- Felicitaciones por subir de nivel 6>7
- Se han obtenido varios puntos de estadísticas para más detalle revisar su estado.
- Se ha obtenido la habilidad perforar.
- Se ha obtenido la habilidad sigilo.
La sangre en mi boca fue tragada y finalmente mi cansancio desapareció. Recuperé mi mejor condición solo con beber algo de sangre. Esta era la mejor característica posible de un vampiro.
Vi a las mujeres que temblaban de miedo ya que no podían ver nada y todo estaba en silencio. Para permitirles ver a su salvador no tuve otra opción que encender una pequeña hoguera. Recogí los palos en el piso y los organicé como si fueran una pila. En mi mano volvió aparecer el circulo mágico anterior y la cueva se iluminó por completo.
- ¡KYAAAAAAAA!
Las mujeres en la jaula gritaron, pero las otras parecían tener la mirada perdida. Algunas incluso tenían la visión desenfocada e incluso dudé de sí estaban respirando.
- No tienen que alarmarse. Soy el marqués de Yelowlake. Vine a rescatarlas.
- ¿¡Enserio!?
Una de las cuatro mujeres dentro de la jaula respondió sin dudarlo. Sus delicadas manos agarraron los barrotes. Ahora sin esos monstruos pude apreciar la belleza de las cautivas. Estas mujeres parecían ser aventureras debido a sus atuendos.
- Sí.
Balanceé mi espada y destruí la cuerda que ataba la jaula. Las mujeres me miraron cautelosamente a excepción de la mujer que me respondió y me abrazó. Esta posiblemente sea la mejor ya que lucía juvenil y tenía un pecho pequeño talvez de copa de A o B. Sin embargo, su trasero estaba bien formado y tenía una cintura delgada. Su cabello negro estaba atado en una trenza.
- Muchas gracias por salvarnos.
Una de las tres mujeres se inclinó levemente. Este gesto motivó a las otras dos que hicieron lo mismo.
- No necesitan preocuparse, lo mejor será ayudar a las demás.
Señalé a las otras chicas quienes tenían una mirada vacía y no reaccionaban, aunque estábamos hablando. Las chicas asintieron y fueron directo a comprobar sus estados. Todas menos una que continuaba abrazándome.
Esta niña parecía que incluso estaba temblando. Viendo su estado no pude evitar abrazarla ligeramente y consolarla.
- Debiste haber tenido mucho miedo. No te preocupes ahora estoy aquí y nadie podrá hacerte nada.
La niña enterró su rostro en mi pechó y comenzó a derramar lágrimas. Esta era la reacción que estaba esperando. Las otras mujeres, aunque también lucían cansadas y temblaban levemente continuaron examinando a las demás mujeres.
La niña terminó de llorar después de un tiempo. Dejó de abrazarme y agarró mi camisa. Levantando su cabeza pude ver sus lindos ojos cafés que me miraban con brilló renovado.
- Gracias hermano.
- Daniela no puedes dirigirte así ante un noble.
Una de las mujeres se detuvo y me miró con claro odio y disgusto. No sabía por qué me trataba así por lo que simplemente la ignoré.
- Pero… El hermano nos salvó. ¡Él es una buena persona! ¿Verdad?
Esta niña era muy inocente y aunque tenía un pecho pequeño su rostro era lindo. Me hizo preguntarme si debía añadirla a mi colección.
- Los nobles son peligrosos.
Otra de las mujeres intervino. Ante sus palabras no pude evitar ponerme enojado.
- El noble del que hablas está aquí y te acaba de salvar la vida. Sería mejor que sean más discretas con sus palabras.
Mi tono cambió a uno frio y desalmado lo que puso rígida a la mujer. Por otro lado, la niña agarró más fuerte mi camisa y dijo.
- Hermano no le hagas nada. Ella no lo decía enserio.
Acaricié la cabeza de la chica lo cual me calmó mucho. Su inocencia era única y la hacía lucir hermosa a mis ojos.
- Hablaremos de eso después ya que tú lo pides. Ayudemos a las mujeres primero.
La niña asintió y finalmente la liberé de mi abrazo. Lo primero que hice fue empezar a liberarlas de sus ataduras. Estas mujeres aun respiraban, pero no reaccionaban ante nada. Sus mentes habían sido rotas e incluso si las regresaba a la ciudad no podrían retomar sus vidas con normalidad. En este mundo no existían psicólogos que pudieran ayudarlas a superar sus traumas.
Estas mujeres fueron abusadas las 24 horas los 365 días del año. Obligadas a ser usadas como incubadoras vivientes. Quien sabe por cuantos partos pasaron hasta ahora. Sus cuerpos estaban débiles y apenas sobrevivían.
Las cuatro mujeres de la jaula me miraban sabiendo que no había nada que hacer. Estas mujeres no podían ser ayudadas. En el juego me topaba con esta escena seguido pero la realidad supero al juego. En estos casos solíamos acabar con su sufrimiento terminando con sus vidas. La chica de antes de acercó a mí, apretando el dobladillo de su blusa y con ojos llorosos dijo.
- Hermano. ¿No hay nada que podamos hacer?
Negué con la cabeza. Al instante la niña empezó a llorar. Una de las mujeres que parecía ser una luchadora cuerpo a cuerpo se acercó a ella y la consoló. Esta mujer tenía un cuerpo entrenado con abdominales bien tonificados. Llevaba unas vendas rojas que cubrían su gran pecho. En su parte inferior únicamente suba un short de tela roja y alrededor tenía una especie de cinturón con varias placas metálicas que le llegaban hasta las rodillas haciéndola lucir como una especie de falda. Tenía varias cicatrices en su espalda y sus nudillos estaban cubiertos por vendas. Su cabello era corto y desordenado con un intenso color rojo que hacían juego con sus ojos. Su piel bronceada indicaba las horas que dedicó a entrenarse bajo el sol. Una mujer como ella tampoco estaba mal. Tenía su encantó único y una belleza feroz.