Chapter 27 - Protección

Afueras de la Capital. Parada de emergencia para camiones de carga. 15:30 PM.

Su Liang y Su Woong conversaban en privado en medio de la carretera.

A un lado, estaba estacionada la camioneta que habían pedido prestada a la matriarca de la familia Ming.

"Dicen que cuando un miembro femenino de la familia Ming se enamora, ese amor dura para toda la vida". Comentó Su Woong mientras encendía el cigarrillo de su hermano mayor. "¿Tú crees que eso sea verdad?". 

Su Liang permaneció pensativo antes de responder.

"Eso solo aplica a quienes están destinadas a heredar la cabeza de la familia". Respondió de manera natural, mordiendo ligeramente el cigarrillo en su boca.

"El primer enamoramiento de Su Ming no duró mucho. ¿No es eso una clara señal de que no heredará el liderazgo?". Añadió en tono de broma Su Woong.

La expresión de Su Liang cambió al modo de hermano sobreprotector en un instante.

"Eso no cuenta. Nuestra pequeña hermana solo estaba confundida". Dijo, cruzándose de brazos. "Confundió una profunda amistad con un sentimiento tan puro como el amor".

Su Woong se rió suavemente ante la actitud de su hermano mayor. En realidad, él pensaba lo mismo. Lo de Su Ming y Park Moon había sido una simple fantasía, rota tan pronto como las cosas se complicaron.

"La matriarca de la familia Ming de verdad detestaba a ese chico Park Moon". Afirmó Su Woong.

Su Liang asintió con torpeza.

"¿Crees que esté bien?". Preguntó Su Woong de repente.

"¿Te refieres a Park Moon?". Inquirió Su Liang.

Su Woong asintió en silencio, con cierta preocupación en la mirada. Después de todo, ambos habían visto a ese chico crecer junto a su hermana menor.

"No lo sé". Dijo Su Liang, evitando profundizar en el tema. "Solo sé que le conviene mantenerse lejos de cualquier cosa relacionada con el apellido Ming".

......................

"¿Cómo es posible?". Exclamaron dos medios hermanos casi al mismo tiempo al notar la desaparición del anillo de plata que ambos heredaron de sus respectivos padre y madre.

Jung Hwan, en la zona norte de la Capital, destrozaba su camerino en busca del único recuerdo que tenía de su progenitor.

'¡El ladrón pensó que podría engañarme con una simple imitación! ¡Tiene los días contados!'

Solo se ausentó unos minutos para grabar unas escenas, y al regresar, descubrió que alguien había entrado a su camerino y reemplazado su preciado anillo por una copia barata. Bueno, no tan barata. A simple vista, se notaba que el ladrón había gastado una fortuna mandando hacer una réplica de alta calidad.

Mientras tanto, en la zona sur de la Capital, Kim Yuri enfrentaba una situación similar.

Agarró por el cuello al hombre que Mukahi Motoki había contratado para irrumpir en su casa y robar el anillo.

"¿Quién te envió?". Preguntó Kim Yuri, su voz helada como una amenaza.

"Señorita, ya le dije... me pagan extra por no hacer preguntas". Respondió el ladrón a sueldo, sin perder la compostura.

Kim Yuri lo soltó con desprecio y dirigió su mirada hacia la copia del anillo.

A simple vista, no parecía diferente al que su madre le había dejado en su lecho de muerte. Pero había algo único en el original, una energía indescriptible que se podía sentir al tocarlo.

Maldijo en silencio y le ordenó a su agente que investigara cualquier pista sobre el culpable.

'¡Esa persona está muerta!'

Media hora después, su agente regresó con nuevas noticias.

Aparte del anillo de plata, no faltaba nada más en la casa.

"¿Ves? Te lo dije. No toqué nada más que ese anillo". Aseguró el ladrón a sueldo, mientras en su mente elogiaba a su misterioso cliente por haber anticipado los movimientos de Kim Yuri con tanta precisión.

Todo se estaba desarrollando exactamente como esa persona había predicho. Eso solo podía significar una cosa, pronto llegaría su oportunidad para escapar.

El agente de Kim Yuri también mencionó que una situación similar le había ocurrido a Jung Hwan ese mismo día.

Al parecer, el agente de Jung Hwan se había puesto en contacto con ellos para tantear el terreno y averiguar si habían sido los responsables del robo en el camerino del joven actor.

Kim Yuri se sorprendió al escuchar que lo mismo le había sucedido a su hermanastro.

Lo lógico sería que ambos cooperaran para encontrar al responsable de los robos, pero el odio que se profesaban hacía esa opción imposible.

En lugar de eso, ambos sintieron, en secreto, una extraña satisfacción al saber que el otro había perdido su anillo de plata.

No hubo ningún deseo de colaboración. Cada uno decidió investigar por su cuenta a la persona detrás de todo esto.

......................

En otra parte de la Capital, en la suite de un hotel de cinco estrellas, Mukahi Motoki se encontraba algo preocupado por haber cruzado la línea al molestar a dos de los tres jóvenes maestros más influyentes de la ciudad.

Lo peor de todo era que Park Moon tenía planes de enfrentarse al tercero, el más problemático de ellos.

Park Moon estaba recostado en el sofá, mirando fijamente el par de anillos de plata que descansaban sobre la mesa. La luz tenue del atardecer caía sobre ellos, resaltando sus contornos brillantes, casi hipnóticos.

Con un suspiro, tomó los dos anillos y, sin pensarlo demasiado, se los puso. Uno en cada mano, como si algo en su interior le impulsara a hacerlo. Al instante, los anillos desaparecieron, y en su lugar, dos cruces invertidas aparecieron en los dedos de Park Moon. Eran simples, pero llamativas.

Mukahi Motoki se quedó paralizado al ver lo que acababa de ocurrir. Había estado observando a Park Moon desde la distancia, pero nunca imaginó que los anillos, esos simples adornos de plata, pudieran tener tal poder. La transformación de los anillos le dejó sin aliento.

De inmediato, su mente comenzó a procesar la situación con rapidez, intentando entender el significado de lo que acababa de presenciar.

De repente, Park Moon chasqueó los dedos. En un parpadeo, varios objetos de su mundo original comenzaron a materializarse en la habitación. Libros, piezas de mobiliario, incluso algo de ropa interior, todos y cada uno de ellos tenían, de alguna forma, grabado su nombre.

El cerebro de Mukahi Motoki no pudo procesar lo que acababa de ver. Su mente se volvió un torbellino de caos, mezclando objetos, cruces invertidas y un poder que no entendía.

Al parecer, todo eso fue demasiado para él. En un instante, su rostro se quedó blanco, sus ojos se abrieron desmesuradamente, y antes de que pudiera decir una palabra, su cuerpo colapsó hacia el suelo con un sonido sordo.

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Conciencia mundial: Soy muy frágil ¿no lo puedes ver?

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