Después de comer ese desayuno tan delicioso que Gabriela nos preparó con tanto cariño, le pido a Damián que me traiga del auto un pequeño bolso, de esos que se colocan en la cintura que se encuentra en la guantera del auto.
Cuando Damián regresa con el bolso, me ofrezco a pagar la comida, pero ellos no nos dejan hacerlo y él tampoco me lo permite, ya que él pagaría si nos permitían hacerlo. La señora Gabriela y el señor Martín nos dicen que es una cortesía y que el día de hoy la casa invita.
Es un día hermoso, el sol brilla con fuerza y comienza a hacer calor, después de un corto tiempo me quito la chaqueta deportiva y decido dar un paseo para conocer el lugar, mientras la señora Gabriela y Damián están en la cocina. Eso me toma por sorpresa, porque no sabía que él cocinara, aunque si lo pensaba mejor y con lógica, era evidentemente que tenía que saber hacerlo, porque hubo un tiempo en el que él vivió sólo con Lisa.
Uso mi bastón para poder moverme, aunque a veces me canso mucho. Aún me acuerdo cuando el doctor me decía en las consultas que él no podía entender cómo fue que no había muerto o como no había quedado paralitica.
Este último año, ha sido demasiado duro para mí, me han ocurrido tantas cosas, que si no fuera por él, no las hubiera podido superar. No sé qué hubiera sido de mí, si no hubiera estado él. Definitivamente Damián es la razón por la que yo sigo acá, viva en este mundo.
- Por qué no se refresca un poco en la piscina?. - Me saca de mis pensamientos su pregunta.
- Damián!!!, me diste un susto de muerte. - Le digo mientras coloco una de mis manos en mi pecho.
- Lo siento, no quise asustarte.
- Damián, no trajimos nada de ropa. - Le contesto observando el paisaje sin mirarlo, pero por el rabillo del ojo puedo observar que aún se ríe del susto que me dio.
- Bueno... no es así... - Me giro para verlo al escuchar que trata de decirme algo.
- Me viste guardar unas maletas en el auto, verdad?. - Me pregunta y yo sólo asiento.
- En esas maletas, hay un poco de todo para momentos en donde tengamos que salir de emergencia o como estos que son de improviso. Una de ellas está preparada para usted, la señora Sonia me hizo el favor de organizársela con cosas que compró para usted. Tiene algunos cambios de ropa y elementos de aseo, puede ir a mirar que tiene la maleta y si le falta algo podemos ir al pueblo y comprarlo. - Me dice observándome con sus brazos cruzados y como si estuviera esperando a que lo regañara.
- Eres un genioooo!!!!!, piensas en todo. - Le respondo con alegría y veo cuando él suelta un suspiro de tranquilidad.
Comienzo a caminar con mi bastón de regreso, cuando siento que me cogen desde atrás y me levantan.
- Oyeee. - Le digo a Damián algo molesta para ocultar que me he puesto nerviosa de nuevo por sentir su mano en mi cintura desnuda. Como me había quitado la chaqueta, sólo tengo mi top deportivo puesto.
- Discúlpame, pero si no te llevo, es muy probable de que llegues a la hora de irnos. - Me dice totalmente divertido.
- Muy gracioso, muy gracioso, me alegra saber que te diviertes a costas mías. - Lo miro enojada con mis brazos cruzados en mi pecho y no en su cuello como lo haces normalmente mientras te cargan en brazos.
Inmediatamente comienza a reírse mientras avanzamos hacía la casa que está al lado del restaurante, me sube por la escalera para llegar al segundo piso de la casa, luego entramos a una habitación sencilla que es realmente acogedora y muy bonita. Damián me deposita en la cama al lado de una maleta.
- Dentro de la maleta están las cosas que la señora Sonia ha estado comprando y arreglando para usted, si le falta algo me avisa para salir a comprarlo. - Me dice Damián ya casi en la puerta de la habitación.
- Damián... - Lo llamo antes de que se vaya y él se gira para volver a mirarme.
- Dígame?.
- Habíamos quedado en que me ibas a quitar el usted y que me ibas a llamar por mi nombre. - Le digo haciéndome la enojada, Damián se ríe.
- Discúlpame, es costumbre, tenme un poco de paciencia. - Me responde avergonzado.
- Puedo preguntar algo?. - Le digo con mi cara seria, él asiente.
- Porqué les dijiste que tú y yo somos pareja?. - Le pregunto de una forma nerviosa y ansiosa.
- Es más seguro que piensen que eres mi novia a que sepan que usted es mi protegida y mi jefa. - Me responde seriamente, pero me da la sensación de que quiere decirme algo más, lo veo en sus ojos.
- Está bien, estoy de acuerdo, es mejor para protegerlos a ellos.... aaa, pero ahora que lo pienso, está es una razón más para que me quites el usted. - Le comento para ocultar un poco mi desilusión, él me sonríe y sale de la habitación.
Apenas sale, empiezo a reprocharme por ser tan tonta, cómo había podido pensar que lo había hecho por otra razón. El corazón de Damián ya tiene dueña y es mi mejor amiga, tarde o temprano lo tengo que asimilar y aceptar, su novia es ella no yo.
Agito mi cabeza y me dispongo a mirar que hay en la maleta. Encuentro ropa deportiva, pijama, elementos de aseo personal, toalla, tenis, ropa interior, jeans y camisetas, pero cuando veo que hay un vestido de baño entre la ropa y que es un enterizo, lo agradezco, porque no se me verían mucho las marcas que aún tengo del accidente que no han terminado de sanar. Según el doctor, tengo que tener mucha paciencia con este tema y luego podría someterme a un tratamiento con láser para desaparecer las marcas que me puedan quedar.
Salgo de la habitación con una bata puesta encima de mi vestido de baño, observo el pasillo y no hay nadie a la vista. Comienzo a bajar despacio cuando me encuentro con la señora Gabriela, prácticamente en el último escalón.
- Hay hija, venía supuestamente para ayudarte a bajar. - Me dice bastante apenada.
- No te preocupes Gabriela. - Le digo con total tranquilidad.
- Es que Martín le pidió a Damián que lo acompañara no sé a dónde y él me pidió que te ayudara.
- Me puedes ayudar a llegar a la piscina. - Le digo sonriéndole y cogiéndola de gancho.
Comenzamos a caminar y resultó que hablar con la señora Gabriela es bastante agradable. Cuando por fin llegamos a la piscina, nos sentamos en unas sillas que se encuentran ahí. Ella comenzó a contarme cosas de Damián y de su familia, de su amistad con los padres de él, lo duro que fue la muerte de ellos para todos y lo difícil que fue para Damián perder la casa de sus padres.
Ella seguía contándome y yo mirándola con mucho interés, porque me encanta conocer más cosas de la vida del hombre que amo, pero una de sus ayudantes de cocina nos interrumpe para decirle que la necesitan un momento allí.
Aprovecho el momento para meterme a la piscina y comenzar a nadar lentamente, el agua esta deliciosa, me estaba muriendo del calor, pero cuando ya me siento más fresca, me dedico a mirar el paisaje que se conforma de llanuras llenas de vegetación y montañas a lo lejos, es realmente bellísimo.
De repente, comienzo a sentir una molestia en una de mis piernas, en la parte de la rodilla hacía abajo en la parte posterior. Empieza a incomodarme, por lo que decido hacerme un masaje en la pantorrilla derecha con la mano dentro de la piscina, cuando ya me siento un poco mejor, me acomodo para nadar de espaldas muy lentamente para ver el cielo.
Unos minutos después, la molestia regresa un poco más fuerte y luego siento que me empieza a dar un calambre que no me permite mover la pierna y que es extremadamente doloroso. Así que empiezo a tratar de mantenerme a flote y de llegar a una de las orillas de la piscina, pero me es imposible porque el calambre y el dolor, ya se han extendido por toda la pierna por lo que comienzo a ahogarme.
De repente, siento que alguien me coge por la cintura, me gira y me abraza. Sacando mi cabeza del agua y colocándola en su hombro mientras me da pequeños golpes en la espalda para que empiece a toser y así poder sacar el agua que haya podido tragar. Después de toser por un momento, la persona me retira de su hombro para poder mirarme, pero tengo mi rostro cubierto por el cabello mojado. Con delicadeza lo va quitando de a poco hasta que lo veo, él está a escasos centímetros de mi rostro.
- Estás bien?. - Me pregunta con preocupación.
- Sí… Damián, solo me dio un calambre, pero ya estoy bien y es gracias a ti, como siempre. - Le contesto aun tosiendo y un poco molesta conmigo misma por volverme una carga constante para él.
- A este paso me vas a matar de un infarto y de la preocupación con tantos sustos que me haces pasar. - Me dice regañándome, pero luego me vuelve a abrazar con fuerza.
No quiero alejarme de él, el sentir sus manos recorrer mi espalda y mi cintura es la mejor sensación del mundo. Por primera vez en mi vida, deseo con todas mis fuerzas a un hombre, ser suya, que me tome en este momento y me enseñe lo que es ser mujer. Me recompongo, suspiro profundamente y mi deseo de estar siempre en sus brazos, tengo que dejarlo a un lado.
- Lo siento… no fue mi intención, de echo estaba muy tranquila disfrutando de la piscina. - Le digo muy avergonzada, alejándome un poco de su abrazo, porque una vez más lo he preocupado sin motivo.
- Por favor Alexa, no te pongas más en peligro, déjate ayudar, a mí me gusta hacerlo, no vuelvas hacer las cosas tu sola. - Me dice al oído al volverme acercar y yo siento un escalofrío recorrerme todo el cuerpo.
- Ven, salgamos y te reviso los músculos de la pierna. – Continúa diciéndome.
Salimos de la piscina y está vez él no me cargó, me ayuda a sentarme en la silla y luego se sienta a mi lado para revisarme la pierna, colocándola encima de las suyas.
- El día de hoy, has abusado mucho de tu cuerpo y estás son las consecuencias. - Me comenta al revisarme.
- Chicos, el almuerzo está listo. - Nos avisa Martín a unos metros de distancia de nosotros.
- Damián, porqué estás sin camisa y tienes una pantaloneta de baño?. - Le pregunto con curiosidad, ya que supuestamente se había ido y debería estar vestido.
- Porque en cuanto llegué, Gaby me dijo que estabas acá y a mí no me gusta meterme en la piscina con ropa. - Me responde aun revisando mi pierna.
Damián finalmente me pasa la bata cuando me levanto de la silla al igual que él. Cuando termino de colocármela, puedo ver por el rabillo del ojo que él me mira de arriba abajo. Me siento incómoda, porque sé que está mirando las heridas que el traje de baño no puede ocultar y que aún no sanan del todo. Inmediatamente pienso que me debo de ver horrible y que tal vez está sintiendo lastima por mí.
- Damián, deja de mirarme, sé que me veo horrible con toda esta cantidad de heridas que aún se ven en mi piel. - Le digo soltando un suspiro de frustración.
Damián se ríe de inmediato y yo cruzo mis brazos para observarlo con una de mis cejas levantada, luego cuando vuelve a ponerse algo serio, se acerca a mí lentamente.
- Alexa, las heridas terminarán por sanar, solo es cuestión de tiempo. - Me dice al estar unos centímetros de mí, me pongo nerviosa y doy un paso hacia atrás, la pierna vuelve a dolerme y el calambre vuelve a empezar.
Damián me sostiene rápidamente para evitar que me caiga.
- Voy a tener que cargarla. - Me dice con una sonrisa, yo sólo lo miro frunciendo el ceño y suspirando con mucha fuerza.
Estiro mis manos hasta su cuello para que me cargue y él se ríe más, cuando ve mi cara de derrota. Por lo visto él día de hoy, me había convertido en el chiste ambulante de Damián.
Llegamos a una de las mesas del restaurante en donde se encuentra parte de la comida servida, él me deposita en una de las sillas de la mesa con total delicadeza como siempre lo hace, pero quedándose esta vez erguido después de haberme acomodado en la silla, acercando sus labios a mí oído de nuevo.
- Como ya te dije, las heridas sanarán y volverás hacer la misma. Pero te digo que a pesar de lo que estás pensado de ti misma físicamente en este momento y de que sientas vergüenza por lo que crees que se ve mal, que no debería de ser así porque es normal que el cuerpo este maltratado después de un accidente como el que sufriste. Te confieso que sigo pensando… que eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida, con heridas y todo lo demás. - Me dice levantándose hasta quedar totalmente de pie, luego se marcha dejándome en la mesa sola porque Martín le pide ayuda desde lejos para algo.
Yo solo me quedo como en shock, por lo que él me ha acabado de decir. No puedo creer que yo le parezca a Damián una mujer hermosa.