—Abigail irrumpió en el dormitorio, sus pasos urgentes e irregulares. No se molestó en cerrar la puerta detrás de ella, ni se tomó el tiempo para quitarse los zapatos o el abrigo, que colgaba de sus hombros como un trapo mojado. Las bolsas que había estado sosteniendo fueron descartadas sobre la cama sin cuidado alguno, su contenido se derramó de manera descuidada.
Sin dudarlo, Abigail se dirigió al baño, su paso largo y decidido. Empujó la puerta con tal fuerza que rebotó contra la pared, haciendo temblar el espejo en su marco. El sonido de ella vomitando resonaba en el espacio mientras se inclinaba sobre el inodoro, su cuerpo convulsionaba con cada arcada.