Probablemente deba iniciar contando mi día, una universitaria en la facultad de Artes que estudia de noche mientras en el día trabajo medio tiempo en un restaurante mexicano cerca a su universidad, con este trabajo me puedo dar el lujo de emborracharme y financiar mis noches locas.
Pase de ser la cristiana más devota a una puta, palabras de mi padre.
Para ser exactos, todo se derrumbo para mi luego de darme cuenta que había arruinado a la única persona buena en mi entorno, abuse de ella como había visto a mi padre abusar de las mujeres y luego ella desapareció, así que me sentía miserable luego de eso, entre en terapia por un tiempo y me ayudó a darme cuenta del error, pero ahora yo estaba ardiendo porque sabía de qué manera la había cagado y no había tenido tiempo de remendar siquiera un poco el daño, mi única salida fue confesarles todo a las personas que también había herido en mi egoísta camino, incluso si la verdad los lastimaba un poco más, yo debía aclararlo.
Así que aquí estamos, sinceramente me he estado castigando luego de lo que paso con ella y no me permito sanar, no lo voy a hacer.
El mes de marzo pasa de manera lenta y casi aburrida, mi alcoholismo moderado esta en su punto de suspension porque mamá no quiere que algun idiota abuse de mi cuando me emborracho pero que mas da, me lo merezco luego de lo que hice. De todos modos no quiero angustiarla, luego del divorcio con mi papá, ha estado trabajando duro para no permitirse derrumbar y me necesita más en casa, que en un bar borracha involucrandome con el que este dispuesto a cumplirme mis caprichos.
Mi teléfono vibra en mis pantalones y aprovechó que el lugar está vacío para salir a la parte delantera a contestar, encontrandome con un grupo de cuatro universitarios, uno de ellos tiene el cabello largo y negro mientras el otro es rubio y pecoso, hay dos chicas a su lado que supongo son sus novias, una de ellas morena y la otra palida, se ven tan esteticos como sacados de pinterest.
Mis ojos se quedan trabados en el rubio, me siento atraída por su indiferente rostro. Y los ojos de él se quedan en los míos por un largo rato, es demasiado atractivo. Su piel es blanca pero no tanto, su nariz es del tamaño correcto para un rostro delgado como el suyo, sus ojos son color miel pero decorados con largas pestañas y lo suficientemente grandes, labios no muy gruesos y pecas regadas por todo su bonito rostro, la punta de su nariz esta roja. Es alto y tiene hombros anchos, logro ver dos lunares decorar su cuello y parte de sus claviculas, es mi tipo.
Luego de mirarnos por un buen rato, él entra para alcanzar a sus amigos y en eso veo que estuve conteniendo la respiración por un buen rato, además mi corazón se agito.
Vuelvo a la realidad en el momento en que mi teléfono vuelve a vibrar en mis manos y contestó:
— ¿Por qué no contestaste a la primera?— es lo primero que me dice mi mamá, se escucha impaciente y yo sonrío.
No te conteste a tiempo porque un tipo me hechizó con su rostro.
— Disculpa— le contesto mientras enredo mi dedo pálido sobre mi cabello— ¿Me necesitabas?— cambio de tema y la escucho suspirar.
— Saldré por unos meses de la ciudad— me dice ella, sorprendiéndome totalmente y jadeo ¿Me va a dejar sola?— Seguiré pagando las cuentas, pagaré por tu alimentación y universidad, no te angusties por eso.
— ¿A dónde vas?— preguntó con prisa y la escucho reír brevemente— Oye.
— Volveré— me promete pero no contesta mi pregunta— Para cuando llegues a casa en la noche, yo ya no estaré, cuidate— y me cuelga.
Me apresuro a volverle a marcar pero ella no me contesta y luego el celular ya no timbra, como si ella lo hubiese apagado, quiero salir corriendo a casa pero Danilo, un compañero de trabajo se asoma por la puerta del restaurante y me llama.
— Atiende la mesa que está llena— me dice para luego volverse a meter al lugar.
Incluso si voy, ella es obstinada y se irá, además necesito este trabajo dado que ella no estará, incluso cuando prometió pagar todo no me puedo confiar. Entro de nuevo al restaurante con mucho pesar y veo que la única mesa ocupada es del grupo de cuatro.
Me apresuro a tomar la carta y llevarla donde los chicos, dándoles un saludo que carece de toda energía mientras me retiro para dejarles pensar que quieren comer, además preparó una bandejilla con cubiertos y en eso siento unos ojos perforar mi nuca.
Miró por encima de mi hombro al causante de esto, encontrándome con unos encantadores ojos color miel, que me miran sin ninguna expresión en la cara pero de todos modos me hacen sentir tan incómoda y no en el mal sentido, más bien en que todo mi cuerpo es un receptor de corrientes eléctricas que pasan por mis brazos, dedos, piernas, estómago y vientre.
Esto no es normal.
Me acerco a ellos con la bandejilla de cubiertos y mi libreta para tomar las órdenes en el bolsillo trasero de mis jeans clasicos color azul oscuro, tomó las cartas estirandome frente al chico de ojos miel, sintiendo como sus ojos miran todos mis movimiento y aumentando las mariposas en mi estomago, me enderezo con torpeza y escucho como el chico de cabello negro les pregunta a todos que lo que van a comer mientras yo anoto.
— ¿Hector y tú?— pregunta el chico de cabello largo.
— Yo quiero unos tacos— habla el chico de ojos miel y su voz es tan profunda, tranquila y grave que me quedo mirando sus labios mientras habla, su voz es tan intensa…
Sacudo la cabeza cuando veo que todos se me quedan mirando por un momento demasiado fijo, y voy corriendo hacia la cocina con la orden.
La voz de ese chico es demasiado para este mundo.
— ¿Qué tienes?— me pregunta Danilo acomodándose a mi lado, Danilo es guapo a su estilo, es un poquito más alto que yo y su apariencia es coqueta con sus ojos marrones y su sonrisa cuadrada, es lindo a su manera— ¿Tienes planes hoy?
— No— le contesto porque no quiero volver a mi casa, no luego de lo que dijo mi mamá— ¿Quieres beber conmigo?
En realidad, lo estoy invitando a tener sexo y el lo sabe, porque asiente con la cabeza mientras me muestra una sonrisa picara y no es como su fuera la primera vez que yo voy a hacer algo como esto, él y yo ya nos hemos involucrado varias veces.
Las órdenes salen y yo me apresuro a llevarlas a la mesa, mirando de reojo a Hector, y veo que él también me mira y siento que las mariposas aletean en mi interior. Él es demasiado atractivo y necesito parar de mirarlo cada vez que estoy cerca, pero hay algo en él que me obliga a mirarlo como si fuera una maldita acosadora.
Cuando veo que el chico de cabello largo me hace señas de llevar la cuenta, la hago con rapidez y la llevó, diciéndoles que deben pagar en la caja y cuando me voy a apartar, una mano grande se enrolla en mi muñeca haciéndome retroceder y ver que quien me agarro es Hector.
Mi corazón se acelera cuando sus ojos me miran fijamente a los míos, su otra mano separa mis dedos que está pegado a la palma formando un puño y deja dinero ahí.
— Propina— dice él, con una voz que suena indiferente pero tan profunda y grave, tan intensa— Por atendernos.
— Gracias— logró decir y él suelta mi mano, siento mi corazón latiendo rápidamente, tanto así que toco mi pecho, caminó rápido y me escondo en la cocina— Dios— susurro mientras guardo de manera torpe el dinero en los bolsillos de mi pantalón.
La cocinera, que es una chica de mi edad, de cabello largo y piel morena, me mira con diversión mientras se acerca a mí, su mano toca mi hombro y me sacude un poco.
— Estas toda roja— me molesta y yo suspiro, me altere con un simple toque en mi muñeca pero sus ojos mirándome y esa voz me embrujaron— ¿Por qué estás malgastando tanta sangre justo ahora?
— Creo que estoy sufriendo un ataque cardiaco— bromeo yo y la cocinera me pega— Oh vamos, estoy sufriendo un ataque cardíaco y tú me pegas, eres mala Natalia.
— Si juegas con eso, enserio morirás— me reprende ella y yo sonrio— Tu turno termino, ve a cambiarte mientras el pervertido de Danilo no esté atento.
— Quizá sí esté dispuesta a que él me ayude un poco a liberar la tensión de estos días— susurro yo, buscando mi bolso con ropa y luego caminando fuera de la cocina, para entrar al baño a cambiarme.
Me apresuro a quitarme la camisa con el logo del restaurante y me pongo un poco de perfume sobre mi piel para esconder el olor a comida, me pongo luego una camisa que llega a mitad de mi abdomen pálido y me cambio a unos pantalones con rotos por todo lado, incluso en la parte trasera.
Salgo del baño y veo que Danilo también se ha cambiado, le doy una mirada rápida y luego salimos juntos despidiendonos.