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Chapter 6 - Kay El Ogro y Frederick El Enano

Vista Omnisciente

Kay Daichi y Frederick Vitale Caruso eran dos almas reencarnadas en cuerpos y mundos completamente diferentes, pero ambos compartían una extraña conexión: fueron elegidos como campeones, aunque no por sus virtudes, sino por razones que distaban mucho de ser gloriosas. Si bien sus circunstancias eran considerablemente más favorables que las de otros campeones, con territorios estables y poderosos bajo su control, ambos tenían en común algo más: la inevitable lucha contra sus propios demonios y el destino incierto que les aguardaba.

Kay Daichi, un joven de 15 años con un complejo de héroe y una mente llena de fantasías otaku, fue reencarnado como Zog, el líder de la Tribu Ikohr, una de las ocho grandes tribus de ogros que dominaban vastas regiones del continente Fakor. Fakor era un mundo áspero y salvaje, hogar de feroces tribus ogros y clanes semi-humanos. Aunque la Tribu Ikohr controlaba una gran parte del territorio, y su posición era envidiable, Kay no tenía idea de las complejidades políticas que rodeaban su nuevo papel. La estabilidad de su tribu y su poder territorial no le aseguraban una vida tranquila; otras tribus y clanes semi-humanos podrían convertirse en una amenaza si no manejaba bien su liderazgo. Kay había sido arrojado a un mundo donde la fuerza bruta y la astucia eran fundamentales, pero su mentalidad adolescente y su inclinación a actuar sin pensar pronto lo pondrían en situaciones peligrosas.

Por otro lado, Frederick Vitale Caruso, un hombre de 36 años, ambicioso hasta la médula y con un apetito insaciable por el poder, fue reencarnado como Kovan Nezzic, heredero del Clan Nezzic, el más poderoso de los seis clanes enanos de Qirel. Qirel, un continente habitado exclusivamente por enanos, era un lugar donde la fortaleza, la tradición y la artesanía eran veneradas. A pesar de su posición de privilegio como el heredero de un clan tan influyente, Frederick enfrentaba problemas que no podían ser ignorados. Los clanes de Qirel, aunque relativamente estables, estaban plagados por una amenaza constante: una plaga de hombres rata que asolaba sus territorios, una molestia que podría convertirse en una calamidad si no se manejaba con cuidado. Frederick, con su mente astuta pero enfocada en el beneficio inmediato, podría no ser el líder que su clan necesitaba para enfrentar tales desafíos.

A pesar de sus diferencias, había dos razones fundamentales por las que Kay y Frederick fueron seleccionados como campeones por sus respectivos dioses, y ninguna de ellas tenía que ver con la excelencia o la virtud. Algunos campeones fueron elegidos por su inteligencia, ingenio, belleza, carácter manipulador, o una combinación de todas estas cualidades. Sin embargo, Fegyt y Drokker, las deidades que eligieron a Kay y Frederick, respectivamente, tenían motivaciones mucho menos nobles.

Fegyt, una deidad joven que representaba la fuerza de voluntad, la testarudez y la impulsividad, no tenía mucha experiencia en reencarnar, renacer o trasmigrar almas a otros mundos. Kay había sido uno de sus reencarnados en otro mundo, y aunque no se podría decir que Kay había tenido un éxito rotundo, fue uno de los que mejor se había desempeñado en los mundos de Fegyt. Por esta razón, Fegyt lo eligió como su campeón, aunque su elección no fue exactamente por méritos excepcionales. Fegyt estaba más interesado en ver cómo su terquedad y deseos impulsivos podrían jugar en un escenario más grande y peligroso.

Drokker, por su parte, era una deidad mucho más antigua, asociada con la creación de objetos, el progreso y la construcción. No tenía ningún deseo real de participar en el juego de campeones que las otras deidades habían orquestado, pero se vio obligado a hacerlo como un favor a Alisft, la diosa que había reclutado a Eru. Drokker no solía reencarnar almas en otros mundos; en su lugar, permitía que deidades con menos poder usaran sus mundos para reencarnar a otras criaturas. Estos mundos eran casi utópicos, lugares de paz y progreso, utilizados principalmente por deidades pacíficas que querían dar a las almas torturadas una nueva oportunidad para experimentar la vida en armonía.

Sin embargo, cuando se le pidió que eligiera un campeón, Drokker no tuvo muchas opciones. La única alma disponible era la de Frederick, quien acababa de dejar uno de los mundos de Drokker tras una vida de corrupción y crimen. Frederick siempre había sido un hombre inteligente, pero su ambición desmedida y su codicia lo convertían en alguien que raramente pensaba a largo plazo. En la Tierra, se había dedicado a estafar a otros, y lo hacía con una destreza impresionante, pero su ambición lo llevó a intentar estafar a una gran corporación. Cuando el dueño de la corporación descubrió su traición, lo mandó a matar junto con su pareja. Mientras Frederick yacía desangrándose en la calle, nunca se arrepintió de sus acciones; en lugar de eso, se maldijo a sí mismo por no haber escapado antes. Ni siquiera le importaba que su futura esposa estuviera muerta a su lado; para él, solo era un accesorio atractivo, sin valor emocional.

Frederick murió asfixiándose con su propia sangre en un charco de su vida derramada, con dos agujeros de bala en su cuerpo, uno en el pulmón derecho y otro en el abdomen. Pero su historia no terminó ahí. Una diosa piadosa, convencida de que Frederick aún podía redimirse, lo reencarnó en un bebé de una familia rica en uno de los mundos de Drokker. Sin embargo, en lugar de aprovechar esta nueva oportunidad para vivir en paz, como la diosa le había instado, Frederick utilizó su astucia para construir un imperio delictivo. Ya no se limitaba a estafar; ahora dirigía empresas fantasma, vendía sustancias ilegales y armamento a grupos radicales que amenazaban con desestabilizar naciones en paz. Frederick vivió su segunda vida al máximo, disfrutando de la riqueza y el poder, hasta que finalmente murió con una sonrisa en el rostro, satisfecho con su legado criminal. Fue en ese momento cuando Drokker, a regañadientes, tomó su alma para convertirlo en su campeón.

El contraste con Kay era marcado. Kay era un adolescente ingenuo, un otaku con un complejo de héroe que pensaba más con sus deseos que con la razón. Su vida terminó cuando intentó "salvar" a una chica de secundaria que creyó, erróneamente, que estaba a punto de caer a las vías de un tren. En su intento de ser un héroe, Kay resbaló y cayó él mismo a las vías, muriendo aplastado por el tren que llegaba. Kay murió creyendo que su sacrificio había sido noble, cuando en realidad, la chica nunca estuvo en peligro de caer. Fegyt, en su inexperiencia, tomó los recuerdos de Kay como referencia y lo reencarnó en un mundo típico de anime isekai, con un sistema lleno de clichés. A pesar de ser un héroe japonés de manual, con todas las limitaciones y miedos de uno, Kay fue el mejor reencarnado que Fegyt había tenido, lo que decía mucho sobre la calidad de los demás reencarnados bajo su cuidado.

El futuro de ambos campeones, Kay y Frederick, no era particularmente prometedor. Los demás campeones eran más inteligentes, astutos y manipuladores, y las probabilidades estaban claramente en su contra. Sin embargo, el destino es caprichoso, y aunque la lógica dictaba que Kay y Frederick probablemente serían los primeros en caer, nada estaba escrito en piedra. Tal vez, de alguna manera inesperada, uno de ellos podría sorprender a todos y convertirse en el vencedor, o simplemente terminar como los primeros en perecer en esta cruel batalla entre dioses y mortales.