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Chapter 3 - Capítulo 3: Terraformando un planeta

Una vez que Chris definió sus siguientes pasos, no dudó y en un instante, se materializó en la órbita media de Marte.

Como un ser omnipotente, el espacio no representaba ningún obstáculo para él. Conceptos como masa, gravedad y energía cinética carecían de significado para un ser divino como él.

Contemplando el planeta rojo, árido y helado, Chris alzó lentamente ambos brazos, sus palmas extendidas como garras, pareciendo atrapar el espacio y deslizándolo con suavidad. En respuesta, el entorno circundante pareció transformarse, como si estuviera dentro de una burbuja; cientos de kilómetros alrededor del planeta quedaron aislados del resto del espacio.

Dentro de esta esfera, el tiempo comenzó a acelerarse cientos de miles de veces. Chris extendió su brazo derecho hacia Marte y cerró el puño, provocando una vibración intensa que recorrió todo el planeta, como masivos terremotos del fin del mundo.

Grietas masivas, de kilómetros de longitud, surgieron en la superficie marciana. Estas fisuras, similares a abismos de magma, empezaron a erupcionar con lava incandescente. Columnas de lava se alzaron a varios kilómetros sobre la superficie antes de caer como una lluvia destructora, elevando instantáneamente la temperatura de Marte a cientos e incluso miles de grados y cubriendo toda la superficie en un infinito mar de lava.

En medio de este infierno líquido a miles de grados, grandes cantidades de gases emergieron desde el subsuelo, generando nubes masivas que cubrieron todo el planeta, forjando una atmósfera infernal.

Poco después, Chris extendió sus brazos, uno en alto con el pulgar hacia arriba y el otro vertical con el pulgar hacia abajo. Al hacerlo, una energía sin igual comenzó a fluir desde el polo sur del planeta, atravesando el núcleo del planeta y emergiendo por el polo opuesto.

Esta energía singular no tenía existía previamente en el universo. Chris la había recreado a partir de las leyes de aquel mundo mágico de Zeley.

Tras esto, Chris observó los cambios en el planeta, ahora convertido en un infierno de miles de grados. Aunque solo habían pasado unas horas desde el exterior, dentro de su dominio temporal, habían transcurrido decenas de miles de años.

La superficie se había enfriado considerablemente, alcanzando solo unas decenas de grados. Guiado por esa energía peculiar, Chris manipuló las condiciones climáticas del planeta a su voluntad, ajustando la temperatura y configurando la atmósfera recién formada según sus deseos.

Marte ahora lucía una abundancia de rocas solidificadas a partir de la lava que una vez fluyó. Enormes depósitos de agua pura cubrían gran parte de su superficie. Debido a la topografía relativamente uniforme, el agua se extendía por vastas áreas, dejando escasas zonas de roca visible. Observando el estado del planeta, Chris decidió avanzar al siguiente paso.

Alzando su mano derecha, liberó parte de su poder divino, materializando materia a partir de la nada misma. Gigantes rocas flotaban en el espacio, desafiando la gravedad planetaria y flotaron cerca de Chris.

Cada roca albergaba elementos específicamente elegidos, algunos familiares en este universo, como silicio, fósforo, carbono, sodio y potasio, mientras que otros eran exóticos, portando composiciones atómicas físicamente imposibles bajo las reglas originales del universo. Sin embargo, tras haber modificado las reglas que rigen este sistema solar, estos elementos ahora podían existir.

Con otro gesto, una lluvia de meteoritos descendió, desafiando las leyes físicas, impactando en el suelo sin aumentar la temperatura. Estos impactos remodelaron la superficie del planeta, excavando cientos de metros de profundidad y destrozando la superficie en rocas y polvo.

Profundos pozos se formaron por las colisiones, mientras canales se formaban por el flujo del agua liquida, y polvo llenaba la atmósfera.

Una vez que la superficie se estabilizó, un vasto océano se pudo apreciar a simple vista, mientras que un continente se alzaba majestuosamente sobre él, abarcando el 55% de la superficie. Ríos serpenteaban desde el mar, cortando el continente en diversas direcciones.

Montañas, grandes y pequeñas, decoraban el paisaje, creando contrastes con las llanuras que dominaban el continente.

Satisfecho con los resultados, Chris pasó a la fase preliminar: la creación de la vida.

Extrayendo las leyes de la vida que existían en el mundo, estableció un dominio único sobre estas leyes, otorgándose la autoridad de crear vida.

Con un movimiento enérgico de sus brazos, surgieron cantidades masivas de nuevas plantas, emergiendo de la nada y cubriendo el mundo con un diluvio verde. Chris decidió aguardar hasta que la vida vegetal se estabilizara, lo que dentro de su dominio temporal equivalió a varios cientos de años. Finalmente, la superficie del continente se asemejaba a una exuberante jungla que se extendía por miles de kilómetros, mientras que otras regiones estaban pobladas por plantas más pequeñas, adornando planicies y montañas en un paisaje que parecía extraído de un cuadro de óleo.

En el fondo del océano, una variada vida vegetal prosperaba.

Sintiendo que había llegado el momento, Chris movió nuevamente sus brazos, dando vida a decenas de miles de especies nunca antes vistas en la Tierra, distribuyéndolas aleatoriamente por el planeta. Entre estas especies se encontraban: anfibios, reptiles, peces, aves, mamíferos e invertebrados. Insectos de todas las formas y tamaños se entremezclaban con la tierra y las plantas.

Chris esperó otros 10.000 años, permitiendo que algunas especies se extinguieran mientras otras evolucionaban lentamente para adaptarse al nuevo mundo. Muchas de las plantas que inicialmente prosperaron comenzaron a cambiar, adaptándose a los nuevos seres vivos. Algunas especies depredadoras perecieron al carecer de presas, mientras que otras invasoras fueron controladas por insectos y animales, fertilizando así la superficie.

De entre las plantas originales surgieron nuevas especies adaptadas a la defensa, otras venenosas y otras daban a luz frutas para evitar ser destruidas. Los animales cazaban a otros animales y la vida herbívora desarrollaba instintos de supervivencia, adaptándose al entorno y estableciendo un ecosistema equilibrado.

Viendo la estabilidad de este mundo, Chris decidió dar el último paso, uno que lo diferenciaría de la evolución en la Tierra. Infundió al mundo con una gran cantidad de su divino poder existencial, imbuyendo al ambiente con esencia mágica y provocando mutaciones significativas en los seres vivos.

Dejando el mundo en paz durante 120.000 años, permitió que su ecosistema de bestias mágicas poderosas se estabilizara por completo.