Liz I
El día era gris y pudo sentir como los fríos vientos del invierno le ponían la piel de gallina. Se hundió un poco más en su bufanda negra, era un bonita bufanda con algunos detalles en hilo de plata que le regaló su Ragnar, le gustaba lo cálida que era, además que le ayudaba a ocultar las marcas en su cuello, que su Rey le hacía en en cuello, cuando pensó en ellas se sonrojo un poco. Así que mejor se puso en marcha para llegar lo antes posible a la torre del Aglo y recibir las cartas dirigidas a el Rey. Antes podría mandar a una de las sirvientas de alto mando, pero con el despido de varias de ellas, incluida la ama de llaves y el mayordomo real, desde hace doce días después de las cerebraciones por el cumpleaños del Rey y de los príncipes Arlan y Brinden. Liz un poco molesta tuvo que encargarse personalmente de sus tareas y de entrenar a las nuevas sirvientas por las que reemplazaron a las despedidas. Pero como le dijo Ragnar, no se podía confiar en ellas, además el Aglo solo entrega los mensajes dirigidos a él Rey a las personas cuya lealtad solo sea hacía el Rey, como lo era un Demon Volk, una Sombra o a ella, la Sienne del Rey. Y como gran parte de las Sombras y Demons Volks están afuera del Krovav Rok, haciendo encargos para el rey le toco a ella ir.
«Su Ragnar». Liz tuvo un pequeño sonrojo, aunque ya habían pasado dos semanas desde que Ragnar le pidió que lo llamara por su nombre, aún sentía algo de vergüenza por llamarlo así, no solo porqué una persona de origen humilde como ella no puede llamar a los nobles por su nombre sin su permiso y ni hablar de la familia real, que solo un miembro de la realeza te pude dar permiso de usarlo, no importa el origen o el título, si llamas a un miembro de la familia real o al mismo rey por su nombre, puedes ser ejecutado ahí mismo, así que por eso se sentía tan afortunada de poder decir el nombre de su Ragnar.
Cuando Liz por fin llegó al final de la escaleras de roca, dio dos suaves toques a la vieja puerta de madera y no paso mucho tiempo antes de escuchar un «Pase» de una voz suave y vieja. Cuando entro, vio una gran sala sorprendente limpia para tener tantas aves, vio a un anciano con los ojos vendados con una cinta de color blanco y vestido con una túnica negra y plateada, el anciano estaba sentado y tenía sostenida a una ave majestuosa, un Draciago. El Draciago era muy parecido a una águila pero era más grande, rápida, inteligente y mucho más fuerte, su pico era algo más largo y era de color grisáceo, además que pueden cambiar el color de su plumaje. Al principio pensó que era algún tipo de magia pero no, en una de las tantas clases donde acompaño a Ragnar, el tutor real explicó el porque podían cambiar el color de su plumaje y era causa de una alteración en su melanina que los Draciagos usan para mimetizar como forma de defensa y para cazar con más eficiencia. Algo muy sorprendente de el Draciago, es su gran velocidad, ya que mensajes y respuestas que sean enviados con esta ave, pueden llegar con dos o tres días de diferencia, y eso era aún más sorprendente, ya que se sabe que Vaékha era un reino extremadamente extenso y basto.
— Buenos días Lady Liz—. El hombre que tenía el Draciago posee una voz algo ronca, tranquila y firme.
— Buenos días Aglot-Andrei, vengo por la correspondencia de su Majestad—. Liz habló con el habitual tono monótono que usaba con todos, con excepción de Ragnar.
— Por favor deme un momento Lady Liz—. Dijo el anciano mientras se paraba con dificultad y llevaba al Draciago a una gran jaula de platino, eran caras pero si un Draciago está en una de metal o de cualquier otro material, se pone intranquilas y se podrían lastimar.
Era sorprendente como el Aglo se movía tan hábilmente por la habitación, ya que los Aglos tenían que ser ciegos por normativa y seguridad, porque los Draciagos se ponían violentos ante cualquier criatura que lo viera y solo confiaban con quien no los podía ver. Cuando cerró la jaula, se dirigió a una mesa con varias cartas y pergaminos, después se acercó a ella. — Estás son todas las cartas Lady Liz, gran parte de ellas tienen los sellos de las familias nobles y de castellanos, pero también hay cartas con el sello de los Generales —. Antes de poder agradecerle el hombre ciego volvió a hablar. — También llegó esta carta—. Hablo con un tono más serio y hasta algo dolido, mientras le entregaba una carta muy diferente a las que ya tenía, el pergamino era de color negro y tenía el sello de una de las veinte casas nobles del Imperio Drokker, el sello era un aro de fuego donde adentro había un dragón con las alas extendidas, el sello era de los Rhegs Night, una de las principales casas del Imperio Drokker, además de ser la familia más odiada por todo el reino de Vaékha.
— Gracias Aglot-Andrei—. Liz dijo con un tono más serio y seco que antes. No es que odie o desprecie a Andréi, de hecho es de los pocos hombres que le agradan en el Krovav Rok, pero su tono seco era debido a esa carta, no era secreto de nadie que la familia real, los Wintercolt eran quienes más odiaban a los Rhegs Night, desde que la ex Princesa Emilya huyó con Taenor el heredero de la casa Rhegs Night hacia el Imperio Drokker, haciendo que el acuerdo matrimonial con el Reino de Slumor, reino que está por detrás de Vaékha en calidad militar se rompiera, al igual que el acuerdo militar y matrimonial de Satish el tercer reino en calidad militar. Aunque solo era sabido por la realeza y nobleza que está fue el preludio para la Guerra de la Ceniza y la Sangre, alguien filtro la información haciendo que todo el reino odiara a la princesa. Así que la princesa y la casa Rhegs Night no eran para nada queridos, de hecho los difuntos reyes Ivor II y Constantine I el Lobos Sangriento, estaban tan dolidos que el primero expulsó a Emilya de la familia real quitándole el apellido Wintercolt y los derechos que tiene como parte de la realeza, como la ayuda militar en caso de una guerra o la venta del Acero Klok al imperio al que perteneciera, entre muchas otras cosas que ya olvidó. Y el segundo hizo un decreto que expulsa a toda la descendencia de la ex princesa de los registros familiares, además que no se les permitía pisar ni la más remota isla que le perteneciera a el reino de Vaékha, ya que serían ejecutados.
— Le informaré lo antes posible a nuestro Rey, gracias Aglot-Andrei—. Liz dijo con un tono menos serio, Andréi solo dio un asentimiento y volvió a su asiento.— De nada Lady Liz—. El hombre ciego dijo de forma amable, pero noto la melancolía en el.
Liz dejó la Torre del Aglo con una leve preocupación que se deslizaba como una sombra por su mente, aunque trató de tranquilizarse recordando la confianza que tenía en Ragnar. Si algo inquietante se escondía entre las líneas de la carta de los Rhegs Night, estaba segura de que Ragnar sería capaz de hacerle frente. Después de todo, su Rey poseía una fuerza y una astucia que desafiaban cualquier amenaza, incluso la del poderoso Imperio Drokker. Sin embargo, un remanente de preocupación persistía en ella, como una astilla que se negaba a ser extraída.
Decidida a entregar todas las cartas al Rey y compartir con él cualquier inquietud, Liz se encaminó hacia el estudio de Ragnar, atravesando los pasillos del Krovav Rok. A medida que avanzaba, sus ojos se encontraron con los guardias temporales del castillo, los temidos Asesinos de la Muerte. Vestidos con su característica armadura de placas y yelmo cerrado, que portaban tres plumas rojas como símbolo de su letal habilidad, los Asesinos emanaban una presencia intimidante. Sus armas, forjadas de acero Klok, relucían bajo la luz tenue del pasillo, ornamentadas con filigranas doradas y grabados intrincados que contaban historias de batallas pasadas.
La capa de tela Azh que envolvía sus hombros era una obra de arte en sí misma, tejida con habilidad para resistir cualquier embate. Su color sangre contrastaba con el negro de la tela exterior, adornado con bordados en hilo escarlata que resaltaban su ferocidad. En el borde de la capa, el emblema de los Asesinos de la Muerte se destacaba en rojo oscuro, representando la cabeza de un lobo rodeada de cráneos humanos, todo bordado en hilo dorado. Bajo su lema, "Somos la Pesadilla De Los Valientes, Somos el Terror de los Ejércitos, Somos el Miedo de los vivos, Somos Quienes Cazan a la Muerte", los guardias marchaban con una determinación que inspiraba temor incluso en los corazones más valientes.
Los Asesinos de la Muerte eran el ejército de élite de Vaékha, cuya formación y disciplina rivalizaban con la de los temidos Demon Volk. Sus miembros eran temidos y famosos en más de un continente, y sus hazañas eran legendarias. Uno de los ejemplos más notables eran los 2,000 de las Llanuras Blancas, que retrasaron a los ejércitos de Satihan, Ugrian, Lanad, Ronel y Pelyra durante la Guerra de Ceniza y Sangre, matando a más de 3,800,000 soldados. O los 500 de Yalit, que defendieron por tres meses con uñas y dientes la Fortaleza de Miter, la puerta de entrada que conecta a Vaékha con las Montañas Rojas, el único camino estable hacia la frontera de los clanes enanos.
Durante el año 1090 de D.G.C., el Clan Korlek gobernaba sobre el territorio que ahora pertenecía a los cinco clanes enanos actuales. En ese año, el Clan Korlek intentó invadir y conquistar las minas del norte de Vaékha con un enorme ejército de 400,000,000 enanos y cientos de miles de máquinas de guerra, aprovechando las guerras de Los Bosques Esmeraldas que mantenían a Vaékha ocupada contra los elfos silvanos, dejando al reino débil en términos de defensa. Y podría seguir enumerando las muchas hazañas de los Asesinos de la Muerte.
Sin embargo, personalmente a Liz le agradaban más los Demon Volk, que también tenían sus propias hazañas. A diferencia de los Asesinos de la Muerte, los Demon Volk no habían conocido otra vida antes de ser enlistados a la edad de cinco años. Por esta misma razón, aunque Liz agradecía la existencia de los Asesinos de la Muerte y el hecho de que protegieran a Ragnar, una parte de ella les tenía cierto desagrado. Estos hombres sabían lo que era una vida fuera del ejército, y muchos de ellos sabían lo que era estar con una mujer o deseaban estar con una. Liz podía percibirlo por esas miradas de lujuria que a veces le lanzaban. Aunque no era ajena a ese tipo de miradas, ya que las recibía desde que tenía catorce años, aún así le daban asco. El único que podía verla de esa manera sin incomodarla era su Ragnar. Cuando él lo hacía, Liz se sentía bonita y deseada. Sería hipócrita decir que ella tampoco lo veía así. Cuando Liz era más joven, solía poner la excusa de "ayudarlo" cuando Ragnar se bañaba, solo para verlo desnudo y poder admirar su cuerpo marcado y sus partes más íntimas.
Y no era la única mujer que lo miraba así, casi todas las mujeres del reino miraban con ojos enamorados y llenos de deseo a su Ragnar, muchas veces escucho a sirvientas decir que desearían que Ragnar las tomara como amantes y las más codiciosas querían ser sus concubinas y bueno ¿Quién no?. Ragnar era el mejor partido que alguien podía pedir, en primer lugar era amable y agradable con todas las personas sin importar su origen, era el rey del reino mas fuerte y próspero del continente, también era un famoso e invicto general y guerrero, y si eso no fuera pocos, era, dicho por casi todas las mujeres de Greuvus, el "Hombre Más Hermoso del Continente". Ya que su belleza se podría considerar sobrenatural, ya que inclusos superaba la belleza de un alto elfo, su cabello blanco que asemeja a la nieve y su piel pálida eran la mejor combinación para su bello rostro, donde tenia esos hechizantes ojos que parecían dos rubís manchados de sangre que te podrían dar la más tiernas y cálidas de las miradas o tan fría y afilada que podías sentir tu sangre helar. Y ella era de las pocas que podría jactarse de ser amada y deseada por el, bueno sabía que Ragnar también deseaba a otras mujeres pero no le importaba, Ragnar también las necesitaría para tratos favorables y conveniencia del reino, pero ella era deseada por solo ser ella. Cómo Iliana Ryut, la única hija de Groter Ryut, uno de los comerciantes más ricos del mundo, cuya riquezas es comparada con la de Lanad y Ronel los reinos más ricos del continente de Greuvus, por eso Ivor y varios Demons Volks estaban fuera del continente.
Pero antes de que Liz seguirá divagando sobre Ragnar llegó al estudio de este mismo. Vio a dos Demons Volks haciendo guardia, así que se recompuso y se acerco a la gran puerta doble de madera negra que tenía grabados dorados y dos lobos rampantes de color rojo. Cuando los Demons Volks la vieron le dieron una reverencia y le abrieron la puerta. Cruzó el umbral para entrar al gran estudio de los reyes vaékhos, dónde pudo ver a Ragnar sentado enfrente de su escritorio de roble, donde había pequeñas montañas de documentos e informes. Lo vio con una expresión aburrida y ojos apagados mientras leía y firmaba documentos, pero cuando la escucho entrar vio como sus ojos rojos se iluminaron. — Liz—. Ragnar dijo con una sonrisa que pocos conocen, mientras se paraba de su asiento y se acercaba para ayudarle con las cartas, para después darle un abrazo y un pequeño beso, que con gusto acepto y devolvió. Desde el día de su coronación y de que confesará lo que sentí por el, siempre que puede la besa y la abraza, y le encanta estar tan apegada a el de esa forma.
— Hola ca-cariño—. Pudo sentir como su rostro se calentaba y se ponía rojo, aunque ella fue la primera quien le puso el mote aún se sentía avergonzada cuando lo decía. Vio como Ragnar se le formaba una sonrisa entre burlesca y de ternura. Desde que le dijo así en la sala de baños, Ragnar no a permitido que no se lo diga al menos una vez al día. — Hola mi Amor—. Ragnar le dijo con una sonrisa, pudo sentir como se le calentaba más el rostro cuando la llamo así. Aún abrazados el soltó un suspiro cansado cuando vio la pequeña montaña de cartas. — Ahora que es—. Ragnar dijo sin ánimos. — Muchas cartas son de casas nobles y de castellanos—. Le dijo de manera suave mientras acariciaba su rostro para tratar de animarlo. — Pero también llegaron de tus generales y—. Liz volvió a sentir esa punzada de angustia en ella, pero cuando vio los ojos y la pequeña sonrisa de Ragnar se sintió a tranquila y a salvó. — También llegó una carta del Imperio Drokker con el sello de la casa Rheg Night—. Cuando dijo eso pudo ver cómo los ojos de Ragnar se volvían un poco más oscuros, pero aun eran cálidos. — ¿Por eso estás tan tensa Liz?—. Ragnar la acercó a el y le susurro en el oído. Liz sintió como su rostro volvía a arder. — No te tienes que preocupar por nada de esto Liz. No importa que haya en esa carta, si es una amenaza o si es una simple solicitud, yo siempre te voy a proteger. ¿Me entiendes?—. Dijo Ragnar y la beso de manera posesiva, solo se dejó llevar por el beso y sus palabras olvidando su angustia. Cuando acabo su beso, Ragnar se separó con suavidad y fue a su escritorio agarrando la carta rompiendo el sello del dragón y la empezó a leer en voz alta.
— "Yo Emilya de la orgullosa casa Rheg Night, primera esposa de Taenor Rheg Night, patriarca de la tercer casa del poderoso y orgulloso Imperio Drokker le mando un cordial y respetuoso saludo a su majestad, Ragnar de la casa Wintercolt, Rey de Vaékha y protector de los vaékhos. En esta carta quisiera solicitar una audiencia con usted para que los Rheg Night y los Wintercolt puedan hablar para que las viejas rencillas puedan sanar y para lograr una alianza que beneficie a ambas casas y al orgulloso y poderoso Imperio Drokker. Firma y se despide la primera esposa de Taenor Rheg Night, Emilya Rheg Night"—. Liz vio como los ojos de Ragnar se iban volviendo cada vez más oscuros, pero aun así estaban llenos de calidez cuando la veía.
— Bueno, bueno, bueno, parece que mi querida tía quiere reconciliarse con su familia, y quiere que yo sea el mensajero entre nosotros—. Dijo Ragnar con claro desprecio en su voz, mientras arrojaba la carta a la basura. — Me parece una falta de respeto que tú tía quiera arreglar las cosas, ella es quien tiene que venir y rogar por perdón, además de su esposo le debe una disculpa y compensación a las cientos de miles de personas que murieron—. Liz no pudo evitar comentar con desprecio, toda Vaékha la odiaba, por ella muchos sufrieron porque no pudo aceptar su destino como una buena princesa que se preocupa por su pueblo. Ragnar solo la vio con una sonrisa. — Tienes razón Liz, de todas formas no quiero involucrarme con los Rheg Night o con el imperio Drokker. Además—. Le dijo con una sonrisa mientras se acercaba a ella. — Ya tengo planes para esta noche y aunque no los tuviera, jamás aceptaría reunirme con los Rheg Night—. Cuando Ragnar acabo de hablar Liz sintió como una de sus manos se deslizaba por su espalda baja, y cuando menos se lo esperó, Ragnar le dio un fuerte azote en su trasero dejando una mano marca roja en su trasero. — Eso fue por que te preocupa esa mujer, y ahora solo piensa en mi y en nuestra cita de esta noche—. Ragnar le susurro con voz ronca y caliente en el oído, haciendo que ella se sonroje fuertemente y se excitara un poco.
Cuando leyó la carta del imperio Liz tenía el presentimiento de que esa carta causaría problemas, pero cuando escucho como Ragnar la protegería y su falta de preocupación por la carta, se tranquilizó, además estaba feliz por ser tocada y vista con deseo por el único hombre que ama y admira. — Tienes razón, no debería preocuparme por esto—. Liz dijo con voz soñadora mientras veía a Ragnar con ojos enamorados. — Bien, ahora vamos, que la noche no se hace para esperar—. Ragnar dijo con una sonrisa. — Sera un honor acompañar a mi Rey—. Liz dijo con una sonrisa mientras hacía una reverencia, pero antes de poder levantarse Ragnar la agarró de la mano y la acercó para darle un fuerte beso, haciendo que Liz se derritiera. Después de unos minutos de besos apasionados, se separaron con dificultad, después se dieron un último beso. — Bueno, te veo en unas horas en el gran jardín Liz—. Ragnar dijo con una sonrisa mientras se volvía a sentar en su asiento y ella salía del estudio.
Cuando se fue del estudio de Ragnar, Liz se quedó pensativa, aún tenía esa sensación de que la carta traería problemas. Pero decidió ignorarlo porque después de todo Ragnar tenía razón, no tenía que preocuparse por eso, además ella tenía una cita con el hombre que ama y no puede estar en mejor lugar que a su lado. Así que ella salió del estudio con una sonrisa en su rostro. Antes de ir tenía que hacer tediosas tareas que necesitaba ser atendidas, como la contratación de nuevas sirvientas, la búsqueda de una confiable ama de llaves y de un mayordomo, vigilar que las nuevas sirvientas atendieran y hicieran bien sus trabajos, ignorar la asquerosa mirada de algunos Asesinos de la muerte, que obviamente olvidaron su entrenamiento. Tantas cosas que la fastidiaban y la alejaban de su Ragnar. No pudo evitar que sus mejillas se sonrojaran cuando lo volvió a llamar "su Ragnar" y no pudo evitar sonreír, cuando recordó que esta noche tendría una cita romántica con Ragnar.
Una vez que acabo sus tareas, se dirigió a sus aposentos para poder ponerse el vestido que le regalo Ragnar y maquillarse un poco, aunque no lo necesitaba, después de todo, ella ya era bonita y perfecta para el amor de su vida. Pero un poco de rubor o algunas polvos exóticos para hacer que su piel se viera mejor nunca le vendría mal.
Una vez que acabo de maquillarse y de ponerse el vestido, que era blanco con líneas de color rojo escarlata, junto con su corsé blanco de encaje, se puso unas medias de color negro con líneas rojas, que eran finas, pero resistentes para aguantar el frío. Después se puso unos zapatos rojos, que eran de cuero, muy resistentes, pero aun así eran muy lindos y femeninos. Después de estar lista, vio su reflejo y vio lo hermosa que se puso para su Ragnar. Era tiempo de irse al gran jardín para su cita con Ragnar. Cuando llegó a las puertas que dan al gran jardín, dos Demons Volks que hacían guardia la vieron y la reverenciaron. — Buenas noches Lady Liz—. Los dos dijeron al unísono. — Buenas noches, ustedes dos—. Le dijo con una sonrisa, antes de poder decir algo, una de ellas habló. — Lady Liz, seguro le agradecerá esto a nuestro Rey—. Hablo la Demon Volks mientras le daba una botella de vino, era de los famosos Vinos de la Luz que solo se producen en la Isla de la Yuz del reino de Yalit, donde se cree que nacieron los primeros humanos en Greuvus. Eran muy costosos y difíciles de conseguir, por ello Ragnar debió haber gastado una suma considerable para conseguirlo. Liz no pudo evitar sonreír ante eso. — Gracias, seguro le agradecerá esto a su Rey—. Les dijo con una sonrisa, mientras las veía hacer una reverencia. Después se fue a encontrar con Ragnar.
Liz caminó por el hermoso jardín, era un hermoso jardinera bañado por la suave nieve del invierno, las rosas se veían aún más hermosas con la escarcha de las tormentas invernales, camino y observo el espectacular jardín ya que no necesitaba apresurarse, ya que se había adelantado, después de todo ella sabía que Ragnar le daría unas horas de respiro para que pudiera ponerse un vestido bonito para el. Liz estaba emocionada por su cita con Ragnar, después de todo hacía años que todo esto era solo una tonta fantasía de una tonta enamorada, desde que el era un príncipe y ahora el rey de la poderosa Vaékha y ella solo era un huérfana que fue lo suficientemente valiente para tomar el papel de una Sienne, por eso tenía que aprovechar lo mejor que pudiera, no le importaba que el solo la quisiera como una concubina o como una amante, ella simplemente no quería separarse de la única persona viva que aún quiere y adora, por ello Liz haría cualquier cosa para no ser desechada.
Después de unos minutos caminando por el hermoso jardín, pudo ver al Rey Ragnar, se veía tan guapo y masculino en sus túnicas negras con bordados rojos, ligeramente ornamento con piezas de oro que parecían ser el Sol. Cuando llegó a dónde estaba Ragnar pudo ver su pequeña y hermosa sonrisa, haciendo que su corazón se acelerara. — Buenas noches, Liz, te ves hermosa—. Ragnar le dijo con voz ronca y llena de deseo y amor. — Te ves muy guapo, mi Rey—. Ella le dijo con una sonrisa mientras hacía una reverencia, cuando levantó la mirada Ragnar la tomo de la mano y la acercó para darle un beso, aunque no fue un beso largo o apasionado, fue un beso suave y tierno que dejo a Liz sonrojada. Después se separaron y se dirigieron hacia dónde estaba la cena.
Mientras caminaban, Ragnar le ofreció su brazo, haciendo que Liz sonriera y lo aceptara, aunque estaba un poco nerviosa, aún así disfruto de caminar con Ragnar y sentirse querida. Cuando llegaron al hermoso y gran invernadero de cristal de los jardines, pudo ver qué adentro había una mesa de madera rojiza, que tenía dos sillas afelpadas, una para cada uno. Ragnar la ayudo a sentarse y después el se sentó en la otra silla, dejando la botella de vino en la mesa. Una vez que se sentaron, Liz pudo ver el hermoso menú que prepararon para ella y su Rey. Para empezar había un delicioso corte de carne acompañado de deliciosas guarniciones y como postre una deliciosa y esponjosa tarta de frutillas, que era de sus favoritos, además de unas fresas que Liz sabia eran las favoritas de Ragnar.
— ¿Te gusto mi Liz? — Ragnar le pregunto con una sonrisa. — Si, me encantó, nunca pensé que me prepararías esto —. Liz le respondió con una sonrisa, mientras Ragnar le agarraba la mano. — Lo siento, por no haberte invitado antes a una cita Liz, pero ya sabes cómo es... Pero eso está en el pasado, de ahora en adelante siempre estaremos juntos—. Liz noto que Ragnar la veía con unos ojos tan tristes que nunca había visto en el, parecían arrepentidos de algo, eso le preocupo un poco ya que no había hecho nada que pudiera enfadar a Ragnar, aunque Ragnar siempre la veía con un profundo cariño, amor y deseo, pero aun así esos ojos la hicieron preocupar. — ¿Pasa algo, cariño? —. Le dijo con voz preocupada, Ragnar la miro con una pequeña sonrisa mientras su ojo brillaba de manera cómplice. — Nada mi amor, solo que me arrepiento un poco de no haberte dicho que fueras completamente mía antes—. Cuando Ragnar dijo eso Liz sintió que su corazón latía a mil y sus mejillas se calentaban, Ragnar le sonrió de manera tierna y apretó su mano. — Pero aun así, me encantas Liz, tu eres de las mejor cosa que me ha pasado. Y siempre lo serás—. Cuando Ragnar dijo eso, Liz se puso completamente roja, su corazón palpitaba fuertemente y su estomago se sentía extraño, Ragnar soltó una risa tierna que solo le era para Liz.
— Sabes, no me gusta el té Liz, pero sé que te encanta, así que me tomo el tiempo de buscar un té de calabaza y manzanas para ti, espero que te guste —. Ragnar le dijo con una pequeña sonrisa y sus ojos brillantes. — Gracias, me encanta, siempre me gusto esto, es muy dulce y delicioso —. Ragnar le dio un beso en la frente y después de que Liz diera un sorbo de su té, acabaron de comer.
Después de comer, Liz vio que Ragnar estaba un poco nervioso, ella sabia que le gustaba darle sorpresas a las personas, pero esta era diferente ya que parecía que Ragnar le daría una gran noticia, aunque también estaba feliz ya que Ragnar había preparado una cita para los dos, que no puede ser mejor que esta. — ¿Qué es lo que tienes preparado para mí? —. Le pregunto Liz con una sonrisa mientras se levantaba de la silla junto con Ragnar, que le ofreció su brazo, ella lo acepto y caminaron por el hermoso invernadero. — Bueno, se cuanto te encantan las flores, aún más cuando se trata de las venenosas—. Dijo Ragnar mientras caminaban. Liz sintió que su corazón latía de manera fuerte y emocionada, Ragnar era el único que conocía esta parte de ella. — Y bueno, pensé que seria bueno mostrarte tu nuevo jardín, que te encantara Liz—. Cuando Ragnar dijo eso, Liz no pudo evitar ponerse feliz y sonreír ampliamente, Ragnar la amaba y la respetaba, además de que ella era su única Sienne y su única amante hasta el momento, lo mejor es que esta noche seguramente sería una noche de pasión y amor.
Cuando llegaron al final del invernadero, Liz pudo ver unas hermosas puertas de vidrio, pero lo que llamaba más su atención era un hermoso y extenso jardín que estaba lleno de hermosas flores venenosas que ella nunca había visto. — Ragnar, es hermoso—. Liz dijo con voz soñadora, Ragnar se rio suavemente y abrió las puertas para entrar al jardín. Una vez que entraron a este, Liz pudo ver que habían árboles, plantas, flores y hierbas venenosas de todos los colores tanto oscuros y brillosos y muchos más que jamás había visto, ella sabia que había venenosas de todos los países pero no sabía que tenían tantas diferentes. — Pensé que te gustaría, ya que tú eres la experta en flores venenosas y venenos—. Ragnar le dijo con una sonrisa. Liz simplemente lo abrazo fuertemente, mientras le daba un beso. — Es hermoso, no te imaginas cuanto me gusta, gracias Ragnar—. Liz le dijo con una sonrisa, mientras Ragnar la abrazaba. — Por supuesto Liz, después de todo, solo te mereces lo mejor. Eres la mejor cosa que me ha pasado y nunca te dejaré—. Cuando Ragnar dijo eso Liz sintió que podría llorar, porque sabe que Ragnar la ama y que quiero solo para el, después de todo ella siempre será su Sienne y su única amante hasta el momento. — Te amo Ragnar —. Liz dijo con una gran sonrisa feliz mientras lo abrazaba fuertemente, sintiendo como Ragnar la abrazaba con fuerza también. — Yo también te amo, Liz—. Cuando Ragnar dijo eso, Liz sintió que su corazón latía fuerte y feliz.
Después de un rato, se separaron con suavidad y comenzaron a caminar por el nuevo jardín de Liz, mientras le explicaba cada una de las flores y sus propiedades venenosas a Ragnar. Cuando Ragnar se dio cuenta de que había olvidado la botella de vino en la mesa, se ofreció a ir por ella y después regresar con ella. Liz acepto y después de que Ragnar se fuera, Liz siguió caminando por el jardín admirando cada flor y arreglarlas con delicadeza, desde pequeñas hierbas venenosas que pueden causar una muerte instantánea a grandes flores que dan una muerte lenta, pero siempre con suavidad, aunque ella podría matar a cualquiera en menos de un minuto, con solo un pequeño toque o un ligero roce de una de las flores venenosas del jardín, pero Liz se sentía feliz y emocionada de que Ragnar le había regalado esto y lo había hecho a su medida. Además de que Ragnar le dijo que la amaba y que nunca la abandonaría, ella estaba segura que esas palabras eran verdad, después de todo Ragnar jamás la engañaría o le haría daño, el siempre la respetaría y la amaría.
Liz caminaba por el jardín mientras recordaba todos los bellos recuerdos que tenia con Ragnar, como cuando ella era niña y se escapaba para poder jugar con el, recuerda cuando ella iba a su habitación llorando por pesadillas y como el siempre le daba una sonrisa tranquilizadora y la invitaba a su cama para abrazarla, como el siempre la escuchara y la ayudaba, como el siempre buscaba protegerla, después de todo, Ragnar era el único que la amaba y la respetaba. Por eso Liz jamás se separaría de el.
Mientras caminaba por el jardín Liz vio unas margaritas amarillas, que siempre le habían gustado, porque siempre le recordaron a la infancia que ella jamás tuvo. Además de que era la flor favorita de su madre, que siempre le decía que cuando la amaras de verdad, se lo regalarías y ella lo hizo.
Liz se agachó con delicadeza y tomo una de las margaritas amarillas, después se levantó y comenzó a caminar con ella entre sus manos, cuando llego al final del jardín, donde estaba una fuente, se acercó a esta y se agachó para mojar un poco su margarita, después se levantó y la puso en su cabello. Después de unos minutos admirando el jardín y pensando en Ragnar, Liz noto que Ragnar no había regresado, Liz pensó que talvez se había distraído con algún informe de alguna sombra, después de todo el era el hombre más importante de Vaékha, por ello no se molesto. Pero antes de empezar preocupándose un poco por la tardanza de Ragnar, lo vio con el vino y dos copas de oro finamente decoradas, que eran hermosas, cuando se acercó ella, se dio cuenta de que Ragnar estaba un poco alterado. Cuando llegó a donde estaba ella, Ragnar le dio las copas y empezó a servir el vino. — Esto es muy bueno, Ragnar, gracias—. Liz le dijo con una pequeña sonrisa. Ragnar le devolvió la sonrisa y cuando le entregó la copa, Liz vio que Ragnar le ofreció su brazo, ella lo acepto con una sonrisa y ambos empezaron a caminar por el jardín.
Liz estaba feliz por esta hermosa noche, después de todo ella amaba a Ragnar, además de que era la mejor cosa que le había pasado y siempre la respetaba, así que Liz haría cualquier cosa para no separarse de el y ser su Sienne para siempre. Después de unos minutos de caminar, Ragnar le habló. — Liz, estuviste a mi lado por muchos años, desde que eras una niña, y estuviste a mi lado en mis peores momentos, aunque yo jamás te pedí que lo hicieras, pero siempre me apoyaste y estuviste a mi lado... quiero que sepas que eres la única razón por la que no me he roto completamente —. Cuando Ragnar dijo eso, Liz sintió que su corazón se aceleraba y que las lagrimas se acumulaban en sus ojos, Ragnar le dio una hermosa sonrisa y sus ojos de rubí también tenían lágrimas, ella sintió que su corazón se calentaba y se agrandaba. — Y yo estaré a tu lado siempre, Ragnar, siempre, porque te amo —. Cuando Liz dijo eso, Ragnar se rio suavemente y le dio un beso en la frente, después se separaron y continuaron caminando, después de unos minutos de caminar y beber vino. Cuando la botella se acabó el y ella caminaron a las habitaciones reales de Ragnar, ya que era tiempo de que se fueran a hacer algo más.
Cuando entraron a las habitaciones reales de Ragnar, una habitación enorme, lujosa y elegante. Las paredes estaban pintadas de color negro, junto con las cortinas y las alfombras que había en el suelo, además de una enorme y lujosa cama. Ragnar le dijo a un Demon Volk que se fuera y que no los molestaran, el enorme Demon Volk solo le dio una reverencia y se fue, dejándolos solos.
Cuando Ragnar cerró la puerta, Liz se acercó a el y lo abrazó fuertemente, mientras lo abrazaba ella podía sentir el calor de su cuerpo, además de que podía oler su aroma a dulce y adictivo, además de que podía sentir los fuertes músculos de su espalda, haciendo que ella se excitara. — Hoy quiero hacerte mía Liz—. Ragnar le susurró en el oído con voz ronca, haciendo que se estremeciera. — Quiero ser tu primer hombre y el único—. Liz no pudo evitar sonrojarse y excitarse por las palabras de Ragnar, Liz lo abrazo con fuerza mientras lo besaba, haciendo que ambos gimieran por su beso.
Después de unos minutos de besos apasionados y calientes, Liz se separó, lo vio a los ojos con deseo y le susurro sin aliento. — Si, quiero ser tuya Ragnar, siempre te he pertenecido, te amo y siempre te amaré —. Cuando Liz dijo eso, fue como activar algo en Ragnar, la tomó de la cintura y la beso con pasión, haciendo que ella gimiera.
Después de unos minutos de besos apasionados, ambos se separaron, se miraron a los ojos con amor y deseo, ambos querían lo mismo. El la tiró con suavidad a la cómoda y gran cama, desvistiéndose, dejando ver su pálida piel y trabajado cuerpo, su pecho musculoso y con algunas cicatrices de las tantas batallas en las que peleo, su abdomen trabajado y musculoso, sus brazos fuertes y sus fuertes piernas, que eran musculosas y fuertes.
Ragnar se acercó lentamente a ella, haciendo que sus músculos se tensaran, cuando estuvo a su lado, ella pudo ver su gran erección. Ella sabía que el era grande, pero nunca lo había visto tan vigoroso, hasta ahora, tampoco podía verlo tan de cerca ni completamente erecto. Liz lo veía con una mezcla de emoción y miedo, pero sobre todo con deseo, porque Ragnar era su primero y el único hombre que la tocaría así.
Después de unos segundos de verla, Ragnar se acercó a ella y comenzó a desnudarla, dejando ver su cuerpo, uno esbelto y curvilíneo, ella siempre supo que ella tenía un cuerpo erótico, sus grandes pechos con sus pezones rosados ya erectos, que tanto le gustaban a su Ragnar, su inmaculada, suave y tierna piel blanca, sus modestas caderas y su suave y redondo trasero, sus piernas largas y blancas, suaves y delicadas, su entrepierna con unos pequeños rizos blancos que cubrían su intimidad, que estaba lubricada y mojada.
Después de verla con deseo, Ragnar se acercó a ella, la beso con pasión, haciéndola gemir, mientras lo abrazaba, sintiendo su calor y su deseo, después de unos minutos de besos apasionados, Ragnar se separó de ella, pero aún seguía sobre ella, acariciándole los suaves y grandes pechos con sus manos, haciendo que gimiera de placer, después de jugar con sus pechos y escuchar sus gemidos, Ragnar empezó a besar su cuello, haciendo que ella gimiera y lo abrazara fuertemente. Ragnar siguió besando su cuello, marcándolo con suaves mordidas mientras sus manos acariciaban su cuerpo, haciéndola gemir y excitarse cada vez más.
Después de unos besos y acaricias, Ragnar se separó de ella, lo vio a los ojos con deseo y le dio una sonrisa traviesa, haciendo que ella se estremeciera por la excitación. Ragnar empezó a bajar su mano lentamente por su suave piel, hasta llegar a su mojado y lubricado coño, el empezó a acariciar su hinchado clítoris, haciéndola gemir fuertemente, después de unos minutos de que la tocará y la de estimularla, se separó de ella, Ragnar la vio con deseo y le susurró en el oído. — Bien Liz, pero ahora quiero que uses tu boca para complacerme —. Liz sintió que su excitación aumentaba, ella jamás había tocado a un hombre antes, pero ella sabía cómo lo hacía y ella siempre aprendió rápido.
Ragnar la subió sobre el, haciendo que ella se pusiera encima de el, en una posición de 69, ella podía ver su gran erección, acompañada por unos grandes testículos. Liz lo miro con adoración y emoción en sus ojos mientras empezaba a besar su cabeza hinchada de Ragnar y poco a poco sus labios se abren, invitándolo a profundizar más mientras se lleva su enorme miembro a la boca, ansiosa por complacer a su rey y amante. Su grueso eje llena toda su boca, estirando su mandíbula mientras ella mueve la cabeza hacia arriba y hacia abajo.
Ragnar se coloca entre sus piernas abiertas y sus manos ásperas separan sus pliegues. Su aliento caliente recorrió su sensible clítoris, provocando que se contraiga y palpite de necesidad. Su lengua se sumerge, azotando su protuberancia y recorriendo sus paredes internas. Ella soltó un genio ahogado por el miembro de Ragnar en su boca, arqueando la espalda mientras su hábil lengua la lleva más cerca del borde. El pulgar de Ragnar se encontró el camino hacia su entrada, presionando firmemente contra su pequeño y apretado agujero. Se desliza hacia adentro, estirándola gradualmente mientras su lengua continúa su asalto a su pobre y descuidado coño. Con cada movimiento de su pulgar, empuja más hacia adentro, preparándola para lo que está por venir.
Su apasionado acoplamiento continúa, impulsado por el deseo y un profundo sentido de pertenencia. La boca de Liz trabaja febrilmente en la polla de Ragnar, provocando gemidos de aprobación de ambos. Ella siente sus manos agarrar su suave y redondo trasero con más fuerza, profundizando sus cuidados en su coño.
Mientras que la lengua de Liz se arremolina alrededor de la cabeza de su eje, ordeñando preciosas gotas de líquido preseminal de él. Sus caderas se mueven contra su rostro, amenazando con perforarle la garganta, pero nunca lo logran. Está claro que él confía completamente en ella y se entrega al placer que ella le brinda.
Al sentir su grueso eje palpitar en su boca, Liz sabe que está cerca. Con un empujón final y desesperado, Ragnar vierte su semilla caliente en la boca dispuesta de Liz. Ella traga con impaciencia, saboreando su sabor mientras él la llena por completo. Gemidos de éxtasis se le escapan cuando siente su clímax bañar su lengua y bajar por su garganta. Mientras que ella se pierde en el placer que corre por sus venas. Ragnar la había echo correrse violentamente manchando el rostro de este. Poco a poco el se aleja y observa cómo ella trepa por su cuerpo y sus labios se encuentran en un beso hambriento. Sus lenguas bailan, todavía enredadas con los sabores de su placer compartido. Liz se sienta a horcajadas sobre él, sus cuerpos se presionaron uno contra el otro, formando un vínculo íntimo y acalorado. La boca de Ragnar desciende sobre los pechos de Liz, rindiendo homenaje a su feminidad mientras sus dedos trazan patrones intrincados a lo largo de sus maltratados y húmedos pliegues. Liz gimió suavemente, agarrando el cabello de Ragnar con las manos, instándolo a explorar más. Sus propios dedos se deslizan en la rígido miembro de Ragnar, encontrándolo ya grueso y listo para ella.
Sintiéndose revitalizados, Ragnar se reposiciona y para reclamar su cuerpo. Esta vez, la toma con algo de brusquedad, arrojándola sobre las suaves almohadas, ella separó las piernas, mostrándose dispuesta para recibirlo, el se posicionó y acercó su gruesa y rígido miembro a su húmedo y deseoso coño. La respiración de Liz se entrecorta cuando Ragnar entra en ella por primera vez. A pesar de su nerviosismo inicial, encuentra consuelo en su suave toque. Sus lentos empujes le facilitan la adaptación, permitiendo que su cuerpo se adapte a su tamaño. La sensación no se parece a nada que haya sentido antes y la asusta de la mejor manera posible. Pero a medida que continúan, sus movimientos se vuelven más exigentes, impulsados por un hambre insaciable. Su agarre sobre sus caderas se aprieta, obligándola a encontrar sus embestidas a mitad de camino. El dolor que experimentó inicialmente se convierte en placer, mezclado con una pizca de miedo cuando se da cuenta de cuánto control tiene él sobre su cuerpo. Pero lo ignoro por el momento, ella iba a aceptar ese dominio en ella y no se negaría en los deseos de su amado Ragnar.
Cuando lo vio a los hermosos rubís bañados en sangre de Ragnar brillando con deseo primario mientras aumentaba la intensidad de sus embestidas, besos y mordidas. Liz se muerde el labio, intentando contener el grito de placer que amenaza con escapar de su garganta. Sus uñas arañan la tatuada espalda de Ragnar, dejando líneas rojas furiosas detrás. Pero a pesar del dolor inicial, ya solo sentía un placer que nunca había llegado con sus propios dedos, había una emoción innegable corriendo por sus venas.
Jadeando en busca de aire, Ragnar se mantiene firme sobre Liz, sus cuerpos todavía entrelazados. Su pecho sube y baja pesadamente, su corazón acelera por el esfuerzo y el conocimiento de que le ha quitado su inocencia. Un orgullo feroz lo recorre, acompañado de una ternura persistente. Él se inclina y captura sus labios en un beso posesivo. Liz, le rodea el cuello con los brazos y le devuelve el beso con igual fervor. Sus lenguas bailan, el sabor del sudor y el placer se mezclan en sus labios. Cuando finalmente se separan, se miran fijamente a los ojos y sus emociones quedan al descubierto. Era una combinación de amor, lujuria y deseo.
A medida que Ragnar acelera el ritmo, la fricción se intensifica, enviando chispas a través de sus cuerpos unidos. Las uñas de Liz se clavan en sus hombros, dejando más y leves marcas rojas mientras lucha por aferrarse a esta nueva sensación. Cada embestida golpea un punto sensible en lo más profundo de ella, empujándola cada vez más cerca del límite. Sus caderas intentan moverse al ritmo de las de él, sus gemidos se mezclan perfectamente con sus gruñidos de satisfacción. Puede sentir que la barrera entre ellos cede y su virginidad se desvanece bajo la fuerza de sus poderosas embestidas. En ese momento, nada más importa excepto esta unión, este compartir algo tan profundamente íntimo. Con un empujón final y desesperado, Ragnar penetra a Liz por completo, reclamándola como propia. Gritan y gruñen al unísono y sus cuerpos se estremecen por la intensidad de su liberación. Olas tras olas de placer chocan sobre ellos, uniéndolos para siempre. Liz sintió como la espesa y caliente semilla de Ragnar la llenaba, sintiéndose caliente y feliz.
Mientras recuperan el aliento, Ragnar sale de Liz y apoya su peso en los codos mientras mira su rostro sonrojado. Una mezcla de orgullo y ternura llena sus ojos. Él se inclina, le quita un pelo suelto de la frente y susurra: — Ahora eres mía, Liz. En cuerpo y alma—. Liz le sonríe, se abrazo a su pecho. — Solo tuyo—. Liz le susurro.
Después de eso ambos volvieron a hacer el amor, un ay otra vez, los gemidos y gruñidos de ambos llenaron la habitación y resonaron en las paredes de piedra. Cada movimiento está impulsado por una necesidad primaria, cada golpe los acerca a otro pico. Liz arquea la espalda y se ofrece plenamente a Ragnar, incapaz de resistir la cruda intensidad que él provoca. Sus uñas rasparon su piel, dejando largas líneas rojas como evidencia de su salvaje amor. Sus cuerpos se retorcían juntos, perdidos en un torbellino de deseo y dominio. Ragnar le gruñe por lo bajo y sus movimientos se volvían más frenéticos a medida que se acerca al clímax. Liz grito, igualando su ferocidad mientras alcanza su punto máximo simultáneamente una y otra vez. El mundo se redujo sólo a ellos, atrapados en este ciclón de pasión y posesión. Con un último y violento empujón, Ragnar se libera dentro de Liz, llenándola con su semilla. Ella hace lo mismo, su orgasmo la inunda como un maremoto. Se desploman en la cama, su respiración agitada se mezcla mientras sus corazones corren uno contra el otro, estaban empapados en sudor y agotado, Ragnar acercó a Liz, sus cuerpos todavía pegajosos con los jugos del otro. Él la mira fijamente, admirando la belleza marcada por su apasionado encuentro. Su mano se mueve para acariciar su mejilla, limpiando un mechón de cabello. — Te amo Liz—. Le susurro con cariño y la beso, mientras la abrazaba y poco a poco se quedaron dormidos. — También te amor Ragnar—. Le susurro. «Espero poder darte un hijo mi Ragnar». Fue el último pensamiento de Liz, aunque ella misma sabía que era imposible, las miembros de la realeza tienen una fertilidad muy baja.