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Chapter 19 - CAPÍTULO 19: SOMOS AMIGOS, NO?.

Estoy sumida en mi frustración, no puedo sacarme de la cabeza que soy una mala persona por no alegrarme sinceramente de la relación que se está forjando entre mi mejor amiga y mi guardaespaldas.

En los últimos días, estoy sintiendo cosas que nunca en mi vida había sentido y que no sé que son en su gran mayoría, pero hay otras que si conozco que son, aunque no las he sentido nunca antes y esas me están matando por dentro. Tal vez por eso, es que me están ocurriendo tantas cosas malas, al parecer me las merezco absolutamente todas.

- No crees que ya es suficiente de tanto ejercicio Alexa?, estás acá desde antes de las cinco de la mañana y son las ocho de la mañana. - Me dice Damián desde la puerta del gimnasio, interrumpiendo mis pensamientos y es que estoy tan absorta en ellos que ni siquiera escuché cuando llegó y mucho menos me di cuenta desde cuando está ahí en la puerta.

- No me había dado cuenta de la hora, pero aún no es suficiente. - Le respondo sin mirarlo y continuando con el saco de boxeo.

- A mí me parece que ya es suficiente, te estás lastimando y el pobre saco no tiene la culpa. - Me dice nuevamente mientras al parecer viene hacía mí, porque escucho su voz mucho más cerca.

- Culpa de qué?. - Pregunto.

- De lo que Ryan Hall te ha hecho. - Me dice mientras detiene el saco de boxeo para que deje de pegarle.

Lo miro y él se ve cansado, triste y como con ira. Trato de empujarlo para quitarle el saco de boxeo y así poder continuar, pero se pone en la mitad, entre el saco de boxeo y yo.

- Damián, no he terminado, suelta el saco por favor. - Le digo seria y muy enojada.

- No, te estás lastimando. - Me responde de una manera muy desafiante, Damián nunca me ha hablado de esa manera.

Comienzo a tratar de quitarle el saco de boxeo, pero es inútil. Él es demasiado fuerte y me agarra por las muñecas.

- Damián, sueltameeee, es una orden. - Le digo muy enojada y tratando de zafarme del agarre.

- No voy a permitir que te lastimes más y menos por él y si me lo estás ordenando, debo decirle señorita Lennox que yo estoy acá para protegerla, así sea de usted misma. - Me dice sin soltarme y como si me fuera a perforar la cabeza con la mirada.

- Porqué me haces esto Damián?. - Le pregunto con lágrimas de frustración en mis ojos, tratando de que me suelte.

- Es por su bien. - Me contesta secamente.

De repente hace una maniobra y en cuestión de segundos, se encuentra a mi espalda sujetándome por la cintura con ambos brazos, levantándome un poco del suelo y alejándome del saco de boxeo. Yo intento deshacer su agarre con mis manos pero no puedo, él ejerce más presión sobre mí cuando quiero alejarme.

Me doy por vencida al dejar de moverme y me derrumbo. Comienzo a llorar como una niña pequeña, sacando toda la frustración que llevo por dentro.

Damián me baja hasta que mis pies tocan el piso, nuevamente aflojando sus brazos pero sin soltarme. Yo solo me voy deslizando hasta quedar arrodillada en el suelo y creo que él también lo hace porque nunca me suelta.

Lloro amargamente durante un buen rato, repitiéndome que ya no puedo más, que estoy cansada y sintiéndome muy culpable.

Cuando ya me canso de llorar, me doy cuenta que estoy sentada entre las piernas de Damián, quien está sentado sujetándome aún desde atrás pero desde mis muñecas nuevamente, haciendo como una especie de amarre con mis brazos y los suyos. Mi cabeza reposa en su hombro izquierdo hacia atrás, mientras mis lágrimas han caído en su chaqueta deportiva gris de algodón.

Vuelvo en sí y un sentimiento de vergüenza, de pena, me invade por completo. Había acabado de hacer un show y lo peor fue, que lo hice con Damián de nuevo.

Como diría mi prima Gisselle: "Hice el oso de mi vida".

Intento pararme, pero Damián me retiene.

- Damián... suéltame por favor. Ya estoy bastante avergonzada por lo que acaba de ocurrir, quiero estar en mi habitación sin ver a nadie en unos veinte años. - Le digo apenas en un susurro, pero él no contesta. Sólo puedo escuchar su respiración en mi oído y sentirla en mi cuello.

Al concentrarme en su respiración algo comienza a recorrer mi cuerpo por un instante, como una especie de carga eléctrica que me hace sentir muy nerviosa y que a la vez me gusta. Es una sensación que se acumula en tu estómago, una que había llegado a sentir un poco con Ryan pero que con Damián es extremadamente distinto. Todo es más intenso, es como si todo se amplificara por mil.

- Se encuentra mejor?. - Me pregunta al fin, después de guardar silencio por un momento.

- No, no estoy mejor, estoy completamente avergonzada. - Le respondo mientras miro hacía las lámparas del techo del gimnasio.

- Porqué se siente avergonzada?, por ser humana como cualquiera de nosotros?, por llegar al punto donde todos colapsamos cuando nos sentimos abrumados por llevar tantas cargas encima?. No siempre tiene que mostrar fortaleza ante todo el mundo, ni tampoco estar sonriendo todo el tiempo como si nada le sucediera, no es sano que guarde sus sentimientos solo para que los demás no sufran o se sientan mal.

A veces el pilar de una familia y de muchas otras personas, tiene derecho a flaquear, a llorar, a estar triste y abrumado, sobre todo a que los consientan y a que los consuelen de vez en cuando. Además, creo que por un momento como este no se debe avergonzar, al contrario, ha soportado cosas que ni la mitad de nosotros tal vez no hubiéramos resistido. Han sido meses muy dolorosos, no pudo casarse... estuvo a punto de morir varias veces, prácticamente tuvo que volver aprender a caminar y todavía se está recuperando, su ex prometido es una basura, en fin, cualquiera ya se hubiera enloquecido. Pero usted ha afrontado todo esto con una fuerza increíble y esa es una de las cosas que más admiro de usted.

- Creo que con lo que acaba de pasar ya no vas a tener porque admirarme. - Comento en un susurro y suspirando al terminar.

- Nunca te avergüences ni te apenes por mostrarme lo que sientes, antes me siento alagado de que me tengas confianza y me permitas acompañarte en los momentos de debilidad. - Me dice acariciándome el cabello y yo inmediatamente pienso: "De dónde salió este hombre".

Damián se levanta y luego se para frente a mí, tendiéndome sus manos para ayudarme a levantar a la vez que sólo puedo mirarlo con asombro. Definitivamente es un hombre maravilloso y Kelly es muy afortunada de tener a un hombre como él.

Me levanto con su ayuda y luego cuando trato de ir por mi chaqueta y mi bastón, él me detiene de nuevo.

- Hoy también es mi día libre, quiero comer fuera y hacer algunas cosas. Además, necesitas otro ambiente y que te consientan un rato, así que vamos a salir. - Me dice mientras coge mi chaqueta deportiva y me ayuda a colocármela.

Lo miro como si yo tuviera un retraso mental mientras él coge ahora mi bastón.

- Es broma verdad?. – Pregunto.

- No, hoy sólo seremos Alexa y Damián, saldremos completamente solos, como una vez me lo comentaste. Una vez me dijiste que querías algún día volver a la normalidad, sin tener a personas siguiéndote todo el día. Pues por hoy lo vamos hacer, bueno… más o menos porque vas a estar conmigo y voy a cuidarte también. – Me responde.

- Es tú fin de semana libre Damián. - Le digo cogiendo el bastan de su mano.

- Y?, somos amigos, no?. Hoy saldremos como buenos amigos que necesitan hacer otras cosas y se acompañan mutuamente, además tengo hambre y quiero que conozcas un lugar. Me quedaré más tranquilo si estás conmigo para vigilarte, después de lo que sucedió ayer no pienso dejarte sola ni perderte de vista. Así que vámonos.

Damián me levanta en sus brazos y se dirige a la salida del gimnasio.

- Estás completamente loco y a dónde vamos?. – Pregunto muy sorprendida por su actitud.

- Ya te dije que quiero que conozcas un lugar en especial, dijiste que confías en mí. - Me responde deteniendo sus pasos.

- Claro que sí Damián… confío plenamente en ti, pero en este momento no soy buena compañía para nadie y tengo que usar el bastón para poder moverme. - Le digo un poco triste.

- A mí me parece que sí. - Me contesta con un bufido al final, acomodándome bien entre sus brazos y retomando su caminata conmigo y mi bastón.

- Bueno, ya que estás tan terco de querer salir conmigo solo nosotros dos nada más y confieso que yo también tengo muchísimas ganas de alejarme de todo y estoy súper adolorida, saldremos en un transporte mucho mejor que el habitual. Ven, entremos a la casa y vamos al estudio, necesito sacar algo de ahí. – Le digo algo más animada.

Entramos a la casa y luego al estudio, saco algo de mi caja fuerte oculta que nadie conocía, bueno ahora Damián. Luego le pido que me lleve al garaje.

Cuando estamos llegando, presiono el botón de un pequeño dispositivo que llevo en la mano y una especie de puerta secreta se abre.

- Qué es este lugar?. - Me pregunta Damián un poco sorprendido.

- Este lugar solo lo conoce mi tío, mi nana y yo. Ha estado cerrado por cinco años, pero viene una persona a revisar todo. Mi tío y mi nana son los únicos que saben de la existencia de este lugar y lo que contiene, pero yo soy la única que tiene la llave para entrar y la persona que viene hacer mantenimiento de la aseguradora que viene de incógnito desde hace diez años, mi padre lo hacía así y yo respeté eso.

- Pero qué hay acá para que nosotros no sepamos de su existencia?. - Me pregunta con curiosidad mientras me acerca para encender la luz.

- Porqué este lugar era de mi padre y por respeto a su memoria no quiero tener gente entrando y saliendo de acá, quiero conservar el lugar como lo dejó mi padre.

Enciendo la luz y observo la cara de asombro de Damián cuando mira los autos de lujo que hay en este garaje oculto.

Damián me deposita en el suelo con cuidado cuando se lo pido, pero sin dejar de mirarlos.

- Te parece si estrenamos mi Ferrari Portofino que me dio mi papá para mi cumpleaños?.

- Te lo dio tu papá… pero si él desafortunadamente murió hace cinco años y el Ferrari Portofino salió hace tres. - Me pregunta como un niño pequeño.

- Huy conoces del tema. - Le digo muy divertida al ver sus expresiones.

- Sí, es cierto lo que me dices, pero cuando mi padre supo del proyecto por medio de sus amigos italianos, pidió uno para mí y lo dejó pagado desde entonces. Un poco antes de que saliera al mercado, me enviaron el mío.

Nunca lo toque ni lo probé, entrar acá me hacía daño y después ya no tenía tiempo para nada. Aprender y manejar las empresas absorbieron todo mi tiempo, mira ni siquiera se le ha quitado el moño de regalo con el que llegó. - Le digo mientras se lo señalo y me apoyo en una mesa que está al lado del interruptor de luz.

- Todos estos autos eran de su padre?.

- La mayoría, él me llevaba en sus paseos y me enseñó a manejar para que algún día saliéramos a correr, pero no lo hicimos demasiado, murió muy pronto. A él siempre le encantaron los autos deportivos y se permitió tener algunos.

Damián seguía como si estuviera soñando, como si fuera un niño en una juguetería. Me inspira mucha ternura.

- Al parecer, te encantan los autos deportivos de lujo. - Le comento muy divertida.

- Por supuesto, a la mayoría de los hombres nos gustan, por no decir que a todos.

- Entonces?, probamos mi Ferrari o quieres conducir otro?. Creo que ya todos son míos y puedo disponer de ellos. - Le digo levantando mis cejas.

- Conducir?. - Me mira con la más absoluta sorpresa.

- Pues claro, yo todavía no puedo conducir y estos bebés necesitan salir hacer ejercicio. Claro que como ya te dije, viene una persona a verificar su estado y hacerles mantenimiento para mantenerlos en óptimas condiciones, pero no es lo mismo sacarlos a que los pongan a funcionar por medio de un software.

- No sé, el que elijas, todos son... - Me dice como nervioso y me rio.

- Esta bien, estrenaremos el Ferrari Portofino blanco.

Cojo la llave de una vitrina y se la tiro para que la atrape en el aire, comienzo a caminar con ayuda del bastón hasta el auto, luego él se acerca para ayudarme a terminar de llegar al auto y luego me ayuda a entrar al asiento del copiloto.

Damián sale por un momento del garaje para ir al otro y sacar algo del auto en el que me transporta normalmente. Al momento llega con un par de maletas y las deposita en la cajuela del auto, quita el moño del auto, se sube y me sonríe como niño pequeño.

- Adelante, enciéndelo y condúcelo. - Le digo guiñándole un ojo mientras me coloco el cinturón de seguridad y luego dirijo mi mirada hacia el frente, presionando el botón para cerrar el ingreso secreto y otro para abrir la puerta de salida con en el mismo dispositivo que había usado hace unos momentos antes.

- Bueno, acá vamos. - Me dice muy emocionado.

Enciende el auto y salimos de la casa.