—No vales la pena —dijo casualmente Qiao Xi sin siquiera levantar la cabeza mientras sus largos dedos tocaban ligeramente la pantalla. Su voz era indiferente.
—Tienes incluso el descaro de sentarte aquí, ¿entonces cómo no soy digna de ver al presidente? ¡Soy la directora de Entretenimiento Voz Celestial! —Jiang Qin miró ferozmente a Qiao Xi y dijo a regañadientes.
—Ese es el asiento del presidente, ¿y tú estás sentada ahí? ¡Eres demasiado maleducada! No pienses que solo porque eres la Sra. Gu, puedes hacer lo que te plazca. La Señorita Xia también es amiga del presidente, pero ella no es tan descarada como tú. ¿No tienes ni un poco de vergüenza? —gritó.
Al mirar el rostro de Qiao Xi, Jiang Qin tuvo de repente una inspiración. La apariencia de Qiao Xi la convertía en una de las bellezas más destacadas de la industria del entretenimiento. Si tal belleza aparecía en la oficina del presidente, tal vez...