Lena asintió y guio a las mujeres en silencio. Su trabajo era protegerlas. Por otro lado, yo abrí la ventana y salté. Mis estadísticas ahora me permitían saltar desde un cuarto piso si quisiera y no me pasaría nada.
Activando refuerzo corporal fue como si volara en el aire. En la oscuridad de la noche nadie podía detenerme. Los tumbados de las casas se convirtieron en mis plataformas de salto haciéndome llegar a las murallas en poco tiempo.
Aterrizando suavemente pude ver a Frederick dando comandos a los guardias. Todos parecían alertas.
- Frederick. ¿Qué sucede?
Al escuchar mi voz Frederick se dio la vuelta al instante. Cuando vio mi rostro fue como si viera visto la cara de su benefactor de varias generaciones.
- Señor. Estamos bajo ataque. Mire.
Frederick señaló a la distancia donde un sin número de personas estaba montando a caballo. Ya que no cargaban escudos de alguna familia lo más probable es que sean los bandidos.
- Déjame esto a mí. Envía a los guardias a la ciudad y controla el pánico.
Mientras venia de la mansión pude ver que la histeria se había apoderado de los ciudadanos comenzando saqueos. Será mejor controlar eso de inmediato.
- Mi señor es demasiado peligroso ir solo. Nuestros guardias han contabilizado alrededor de 100 personas todos a caballo.
Podía ver claramente a esos tipos desde la distancia. No habría mejor forma que pelear para comprobar mi fuerza actual.
- Haz lo que digo.
Sin dedicar ni una sola palabra extra salté del muro. Frente a mi estaba la planicie que conectaba a la ciudad con el bosque de las bestias. Todos los tipos a caballos se sorprendieron por mi repentina aparición.
- ¡Miren, acaban de enviar a un debilucho para rendirse!
- ¡JAJAJAJAJAJA!
Todos empezaron a reírse tras las palabras del líder. El líder tenía varias cicatrices en el brazo y su ropa era igual a la de un plebeyo con un pantalón y camisa de tela. En su mano sostenía un hacha que normalmente se debería de utilizar con dos manos. En cuanto a su rostro debía decir que era realmente feo. Esa barba de leñador y calva con cicatrices lo hacían lucir aterrador para cualquier mujer.
- ¡JA! ¡Eres un idiota más grande de lo que pensé!
Mis palabras hicieron que todos detuvieran sus risas. El jefe tenía una mirada oscura completamente enojado por mis palabras.
- ¿¡Como te atreves!? ¿¡Acaso no conoces la grandeza de nuestro jefe!?
- El jefe es el líder de los bandidos rojos. Este territorio es completamente nuestro.
Ahora era mi turno de enojarme. ¿Estaban diciendo que eran el señor de un territorio en presencia del señor de ese territorio? ¡Eso es una sentencia de muerte!
Mi intensión asesina se manifestó haciendo que los caballos se asustaran.
*¡hiiii, hiiii, hiiii!
Todos los caballos se levantaron de sus sitios botando a sus jinetes al piso. Menos al del líder quien agarró las cuerdas y controló al caballo con éxito.
- Así que ustedes son los bandidos que andan en mi territorio libremente. Déjenme darles la bienvenida.
*CRACK *CRACK
Apreté mis nudillos mientras me acercaba a ellos. Estaba completamente furioso. En un solo parpadeo había desaparecido de la vista de todos los bandidos.
- ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
El sonido de alguien gritando hizo que todos voltearan su mirada. Lo único que vieron fue a un hombre tirado en el piso con todas sus extremidades dobladas en diferentes posiciones que no deberían ser posibles para un humano.
El bandido a que les doble las extremidades se había desmayado del dolor. Esta escena se repitió muchas veces. Fácilmente me había encargado del 30% de los atacantes.
Viendo que sus soldados eran incapacitados como moscas el líder finalmente decidió hacer un movimiento. Saltando desde el lomo de su caballo intentó predecir mis movimientos. Saltando garró el hacha y gritó.
-
Rayos salieron del hacha iluminando la pradera en la que estábamos. Al llegar al piso se generó un gran impacto haciendo que trozos de rocas salieran disparadas por todas partes.