—… ¿Qué pasa, hombre? Tu mirada está perdida.
— ¿Huh?
Cuando un hombre con una cicatriz blanca en su rostro rígido le habló a Subaru, eso fue todo lo que pudo responder. El hombre con cicatriz torció su rostro.
— Mira, ¡te estoy preguntando qué vas a hacer! ¿¡Vas a comprar esa abble o no!?
— ¿Huh…?
— ¡Una abble! Quieres comer una, ¿verdad? ¡Comenzaste a hablar conmigo y entonces repentinamente te detuviste y tu mirada se quedó en blanco! ¡Casi enloquezco…! ¿Así que piensas hacer?
El hombre musculoso con su rostro con una cicatriz, puso una fruta roja y redonda en la palma de Subaru. Sea lo que sea, se veía exactamente como una manzana.
Después de que Subaru mirara a la fruta y volteara a ver hacia el rostro del hombre, dijo:
— No… lo que quiero decir, ¿ya no te lo dije? Estoy en la quiebra para siempre y eternamente.
— ¿¡Estás bromeando!? Me cansé de ti, estás desperdiciando mi tiempo. ¡Lárgate de aquí! Tengo trabajo que hacer. No tengo tiempo para lidiar con tus tonterías.
El hombre enojado empujó a un lado a Subaru y fue a otra parte de la tienda. Subaru siguió mirando alrededor, confundido.
— ¿Huh? ¿Qué? ¿Qué está sucediendo?
Estaba tan aturdido, fue un milagro que fuese siquiera capaz de decir algo mientras él hacia sus preguntas.