A diferencia de lo que Alicia creía, ella y Anderson no lo hicieron ese mismo día que hablaron. Él le dijo que no quería que su primera vez juntos fuese en aquel hospital, quería que fuese especial. Ella estuvo de acuerdo. Él prometió preparar todo y recogerla al día siguiente, por lo que cuando la hora llegó, Alicia se encontraba sumamente nerviosa.
– ¿Estás lista? –preguntó Anderson al verla.
– Sí –respondió nerviosa y tomándolo del brazo salieron de la habitación.
– Divierte mucho –le gritó alegremente Lisa mientras los veía partir. Alicia no pudo evitar reír y sonrojarse. Le había contado a su compañera lo que sucedería ese día y le daba algo de vergüenza pensar en eso.
– ¿A dónde vamos? –quiso saber cuándo Anderson la ayudaba a subir a su auto.
– Es una sorpresa –sonrió.
Unos minutos después se encontraban en la mansión de Anderson. Alicia detallaba con la mirada cada parte de aquel lugar, era increíblemente grande. Ella siempre pensó que la casa en donde vivía con Mark era enorme, pero en ese momento se dio cuenta que estaba equivocada, el hogar de Anderson no tenía comparación y no pudo evitar sonreír al pensar que tras su salida del hospital, se mudaría allí con él.
– Ven –le pidió él tomándola de la mano y dirigiéndola hacia una de las habitaciones.
Alicia abrió los ojos por la sorpresa al entrar en el cuarto. Estaba decorado con tulipanes morados y velas aromáticas. Anderson corrió a encenderlas y a colocar una melodía suave de fondo mientras Alicia lo observaba con una enorme sonrisa.
– Mejor que la habitación de la clínica ¿no? –preguntó con humor. Alicia se echó a reír.
– Sí. Totalmente.
Anderson se acercó y le regaló un suave beso que ella correspondió. Por un par de minutos se dedicaron aquel beso lleno de amor que poco a poco se fue intensificando. Él comenzó a besar su cuello mientras bajaba el cierre del vestido que ella llevaba puesto y tras descubrir su espalda, la acarició con cariño. Alicia disfruto de la sensación, pero luego se separó un poco de él. Estaba nerviosa.
– Vamos con calma. Yo tengo paciencia –aseguró Anderson sonriendo, ella no pudo evitar reír.
– ¿Cómo se supone que haremos esto? –preguntó mordiéndose el labio inferior.
– ¿A qué te refieres?
– Bueno, mírame… estoy… grande –Anderson comenzó a reír–. Mo te rías –le pidió avergonzada poniéndose las manos en el rostro–, es que no sé cómo… ya sabes –dijo avergonzada. Él se acercó a ella con una sonrisa.
– Tú déjamelo a mí. Yo sé lo que tengo que hacer –respondió algo pretencioso.
– Está bien –aceptó sonrojada.
Él la volvió a besar y con delicadeza, la despojó de su vestido. Alicia se sentía algo avergonzada, no solo porque era apenas el segundo hombre que la veía desnuda, sino porque nunca se había sentido del todo segura con su cuerpo y ahora que estaba embarazada, más incómoda estaba con su desnudez, pero Anderson supo rápidamente lo que ella pensaba y no dudo en repetirle entre besos y caricias, lo hermosa que era.
Se recostaron en la cama cuando ambos estuvieron desnudos. Él continúo besándola con cariño mientras sus manos jugaban con su cuerpo. Una de ellas se divertía en las cimas de sus pechos mientras que la otra, encontraba el camino entre sus piernas. Alicia comenzó a gemir despacio, casi en un susurro cuando un cosquilleo le recorrió el cuerpo. Mantenía sus ojos cerrados disfrutando de las caricias que Anderson le regalaba. Sus pezones estaban más sensibles de lo normal debido al embarazo, así que él se aprovechó de eso para deleitarse con ellos. El contacto de la lengua de él sobre aquel punto de su cuerpo la hizo delirar. En poco tiempo tuvo el primer orgasmo de varios que disfrutaría ese día. Nunca antes había sentido algo igual.
Su nuevo amante le regalaba sensaciones que nunca había experimento lo que la hizo preguntarse cómo en 5 años de matrimonio, no la habían hecho gritar de placer como aquel hombre lo estaba haciendo en ese momento y lo mejor, es que apenas comenzaban. Anderson la ayudó a darse media vuelta de manera que la espalda de ella quedara sobre el pecho de él y mientras besaba su cuello, acariciaba sus pechos y jugaba con su punto de gloria, se introdujo suavemente en ella. Alicia gimió en cuanto lo sintió, pero no se detuvo ahí, su clamor se intensifico al mismo tiempo que el vaivén de él aumentaba su ritmo. Aquello era increíble, se sentía en el cielo.
Él la acompañó en sus gemidos mientras mordía con suavidad el lóbulo de una de sus orejas. Muy pronto, el cuerpo de Alicia vibraba sin poder controlar todo lo que sentía. Cayó rendida y unos segundos después, Anderson lo hizo también. Permanecieron en silencio mientras intentaban recuperar el aliento. Él beso nuevamente su cuello con cariño y la sensación de cosquilleo la hizo reír. Alicia se volteó para verlo en cuanto su respiración se calmó. Lo observó a los ojos en silencio. No podía creer que nunca antes hubiese podido sentir algo así. Aunque todo ya había acabado, la sensación de placer aun le recorría el cuerpo. Jamás había sido tan feliz y por primera vez, dejó escapar sin pensar, las palabras que expresaban las emociones que su corazón abrigaba.
– Te amo –susurró sin dejar de verlo a los ojos. Él sonrió.
– Yo también te amo –aseguró dándole un pequeño beso en la frente y luego otro en los labios para sellar así, un momento perfecto.