Lucian se fue diciendo que necesitaba ocuparse de algunas cosas y yo simplemente me quedé en mi cama, soñando despierta con él. Tenía a Irene que agradecer por todo lo que había sucedido. Desearía que ella estuviera aquí, me sentía sola sin ella.
¿Ella estaba bien? ¿Qué pasa si algo realmente malo le está sucediendo en este momento y yo solo estoy aquí acostada en mi cama?
—¿Mi Señora?
Sobresaltada, me levanté y giré mi cabeza.
—¡Irene! —Casi salté de la cama.
Ella sonrió.
—¿Dónde estabas? Me tenías preocupada.
Ella me miró confundida.
—¿Estabas preocupada por mí? —preguntó.
—Sí, ¿por qué no?
—Soy solo una criada, Mi Señora.
—Yo... pensé que éramos amigas.
Señor, odiaba esto. Sabía que nunca funcionaba ser amiga de una criada. Ya lo había intentado con Lydia y Ylva y siempre decían lo mismo "Una dama y una criada nunca pueden ser amigas". Tenían razón. Era ingenua al pensar eso.
¿Cómo podrían verme como amiga cuando tenían que servirme todo el tiempo?