—No. ¡No es mi mente sino mi corazón! Perdí mi corazón... ¡Estoy enamorado, Luc! —Levy literalmente tenía corazones saliendo de sus ojos y Luc giró los suyos con fuerza.
Luc levantó la mano, deseando tanto abofetear a su frustrante camarada, pero se detuvo a mitad de camino y solo suspiró como un anciano hastiado de ver a un hombre estúpido desperdiciar su juventud.
—¡Bah! Mejor dejarle ser feliz en sus propias ilusiones —pensó Luc mientras volvía a rodar los ojos.
...
Mientras tanto, en el extremo más lejano de la batalla...
—¡Cariño! —El grito fuerte de Azrael resonó mientras alentaba a su dragón—. ¡Apúrate!
Como si el dragón estuviera molesto con su ruidoso y exasperante jinete, duplicó su velocidad y Azrael casi sale volando.
