—He oído que la Anciana Señora Gu adora al Presidente Gu más que a nadie. Hoy es el cumpleaños de la Anciana Señora Gu, y aún así la Señora Gu realmente le dio una falsificación. ¡Esto es demasiado superficial! Ella es, de hecho, una mujer que creció en el campo. ¡Simplemente no es presentable! —comentó alguien.
—No puedes decir eso. La Señora Gu no parece que le falte dinero. Debe haber sido engañada. ¡No puedes culparla por esto! —defendió otra persona.
—¿Cómo no vamos a culparla? Si realmente quería dar un regalo, podría haber conseguido un profesional para tasarlo. Después de confirmar que es auténtico, podría dárselo a la Anciana Señora Gu con total tranquilidad. Fue negligente —replicó el primero.
Todo el mundo miraba a Qiao Xi con desdén. ¿Cómo era esa mujer digna de ser la maestra de la familia Gu?
Tang Ruge caminó lentamente frente a Qiao Xi y dijo suavemente:
