Quinn tambaleó donde estaba, incapaz de asimilar todo. No podía creer lo que estaba leyendo en ese momento. Después de ver ese último mensaje, solo una cosa vino a su mente.
—¿Me he convertido en un vampiro? —murmuró para sí mismo.
En el suelo, Kylee se agitó.
No importaba cuánto intentara ignorarlo, este mensaje lo dejaba claro. La verdad había estado ante sus ojos el tiempo suficiente. Todos los signos habían estado ahí. El libro sobre vampiros que le daba Exp, debilitándose al ser golpeado por la luz del sol, el hambre constante, la visión nocturna clara y la forma en que la sangre de su primera víctima le había incitado a consumirla.
Quinn no estaba seguro de poder hacer lo que el sistema le exigía. Había un lazo moral, su último vestigio de humanidad que le impedía convertirse por completo en una bestia.
Allí de pie miraba hacia abajo a Rylee, que había desmayado en el suelo. Era la oportunidad perfecta para hacer lo que el sistema le exigía.