Dentro de la oficina del Barón Spear.
*CRASH *CRASH
Objetos volaron por la oficina destruyéndose en miles de pedazos. El barón estaba completamente molesto por las noticias.
En caso de emergencias él había dejado espías dentro de la ciudad. Lo que no esperó es que Marques Diluc cerraría todas las entradas a la ciudad y establecería guardias en cada punto de la ciudad. Evitando que los espías entraran o salieran.
Ya que no había recibido ninguna señal o carta de sus caballeros se sintió mal y ese mismo día envió gente a la guarida de los bandidos para deshacerse de la evidencia que lo conectara con este caso. A pesar de sus medidas preventivas se había movido muy tarde. Cuando sus hombres llegaron vieron al campamento rodeado de guardias con el marqués al mando.
Cuando sus hombres le informaron esto sabía que estaba muerto.
- ¡AHHHHHHHHHHHHHHRRRRRRRRRRRRRRRRRGGGGGGGGGG!
El enojo era incontrolable destruyendo cada libro, estantería, jarrón o pintura. Nada se salvó de la furia del Barón Spear.
- ¡Ese idiota! ¿¡Como se atreve a arruinar mis planes!?
Lo peor no terminó ahí. Uno de los espías establecidos en la ciudad logró huir disfrazado de guardia. Se había logrado colar entre las filas ofreciéndose para cuidar de la puerta. En un momento de descuido durante el cambio de turno huyó con éxito. Sin detenerse ni para beber agua llegó a la casa del Barón y le informó que los asesinos y bandidos fueron todos capturados.
Esto fue lo que enojó aún más al Barón. Esos tipos eran una colisión especial formada por los caballeros de los nobles relacionados en este asunto. Si eran atrapados junto a las cartas que los relacionaba estaría muerto.
Tenía que deshacerse de la evidencia lo más pronto posible.
- ¡Andrés!
Un mayordomo entró después de haber escuchado el grito.
- Si señor.
El barón lo miró fijamente y dijo.
- Organiza los asesinos restantes. Necesito que se infiltren en la mansión del marqués Diluc y asesines a los bandidos y asesinos capturados. También destruyan toda la evidencia recopilada.
Andrés asintió abandonando la oficina que se quedó en silenció. Este plan no podría fallar. Si llega a fracasar la única opción que le quedaría sería la de negociar con el marqués.
Mientras Andrés caminaba por los pasillos una voz masculina lo detuvo.
- Andrés. Veo a mi padre muy inquieto últimamente. ¿Sabes que le sucede?
Andrés se volteó y se inclinó levemente.
- Joven señorito Thomas. Lamento no poder contestar a sus preguntas. Debería de consultar directamente con su padre.
Thomas era el único hijo en la casa del Barón Spear. Aunque el barón estaba casado con 9 mujeres de distintos orígenes solo logró dar a luz a un hijo de los 13 intentos que realizó. Por lo que fue cultivado como el próximo cabeza de familia.
Su apariencia era la de un hombre joven de 18 años. Tenía el cabello negro, un cuerpo atlético y una mirada afilada. No sería una broma afirmar que Thomas tenía el mayor talento para el uso de la lanza. A tan solo la edad de 10 años logró crear un rastro de intención de la lanza que sorprendió al todo el reino Diamond. Era alabado como un genio sin igual y muy pronto se uniría a los caballeros reales.
Viendo a Andrés que se negaba a responder sus preguntas suspiró y dijo.
- No es necesario. Puedes marcharte.
En esta casa Thomas fue alabado por todos los sirvientes. Aunque su padre era un déspota y mujeriego, él era todo lo contrario. Se podía decir que sería la única manzana sana en una cesta de manzanas envenenadas. Sin embargo, se sentía solo en la mansión. Su padre había obligado a casarse a casi todas sus hermanas apenas cumplieron la edad mínima de 13 años. Ahora solo tenía a su hermana mayor a quien visitaba todos los días.
La única razón por la que su padre no la obligó a casarse era por el hecho de que estaba enferma. Se le había diagnosticado una enfermedad incurable que afectaba su movilidad. Tenía que quedarse en cama todos los días y recientemente su condición empeoró.
Su hermana era muy hermosa y gentil. A Thomas le dolía mucho ver a su querida hermana en esa posición. Ella fue la única que de verdad se preocupaba por él. Su padre por otro lado le pegaba y lo trataba mal diciéndole que era muy débil y que tenía que hacerse más fuerte.
*TOC *TOC
- Adelante~
Thomas abrió la puerta y vio a su hermana arropada con una manta mientras su espalda estaba apoyada en el respaldar de la cama. Su cabello y ojos rosa pálido le daba un encanto único. Su rostro era hechizante que junto a su piel nacarada y tersa la hacían irresistible para cualquier hombre. Aunque enferma Thomas tuvo que admitir que su hermana era una belleza deslumbrante.
- Ah, Thomas buenas noches. ¿Qué te trae por aquí? ~
La hermana de Thomas cerró su libro y miró a Thomas algo expectante.
- Hermana Rosaline. Vine a ver como seguía tu situación.
- Nada ha cambiado. Mis piernas siguen sin poder moverse.
Rosaline agachó la mirada mirando sus piernas cubiertas por una manta.
- Hermana esta vez escuché un rumor sobre una medicina milagrosa que podría ayudarte.