—¡Lamento que tenga que ser así!
—¿Así como?
—Que tú tengas que estar para los hombres del público.
Marlon me había dejado seguir sobré él. Su miembro encajaba a la perfección con mi alma y sus manos acariciaban la curva de mi culo. Habían pasado algunos segundos desde el orgasmo.
—¡No quiero!
—No puedo ayudarte. Aunque quisiera que no fueran así las cosas, no te convendría estar conmigo, soy un padrote.
—Pues aunque no esté contigo, no me dejes estar al público.
Mis manos le acariciaron el pecho, era suave y me gustaba la sensación de poder tocarle. ¡Marlon fue esa chispa que me alentaba a disfrutar de las cosas malas!
—No te prometo nada.
—¿Y entonces? ¿Me dejaras libre?
—¿Y a dónde irás? Sé que puedo sonar cruel, pero no tienes a nadie de tu familia cerca. Es más, ni siquiera sabemos quién era tu familia.
—Puedo intentar recordar de dónde es mi familia, sólo...
—¡Solo me tienes a mí!
Me quedé callada. De pronto había perdido la esperanza. Yo solo era una chica de diecisiete años intentando jugar a ser adulta. Quería comprender muchas cosas que no me correspondían, cosas que no había buscado pero que al final me habían dañado. ¿Era mi culpa estar aquí? ¿Él me estaba hablando con sinceridad?
—Mira. Yo sé que esto no te agrada en ningún sentido, pero no puedo dejarte ir. Si tú cumples con tu trabajo, o sea, tus deberes con el público, yo prometo darte protección y lo necesario.
—¿Protección?
Él quiso sentarse. La sensación de sus manos tocándome me hacía temblar en el buen sentido. Mis piernas seguían abiertas sobre su pelvis y su mirada se quedó petrificada en mí por algunos segundos. Su barba era perfecta y la forma en la que me hacía sentir, no podría explicarlo bien.
—Te cuidare. Nada malo te pasará. Después de todo, tú has sido de las mejores chicas que tengo. ¡Ahora eres toda una mujer! Una experta en lo que involucra el placer.
¿Cómo debería haberme sentido por su comentario? ¿Fue un halago? ¿Una ofensa?
—¿Quieres que me quedé?
—No quiero que te sientas obligada. Ve esto como un empleo. Claro, quizá no sea el lugar más agradable, pero al menos tienes este lugar y me tienes a mí.
—¿Te volveré a ver?
—Me temo que no. Y no porque no te quiera, es algo complicado.
—¿Complicado?
Su boca se acercó a mis labios y me obligó a guardar silencio con aquél beso. Fueron varios segundos, se sintió bien y después termino.
—Creo que es momento de que te vayas.
¿Qué pasaría conmigo? Me levanté de mi lugar, él se incorporó y comenzó a caminar hacía el sanitario. Ambos estábamos desnudos, no hacía frío y parecía ser que él me estaba despidiendo de su vida. Me vestí rápidamente, escuché que salía del baño, me gire a mirarle por algunos instantes y salí de su oficina.
***
—¡Tu libro ya se está publicando!
Estábamos cenando.
—¿Cómo que se está publicando?
Su sonrisa me hizo arquear ambas cejas.
—¡Tu libro pronto verá la luz de sus lectores!
¿Eso iba a ocurrir? ¡Qué cosas tan bonitas iban a pasarme!
—¿Cuándo podré...?
—A finales de este mes.
—¿De verdad?
—Si.
—Pues solo falta una semana para que sea fin de mes. ¿No es muy rápido?
—El dueño de la editorial es mi amigo. Así que me hará el enorme favor de darle prioridad a tu historia.
¿¡La historia de una prostituta en físico! ¿Te lo puedes creer?
—¡Muchas gracias! Esto no lo puedo creer. ¿Cómo se llama tu amigo?
—José.
—Me gustaría conocerlo y agradecerle por su ayuda.
—Él también te quiere conocer.
—¿Cuándo?
—Personalmente me pidió que te llevará a su casa a fin de mes.
Me sentía muy emocionada. ¿Quién no lo estaría? Se trataba de mi libro, de mi vida y de mi alma.
En ese momento, el estar con Ángel me resultaba una necesidad y una calma profunda. Un hombre joven, millonario, apuesto y muy sencillo; ese era el tipo de hombre qué nunca imaginé tener en mi vida. De forma repentina llegó a mi mundo y fue tanta su insistencia que le permití ayudarme en todo lo posible. ¡No quería al principio! Al final, aún sigue ayudándome bastante. Si bien, él es un hombre de carácter gentil y agradable, podría decir que Ángel no depende del dinero, el dinero depende de Ángel aunque, para ser sincera, su dinero es algo de lo que nunca presume.
Le he visto sin playera, sin pantalones, ropa interior cómoda y en la misma cama donde yo también dormiría. ¿Nos abrazamos? No del todo, los únicos abrazos fueron aquellos roces de piel que nos dábamos inconscientemente a la media noche. Hemos sido en la cama, en la pista de baile, en su casa, hemos sido amigos aunque sus sentimientos por mí a veces son diferentes. ¡Dice que está enamorado de la chica que soy y que yo le hago sentir bonito! ¿Te lo puedes creer? Mi intención nunca fue causar un efecto así en él. De pronto se preocupa demasiado por mí, le dan celos cuando habló con alguien más y hasta estoy segura de que él haría cualquier cosa por mantener alejado a cualquier hombre de mi vida. ¿De verdad me quiere?
¿Yo que siento por él? ¿Mis sentimientos han cambiado? Digamos que si han cambiado, que le quiero un poco más que antes y de verdad que me gusta estar con él. Yo he seguido escribiendo acerca de cómo es que un hombre millonario tiene como prioridad la sencillez en su vida. ¿Le gustará leer lo que yo escribo sobre su vida? ¿Qué sentirá a la hora de descubrir más a fondo mi perspectiva? ¿Mi escritura ha hecho que él se enamore más de mí?
Mi realidad es que no tengo miedo de mostrarme desnuda ante el papel y las letras. Escribir es un escape para mí. En las hojas puedo decir tantas cosas que me he obligado a no decir y no tengo miedo a que me juzguen cómo tonta.
—¿Te gusta hacer eso?
Román tenía la cabeza recargada contra la pared. Eran las cuatro de la mañana.
—Si. Me gusta y siento que me ayuda.
—¿En qué podría ayudarte el escribir sobre ese cuaderno?
—Me ayuda a poder acostumbrarme a estar en este lugar. Siento que puedo desahogarme libremente.
—¿Y por qué no te desahogas conmigo?
—Yo si me desahogó contigo. Es solo que a la hora de escribir siento que me desnudo por completo. Estar con diferentes hombres todo el tiempo me ha acostumbrado a estar desnuda y expuesta físicamente. ¿Dónde quedan mis emociones y sentimientos? Esos no los puedo compartir con todos esos desconocidos. Claro, no estoy diciendo que tú seas un desconocido, más bien, digo que quiero tener un poco de lo que queda de mi desnudez. Este cuaderno me representa, soy yo todo esté tiempo y aquí están todos esos momentos en lo que pensaba rendirme y al final no lo hice.
—Creo que eres increíble.
—¿De verdad lo crees?
—¡Por supuesto! No todas las chicas de este lugar son como tú. La mayoría está aquí por placer y gusto. Tú estás aquí por mero desequilibrio en tu vida. Tal vez un día logres ser más que una prostituta. ¡Serás escritora!
—¿Tú crees?
—Si. Yo creo en ti.
—¿Cómo lo podré lograr?
—Podemos escapar si tú quieres.
—¿Escapar de aquí? ¿A dónde?
—Escaparemos para buscar nuestra felicidad.
Así fue como aquel bravucón me alentó a perseguir más este sueño y yo nunca imaginé que esté sueño me hiciera buscar mi felicidad.
—Está bien. Me gustaría escapar, pero ¿Marlon?
—¿Qué tiene Marlon?
—No se sentirá triste de que...
—¡Tranquila! Él no se pondrá triste de que escapes. Seguro te apoyará.
Resultaba ser que yo era la única chica con la que Marlon pasaba las noches. Antes de mí y después de mí, no hubo chica que le regalará tantas caricias nocturnas. ¡Fui su primera chica! Era como su novia y a la vez no. Mi relación con Marlon es otro tema que no lograba aclarar en aquel momento. No era amor, si era deseo. No era cariño, eran caricias. No era romance, era una obligación. No eran flores, eran mis sentimientos los que siempre marchitaba él. ¡Termino conmigo!
***
—¿Cómo están todos? —Le pregunté a Alán.
—Están bien. Recién fueron al doctor.
—¿Mis papás también?
—Ellos también se fueron. Estoy con Víctor viendo la televisión.
—Voy para allá.
—¿Dónde estuviste? Mamá estaba preocupada.
—Estoy bien. Te veo en un rato.
Ángel había tenido que ir a la compañía, estaba firmando un acuerdo importante de inversionistas. Salí de la casa a eso de las once treinta, camine por la banqueta. Llegué hasta la caseta de vigilancia y salí del fraccionamiento. Continúe caminando por la banqueta hasta que su voz me hizo frenar.
—¿Y tu novio?
Él me estaba observando atentamente, su mirada no se perdía ningún detalle de mi rostro.
—No es mi novio. Ángel tuvo que salir a arreglar algunas cosas.
—Ya veo. ¡Tu pretendiente! ¿A dónde vas?
¿Por qué estaba él aquí? Su chofer tenía las manos sobre el volante. No le contesté al instante.
—¿Por qué me estás siguiendo? Sé que algo planeas y realmente no está bien. ¡Deja de seguirme!
Sus cejas se arquearon. Sus labios se abrieron un poco.
—¡No te estaba siguiendo!
—¿A no? Entonces casualmente tú ibas viajando por este fraccionamiento a la misma hora que yo. No me salgas con que también vives por aquí, porque no te voy a creer.
—¡Si vivo aquí!
—Como sea. Un gusto verte Marlon. ¡Buen viaje!
Preferí ignorarlo. Continúe caminando por la banqueta.
—¿A dónde vas? ¿Es lejos? Puedo llevarte si quieres.
¿Llevarme? Si claro. Y terminar retomando mi vida de prostituta. ¡No gracias! Muy en el fondo yo sabía que había algo bueno en su corazón, pero, él no había sido capaz de sacar a relucir lo bueno. Sus negocios, el dinero y su protección eran las cosas más importantes para él.
—Gracias Marlon, pero estoy bien.
Vi que un taxi se aproximaba. Le hice la parada. El taxi se detuvo delante de la camioneta de Marlon.
—¿Puedo ir contigo?
—¡No! Hoy no. Y ni se te ocurra seguirme porque no sabes lo que te hago.
—¿Qué me harás?
—¡Ya te dije!
Subí al taxi. Le pedí al chófer que condujera rápido. Vi que la camioneta de Marlon se desviaba en la entrada de otro fraccionamiento. ¿De verdad vivía aquí? Seguramente había venido por negocios.
***
Cuando entre a mi departamento no pude evitar sorprenderme por ver a Román allí. Él estaba viendo una película junto con mis dos hermanos.
—¡Hola! ¿Cómo están?
—¡Muy bien! —Dijeron al unísono.
Román se me quedó mirando. Se levantó del sillón y ambos fuimos a la cocina.
—¿Cómo estás? Víctor me contó que tus padres están aquí.
Me serví un vaso de agua de jamaica.
—Sí, ellos están aquí. ¿Lo puedes creer?
Le ofrecí agua pero la rechazo.
—La verdad no me cabe en la cabeza la idea de que ellos...
—¡Descuida! Parece que todo está bien. Yo me siento bien.
—Te creó. ¿Estuviste con Ángel?
—Si. Me quedé a dormir en su casa. No me daban, no me dan ganas de estar aquí junto a mis papás.
—¿Cuánto tiempo se quedarán?
Me encogí de hombros.
—Se supone que un par de días y ya.
Víctor estaba muy emocionado con la película. Ángel nos había regalado ese televisor Smart tv. Recordé la noche cuándo estábamos viendo la película de blanco y negro.
—¡Por cierto! Tengo que decirte algo sorprendente.
—Está bien, te escucho.
—Ayer me encontré a Marlon.
Sus ojos se abrieron por completo.
—¡¿Marlon?! Marlon ¿él padrote?
Asentí.
—Sí, él mismo. Dice que vive en Tlaxcala, pero está mañana también me dijo que vive aquí.
—¿Lo volviste a ver?
—Me estuvo siguiendo desde ayer.
—¿Te quiere de vuelta?
—Quizá, pero yo me negué. No puedo ser algo que no quiero solo por complacer a otras personas.
De momento note un poco de nervios en Román. Le sudaba la frente y sus manos parecían temblar.
—¿Te preguntó por mí?
Ahí fue que nuestra conversación dio un giro por completo.
—¿Por ti? ¿Por qué me preguntaría por ti? Ni siquiera sabe que estamos juntos.
—Es verdad. Tú no le dijiste nada sobre mí, ¿cierto?
Su comentario me hizo desconfiar un poco.
—No le dije nada. ¿Está todo bien?
Ahora era yo la que preguntaba sobre el bienestar emocional.
—Sí. Todo está bien. Es solo que...
Se quedó callado. Bajo la mirada.
—¿Paso algo Román? Puedes decirme si quieres.
Soltó un suspiro profundo. Parecía meditar en sus asuntos.
—Resulta que hay algo que no te dije.
—¿Algo que no me dijiste? ¿De qué hablas? Si tú siempre me dices todo.
—Ahí está el problema. Que no te lo dije todo.
Me quedé callada. ¿Qué podía decir? Él estaba tratando de sincerarse conmigo por algo que había hecho y no me había dicho.
—Después del incendio del prostíbulo logré llegar a un poblado cercano. Empecé a buscar algún lugar donde pasar la noche y encontré un mini hotelito. Pague una habitación, subí y ahí en el pasillo me encontré a Marlon. Cuando me vio pude ver mucha emoción en su rostro, pues dos hermanos de sangre se habían vuelto a encontrar después de una tragedia.
—¿Cómo? ¿Marlon y tú son hermanos carnales?
Las cosas comenzaban a ponerse intensas.
—Sí. Marlon es mi hermano.
—¡¿Y por qué nunca me dijiste?!
—¿Qué caso tendría que yo te hubiese dicho?
—No sé. Tal vez las cosas hubiesen sido diferentes.
—Como sea. Eso ya no importa. Ahora te estoy diciendo la verdad.
—Está bien.
—Bueno pues, en esa noche los dos nos pusimos a platicar sobre lo ocurrido. ¿Qué pasaría con nosotros? ¿A dónde iríamos? ¿Cómo nos iría en los negocios? Estuvimos hablando sobre esas cuestiones. Bebimos un poco y entonces saliste a relucir.
—¿Yo?
—Sí. De pronto Marlon me preguntó por ti. ¿Qué había pasado contigo? ¿Dónde estabas? ¿Estabas bien? No le dije que yo te había visto escapar y mucho menos le dije que tú habías provocado el incendio. Lo único que pude informarle era qu seguramente habías logrado salir y que lo más probable era que estuvieras por ahí perdida. Mando a algunos hombres a qué fueran inspeccionar la zona y los alrededores, él realmente estaba muy preocupado por tu seguridad. Después de dos horas de búsqueda se dio por vencido, supo que habías logrado escapar en algún vehículo ajeno a su propiedad. «¿Te gusta o por qué es que estás muy preocupado por ella?» le pregunté. «¡Me gusta y no sólo eso! Quiero lo mejor para ella, le prometí que la cuidaría y le fallé» dijo él. «¿Por qué le fallaste?» «Le dije que nada malo le pasaría y todo esto pasó. ¡Ojalá que Karol se encuentre bien!» Traté de animarlo pero él seguía inquieto. «¿Ella te gusta?» me preguntó. ¿Qué supone que debía contestarle?
—Pues no sé. ¿Qué le respondiste?
—Por supuesto que le dije la verdad y eso pareció enojarlo por completo. Me dijo que no me correspondías. Que como hermano menor tenía que estar dispuesto a dejarte ir con él. ¿Irías con él? Es decir, si él te lo propusiera ¿Tu irías?
—¡No lo sé!
—Yo sé que el sexo era lo que siempre los unió. Por alguna razón siempre te pidió a ti y tú estuviste dispuesta a soportar que alguien como él te enseñará a ser una profesional en el sexo. ¿Ahora entiendes por qué nunca te pedí acostarnos? Yo no podía traicionar a mi hermano, después de todo, él había hecho muchas cosas por mí. ¡Yo no quería pagarle con ingratitud!
—¿Por eso es que siempre cuidaste de mí?
Asintió.
—Al principio él me dijo que una chica nueva llegaría. El hombre que te llevo al prostíbulo le debía una gran cantidad de dinero a Marlon, así que el deudor pago contigo. Desde el principio llegaste a ser propiedad de Marlon. Me pidió que cuidara bien de ti hasta que cumplieras los dieciséis, ahí fue cuando tú comenzaste a conocer más a fondo a mi hermano y fue cuando descubrí que yo sentía algo por ti.
—¿Y por qué nunca me dijiste? Quizá yo hubiese...
—Te hubieses sentido muy confundida. Cuando uno es adolescente se tiene mucha inestabilidad emocional. ¿Cómo hubieses reaccionado al saber la verdad?
Me quedé callada pensando en las posibilidades. Román tenía razón.
—El punto es, ya sin tanta vuelta, Marlon y yo nos separamos y ambos prometimos buscarte. Quién te encontrará primero tendría la oportunidad de crear un futuro a tu lado. En pocas palabras, te hubieses convertido en mi novia porque yo te encontré primero. Pero...
—¡¿Pero qué?!
—Yo llegué tarde también. Ángel fue el que te encontró y tal vez suene duro para mí, pero... Él te quiere y quizá tú también quieras corresponder a sus sentimientos. Ángel apareció en tu vida y entonces todo cambio. Marlon y yo ya no tendríamos la misma oportunidad porque ahora estamos compitiendo tres personas por tu corazón. ¿Cómo ves? Complicado ¿no?
No dije nada al instante. Parecía como si todo fuera un cuento.
—¿Estás molesta?
—Yo no sé qué decirte. Supongo que siguen pasando cosas que no logró entender del todo y en verdad, me siento un poco desconcertada.
—¿Qué parte te desconcierta?
—Pues verás. Todo me desconcierta. No entiendo cómo todos estos años no me dijiste la verdad desde el principio.
—No podía. ¿Qué hubiese cambiado entre nosotros? Tú eras la chica de mi hermano y yo era el custodio de una chica que no me correspondía en ese momento. ¡No quería interferir!
—¿Interferir? Román si tan solo me hubieses dicho que tú...
—¿Me hubieses aceptado?
Nos miramos fijamente a los ojos.
—Sí. ¡Yo te hubiese aceptado! Resulta que si me gustabas al principio y después ante mi inestabilidad emocional, me obligue a no hablar sobre ello. Quizá por eso es que terminamos como amigos. Tú te volviste alguien importante para mí.
Ahora era el quien parecía conmovido. Su frialdad estaba siendo calentada por mis palabras y sus pensamientos meditaban en lo que yo acababa de confesar.
—¿Me querías?
—¡Me sentía atraída por ti!
—¿Y por qué no...?
—Porque sabía que al estar en un prostíbulo yo no podía darme la oportunidad de amar a alguien. Así que preferí callarlo también.
La película había terminado. Víctor se había levantado del sillón salió al balcón con Lety.
—¿Marlon te ha...?
—Solo me dijo que si quería mudarme con él.
—¿Qué le dijiste?
—Él ya conoció a Ángel.
¿Tres hombres peleando por mi corazón? Ahora todo parecía complicarse más para mí.
Marlon conoce mi cuerpo. Román conoce mis sentimientos. Ángel me regala flores, me da ánimo y logra tocar a fondo lo más sensible de mí. ¿Debo escoger a alguno? ¿Siento algo por alguno de ellos?
—¿Cómo reaccionó él?
—Ángel se presentó como mi novio.
—¿Y es verdad?
—¡Probablemente!