—¡Detén esta locura, Klauz! —Evie le gritó mientras luchaba por soltarse de su agarre. Pero Klauz ignoró sus esfuerzos y no la soltó. En cambio, su agarre se hizo incluso más fuerte.
El hombre la arrastró hacia el altar rodeado de cristales en forma de media luna. Y Evie no podía ni siquiera luchar ni usar magia para escapar de él debido a la peligrosa magia que había lanzado alrededor de su vientre.
—¡Dije que pares! —ella gritó lo más fuerte que pudo.
Finalmente Klauz se detuvo y se enfrentó a ella. La crueldad en sus ojos brillaba peligrosamente.
—¿De qué tienes tanto miedo? ¿Reina de Luz? ¿No estabas tan segura de que yo no soy tu compañero? —preguntó duramente, dejando a Evie inmóvil—. ¡Deja de luchar! Esta es la última vez que te lo advierto. —Su voz áspera destilaba una amenaza peligrosa—. Mi paciencia se está agotando.