—No necesitas decir más —Finn la interrumpió.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Mónica. Sintió que había llorado más recientemente que en toda su vida.
Escuchó a Finn decir:
—Ya que lo has elegido a él, deberías estar con él adecuadamente.
—¡No lo elegí! —Mónica se defendió en voz alta—. Solo lo estoy ayudando. Después de esto, regresaré. No hay nada entre él y yo. ¡Nada! A pesar de que le pediste que me recogiera anoche, no pasó nada entre nosotros. No pasará nada entre nosotros–
—No ahora, pero algún día lo hará.
—Finn, ¿por qué no me crees? —Mónica estaba realmente ansiosa—. Quería explicar las cosas claramente a Finn y que él pudiera confiar en ella al menos una vez.
—¿Tú me crees a mí? —Finn le preguntó fríamente.
Mónica se quedó atónita.
Finn dijo:
—Olvídalo. Ya no importa.
Mónica apretó los labios con fuerza para no gritar, sin embargo, sus lágrimas seguían cayendo porque su corazón dolía como el infierno.
Sin embargo, Finn parecía no sentirlo.