Lo primero que Heaven vio cuando abrió los ojos fue el techo oscuro y el roto y polvoriento candelabro que colgaba de él. Estaba cubierto de telarañas, como si no se hubiera usado en siglos.
Heaven se levantó lentamente; sus movimientos hacían que la cama emitiera un chirrido. Sus ojos buscaron en la tenue habitación en la que estaba. Se veía sombría y poco acogedora. Los muebles eran viejos y polvorientos, y parecían que podrían colapsar en cualquier momento. El moho devoraba las húmedas paredes salpicadas y el suelo, y podía escuchar insectos arrastrándose. ¿Dónde estaba?
De repente, el dolor recorrió su cuello, y alcanzó a tocarlo solo para sentir humedad en sus dedos.
Sangre.
Gradualmente, sus recuerdos volvieron a ella. El cadáver. Las manos de esqueleto. Era él, el extraño de ojos plateados.