Lucy se sobresaltó por la repentina vibración y el sonido de su tono de llamada. Lo recogió y sonrió cuando se dio cuenta de que era su papá, —¡Hola guapo!— Saludó con una amplia sonrisa, haciendo que Tom la mirara a través del espejo retrovisor. ¿Guapo? Él pensó.
—¿Cómo está mi princesa?— Preguntó su padre con una sonrisa.
—Apenas han pasado dos días y ya te extraño—, se quejó Lucy con un puchero.
—Nosotros también te extrañamos, pero nos alegra que ya estés por tu cuenta. ¡Tal vez finalmente conozcas a un joven decente allá afuera y dejes de ser tan adicta al trabajo!— Dijo su padre haciéndola rodar los ojos.
—Aquí estaba pensando que estaban orgullosos de mí por no traerles ningún problema—, dijo ella con sequedad.