Chapter 39 - Capítulo 39 – Regreso

Esto iba a ser un dolor de cabeza. Las leyes del reino indicaban que teníamos que ayudar a las víctimas si expresaban su deseo a querer vivir. Pero ninguna respondía ante los estímulos que intentamos darles.

Me acerqué a una de ella y puse mi mano en sus mejillas. La mujer reaccionó temblando, pero su rostro ni se movió. No decía nada y su vista seguía desenfocada. 

-  Primero saquémoslas de aquí. Si alguien sabe magia curativa sería bueno que empiecen a tratarlas. 

Las mujeres asintieron y una de ellas se acercó a las mujeres. Esta mujer llevaba una bata del templo. Fue la mujer que decía que los nobles éramos peligrosos. La vista de esta mujer era interesante. La bata blanca con tonos dorados llamaba mi atención. Debe de pertenecer al culto de la diosa Crystal al juzgar por sus adornos.

Los adoradores de la diosa Crystal se diferenciaban con un cristal romboidal en medio de sus túnicas. Este era el símbolo de la diosa que significaba pureza. 

Esta sacerdotisa tenía un amplio busto que no perdía ante el de Olivia.  Los rasgos de su rostro tampoco estaban mal. Su cabello rubio suelto destacaba entre todas. Al parecer tiene una mala vista de los nobles por lo que no sería bueno intentar hacer algo con ella ahora.

La mujer rezó hasta que una luz dorada emergió y cubrió a la mujer. A diferencia de un hechizo de curación que requería de un círculo mágico y energía elemental para funcionar a esos canticos vacíos hacia la diosa se los conocía como plegarias. Las plegarias no requerían de energía elemental y en su lugar funcionaban a través de la fe hacia la deidad a la cual se reza.

Esto tiene un inconveniente ya que depende mucho de la regularidad con la que uno reza, la fe y el estado de humor de la diosa. Ya que era la misma diosa la que hacía el milagro de curar a los heridos. 

El brillo se atenuó, pero la mujer seguía igual. Lo único que se detuvo fue el sangrado en su vagina. Esta era la mujer más delicada. Acababa de dar a luz a una abominación y su vida pendía de un hilo. 

Mientras las mujeres eran tratadas fui a revisar mis ganancias. Los tesoros deberían estar donde el hobgoblin salió. Así que me dirigí en esa dirección. 

Al final de la cueva había una habitación lo suficientemente grande como para que una persona ingresara. Por otro lado, el espacio era muy ancho y en él estaba lleno de espadas rotas, monedas de cobre y hasta una carretilla estaba en el interior. Al verla se me ocurrió una idea. 

Guardé las monedas, las armas rotas no me servían así que las dejé. Ninguna valía la pena y todas estaban oxidadas. 

Saqué la carretilla de la habitación metiéndola en inventario y sacándola después. Cuando llegué de vuelta al lugar la mujer terminó de tratar a todas. 

-  Tomen.

Lancé sabanas harapientas que estaban entre las monedas. Estas mujeres estaban desnudas. No podía ingresarlas así a la ciudad. 

Las chicas entendieron lo que quería hacer y empezaron a cubrirlas. 

-  Trépenlas en esta carreta. Las llevaremos a la ciudad después de que termine de extraer los núcleos mágicos y quemar los cadáveres. Con suerte el sol no se ha puesto todavía.

Todas asintieron y se movieron lo más rápido posible. En cuestión de minutos todas las 10 mujeres fueron acomodadas y abandonamos la cueva. Durante el camino de regreso me enteré que el nombre de la niña enérgica era Luna. Tenía 16 años al igual que yo y era una aventurera. Su grupo había cogido una misión desde la ciudad vecina para recoger un material en la montaña. Lo que no esperaron era que el hobgoblin las capturara.

Todas las cuatro mujeres no tenían dinero, ni habían comido en días, sus equipos y armas estaban rotas. Por lo que les ofrecí que se quedaran en la mansión.

Mientras salíamos del bosque el anochecer llegó. El bosque estaba silencioso lo que significaba peligro. 

*Crepitar *Crepitar

El sonido de las hojas moviéndose vino de los arbustos. La vista de un lobo fue clara.

-  ¡Es mío!

La mujer musculosa se lanzó. El lobo reaccionó y también cargó hacia ella. Pero la mujer fue más rápida y con un uppercut seguido de un golpe recto acabó con el lobo. De luna supe que su nombre era Anastasia.

-  Oh. Eres buena. ¿Te interesa unirte a mi guardia? 

Esta mujer era más fuerte que mis guardias que necesitarían por lo menos 4 o 5 para acabar con ese lobo.

-  Jeje. Tendré que pensarlo.

La mujer se rascó la nariz y continúo empujando la carreta. Mientras salíamos del bosque me fije en la última mujer que hasta la fecha dijo algo. Con curiosidad le pregunté a luna quien era.

-  Uhm. Ella es la hermana Samantha. Ella era nuestra cargadora.

El cargador era una posición insignificante en una fiesta. Esas personas eran las encargadas de recolectar los materiales de los monstruos y llevar el equipaje. A cambio se les daba unas monedas de cobre. Aunque sonaba duro el trabajo más codiciado por los aventureros novatos.

Su apariencia era común por lo que ni siquiera me molesté en prestarle atención.

Al llegar a la ciudad fuimos recibido por los guardias. 

-  ¡Identifíquense!

Las puertas de la ciudad estaban cerradas para los transeúntes a estas horas. Sin embargo, yo era el señor de este territorio.

-  Parece que mi entrenamiento no fue suficiente.