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Chapter 3 - Capítulo 1: El Dramaturgo y la Auto Memories Doll Parte 2

El clima había sido maravilloso el día que falleció, un otoño que tenía el color de todo lo que había a su alrededor. El cielo era brillante. Desde las ventanas se veían árboles teñidos de rojo y amarillo.

En las instalaciones del hospital, había una fuente que parecía un oasis, y en la superficie del agua, las hojas que venían de los alrededores flotaban en silencio. Al caer, flotaban y oscilaban en el agua, acumulándose como si hubieran sido atraídas por un imán. Su hija había comentado lo bonitas que eran.

— El amarillo de las hojas mezclado con el azul del agua es muy bonito. Oye, ¿podría caminar sobre ellas sin caerme?

Una idea tan infantil. Era evidente que las hojas pronto perderían ante la gravedad y su peso y se hundiría. Incluso así, Oscar no dijo eso.

— Si tuvieras un paraguas, podrías usar el viento y las posibilidades de eso aumentarían, ¿no?

Había respondido en broma, deseando mimar aunque fuera solo un poco a esa niña que no podía ser salvada.

Al escuchar su respuesta, su hija sonrió con ojos centelleantes.

— Me lo mostrarás algún día, ¿verdad? En ese lago cerca de nuestra casa, cuando las hojas que caen en otoño se juntan en la superficie.

Algún día.

Algún día, ella se lo mostraría.

***

Después de eso, su hija, al tener un ataque de tos, había fallecido repentinamente.

Mientras abrazaba su cuerpo sin vida, se dio cuenta de lo ligero que era. Incluso para un cadáver que ya no tenía alma, había sido demasiado liviano. Mientras sollozaba, Oscar se había preguntado si realmente alguna vez había estado viva o si simplemente había tenido un largo sueño.

Había enterrado a su hija en el mismo cementerio que su esposa, volviendo al lugar donde los tres habían vivido juntos una vez y reanudando su vida en silencio. Oscar tenía suficiente poder económico para vivir sin que le afectara nada, ya que los guiones que había escrito se usaban en todas partes, por lo que los ahorros acumulados en sus pagos le impedían morir de hambre.

Después de años de luto por su hija y su esposa, un colega de su antiguo trabajo se le acercó y le preguntó si podía escribir un guion una vez más. Para Oscar, a quien solo le quedó su nombre en la industria y se borró su existencia, una petición de un grupo de teatro que todos admiraban era un honor.

Días perezosos, disolutos y afligidos por la pena. Los humanos son criaturas que fácilmente se cansan de estar tristes o felices, y no pueden continuar en ese estado por siempre. Esa es su naturaleza. Oscar había aceptado la oferta con una retroalimentación inmediata, y decidió blandir su pluma una vez más. Sin embargo, fue a partir de entonces que comenzó su problema.

Para escapar de la cruda realidad, Oscar había empezado a beber. También sirvió como medicina para poder tener buenos sueños. Gracias a la asistencia de un médico, pudo superar el alcohol y los fármacos, pero como consecuencia quedó con un temblor permanente en la mano. Ya sea que escribiera en papel o con una máquina de escribir, simplemente no pudo progresar adecuadamente. El deseo de escribir, sin embargo, permaneció en su pecho. Todo lo que tenía que hacer era encontrar un medio para ponerlo en palabras.

Acudió a pedir consejo al viejo colega de trabajo que le había hecho la solicitud, éste le había dicho:

— Hay algo que podría funcionar. Deberías usar una Auto-Memories Doll.

— ¿Qué es eso?

— Estás tan desconectado del mundo… no, más como si tu reclusión estuviera en un nivel preocupante. Ellas son famosas. Hoy en día, puedes alquilarlas a un precio relativamente bajo. Así es, deberías pedir una.

— Una Doll… ¿podría ayudarme?

— Son especialistas amanuenses.

Entonces Oscar decidió usar la herramienta cuyo nombre acababa de memorizar. Una "Auto-Memories Doll". Su encuentro con ella comenzó desde allí.

***

Una mujer subió por el sendero de la montaña. Su cabello suave y trenzado estaba sujeto por una cinta roja oscura, mientras que su delgado cuerpo estaba envuelto en un vestido blanco como la nieve atado con un listón por la cintura. Su falda de seda plisada se balanceaba pulcramente mientras caminaba, el broche esmeralda en su pecho brillaba con destellos. La chaqueta que llevaba sobre el vestido era de un contrastante azul de Prusia. Sus largas botas de cuero, usadas por comodidad, eran de un profundo color marrón cacao.

Sosteniendo una maleta de aspecto pesado, se abrió camino a través de la arqueada puerta blanca de la casa de Oscar. Justo en el momento en que entró al patio delantero de la casa, una ráfaga de viento otoñal sopló ruidosamente. Hojas rojas, amarillas y marrones que caían bailaron alrededor de donde estaba parada.

Tal vez debido a la cortina de hojas otoñales, su campo de visión se nubló momentáneamente. La mujer entonces sujetó firmemente el broche en su pecho. Murmuró algo en voz baja, más bajo que el sonido de la lluvia de hojas, derritiéndose en el aire sin que nadie pudiera oírlo.

Cuando el viento juguetón se calmó, la atmósfera de cautela de la mujer desapareció, y sin ninguna vacilación, presionó el timbre de la casa con un dedo protegido por un guante negro. El zumbido resonó como un grito desde las profundidades del infierno y después de un momento la puerta se abrió. El dueño de la casa, el pelirrojo Oscar, mostró su rostro. Vestía ropas desordenadas delante de la invitada, como si acabara de despertarse o no hubiera dormido.

Cuando Oscar miró a la mujer, se quedó ligeramente perplejo. ¿Era porque ella tenía un atuendo tan fantástico? ¿O era porque ella era demasiado impresionante? Fuera lo que fuera, tuvo que tomar aire profundamente.

— ¿Eres… la Auto-Memories Doll?

— Precisamente. Me apresuro hacia donde deseen mis clientes. Soy del servicio automatizado de Dolls, Violet Evergarden.

La mujer rubia y de ojos azules que poseía una belleza que parecía haber salido de un cuento de hadas respondió en tono monótono, sin mostrar una sonrisa falsa.