—¿Cómo puedo hacer la llamada para que el dragón venga a mí voluntariamente? —Evie preguntó, sus ojos llenos de una voluntad muy fuerte—. Quería aprender a llamar al dragón para que viniera a ella sin obligarlos en contra de su voluntad. Ninguna criatura viviente estaría complacida si se les forzara a hacer algo. Si pudiera hacer que respondieran a su llamado voluntariamente... ¡ese sería el máximo poder que ella podía manejar! Y ella sabía en lo profundo de ella que eso era lo que más quería. Que los dragones vinieran en su ayuda sin ser forzados.