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Chapter 40 - Capítulo 7: El Mayor y su Todo Parte 4

— Violet, ¿estás lista?— Vestido con su uniforme militar negro violáceo, Gilbert miró a la chica con sus ojos verde esmeralda. Parecían intensos en el oscuro interior del vehículo.

Además de los suyos, el único otro par de orbes que relucía brillantemente era el de la chica. Para expandir su campo de visión, su cabello dorado, que complementaba a sus hermosos ojos de un color más claro que el azul del mar y más profundo que el azul del cielo, estaba atado dentro de un sombrero militar idéntico al que usaba Gilbert.

— Sí—. Su respuesta cortante era desapasionada pero llena de confianza. La chica que no podía hablar ya no estaba allí.

Gilbert le entregó un cuchillo y una pistola a la soldado de una rara belleza.

— Vamos allí con el pretexto de solo hablar, pero esa no es nuestra intención. Lo que estamos a punto de hacer… servirá como ejemplo para todos los traficantes de armas involucrados con Leidenschaftlich.

— Estoy al tanto.

— El interior no es lo suficientemente espacioso para peleas grandes. Quiero que te adaptes a las condiciones de este campo de batalla lo más rápido posible. No puedes usar a Brujería. Pero entraré también. Te protegeré. Piensa solo en derrotar a los enemigos.

— Sí, Mayor—. Mientras asentía, no importaba cómo la mirara, no daba la menor impresión de que estaba a punto de matar gente. Sus hombros delgados y su delicado físico indicaban que estaba en la mitad de la adolescencia o tal vez ni siquiera eso.

Gilbert la miró con desaliento y dejó el automóvil. Era de un tono completamente negro afuera. Un cielo nocturno sin estrellas creaba una atmósfera serena.

— No tomará más de treinta minutos. Espera aquí.

Después de informar al conductor, los dos entraron en la propiedad que se interponía entre dos callejones. Frente al lugar que no parecía tener ninguna irregularidad, había un hombre de cara dura protegiendo las puertas, sosteniendo un rifle claramente para mostrarlo.

Había varias casas cerca, pero ninguna de ellas tenía luces encendidas. Parecía ser un área residencial abandonada en la parte posterior de un distrito de viviendas en lo profundo de una ciudad suburbana. Había una razón por la que ya nadie vivía en ella: ninguna familia normal desearía estar en un vecindario que apestaba a sangre y violencia.

— Soy afiliado del ejército de Leidenschaftlich, mayor Gilbert Bougainvillea. He venido a ver al traficante de armas. Sé que él está aquí. Dile que tengo algo que discutir.

El portero evidentemente mostró una cara de disgusto ante los repentinos visitantes.

— ¿Aah? ¿Qué pasa con ustedes? No estén jodiendo. ¿Con quién creen que están hablando?

Ante la actitud impropia de menospreciarlos, Gilbert permaneció inexpresivo mientras murmuraba:

— También deberías cuidar tu lenguaje.

Con una acción rápida, sostuvo el rifle del portero con una mano, al tiempo que hundía un puño en su estómago. Luego apuntó con el rifle a la parte superior de la cabeza del gimiente portero, golpeándolo con él. No terminó allí; en el instante en que este último cayó de rodillas, Gilbert le propinó una patada en un lado de la cara con sus zapatos militares. Una gran cantidad de sangre y un diente coronado se salieron de la boca del portero. Gilbert lo miró con frialdad mientras éste gritaba en agonía con aullidos y gruñidos. Su crueldad se había incrementado al golpear el perfil del hombre.

— Desaparece. Usaré el arma la próxima vez.

La orden era que mataran a todos los que estaban en el edificio. Aún no estaban dentro de éste. Él había dejado que viviera debido a misericordia. Sin embargo, unos segundos después de que el hombre huyó, la chica le disparó con precisión en la cabeza con su arma mientras huía. La mano del hombre que recibió el disparo tenía un revólver oculto.

— Violet.

— Mayor, él le apuntaba con un arma.

Unos minutos después de que los dos entraron al edificio, disparos y gritos profanos resonaban como piezas de música. Sonidos de carne reventada y vidrios rotos, gritos de agonía mortal. Sonaban en una armonía cronometrada y continuaron en repetidas ocasiones, hasta que por fin, la brutal persecución llegó a su fin con un grito particularmente espeluznante. El edificio que era la única fuente de luz en el área finalmente perdió su brillo y su interior se volvió completamente silencioso.

El mundo finalmente había recuperado su verdadera forma. Era un tiempo de silencio donde los seres vivos caían en un sueño profundo.

— Qué aburrido.

Cargando su pistola, que se había quedado sin balas, Gilbert suspiró y se sentó en un sofá. Las piernas de los cuerpos tirados en el piso estaban en el camino, pero él los ignoró ya que no había nada más que pudiera hacer.

Era Violet a la que los oficiales superiores habían nominado para hacerse cargo del traficante de armas. Se suponía que ella debería haber venido sola a este lugar.

Ella ya se encarga de soldados enemigos, pero ahora tiene que hacer incluso este tipo de trabajo sucio. Los altos cargos la tratan como una herramienta de asesinato.

Si la eliminación de elementos problemáticos fuera por el bien de su país, podría hacerlo sin pensamientos oscuros. Si hubiera estado solo, no habría pensado esas cosas.

— Mayor, ¿pasa algo? La misión ha sido cumplida. No hay sobrevivientes—. Incluso en esa situación, la chica en cuestión revisó los cadáveres con una cara tranquila.

Gilbert sabía mejor que nadie que no había necesidad de acompañarla.

— No—. Mientras dejaba que su mirada divagara por el piso, los pies de un hombre que había matado aparecieron a la vista. Perturbado, desvió la mirada—. Estoy bien. Estás cansada, ¿verdad? Toma asiento también.

Mientras señalaba hacia el sofá, ella vaciló ligeramente, pero obedientemente se sentó. Era una escena extraña: un hombre y una niña descansando tranquilamente en una habitación llena de cadáveres. La luz de la luna maravillosamente llamativa se derramó desde la ventana e iluminó a los dos delincuentes. Violet observó a su superior, más bien, a alguien a quien ella consideraba mucho más que su superior, mientras él se negaba a mirarla. ¿Qué pensaba la dueña de esos ojos azules? Era como si ella no viera nada más que él; ese era el tipo de mirada con la que ella lo veía.

— ¿Está bien no irse de inmediato?

— Solo un minuto más y nos vamos. Una vez que estemos fuera de aquí, regresaremos al cuartel y a nuestra rutina. Vamos a exterminar a las unidades enemigas como nos dicen los superiores, viajar de nuevo y exterminar.

— Sí.

— Hay… muy poco tiempo extra para pasar… solo contigo.

— Sí.

— A pesar de que hemos estado juntos desde que eras pequeña, últimamente, es solo en momentos como estos que…

— Sí.

Sintió como si su garganta se obstruyera con dolor. Era el producto de sentimientos que no coincidían con su perfil genial. Todos eran traídos por la chica sentada a su lado. Eso era porque el que crió y estuvo a cargo de esta mujer soldado de sangre fría era el propio Gilbert. Él, que la usó directamente como herramienta de asesinato no estaba en condiciones de reprender a los demás.

— Hum, Violet… lo siento, pero ¿podrías abrir la ventana? El olor a sangre es terrible.

Después de los sonidos de sus pasos sobre los charcos de sangre en el suelo, se abrió la ventana. Aunque era una noche oscura y sin estrellas, la luna había salido. Expuesta a la luz de la luna, la figura de Violet se reflejaba vagamente en los ojos de Gilbert. Sus hermosos rasgos faciales ya estaban completamente desarrollados, a pesar de que todavía era tan juvenil. Las gotas de sangre salpicaban sus blancas mejillas, manchando su apariencia pura.

— ¿Mayor?— Tal vez incómoda de ser observada tan intensamente, Violet inclinó su cuello hacia Gilbert.

— Violet, ¿te has vuelto más alta otra vez?

Su voz salió ronca. Se cubrió la cabeza con los brazos cruzados sobre las rodillas. Cuando miraba su figura cada vez más hermosa, un dolor indescriptible hervía en su pecho.

— ¿Es así? Si el Mayor lo dice, podría ser cierto.

— ¿Tienes alguna herida?— No fue fácil para él hablar sin tartamudear.

— No. Mayor, ¿está bien?

— ¿Me desprecias?— Mientras hablaba como si escupiera sangre, la chica parpadeó sorprendida. Ella debe haber estado realmente conmocionada.

Después de un momento de silencio, ella respondió en voz baja, como si susurrara:

— No entiendo la pregunta—. Para Gilbert, esa había sido una respuesta predecible. Una sonrisa seca naturalmente vino a él—. ¿He… fallado en algo?

— No, no es eso. No hay nada por lo que tengas la culpa.

— Si hay algo que esté haciendo mal, por favor dígame. Yo lo arreglare.

Su silueta al adoptar la postura de una herramienta sin importar qué, era difícil de soportar para Gilbert.

Sin embargo, no tengo derecho a pensar que esto es triste o que ella da lástima.

Era difícil, pero no tenía medios para escapar de este sufrimiento.

— Violet, no hay nada de lo que tengas culpa. Es la verdad. Si hay algo que criticar, es el hecho de que por mi bien estás a mi lado, matando gente sin vacilación. Y el culpable de todo esto soy yo.

Desde el principio Violet no poseía el sentido de bueno y malo. Ella no "sabía" lo que podría considerarse justo o injusto. Ella simplemente perseguía al adulto que le daba órdenes.

— ¿Por qué? Soy el arma del Mayor. Es obvio que me use.

Debido a que las palabras de Violet no contenían mentiras, cada nota de esas palabras atravesaba todo el cuerpo de Gilbert. Ella era simplemente una herramienta para la masacre, carente de emociones.

— De todos modos… yo soy el único a quien culpar. No quiero que hagas esto. Aun así, te obligo a hacerlo.

Independientemente de lo hermosa que era, independientemente de lo mucho que el hombre a su lado la atesoraba…

— Para mí, no eres una herramienta…

… ella era una muñeca sin sentimientos…

— No una herramienta…

… que solo deseaba órdenes.