—¿Estás seguro de que estás bien, Gav? —Evie le seguía preguntando. Le estaba empezando a resultar extraña la condición de sueño de Gav últimamente y hasta comenzó a preocuparse de que los constantes cambios entre las dos identidades de su esposo podrían estar afectando su condición física.
—¿Hmm? ¿Parezco que no estoy bien, mi amor? —él le preguntó mientras alimentaba a Evie con otra rebanada de fruta.
Evie solo podía masticar lo que él le había ofrecido primero antes de tragar y responder —Bueno, te ves bien pero… no sueles ser tan dormilón. Es extraño que de repente duermas tan profundamente y pesadamente así —frunció un poco el ceño.