Moondai estaba ocupado en la cocina, aplanando la masa con la ayuda de un rodillo, de un nombre a otro alzó la mirada al libro de recetas que estaba apoyado en la pared "bien, solo necesito preparar el relleno, mientras lo meto al congelador" pensó para sí mismo.
Tomó el cuchillo y la tabla de picar, por un instante se detuvo a observar el filo del cuchillo completamente limpio, recordó la vez que se había cortado y el extraño líquido que había salido de su herida, giro a ver si mano, no había ningún rastro de haberse lastimado "estuve bastante mal por la fiebre ese día" suspiro mientras reflexionaba "de seguro solo se trató de una alucinación, es imposible que la sangre de una persona sea de color negro"
Pareciéndole un hecho ridículo continuó con su objetivo, tomó un pedazo de carne de res anteriormente descongelado para poder hacerlo picadillo "la fiebre desapareció luego de unos días, no tuve ningún otro problema más que las alucinaciones y mis dientes afilados" él reflexiona mirando fijamente lo que había en la tabla de picar "eso último no tiene explicación"
De repente escucho que alguien abrió la puerta de entrada, se asomó a la sala, viendo a Yan de vuelta, jalando la carretilla – ya terminé con el queque marmoleado, estoy avanzando con las empanadas – anunció Moondai-
- bien, pase por la tienda a hacer algunas compras - camino hacia el comedor dejando unas bolsas sobre la mesa – habló Yan, lucía enferma y cansada.
- Yan ¿Estas bien? – preguntó Moondai frunciendo el ceño.
- si, solo tengo frío – Dejó la carretilla aun lado se sirvió un poco de té caliente – iré a mi cuarto a abrigarme y descansar un poco - se alejó lentamente de la cocina, Moondai miro confundido a través de la ventana, el día estaba soleado.
Luego de guardar los postres en la caja y se servir su desayuno, comió más de 3 panes, sin embargo, seguía teniendo hambre, no le dio mucha importancia y fue a ver la, sigilosamente se asomó a su cuarto, Yan estaba despierta y tiritando, rápidamente corrió hacía su habitación para tomar su manta, volvió lo más pronto posible, la cubrió en un intento de proporcionarle calor – estaré bien, Moondai.
Él toma la taza que estaba sobre la mesita – Traeré más - Se apresuró en salir del cuarto a la cocina, sirvió el té asegurándose que esté caliente, regresó con mucho cuidado para que no se rebalse de la taza y se lo entregó.
Yan se incorporó lentamente, sosteniéndolo con sus manos y calentándose a la vez - ¿te sientes mejor?
- un poco – Yan extendió la mano para acariciarlo, podía ver en su mirada del chico la confusión y la angustia.
- estaré bien, en cuanto me recupere, podré salir a entregar los postres – estaba esperanzada.
Moondai frunció el ceño en señal de desacuerdo - ¿Por qué te esfuerzas de más en este trabajo? No nos falta nada.
Yan esbozo una sonrisa nerviosa - no hay nada de qué preocuparse, es solo parte del negocio.
Frunció el ceño como respuesta, él sabía que estaba mintiendo y mostró su rostro de disconformidad – probablemente te hayas descompensado por el cansancio - no dijo nada más, pero su mirada lo decía todo y ella lo comprendió, desvió la mirada, sabía que no podría retener el secreto por más tiempo, nuevamente dirigió su mirada sobre él y habló - el doctor dijo que habían encontrado un virus extraño en tu sangre, es la causa del color tan oscuro, por eso necesito dinero, necesitas un tratamiento.
Estaba confundido al recordar el la mancha oscura en el filo del cuchillo, le produjo un sentimiento de deja-vu y no pudo articular ni una palabra - lo siento, no dije nada al respecto por qué no quería que te preocupes - Yan acarició su cabeza regalándole una sonrisa amable - las cosas pueden estar mal pero quiero que sepas que puedes contar conmigo - Él frunció el ceño sabiendo la seriedad del tema, e incluso se sintió culpable por haberle reclamado.
Al día siguiente, la misma rutina y el mismo plan, Moondai estaba ocupado en la cocina amasando una masa, al mismo tiempo que escuchaba la radio.
¿Cuál es la capital de Estados Unidos? escuchó al anfitrión de un concurso de preguntas y respuestas.
-he… Washington - respondió.
- Washington D.C. - la respuesta no fue precisa pero resultó ser correcta y eso había sido suficiente para contentarlo - ¡felicidades Brayan! Has acumulado una ganancia de 5 mil, puedes irte con todo tu dinero ganado o… puedes contestar esta última pregunta y triplicarlo, pero si te equivocas puedes perderlo todo.
- ¡wow! eso es mucho - habló Moondai.
- ¡Lo voy a triplicar! ¡lancen la y pregunta!- el hombre exclamó eufórico.
- ¿Cuál es el ave nacional de Perú?
Hubo silencio en toda la cocina, Moondai se quedó quieto en espera de la respuesta - he… es el colibrí.
- ho, lo siento, respuesta incorrecta - Moondai siguió en lo suyo "me gustaría participar en estos concursos, si gano Yan no tendría que trabajar. Escuchó como la puerta principal se abrió, ella estaba de vuelta, se apresuró en ir a recibirla con un vaso de limonada, ella lo recibió muy agradecida, se veía notablemente exhausta - ¿ya terminaste con los pedidos? - preguntó ella.
- aún faltan algunos… me distraje un poco.
- está bien, ya que estoy aquí puedo ayudarte.
Moondai tomó el vaso ya vacío para llevarlo a la cocina - te ves muy cansada, creo que podría llevarlas por esta vez, así podrás descansar hasta el otro turno - ella lo pensó un poco, no vió razón para oponerse, entonces asintió con la cabeza. Colocaron los productos en la carretilla y Moondai salió para llevar el encargo sin preocupaciones. A los pocos minutos, el teléfono empezó a sonar, Yan se dirigió a la sala para contestar – halo, ...- espero una respuesta -¡mamá! – se escuchó una voz masculina del otro lado de la línea, se notaba la angustia en una sola palabra – ¡necesito que vengas! he tenido un accidente…. - Por poco se le cae el teléfono de la impresión – ¿en-en donde estas?.
-estoy…- hubo una larga pausa – estoy en la calle 87
- iré enseguida – Exclamó – dejó el teléfono mal puesto, tomó sus llaves y su cartera antes de salir de ahí a toda prisa. Contemporáneo a eso, en la radio estaba dando una importante noticia, "múltiple choque en la calle 87, causa varios muertos y heridos, los bomberos aún no llegan y hay mucha gente que quedó encajonada al interior de los vehículos y necesitan ayuda lo más pronto posible".
Yan caminaba apresuradamente por la calle, ella alzó la mano llamando un taxi, miraba a todos lados por si alguno se acercaba, dos taxis no se detuvieron aumentando su angustia finalmente un auto se detuvo, ella se apresuró a hablar con el chofer – ¿va a la calle Miguel?.
- ¿la calle 87? No hay mucho tráfico por ahí.
- ¡por favor! ¡Mi hijo me necesita!.
El conductor presiono el acelerador sin decir nada, ella colocó la mano sobre su pecho sintiendo un dolor interno, se quejó, camino hasta una esquina para hacer otro intento, finalmente llegó a tomar un taxi – por favor lléveme a la calle 87 – La voz de Yan era desesperada.
- Pero señora, acabo de escuchar en la radio que hubo un accidente ahí – mencionó el conductor.
- ¡Ahí está mi hijo! – suplicó.
Al escuchar esto, el chofer puso el auto en marcha, ella apego su espalda en el asiento, con un gesto de dolor coloca su mano en su pecho, varios minutos después, pasaron por una calle donde había más personas, en grupos, finalmente el carro se detuvo – llegamos señora – mencionó el chofer, inmediatamente Yan le alcanzó su pago y salió del auto – señora, espere por su vuelto – la llamó el chofer.
- quédese lo – gritó, mientras se alejaba a toda prisa, había autos estacionados en la pista, pero no había gente en donde se suponía que debían estar los conductores, a medida que avanzaba, iba descubriendo lo que había sucedido, aparecieron autos amontonados entre sí, abollados o incluso volteados y despidiendo humo, había gente llorando o pidiendo por ayuda, una escena horrible, e incluso lograba escuchar el sonido de las sirenas, busco por todos lados, dio vueltas y vueltas buscando a su hijo, llamándolo por su nombre, sin recibir ninguna respuesta. El dolor en su pecho solo aumentaba, su corazón latía a gran velocidad, llena de preocupación, no tenía tiempo para quejarse ni detenerse a descansar, sus lágrimas se resbalaron por sus mejillas. Estaba agitada, pero eso no la detuvo, siguió caminando apresuradamente a buscar a su hijo.
Parecía que nada la detendría, hasta que la cabeza le empezó a dar vueltas, finalmente provocando que sus pasos se volvieron más lentos, respirar era todo un reto y su corazón dejó de latir repentinamente.
Yan cayó al suelo inmóvil.