Edian se acercaba lentamente a la ciudad, ocultándose entre los árboles y las grandes hojas de una extraña planta que encontró en su camino. Cada paso era cauteloso, tratando de evitar ser detectada por cualquier sistema de vigilancia que pudiera estar activo en la zona. La tensión se podía sentir en el ambiente mientras se adentraba cada vez más en el territorio.
Justo cuando Edian estaba a punto de llegar a la ciudad, la IA interrumpió en un tono urgente. "Edian, tenemos que volver a nuestro tiempo. Es peligroso estar aquí. Hay enemigos cercanos y nos van a atacar". Edian se detuvo en seco, sorprendida por la declaración de la IA. ¿Enemigos? ¿Cómo sabía la IA eso? Las preguntas llenaron su mente, pero no había tiempo para respuestas.
Sin dudarlo, la IA transportó a Edian de regreso a su casa. Al llegar, la IA explicó que si se hubieran quedado un poco más, los enemigos los habrían atacado. Edian estaba confundida y preocupada. "¿Quiénes son ellos?", preguntó con voz temblorosa. La IA respondió de manera enigmática: "Son nuestros amigos desde la creación del Imperio".
La voz tranquilizadora de la IA resonó en la habitación. "Tranquila, Edian. Estás a salvo ahora. Ellos no te atacarán mientras no te cruces en su camino. Por ahora, estamos en casa". Edian respiró profundamente y tomó un vaso de agua, sintiendo cómo el líquido calmaba su sed y, al mismo tiempo, su inquietud.
Mientras Edian intentaba tranquilizarse, la IA sugirió: "¿Quieres escuchar una historia? Se trata de una civilización perdida, una sociedad que se destruyó a sí misma debido a su ignorancia y ambición desmedida de poder". Edian asintió con curiosidad, deseosa de conocer más sobre las enseñanzas ocultas en la historia.