Chereads / Los últimos guerreros / Chapter 4 - Capítulo 4 Dos atentados en un día

Chapter 4 - Capítulo 4 Dos atentados en un día

Elizabeth estaba tan asustada que tartamudeaba un poco, al principio se confió al ver que el que estaba sosteniendo la pistola era su amigo Reberón, sin embargo al ver que no la bajaba se estaba asustado bastante.

Había peligro de que alguien pasara por ese pasillo y los viera, así que el sargento tomó la mano de Elizabeth con cierta violencia pero se notaba que no quería hacerle daño, y la llevó a un salón de interrogatorio, apuntándole aún con la pistola a la cabo, le hacía constantes preguntas, cuyas respuestas parecían indicar que no tenía ninguna culpa.

En medio de una pregunta Elizabeth le dijo--¡Ya Miguel! ¡¿por qué me haces esto?! Soy inocente ¡créeme!--

Luego dijo con un tono más sereno--Y además soy tu amiga--

El sargento vió sinceridad en sus ojos y en sus respuestas, entonces bajó su pistola y tomó asiento frente a ella, y le dijo con una voz calmada--Lo siento, tenía que averiguar si era verdad. El chico de la tienda me mintió sobre esto pero no dudo que piensen ir por el general. Si no eres tú, entonces ¿quien puede ser?--

No lo sé--le dijo Elizabeth con una voz comprensiva--pero hay que avisar rápidamente al general.

David y Süe seguían vagando por los pasillos viendo las puertas de las oficinas y las inscripciones de cada una, hasta que por fin vieron una que decía

''Elías Booth - General del ejército de Maybell"

Ahí tocaron la puerta; en respuesta a eso, escucharon una voz que les dijo--Pase adelante--

Dentro de la oficina de paredes blancas, había dos cuadros de antiguos generales; también había un escritorio de madera, tras el cual, estaba sentado un hombre de uniforme verde, algo distinto de los de los otros soldados.

El hombre puso una cara de sorpresa al ver a estas inusuales personas; más que todo por la edad de los chicos y sus trajes.

David y Süe le explicaron al general Elías todo el asunto, lo de Zatro, lo de la conspiración, como eran los seguidores de Zatro, entre otras cosas. Todo eso se lo explicaron con un increíble tono de seriedad; tanto así que al general le dió un ataque de risa que le duró dos minutos. Luego que se le pasó les dijo--Bueno, a decir verdad, esto fue muy gracioso; pero necesito que se retiren porque tengo muchas cosas que hacer. De hecho no deberían venir así como así a hacerme perder el tiempo pero por esta vez los dejaré ir--

¡¿Le parece una broma?!--Le gritó Süe con gran irritación--¡¿están a punto de matarlo y usted nos hecha de aquí?!

Ante tales palabras el general se irritó también, pues ya era mucho que entraran en la oficina del general de todo el ejército de Maybell sólo para decir cosas fantasiosas.

El general Elías, irritado, les dijo--¡¿ Qué falta de respeto es ésta?!

No los he sacado a patadas de aquí por mantener los modales, pero no me lo hagan difícil--

En medio de tal discusión, se abrió la puerta, como si quien la abrió no quisiera hacer ruido; y entraron tres soldados armados (dos hombres y una mujer) que apuntaron con sus escopetas a los tres que discutían. Para David y Süe no fue problema quitarles dichas escopetas de las manos con movimientos rápidos, pero éstos eran seguidores de Zatro y venían con intenciones de eliminar al general Elías Booth sea como sea, así que, al igual que pasó con los seguidores de las peleas anteriores, sus ojos se tornaron negros y comenzaron a disparar energía, tal como David y Süe se lo habían descrito al general. Dados los buenos reflejos del general, pudo esquivar con cierta facilidad los disparos y devolverlos con una pistola que estaba en una gaveta de su escritorio.

La oficina tenía el tamaño suficiente para dicha pelea, así que David tomó el escritorio y lo lanzó con todas sus fuerzas contra dos de los soldados que estaban junto a la puerta, pero estos saltaron por encima del escritorio, de modo que este dió contra la puerta generando un fuerte ruido.

Uno de los soldados habló con la mujer y le dijo--No esperábamos encontrar aquí a los guerreros, esto será más difícil de lo esperado--

A lo que ella le respondió mientras recogía rápidamente una de las escopetas--Sólo hay que saber cómo hacer esto--

Luego de eso haló el gatillo.

Se oyó un disparo, el general soltó un fuerte pero corto grito y recostó de golpe su espalda contra la pared.

El general había recibido ese disparo, aunque afortunadamente fue solo en su antebrazo izquierdo. De la impresión, Süe y David se detuvieron por un momento, pero luego Süe tomó velozmente una silla, y la lanzó acertadamente contra la chica que disparó, dejándola desmayada.

En eso, el sargento y la cabo venían a la oficina para informar de la conspiración.

Cuando abrieron la puerta, el sargento Reberón recibió una ráfaga de energía que rosó su rostro; los dos, que recién entraban a la oficina, analizaron la situación en unos instantes y tomaron parte del combate, ayudando así a que terminara más rápido.

El sargento dió los primeros auxilios a su general mientras traían al médico del fuerte.

También les dijo a David y a Süe--Gracias muchachos, si no fuera por ustedes el general Elías Booth habría muerto--

A esto solo asintieron con la cabeza, y mirando a el general le dijeron--¿Ahora sí nos cree?--

A lo que él respondió a regañadientes --Si si, ya les creo... pero esto no se lo voy a informar a nadie--

¿Por qué? vinimos a que lo sepa todo el ejército-- le dijo David con atrevimiento.

Y el general le respondió casi matándolo con la mirada, pero le dijo serenamente--Si esto lo saben todos entonces también lo sabrán los conspiradores. Lo mejor es que lo sepamos solo los que estamos aquí-- Y mirando al sargento y a la cabo dijo--El sargento Reberón y la cabo Elizabeth, a pesar de ser de bajo rango ya escucharon este asunto, así que ellos también serán parte de ésto--

Süe estaba emocionada por la respuesta, por fin tenían al ejército de su lado. Así el general fue llevado al hospital para tratar su brazo y cada quien regresó a su casa.

Era ya el siguiente día, un lunes en la mañana, cuando el sargento Reberón recibió un reporte de la policía; se trataba de algo con lo que ellos no habían podido lidiar. El día anterior, mientras ocurría el combate en la oficina del general Elías, un señor alto encapuchado y de piel oscura (como el sargento) entró a el banco central a hacer una transacción; apenas lo notó un vigilante, le ordenó quitarse la capucha de encima, lo cual hizo sin decirle la más mínima palabra o siquiera voltear a verlo. Para la parte del banco donde él iba, había una gran fila de personas, pero él esperó su turno pacientemente. Todo comenzó cuando un joven quiso ponerse delante de él en la fila, de forma muy atrevida; el señor sólo le dijo que no tomara su puesto, pero el joven insistía en tomarlo, entonces el señor perdió la paciencia y de un fuerte empujón lo quitó de su lugar. Cuando ese hombre salía del banco, lo esperaba el joven de la fila, afuera y con un cuchillo en la mano; el joven al verlo salir intentó agredirlo pero terminó con un golpe que seguramente le daría un largo descanso en una camilla de hospital; ante semejante escándalo, toda la policía de esa calle se acumuló en el banco, rodeando a aquel hombre. El hombre ya estaba perdiendo los estribos y por alguna razón su ropa se transformó en una chaqueta larga de cuero negro con franjas amarillas como la de David y Süe, y además, una capucha que le quedaba bastante bien; de la impresión los guardias le dispararon, cosa de la que terminaron arrepintiéndose, pues aquel hombre extraño les lanzó nada más y nada menos que una de sus patrullas y huyó.

Cuando el policía le cuenta esto al sargento, este queda grandemente sorprendido y dice para sí--Últimamente han pasado cosas muy fuera de lo normal; primero un tipo que dispara con las manos trata de matarme, luego tres más de esos atentan contra la vida del general, y ahora hay por ahí un tipo que lanza carros y pelea con policías ¿a donde iremos a parar?-- tan sólo soltó un suspiro y tomando el informe se dió media vuelta y se fue.