Musashi, su madre Yosu y su ama de llaves Akane entraron al hospital, caminando por el pasillo blanco y limpio, Musashi sujetando la mano de su madre con entusiasmo. La enfermera que los recibió les sonrió y los condujo a una habitación donde esperaban sentados en sillas de metal frías.
El médico, de cabello canoso y arrugas profundas en su rostro, los recibió amablemente y les explicó los detalles del examen que le iban a realizar a Musashi. Les informó que se trataba de una prueba que tenía como objetivo determinar si el niño había heredado los dones de sus padres y, en caso afirmativo, cuál sería su poder.
El médico les explicó que la prueba consistía en medir los niveles de energía que fluían a través del cuerpo de Musashi mientras se exponía a diferentes situaciones emocionales. Si el resultado era positivo, el doctor les explicó que debían tener precaución, ya que la combinación de los dones de sus padres podría dar lugar a un poder abrumador y peligroso.
Yosu y Akane asintieron con seriedad, pero Musashi no podía estar más emocionado. El médico comenzó a preparar los equipos y el ambiente para la prueba, mientras les pedía que se sentaran y esperaran.
Finalmente, llegó el momento. El médico aplicó una serie de estímulos emocionales a Musashi, con el fin de medir su respuesta y su capacidad para controlarlas. La habitación se llenó de sonidos, colores y emociones, mientras el pequeño Musashi miraba y respondía con calma.
Después de varios minutos, el médico evaluó los resultados y les informó a Yosu y Akane que el don de Musashi había despertado, y que era extremadamente poderoso. Les advirtió que debían ser cuidadosos al enseñarle a Musashi cómo controlar su don, ya que podría ser peligroso para él y para los demás.
Yosu y Akane se miraron con preocupación, pero Musashi estaba emocionado por las noticias. Comenzó a preguntarle al médico sobre su don, ansioso por conocer sus habilidades. El médico sonrió y le explicó que su don era la capacidad de controlar tanto sus propias emociones como las de los demás, y utilizar estas emociones para invocar una espada poderosa. Musashi queda fascinado por el potencial de su don y comienza a imaginar todas las situaciones en las que podría ser útil.
Musashi se levanta de la silla y corre hacia su madre y Akane, emocionado por compartir la noticia con ellos. "¡Mamá, Akane, desperté mi don! ¡Puedo controlar mis emociones y las de los demás, y crear una espada increíble!" grita con entusiasmo.
Su madre y Akane lo abrazan, felices por él. "Estamos orgullosas de ti, Musashi. Estamos seguras de que te convertirás en un gran héroe", dice su madre con una sonrisa. Akane asiente, con una expresión de confianza en su rostro.
El médico continuó explicando que el uso excesivo del poder de Musashi podría afectar no solo su propia salud mental, sino también la de aquellos a su alrededor. Por lo tanto, le aconsejó que aprendiera a controlar su don gradualmente y solo lo usara cuando fuera absolutamente necesario.
Musashi asintió solemnemente, entendiendo la importancia de su don y su responsabilidad como portador del mismo. Yosu y Akane también asintieron, preocupadas por el bienestar de Musashi y conscientes de los peligros que conlleva el uso de un poder tan poderoso.
Después de salir del hospital, la familia Miyamoto regresó a su casa para celebrar el despertar del don de Musashi. Ayari, el padre, llamó a Musashi a su habitación para hablar con él sobre la responsabilidad de tener un don y cómo usarlo sabiamente.
"A partir de hoy, Musashi, eres un héroe en entrenamiento. Tu don es un gran regalo, pero también es una gran responsabilidad", dijo Ayari.
"¿Qué significa ser un héroe en entrenamiento, papá?", preguntó Musashi con curiosidad.
"Significa que debes trabajar duro todos los días para controlar tu don y convertirte en un héroe fuerte y valiente. Como héroe, tu trabajo es proteger a los demás y ayudarlos cuando estén en peligro", explicó Ayari con sabiduría.
Musashi asintió con la cabeza mientras escuchaba atentamente las palabras de su padre. "¿Y cómo controlo mi don, papá?".
"Bueno, tu don está conectado a tus emociones. Cuando estés feliz, enojado o triste, tu don responderá a esas emociones. Debes aprender a controlar tus emociones y usar tu don de manera sabia", dijo Ayari con seriedad.
"¡Entonces puedo invocar una espada cuando estoy feliz y pelear contra los villanos!" exclamó Musashi emocionado.
"Sí, pero también debes tener cuidado. Tu don puede afectar a otras personas y también a tu propia mente. Debes ser consciente de tus emociones y saber cuándo es el momento adecuado para usar tu don", advirtió Ayari con precaución.
"Lo entenderé, papá. ¡Seré el mejor héroe de todos!" dijo Musashi con determinación.
"Estoy seguro de que lo serás, hijo. Pero recuerda, la verdadera responsabilidad de un héroe es usar su don para ayudar a los demás y proteger a quienes están en peligro", dijo Ayari con una sonrisa sabia.
Musashi asintió con la cabeza, comprendiendo la importancia de su don y la responsabilidad que venía con él.
"Lo entiendo, papá. ¡No dejaré que nadie se lastime mientras yo esté aquí!" dijo Musashi con valentía.
La familia Miyamoto estaba orgullosa de su joven héroe y sabían que, con el tiempo, se convertiría en un héroe valiente y sabio.