Perspectiva: Zephyrius.
Bosque Truc, Jublios 18 de Sextilis del 1575.
Han transcurrido once meses exactos desde la última vez que vi a este insolente humano; no obstante, debo decir que la larga espera tiene sus ventajas. He realizado todos los preparativos para hacerle pagar por lo que me ha hecho; naturalmente, ya he considerado cada factor y posibles desenlaces; en consecuencia, me he asegurado de que mi investigación, así como toda la información que recopilé durante estos años, logre llegar a manos de mis camaradas cuando se abra la Brecha, después de todo, estoy en el límite de mi vida, podría fallecer en poco tiempo; solo espero que mis esfuerzos y estancia en este mundo inferior no sean en vano. En primer lugar, me recuperé satisfactoriamente de aquella herida que me causó; fue un proceso de curación muy prolongado y doloroso, definitivamente haré que esa escoria sienta lo mismo que yo.
En segundo lugar, creé una gran horda de súbditos de la casta inferior e intermedia, no obstante, debido a la urgencia de ejecutar esta venganza, tuve que acelerar su desarrollo de manera forzada y artificial con el uso de diversos compuestos químicos; como resultado, su fuerza e inteligencia es muy baja comparado con un monstruo generado naturalmente; aun así, es suficiente, la basura seguirá siendo basura, sin importar su procedencia, tratamiento o crecimiento, puedo prescindir fácilmente de esos despojos de seres vivientes.
En tercer lugar, preparé este lugar específicamente para acorralar y asesinar cruelmente a este humano despreciable; personalmente diseñé esta barrera para limitar todos los hechizos de escape, con el fin de llenarlo de desesperación y miedo; aunque simplemente podría haber impedido completamente el uso de esas Artes Ocultas y Especiales, decidí no hacerlo, ya que eso también afectaría mis poderes de Tele Transportación, además, no es necesario recurrir a tales extremos.
Por último, he logrado que este despreciable humano se presente en este bosque por su propia voluntad, empleando una simple artimaña, en verdad, los humanos son seres tan predecibles y estúpidos. Debo admitir que los patéticos miembros de esta organización llamada el Culto de los Adoradores de los Monstruos, pueden ser muy útiles si se les busca algún uso con detenimiento.
He esperado este momento por mucho tiempo, estaba muy deseoso de someter a esta escoria a un sufrimiento y angustia, al punto en que quisiera estar muerto; sin embargo, el desarrollo de los eventos no fue como lo había planeado. Este insignificante humano se ha vuelto mucho más fuerte y astuto que la última vez; logró sobrevivir y resistir fácilmente a mi horda de súbditos, con lo cual, me he visto forzado a cambiar mis planes y atacar prematuramente para acabar con él de una vez por todas, su amenaza es más grande de lo que había imaginado; si no lo extermino ahora, se convertirá en un enemigo problemático cuando inicie la nueva Campaña de Conquista Interdimensional.
Debo reconocer que este humano es bastante hábil en el uso de la magia, sin mencionar que es muy bueno en la lucha cuerpo a cuerpo; si la batalla se prolonga demasiado tiempo, tendré que enfrentar una pelea difícil. En términos generales, nosotros, los Progidium, somos superiores a las razas de Alfa en fuerza física, cualidades de supervivencia, así como en el uso de la magia; no obstante, debido a las condiciones naturales y las leyes mágicas, solo podemos manifestar todo nuestro potencial durante un corto periodo de tiempo. Esto se debe en gran medida al hecho de que no podemos hacer uso eficiente de nuestra Energía Mágica, viéndonos obligados a recurrir al uso de hechizos; adicionalmente, nuestros dones y habilidades no funcionan de la misma manera, y en muchos casos, su poder se ha menguado notablemente.
En Terradorum no se suelen usar hechizos, en su lugar, manipulamos libremente nuestra Energía Mágica para crear proyectiles, escudos, incrementar las capacidades físicas, encantar objetos, y en general, para todo lo que implique magia; los hechizos son solo un medio de entrenamiento para alcanzar un poder superior, las Maestrías, las cuales son el refinamiento de la Energía Mágica con el objetivo de adquirir nuevas habilidades que permiten potenciar nuestra magia y aumentar su versatilidad. Como resultado, existe una pequeña cantidad de hechizos, con efectos muy limitados. Desgraciadamente, en Alfa, controlar a voluntad nuestra Energía Mágica tiene un costo extremadamente alto, ocasionando que nos quedemos sin magia rápidamente, además de sufrir un terrible dolor, algo que no ocurre en nuestro mundo; en consecuencia, es necesario hacer uso de hechizos, los cuales funcionan de forma diferente al someterse a otras leyes mágicas, generando graves efectos secundarios, y la mayoría tienen un tiempo de relanzamiento considerable.
Similar a los hechizos, las habilidades que conseguimos gracias a nuestras Maestrías, también sufren cambios notables en sus efectos y adquieren nuevas características; lo más remarcable, es el hecho de que tienen un largo tiempo de reutilización, fuertes efectos secundarios, y un incremento sustancial en el costo de Energía Mágica. Todo esto ocasiona incomodidad y dificultad en el uso de la magia, lo que disminuye nuestra capacidad de combate. Para rematar, nuestros dones, también conocidos como Autoridades, llamados así por su poder incomparable, reciben una considerable reducción de su fuerza, a tal punto en que pueden ser repelidos, anulados e incluso contrarrestados, algo que es imposible en nuestro mundo.
En mi caso, soy uno de los pocos poseedores de la Autoridad de Dominación, un aura morada majestuosa que infunde temor en mis enemigos, la cual permite adjuntar a todos mis ataques físicos y mágicos la propiedad de penetrar casi cualquier cosa, son imparables e incurables, agregando que no se pueden resistir, anular o desviar; así mismo, puedo extender el aura en todo mi cuerpo, proporcionándome una ventaja abrumadora. En este mundo, mi Autoridad ha perdido algunas de sus características, solo es posible hacerlo en una parte de mi cuerpo, o en un objeto a la vez, sin mencionar que adjuntar estos efectos a los hechizos cuesta mucha Energía Mágica.
A pesar de todo, he estudiado con detenimiento las leyes mágicas de este mundo; gracias a eso, ahora puedo hacer mejor uso de mi poder, entiendo cómo funcionan los hechizos, y estoy seguro de que destruiré a cualquiera que se interponga en mi camino; incluso he logrado crear mis propios hechizos originales. En definitiva, no hay forma en la que pierda este combate.
Dicho esto, ahora me encuentro cara a cara con esta escoria humana; y aunque las cosas no han resultado de la manera más óptima, con solo unas pocas palabras, esta basura está temblando de miedo; en verdad, los humanos son criaturas débiles y cobardes, no merecen vivir.
- Antes de comenzar, déjeme decirle que su muerte será lenta y dolorosa; pagarás por lo que me has hecho. – lo observo con desdén, al tiempo que adopto una posición de batalla.
- … – me mira con un rostro lleno de angustia, mientras asume lentamente una postura de combate.
Soy un individuo de pocas palabras, sobre todo cuando se dirigen a un futuro cadáver; además, eso le ayudaría a prepararse, algo que no permitiré. En esta ocasión, no voy a precipitarme en mis movimientos, haré uso eficiente de todo mi poder; desafortunadamente, ya no hay espacio para juegos, debo aplastarlo rápidamente.
En un instante, reduzco nuestra distancia, después, realizo ataques rápidos y certeros con Morsecus, mi espada mágica, imbuida con mi Autoridad Dominación; increíblemente, esta basura humana logra esquivar y repeler mi asalto, aun así, es fácil notar que tiene muchas dificultades para lidiar con mi fuerza y velocidad. Detectando las debilidades en su defensa, lanzo una potente patada a su estómago, sin embargo, se las arregla para interponer su escudo; de todas formas, esto no evita que ruede varios metros por el suelo, como la escoria que es.
Sin darle un respiro, utilizo el hechizo [Lanceadestructo], uno de mis hechizos originales, el cual genera una lanza negra haciendo uso de mi Energía Mágica, que puede desintegrar cualquier cosa con la que tenga contacto; para mejorar su efecto, agrego el poder de mi Autoridad Dominación, como resultado, se torna de color morado. La lanza se dirige a su objetivo con gran velocidad, no obstante, el miserable humano logra eludir mi ataque con [Destello], un hechizo de movimiento instantáneo; en consecuencia, mi lanza falla y colisiona con el suelo, dejando un enorme cráter.
Continuando con mi asalto, me Tele Transporto justo frente a él y con mi espada realizo un fuerte corte lateral con el fin de seccionarlo a la mitad; sorprendentemente, logra esquivarlo con muchas complicaciones, sin embargo, esto hace que pierda su postura defensiva, por lo que aprovecho la distancia para lanzar una rápida y certera estocada que conecta en su costado izquierdo; como es de esperar, la escoria realiza un grito de dolor, al tiempo que lanza el hechizo [Repulsión] que me obliga a retroceder varios metros.
- ¿Puede sentir como se acerca su muerte? – sonrío con satisfacción – es inútil resistirse.
- Eso no va a pasar… – el insolente humano lo dice con rostro serio, aun cuando su cuerpo está temblando de miedo – [Arte Oculta: Ataque Letal] – lanza un hechizo.
Inmediatamente se abre un círculo mágico sobre mis pies, del cual se producen unas llamas negras; lógicamente, esquivo su ataque saltando hacia adelante, con el fin de reanudar mi asalto. Me acerco al humano con rapidez, mientras preparo mi espada con la intención de realizar un potente corte; ya sea por su inherente estupidez o ignorancia, el patético humano continúa lanzando hechizos, en un vano intento de hacerme retroceder; no obstante, todos sus ataques son repelidos con el poder de mi Autoridad, infundido en Morsecus.
Sin otra alternativa, el humano oscila su hacha, de la cual se produce una cuchilla dorada que se dirige a mi posición con gran velocidad; naturalmente, su intención es partirme a la mitad. No hay duda, este ataque es alguna clase de habilidad especial del arma; obviamente, su letalidad debe ser mucho mayor que cualquier hechizo que me haya lanzado hasta el momento. En respuesta, balanceo a Morsecus, y activo su poder; su filo brilla intensamente y al instante, se genera un potente haz de luz morada que choca contra la cuchilla dorada; en un breve destello, mi ataque la atraviesa y desintegra rápidamente; pero no se detiene ahí, ya que continúa su trayectoria en dirección al insolente humano. Como último recurso, interpone su escudo, en un vano intento de protegerse.
El haz de luz se encuentra con el escudo, lo que ocasiona un sonido estridente seguido de una nube de polvo; al cabo de unos segundos, el polvo se disipa, y para mi sorpresa, el humano se encuentra a varios metros de la zona de impacto, tirado en el suelo, aún con vida; sin embargo, la colisión no solo lo envió a volar, también destrozó su casco y guanteletes, rompió su escudo y rasgó sus ropas, dejándolo con una apariencia miserable; así mismo, su cuerpo se encuentra lleno de heridas y cortadas, se podría decir que sobrevivió por muy poco.
En Terradorum, Morsecus es una de las 47 espadas legendarias, fabricada con Mageadirul, uno de los metales más poderosos; en mi mundo, es capaz de cortar a través de cualquier magia y lanzar un haz de luz imparable que viaja a una velocidad imperceptible; pero en Alfa, su poder ha sufrido una terrible reducción, al punto en que un escudo más o menos decente puede detener sus ataques; adicionalmente, el haz de luz también tiene un tiempo bastante largo de reutilización. Estaba seguro de que bastaría con un solo ataque, pero parece que no es suficiente; no puedo negar la tenacidad de este miserable humano, sin dejar a un lado que su equipo tiene una calidad considerable.
- Ja ja ja ja, – me río con desprecio – tienes un buen equipo, y también debo admitir que eres un humano bastante resistente, pero eso no será suficiente para evitar tu muerte. – le hablo a lo lejos.
- [Arte Oculta: Reconstitución] – se levanta y activa un hechizo – ¡Aarrrg! – grita de dolor.
Antes de que utilice otro hechizo, nuevamente me Tele Transporto frente a él; tomando ventaja del sufrimiento causado por su hechizo de curación, reinicio mi asalto balanceando mi espada con la intención de terminar esta batalla de una vez por todas. Increíblemente, el humano logra defenderse y esquivar con gran esfuerzo, sin embargo, esto no es suficiente para rechazarme. Notando sus problemas para lidiar con mis ataques, intensifico la fuerza y velocidad de mis movimientos; así, consigo causarle pequeños cortes en todo su cuerpo.
Al cabo de varios minutos, la defensa de esta basura humana comienza a flaquear, mostrando diversas aberturas, las cuales no dudo en aprovechar para asestarle puñetazos, patadas y profundos cortes. Inútilmente intenta tomar distancia, por lo que hago buen uso de este entorno boscoso para acorralarlo y golpearlo fuertemente contra los árboles y enormes rocas de los alrededores.
- [Arte Especial: Aturdimiento] – lanza un hechizo en medio de la golpiza que le estoy propinando.
El cuerpo del humano emite un resplandor dorado; si observo este destello por mucho tiempo, sufriré de ceguera, desorientación, dolor de cabeza y la incapacidad de controlar mis movimientos de forma correcta. No obstante, mi respuesta a esta acción es muy simple.
- ¡Patético! – pronuncio esta palabra al tiempo que le atizo una fuerte patada, que lo manda volar varios metros hasta chocar contra un árbol.
Para evitar los efectos negativos, aparto la mirada, activo un hechizo para elevarme sobre la copa de los árboles, y procedo a lanzar toda clase de hechizos destructivos en el lugar donde cayó esa escoria humana. Obviamente, estos ataques no serán suficientes para matarlo, después de todo, las alimañas no pueden morir tan fácilmente, especialmente aquellas que se aferran a la vida con más vehemencia; aun así, evitarán que pueda contraatacar, y ralentizarán su recuperación; no planeo darle ni un segundo de descanso.
Después de algunos minutos de ataques sin tregua, decido detenerme para observar las inmediaciones con el fin de detectar la ubicación de mi objetivo; los débiles insectos siempre son muy escurridizos; no obstante, no me es posible localizar a esa escoria.
- ¡¿Dónde estás?! ¡Pequeña basura!... – lo digo en tono provocativo y en voz alta.
Siempre he pensado que los roedores y criaturas miserables tienen una extraña cualidad para sentir su muerte, es en esos momentos en los que su astucia sale a relucir; en este caso, el patético humano debe estar oculto en algún lugar, seguramente, el miedo y la desesperación lo están carcomiendo desde adentro, esto lo empujará a precipitarse y cometer errores.
- ¡No podrás esconderte por mucho tiempo! – vocifero con agresividad – ¡hoy morirás!... – hago una pausa al tiempo que estoy atento al entorno – ¡ya que no vas a salir! ¡¿debería ir a asesinar a tus compañeras?! ¡tal vez así me divierta un poco más, y te muestres ante mí!
- ¡[Arte Oculta: Tempestad]! – escucho a lo lejos la voz del humano lanzando un hechizo.
Inmediatamente se genera una enorme nube negra que cubre todo el cielo, como resultado, el día se vuelve oscuro y tormentoso; posteriormente, se produce una increíble cantidad de rayos blancos que se dirigen a mi posición; si uno de esos rayos me golpea, estaré en seria desventaja. Sin lugar a dudas, este es un Arte Oculta muy poderosa, ni siquiera durante la Campaña de Conquista Interdimensional, había visto a alguien realizar este hechizo. Según mi investigación sobre la magia de este mundo, solo los magos más diestros del atributo Oscuridad pueden ejecutarlo; definitivamente, este humano es una gran amenaza.
Lanzar este hechizo delató su posición, en consecuencia, me dirijo a su dirección mientras esquivo y me protejo de los rayos. A medida que me acerco a él, puedo notar que ahora los rayos apuntan al lugar donde están luchando sus mujeres, no hay error en afirmar que es un humano muy sagaz al intentar ayudarlas, pero ello le costará caro.
Con un breve vistazo, puedo notar que ha sanado todas las heridas que le había causado; seguramente, debe estar utilizando alguna habilidad que le permite disipar el estado incurable causado por mi Autoridad; aun así, no podrá hacerlo para siempre, tarde o temprano, su cuerpo colapsará o se quedará sin magia; sea cual sea el resultado, pronto morirá.
Rápidamente me lanzo al humano, preparado para acabar con él. Retomando la ofensiva, balanceo mi espada de forma rápida y precisa, no obstante, logra esquivar y protegerse con mucha facilidad; probablemente, debe estar usando hechizos o habilidades de refuerzo. Después de varios minutos, por primera vez en todo el combate, esta escoria humana consigue contraatacar, obligándome a retroceder y defenderme; sin embargo, aún no es suficiente para poner la batalla a su favor, puesto que no ha conseguido herirme, pese a que hemos intercambiado ataques por un tiempo considerable; en cambio, su cuerpo lentamente se llena de cortes sangrantes.
- [Onda de Choque] – el humano lanza un hechizo en medio del combate.
Por reflejo, activo un hechizo defensivo que se manifiesta como un aura negra en todo mi cuerpo; aunque su ataque no me causó daño, consiguió hacerme retroceder varios metros.
- [Arte Especial: Aguja de Hierro, Flecha de Hielo, Rayo Destructor, Lanza de Fuego] – la basura humana lanza múltiples hechizos de todas direcciones.
- [Saphaira] [Petrastalaktos] – respondo activando dos de mis hechizos originales más fuertes.
Instantáneamente, se genera una esfera gris a mi alrededor, que me protege de todos los ataques, y al mismo tiempo, se materializan numerosas puntas de roca color marrón, bastante largas y gruesas, las cuales salen disparadas a una velocidad abismal en dirección al insolente humano; para aumentar su fuerza, les adjunto el poder de mi Autoridad Dominación, por lo que un aura morada se manifiesta en cada una; en respuesta, el miserable humano crea una gran cantidad de pequeños portales, seguramente, piensa que puede regresarme mis ataques, pero ha cometido un grave error; las puntas chocan contra los portales, como resultado, los atraviesan y neutralizan, continuando su trayectoria sin nada que pueda detenerlas; el humano, con un rostro lleno de desconcierto, y sin tiempo para lanzar algún hechizo de movimiento instantáneo, empuña su hacha con ambas manos, tal vez piensa que puede salvarse si consigue cortar o desviar todas las puntas de roca con su arma, pero es inútil, es más de lo que puede manejar, este es su fin.
◇◇◇
Perspectiva: Leila Fraire.
Los últimos años han sido los más maravillosos. Ya no puedo recordar la última vez que me sentí triste o infeliz; en cierto modo, podría decir que estoy experimentando una vida de ensueño. Sin embargo, no todo es perfecto; muchas mujeres se han cruzado en el camino de Mi Señor, y como era de esperar, de una forma u otra, también se han rendido ante él; como resultado, los momentos íntimos con Mi Señor, son cada vez más escasos; así mismo, diversos conflictos se han presentado, especialmente con esa Princesa soberbia y malhumorada, en serio, no la tolero; debo admitir que disfruto mucho cuando las cosas no resultan como ella quiere, tiene que entender que el mundo no gira a su alrededor; en verdad, alguien debería enseñarle una buena lección para que deje de ser tan arrogante. Me recuerda mucho a Katherine, mi rival; afortunadamente, se encuentra muy ocupada ahora que es una Santa, y las posibilidades de que se reencuentre con Mi Señor son extremadamente bajas; en fin, un problema menos de que preocuparme.
Desde que me convertí en su sierva, era consciente de que esto pasaría tarde o temprano; todo lo que puedo decir al respecto, es que desearía que pudiéramos pasar más tiempo solo los dos, como al principio de nuestra aventura, cuando dormíamos juntos todos los días, y podía observar su sonrisa, radiante y alegre a cada instante; en verdad, extraño aquellos momentos. No obstante, Mi Señor siempre se las arregla para estar conmigo, aunque ello le cueste un gran esfuerzo; por ese tipo de detalles es que lo amo cada vez más.
El viaje que iniciamos Mi Señor y yo hace años, nos ha llevado por un camino increíble; aunque siempre he sabido que Mi Señor es un hombre excepcional, nunca imaginé que llegaría a convertirse en noble tan rápido, ni que lograría grandes hazañas siendo tan joven; eso te hace pensar en lo que le espera en el futuro. En este punto de mi vida, no tengo dudas al afirmar que, aun con las cosas malas que me han pasado, todo ha valido la pena. Si tuviera la oportunidad de pedir un deseo, quisiera tener un hijo de Mi Señor, específicamente, darle un descendiente varón, aunque, tal vez, solo estoy siendo un poco impaciente, porque cuando esta aventura termine, y Mi Señor decida asentarse en algún lugar, los niños no tardaran en aparecer; por ahora, esperaré con ansias ese momento.
Como es de esperar, los contratiempos no tardaron en aparecer, y por lo visto, cada vez es más complicado superarlos; debido a eso, Mi Señor ha enfrentado a la muerte en varias ocasiones; de hecho, justo ahora, se encuentra luchando contra un temible monstruo de rango E llamado Zephyrius, mientras yo y las otras combatimos a una gran horda de engendros. La Princesa arrogante se ha encargado de hacer frente a los monstruos, ya que hace varios minutos, Mi Señor la protegió de un potente ataque que lo envió a volar decenas de metros. Aunque nos dijo por medio de la telepatía que se encuentra bien, no puedo evitar sentirme angustiada, ¡está luchando contra un enemigo muy poderoso! ¡Tengo que ayudarlo! Sin embargo, los malditos monstruos no paran de atacarnos, por lo que no he podido ir en busca de Mi Señor, algo me dice que su estado no es bueno.
A pesar de todo, debo admitir que esa Princesa irritante es muy fuerte y confiable en la batalla; en este momento, está luchando con todas sus fuerzas. Balanceando su hacha, realiza poderosos cortes y estocadas que atraviesan y parten a la mitad a cualquier monstruo que se acerca; al mismo tiempo, de su palma izquierda, genera estacas de Hielo Mágico, que lanza con gran fuerza a sus enemigos, clavándose profundamente en sus torsos y cabezas. Así mismo, no desperdicia oportunidad para emplear hechizos tanto ofensivos como defensivos, causando la muerte de un gran número de monstruos.
Por otro lado, Camelia, el hada presumida, se encuentra volando por los alrededores, invocando constantemente toda clase de armas encantadas como hachas, lanzas, espadas, martillos, enormes flechas, por mencionar algunas; naturalmente, cada una posee Efectos muy poderosos que generan caos y destrucción entre los monstruos. Empleando algún hechizo, logra controlarlas a distancia y, como si las armas tuvieran vida propia, cortan cabezas, perforan torsos y convierten en picadillo a todos los monstruos que encuentran en su camino; así, logra asesinar a un gran número de engendros.
Por su parte, Aurora, la vampira orgullosa, desde una altura considerable, lanza continuamente flechas mágicas con Efectos explosivos, congelantes, paralizantes, venenosos, entre muchos otros. De igual manera, utiliza hechizos para defender nuestra posición, evitando que la princesa y yo seamos abrumadas por los números, pues actualmente estamos acorraladas en el borde de la barrera. Incidentalmente, esta barrera mágica es muy fuerte, nada puede salir o entrar, sin mencionar que ningún tipo de ataque físico o mágico es capaz de hacerle el más pequeño rasguño; en verdad, estamos en una situación muy difícil.
Petra y Roser, el par de hadas violentas, están volando en las inmediaciones. Petra, la Hechicera, se mueve constantemente de un lugar a otro, mientras realiza múltiples círculos mágicos, de los que se producen poderosos hechizos; en cambio, Roser, la Encantadora, vuela por todos lados al tiempo que lanza pequeños trozos de metal con potentes encantamientos, los cuales pueden perforar con facilidad a los monstruos, crear explosiones, inmovilizar a los enemigos de una zona, entre otros Efectos. No voy a negar que proporciona gran apoyo, de lo contrario, mi situación y el de la Princesa malhumorada seria aun peor.
Como una Inanire, no puedo hacer magia, aun así, con mi arco de poleas y flechas encantadas, me encargo de asesinar a cualquier monstruo que se acerque con un certero impacto en la cabeza; pero los enemigos parecen interminables. He gastado la mayoría de mis flechas, y estos engendros no dejan de venir; si esto se mantiene así, creo que todas seremos asesinadas.
A lo lejos, puedo observar intensos destellos, a la vez que escucho ruidos muy fuertes procedentes del mismo lugar; sin duda, Mi Señor debe estar luchando con todo lo que tiene contra ese monstruo que se hace llamar Zephyrius. Tengo confianza en la fuerza de Mi Señor, sé que no morirá tan fácil, pero, es imposible no preocuparme, temo que algo muy malo pueda pasarle, esos pensamientos me están volviendo loca, ¡tengo que ir a ayudarlo!
- ¡Oye! ¡Tú! – la Princesa arrogante me grita desde la distancia – ¡Acércate!... – rápidamente me posiciono a su espalda – [Arte Oculta: Temblor] – activa un hechizo.
Inmediatamente la tierra comienza a temblar, y en cuestión de segundos, el temblor se intensifica hasta el punto que los monstruos de los alrededores no pueden mantenerse de pie, y el suelo empieza a fracturarse produciendo un ruido ensordecedor. Extrañamente, la Princesa presumida y yo, somos inmunes, como si el pequeño espacio en el que estamos paradas, no fuera afectado. Aunque mis conocimientos sobre magia son escasos, puedo decir con confianza que este hechizo debe ser uno de los más fuertes del atributo Tierra, no tengo más remedio que reconocer el talento de esta mujer en la magia.
- Ha… haa… ha… haa…– la molesta Princesa respira con agitación, luego, se desploma sobre el suelo.
- Mi Señora… – rápidamente la levanto y reviso su cuerpo – ¡Mi señora! ¡¿Se encuentra bien?!... ¡Despierte! – lo digo con tono preocupado.
Alarmada, intento encontrar alguna herida o señal que explique su estado actual. Aunque esta Princesa no me agrada en lo absoluto, es la esposa de Mi Señor, y él la ama tanto como a mí; no puedo permitir que mi rencor le haga daño al hombre de mi vida. Afortunadamente, no descubrí ninguna lesión, y por lo visto, aun respira, tal parece que se encuentra inconsciente; golpeo sus mejillas con fuerza, con la inútil creencia de que eso podría despertarla o cambiar algo, pero no ocurre nada.
- [Chicas… ¿están bien?] – repentinamente escucho la suave voz de Mi Señor en mi cabeza.
- [¡Mi Señor!] – lo digo en tono de alegría.
- [¡Agis!] [Agis.] [¡Querido!] – escucho las voces de las demás casi al mismo tiempo.
- [Estamos bien, pero los monstruos nos están acorralando.] – Camelia habla nuevamente con inquietud.
- [¿Por qué no escucho a Leonora?] – Mi Señor pregunta con preocupación.
- [Se encuentra inconsciente, no sé qué pasó, de repente se derrumbó sobre el suelo.] – le explico la situación con tono nervioso.
- [Deben ser los efectos secundarios de sus habilidades; chicas, protejan a Leonora.] – lo dice con confianza.
- [¡Sí!] – todas respondemos al unísono.
- [Voy a lanzar un hechizo para ayudarlas, manténganse cerca una de la otra o podrían salir heridas; infórmenle a la señorita Aurora.] – su voz suena con firmeza y seriedad.
- [Está bien.] [Entendido.] [Haré lo que me digas, Agis.] [Como Mi Señor ordene.] – todas hablamos al mismo tiempo.
- [Bien.] – Mi Señor lo dice con tono de determinación.
En cuestión de segundos, el trío de hadas y la demonio aterrizan muy cerca de mi posición. Por suerte, el efecto del último hechizo de esta Princesa desmayada, aún permanece, por lo que los monstruos se encuentran desorientados y no pueden atacarnos. En ese momento, el cielo se torna nebuloso, más bien, una nube negra tapa todo, como si el mundo se volviera sombrío; inmediatamente se producen innumerables rayos blancos, los cuales, viajan a una increíble velocidad apuntando a una silueta muy lejana que levita sobre la copa de los arboles; sin duda, es ese aterrador monstruo llamado Zephyrius. La temible figura se dirige con gran rapidez hacia algún lugar del bosque; por un instante, pensé que vendría a matarnos a todas, y comienzo a sudar frío.
Honestamente, guardo un gran temor hacia ese monstruo rango E, que se denomina a sí mismo como Zephyrius; su sola presencia me hiela la sangre, aun cuando soy inmune al frío. Aquella vez que luchamos contra él en esa cueva, seriamente, pensé que moriríamos; su aspecto horrendo y esa extraña aura morada, me hicieron verlo como la muerte personificada. Sin embargo, Mi Señor no se dejó intimidar y peleó con valentía, y yo le seguí; me juré a mí misma que lo acompañaría a donde sea, incluso si me cuesta la vida; por ello, no dudé ni un segundo en interponerme entre el ataque de ese horrible monstruo y Mi Señor; de hecho, lo volvería a hacer, ya que él es mi hombre destinado. Mientras él viva, yo viviré en su mente y corazón, pero, si muere, mi vida no tendría ningún sentido. Yo solo vivo por, y para Mi Señor.
Luego de unos pocos segundos, los rayos blancos caen a nuestro alrededor, matando al instante a un gran número de monstruos, y continúan así, siempre evitando nuestra posición, como si estuvieran protegiéndonos; entonces, entiendo que esto es obra de Mi Señor, quien nos defiende desde la distancia, a pesar de que está enfrentando un gran peligro ahora mismo. Mi corazón se llena de adoración y pasión, al sentir su tremendo amor y esfuerzo con solo una acción. Instintivamente observo el dorso de mi mano derecha; la Marca que Mi Señor aplicó hace tiempo, brilla intensamente en color blanco, en verdad, es muy bella, me hace pensar que él siempre está a mi lado.
Obviamente, esta lluvia de rayos no basta para acabar con todos los enemigos, por lo que, luego de admirarla durante unos segundos, las demás mujeres reanudan su ataque lanzando hechizos, flechas mágicas y pequeños trozos de metal encantado, matando a los que, de algún modo, logran resistir el temblor, y han tenido la suerte de no ser alcanzados por los rayos. Observando el entorno, puedo notar los estragos de la batalla por doquier; el claro del bosque se encuentra lleno de enormes cráteres, con cadáveres de monstruos dondequiera que vea, unos despedazados goteando sangre y otros en llamas; por supuesto, nosotras no somos la excepción, estamos mugrientas y salpicadas de sangre.
Viendo que la densidad de enemigos es cada vez más baja, decido que es momento de ir en busca de Mi Señor para prestarle mi ayuda; por lo que, recuesto en el suelo a la Princesa inconsciente, y me dispongo a correr con todas mis fuerzas a lo profundo del bosque, donde vi a ese horrible monstruo por última vez.
- ¡Leila! ¡¿Adónde vas?! – escucho a Camelia llamándome por detrás – ¡Vuelve! ¡Es peligroso!
Soy consciente de que estoy siendo muy imprudente, y probablemente no pueda apoyar en nada a Mi Señor, pero, ¡tengo que hacer algo! No puedo quedarme quieta sabiendo que Mi Señor se encuentra luchando arduamente contra un enemigo difícil. Aun cuando el campo de batalla está plagado de poderosos rayos blancos, y el suelo tiembla con fuerza constantemente, consigo mantenerme en pie, y sin ser golpeada por ningún tipo de ataque; por fortuna, las demás mujeres no me han perseguido para detenerme. Como es de esperar, algunos monstruos se interponen en mi camino, por lo que los ejecuto rápidamente con un certero flechazo en la cabeza, gastando mis últimas flechas en el proceso; de esta manera, continúo corriendo sin descanso.
A medida que me adentro más en el bosque, veo rastros de destrucción, como grandes cráteres, troncos de árboles cortados limpiamente, arbustos en llamas, y sangre en el suelo; sin duda, fueron ocasionados por la pelea entre Mi Señor y ese aterrador monstruo. Sabiendo que estoy en el camino correcto, sigo corriendo completamente angustiada, esperando que Mi Señor se encuentre bien y con vida.
Corrí varios metros hasta divisar a Mi Señor intercambiando ataques con ese horripilante monstruo. Viendo al hombre que amo con heridas y cortes sangrantes por todo su cuerpo, un espíritu de lucha se apodera de mí, así, mi velocidad de carrera se incrementa notablemente; de igual forma, todo mi cansancio, miedo e inquietud desaparecen, y solo me enfoco en una cosa, apoyar a Mi Señor. Como no tengo flechas, desenvaino una daga encantada de mi cintura; aun si tuviera algunas, creo que serían inútiles, pues es probable que Zephyrius esté utilizando alguna clase de escudo mágico invisible, como sucedió en aquella cueva; por consiguiente, he comprado este cuchillo con el Efecto [Penetración Mágica], lo que me permite cortar a través de cualquier hechizo, o al menos, eso me dijo el herrero que me lo vendió.
La batalla entre Mi Señor y Zephyrius llega a un punto crítico. Mi Señor hace retroceder varios metros al monstruo, y seguidamente lanza múltiples Artes Especiales; por una buena razón, es reconocido como Archimago. Sin embargo, Zephyrius utiliza hechizos desconocidos, se protege con una ominosa esfera gris, y contraataca con unas amenazantes puntas de roca imbuidas con esa extraña aura morada; Mi Señor emplea sus portales, pero no logra detenerlas, quedando completamente expuesto; ¡No! ¡Tengo que ayudarlo! ¡Algo…! ¡Tengo que hacer algo!
- ¡Agis! – pronuncio su nombre al tiempo que consigo empujarlo, evitando que sea asesinado.
Por un instante, siento que el mundo se detiene, las puntas de roca no se mueven ni un milímetro, y puedo ver claramente el rostro de Mi Señor lleno de sorpresa, con ojos desesperados. Por favor, no me mires de esa manera, en mis últimos momentos, quisiera ver tu risa; también me gustaría poder sonreír y decirte cuánto te amo; pero rara vez las cosas resultan como quieres, y nunca hay tiempo suficiente.
En una fracción de segundo, mis recuerdos más importantes pasan frente a mis ojos: el día en que conocí a Mi Señor; cuando nos volvimos amigos, y me defendió de las monjas y compañeros que me molestaban; aquella vez que me regaló una bella muñeca; la noche en la que le confesé mis sentimientos y nos besamos; la primera vez que hicimos el amor; todas las ocasiones en las que me declaró su amor y decía que soy hermosa. Sin duda, Mi Señor es el hombre de mi vida, la luz de mi mundo. Creo que morir protegiendo a la persona que más amas, es una forma bonita y noble de abandonar este mundo.
Completamente en paz, y con la satisfacción de experimentar una vida feliz junto a Mi Señor, cierro los ojos, y espero mi muerte. Debo admitir que es un poco triste quedarme con esta imagen frágil y lúgubre de Mi Señor, sin oportunidad de despedirme, y con tantas cosas que faltaron por hacer; pero, que puedo decir, así es la vida. Como escuché decir alguna vez a una persona en un bar: "la vida es cierta, y la muerte, incierta".