Decidió dejar ese asunto de lado y centrarse en los demás objetos esparcidos por la Capital.
Una mochila de viaje que desafiaba las leyes naturales, funcionando como un pequeño inventario con cinco espacios.
Unas gafas de sol que permitían ver en la oscuridad.
Una carta misteriosa que, bajo ciertas condiciones, desbloqueaba la estadística "Suerte".
Un antifaz azul capaz de ocultar la identidad de su portador ante cualquier sistema.
Esta cantidad absurdamente grande de artículos en un mismo lugar es lo que hizo que se apodara a la Capital como la ciudad 'Tesoro oculto'.
Recolectar todos estos artículos de una, era un plan ambicioso que solo tenía una falla. '.
Todos tienen un nivel de complejidad que todavía no se atreve a enfrentar.
Por ejemplo, el juego de anillos se encontraba en posesión de dos personas problemáticas.
Uno era un villano mayor de la trama original y el otro era uno de los futuros compañeros de equipo del protagonista masculino.
Ambos son personas con las que es mejor no acercarse en este momento.
Luego estaba el misterioso guantelete.
Este artículo se encontraba en la biblioteca privada de la persona más influyente de la Capital.
'Otra persona que es mejor no molestar en este momento'.
La mochila de viaje se encontraba en el estómago de una vid mutante de nivel 2.
Las gafas de sol estaban en la caja fuerte de la alcaldía de la Capital.
El antifaz azul estaba bajo la propiedad del hijo del tipo más influyente de la Capital.
La carta estaba oculta en manos de unos narcotraficantes que hacían pasar por simples hombres de campo a las afueras de la Capital.
El ánimo de Park Moon se apagó al recordar por qué, al principio, la Capital no estuvo en su lista de destinos a visitar antes del fin del mundo
'Las cosas habían cambiado ahora que contaba con el poder dinero'. Tuvo ese pensamiento al mismo tiempo que le dedicó una corta mirada al joven maestro de segunda generación.
"Primero empezaremos con el juego de anillos''. Declaró, con la mirada fija en la ciudad que estaba a punto de conquistar.
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Afueras de la Capital, Entrada al pueblo de Larisa. 11:00 AM
Una camioneta negra avanzaba a toda velocidad por la carretera principal. A su paso, algunos transeúntes levantaban la voz, exigiendo que bajara la velocidad.
El vehículo se detuvo abruptamente al llegar a su destino. Dos hombres bajaron de inmediato. No necesitaban presentarse, los habitantes del pueblo los reconocieron al instante y guardaron silencio.
Si ellos estaban allí en persona, significaba que algo grave ocurría en la Capital.
No era una buena señal para Larisa.
"Debes detenerte". Declaró Su Woong con firmeza en cuanto estuvo frente al jefe del pueblo.
Los ojos celestes de Su Woong lo observaban con severidad.
El jefe del pueblo tragó saliva, incapaz de sostenerle la mirada.
"¿De verdad crees que puedes quedarte aquí? No seas insensato y regresa con tu esposa". Insistió Su Woong con dureza. "Si las cosas escalan, la familia Ming ya no te protegerá".
El jefe del pueblo bajó la cabeza y permaneció en silencio.
Su Woong chasqueó la lengua con disgusto. Conocía bien a este anciano. Siempre había sido alguien que prefería fingir debilidad antes que enfrentar sus problemas.
Con evidente frustración, Su Woong golpeó la mesa y salió de la sala sin decir más.
El silencio se alargó cuando solo quedaron el jefe del pueblo y Su Liang. Este último lo observó sin prisa, analizando su lamentable estado.
"Patético". Comentó Su Liang con desdén.
Su Liang no podía aceptar que compartiera la misma sangre con este hombre, alguien que prefería el negocio de las drogas antes que cuidar de su esposa
Antes de marcharse, le lanzó una última advertencia:
"No hagas nada estúpido que manche el nombre de la familia Ming".
Sin esperar respuesta, salió de la habitación, dejando al jefe del pueblo solo con su miseria.
El jefe del pueblo permaneció en su asiento, con las manos temblorosas y la frente perlada de sudor. No era un hombre valiente, y lo sabía.
La influencia de la familia Ming lo había protegido durante años, permitiéndole hacer negocios en el pueblo de Larisa sin demasiados contratiempos.
Pero ahora, la protección se desmoronaba como un castillo de arena ante la creciente presión de la capital.
En los últimos meses, las autoridades habían intensificado sus investigaciones. Habían incautado cargamentos enteros de su mercancía en los controles de carretera.
Agentes encubiertos se habían infiltrado en la periferia del pueblo, vigilando cada movimiento de sus hombres. Y lo peor de todo, había rumores de que la capital estaba preparando una intervención directa.
El jefe del pueblo se frotó las sienes con frustración. No podía simplemente abandonar este negocio. Si lo hacía, significaba volver al lado de esa mujer del demonio. Pero si se quedaba… Bueno, tampoco tenía muchas opciones. Necesitaba una salida, y la necesitaba rápido.
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Autor: Todos los nuevos artículos mencionados en este capítulo fueron destruidos por la vid mutante de nivel 10. (Trama original de la novela)