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—Tal vez viendo a través de sus pensamientos —dijo Gu Zheng lentamente—, mientras a ti te guste, ¿qué importa si gasto dinero? Lo que menos me falta es dinero, así que vale la pena gastarlo para comprarte felicidad.
—Justo cuando Qiao Xi iba a hablar, la voz de Luo Qing sonó en su audífono, y su expresión cambió.
—Gu Zheng parecía haber sentido algo y lentamente se dio la vuelta —Tomaré mi licencia primero. Señorita Bai, si necesita ayuda, puede ir al tercer piso para buscarla. Todos ahí son mi gente. No se ponga en peligro.
—Todo el cuerpo de Qiao Xi tembló. Gu Zheng realmente lo sabía todo. Nada podía ocultársele.
…
—Después de que Qiao Xi terminó de tratar con Yang Lin, la gente del Pabellón Ling apareció y se llevó a Yang Lin. El resto del asunto quedó en manos de Luo Qing para manejarlo. Ella no continuaría participando.
