Perspectiva: Agis.
Leocadio, Lunae 6 de Iulius del 1575.
Ya han pasado 10 días desde que recuperé la conciencia. Si dijera que las cosas han mejorado desde entonces, estaría mintiendo; fuera de la euforia del primer momento al despertar, y reencontrarme con mis chicas, estos últimos días han sido un infierno. Naturalmente, no todo fue absolutamente malo, puesto que, ya no sufro de ese dolor palpitante en mi cuerpo, y ahora puedo moverme normalmente. Desafortunadamente, esas son las dos cosas buenas que puedo decir respecto a mi salud, ya que esta maldición no es ninguna broma; para rematar, los curanderos y expertos en maleficios, no han encontrado ni una pista, por lo que, es seguro afirmar que estaré maldito por mucho tiempo.
Cuando el curandero me informó sobre los efectos de esta maldición, subconscientemente pensé que no era tan grave, dejando a un lado mi aspecto monstruoso; esta idea fue reforzada aún más cuando me entregó esos medicamentos. Sin embargo, no podía estar más equivocado; para empezar, los ataques de dolor son muy intensos, a tal punto que no puedo evitar retorcerme en agonía; el uso de las píldoras y otras contramedidas, han resultado ser ineficientes para menguar o eliminar mi sufrimiento. Lo peor de todo esto, es que dichos ataques no son precisamente breves, por el contrario, perduran durante más de 10 minutos, lo suficiente como para hacerme desear la muerte, y estar al borde de la locura; honestamente, estoy comenzando a creer que solo vivimos para sufrir y morir miserablemente.
Por si lo anterior no fuera suficiente, la curación de mis heridas es mucho más dolorosa y prolongada de lo que había pensado en primera instancia. Al igual que las píldoras para el dolor, el ungüento no es lo suficientemente efectivo para sanar mis cortes, moretones y raspones; además, al momento de aplicarlo sobre mis lesiones, me produce un ardor y comezón agobiantes; como resultado, he pasado muchas noches en vela, y me es imposible permanecer en calma durante el día. El curandero me ha explicado que mi lenta recuperación, se debe a mi estado de Curación Reducida, y tal parece que, incrementa notablemente el dolor y molestia ocasionados por cualquier medicamento; en consecuencia, siempre estoy cansado, afligido y melancólico. Definitivamente, cuando se trata de maldiciones, la cura siempre es peor que la enfermedad.
No suficiente con esto, existen maldiciones con la cualidad de afectar a otras personas, causando graves enfermedades, o en su defecto, perjudicando sus capacidades mágicas; así mismo, pueden transferirse a algún ser cercano, ocasionándole mucho sufrimiento físico y mental. Debido a esto, generalmente los individuos malditos, son aislados y llevan una vida muy solitaria, incluso después de romper la maldición. Este pensamiento comenzó a atormentarme poco después de despertar; creía que mis chicas pasarían por todo este sufrimiento, debido a que permanecen a mi lado, sin mencionar que nos hemos besado en varias ocasiones; si eso llegara a suceder, no podría vivir con ello. Notando esta preocupación, el curandero revisó la condición de mis chicas, asegurándome que se encuentran bien; adicionalmente, me confirmó que mi maldición no es de esa clase, por lo tanto, puedo relacionarme con mis mujeres sin problemas; aun así, no puedo borrar esa idea de mi cabeza.
Dejando a un lado esas preocupaciones, hace 4 días, vinieron a visitarme 3 directivos del Gremio de Aventureros. Al igual que los miembros de la División de Fuerzas de Élite, se comportaron de manera muy respetuosa y, como era de esperar, me felicitaron por mi gran hazaña, deseando que me recuperara lo más pronto posible; obviamente, los motivos de su visita no fueron exclusivamente sociales. En primer lugar, me ascendieron al rango E, debido a mi valentía y heroísmo por enfrentar y asesinar a un monstruo tan poderoso; naturalmente, me recompensaron con 50 Blancas, así como equipamiento de alta calidad como ropa de combate, una cota de malla, botas, guanteletes, entre otros objetos de Clase A y S.
En segundo lugar, me proporcionaron información bastante importante, respecto al porque los cadáveres de los monstruos fueron recolectados para una investigación, las repercusiones de mi extraordinaria hazaña, y la importancia de mi testimonio ante la División de Fuerzas de Élite. Al parecer, fue necesario analizar los restos de esos engendros, ya que querían comprobar si pertenecían a la "nueva raza" de monstruos; además, necesitaban confirmar que esas aberraciones, anteriormente fueron ciudadanos del Reino de Fingorius y Boethius, puesto que, en esos países se reportaron miles de desapariciones.
En lo concerniente a la noticia de que un humano consiguió asesinar a un monstruo rango É, se convirtió en una gran controversia, ya que nadie lo había logrado en 400 años, siendo el último, un hombre de la raza Gelum, hecho que lo convirtió en una Leyenda, y actualmente es la razón principal por la cual, se considera a los Gelum, como la especie más fuerte del mundo. En consecuencia, se debate sobre considerarme una Leyenda, ya que los integrantes del Comité de Héroes y Leyendas, piensan que aún me faltan más méritos; sin embargo, todavía creen que tal vez pueda ser catalogado como un Héroe.
Existe una diferencia marcada entre ser un Héroe y una Leyenda. Para empezar, en Alfa, el concepto de Héroe no es exactamente el mismo que el de la Tierra; en este mundo, un Héroe es un individuo extremadamente poderoso, que ha logrado hazañas increíbles, las cuales, evitaron catástrofes, salvaron vidas, o en su defecto, exterminaron grandes amenazas para las 10 razas; sin embargo, dicho Héroe no es considerado virtuoso ni bondadoso, solamente es alguien fuerte al que se le debe respetar y alabar, puesto que, sin duda, ha realizado un enorme esfuerzo para alcanzar tal poderío.
En cambio, se le considera Leyenda, a una persona cuyos logros no están directamente relacionados con su fuerza, más bien, sus proezas son tan extraordinarias, que cambiaron la historia de Alfa, o tuvieron repercusiones tan importantes, que no pueden ser ignoradas; por tanto, alguien sería considerado una Leyenda, al descubrir un nuevo elemento de la naturaleza, crear un hechizo con efectos asombrosos, inventar un Artefacto con aplicaciones nunca antes vistas, entre otras acciones. Como es lógico, dicha persona sería inmortalizada en los libros de historia, para nunca ser olvidada.
Naturalmente, ser un Héroe o una Leyenda, es un honor muy grande y proporciona enormes beneficios, como altas recompensas tanto económicas como sociales, amnistías por delitos o faltas, es posible reunirse fácilmente con cualquier gobernante, favores por parte de nobles y burgueses, casi siempre los gobernantes pedirán su opinión sobre temas importantes, entre otros aspectos. Francamente, no me interesa ser un Héroe o una Leyenda, de todos modos, no me servirán de nada en mi recuperación, y estoy seguro de que solo me traerá más problemas. Afortunadamente, mi nombramiento como supuesto Héroe no es oficial, y aún se está considerando, por lo que, pasará bastante tiempo hasta que se realice algún pronunciamiento público sobre eso. Aun así, en las calles, muchas personas me consideran un Héroe, ya que fuera del hospital, hay una muchedumbre esperando mi salida; en verdad, parezco una estrella de cine o algo así.
Por otro lado, mi declaración sobre Zephyrius, así como las imágenes de mi batalla contra ese malnacido, causaron una enorme conmoción en el Ejército de la Alianza. Esto se debe primeramente al hecho de que los monstruos no son capaces de lanzar hechizos como las 10 razas; el hecho de que esa escoria pudo lograrlo, significa que pueden volverse aún más poderosos, al dominar nuevas formas de aplicar la magia, lo que representa un peligro muy grave. Así mismo, la espada mágica que estaba usando ese bastardo, es un objeto que causa mucha curiosidad entre los Ingenieros, Encantadores y Hechiceros, pues no funciona a base de Círculos Mágicos o Encantamientos, por lo que se ha iniciado una investigación profunda sobre el funcionamiento y composición del arma. En otras palabras, la próxima Gran Guerra será mucho más complicada, ya que es muy probable que enfrentemos fuerzas desconocidas.
Finalmente, los directivos me hablaron de una organización llamada El Culto de los Adoradores de los Monstruos, un grupo de personas con el objetivo de gobernar el mundo, y volverse fuertes mediante el uso de la Corrupción; sin duda, los miembros de este culto están completamente desquiciados. Al parecer, estas personas son las que ayudaron a Zephyrius en sus planes; desde engañarme para llegar a ese bosque, hasta colaborar con el secuestro de muchas personas; por lo tanto, ese burgués que se hizo llamar Jenaro Soriano, es un loco seguidor de los monstruos. Lógicamente, ese hombre es un objetivo prioritario para el Departamento de Orden Público, ya que si lo capturan, es posible encontrar los escondites de este grupo criminal, y así desmantelarlo.
Así mismo, se cree que ese monstruo hijo de puta, fue el responsable de los ataques a villas y pueblos, que ocurrieron hace más de 11 años y, como es de esperar, este culto fue el que le proporcionó información sobre las defensas y el personal militar, haciéndose pasar por civiles y miembros del ejército. El Culto de los Adoradores de los Monstruos, es uno de los grupos criminales más buscados del continente Humus, junto a la Iglesia de los 7 Héroes; sin embargo, todos los intentos por descubrir a los cabecillas de esta organización, han sido infructuosos, pues se cree que están infiltrados en altos cargos del Ayuntamiento, sin mencionar que es altamente probable, que varios nobles también formen parte de este grupo.
Cuando escuché sobre esta organización criminal, me juré a mí mismo que encontraría a los responsables de tenderme esa trampa, y los mataría con mis propias manos; sin duda, ese culto va a pagar por lo que me ha hecho. Irritarme y preocuparme por esta información no tiene caso, al fin de cuentas, ahora mismo no hay nada que pueda hacer; no obstante, una vez recupere mis poderes, borraré su asquerosa existencia de este planeta, no importa cuánto tarde.
Luego de recompensarme y ponerme al día con los últimos acontecimientos, los directivos del Gremio de Aventureros se marcharon, no sin antes pedirme con necesidad que no abandone el gremio, prometiéndome un mejor trato en el futuro; incluso me dijeron que si requería un favor, sin importar su naturaleza, que no dudara en acudir a cualquier sede del gremio en el mundo. Por lo visto, el Gremio de Aventureros se encuentra en una mala posición; en fin, no tengo planeado dejar esta organización por el momento, por lo que gustosamente aprovechare esta situación.
Con todo lo anteriormente dicho, ahora me encuentro en mi habitación, acompañado de mis chicas y Aurora. Desde que desperté, no se han alejado de mí ni por un momento; siempre están pendientes de mi estado, y básicamente me tratan con el mayor esmero posible. Honestamente, valoro mucho su esfuerzo, pues me dan la fuerza suficiente para soportar el dolor, y no caer en desesperación; así mismo, intentan animarme de todas las maneras a su alcance, desde usar ropa muy provocativa, narrarme libros, traerme comida deliciosa, contar chistes, entre muchas cosas; sin ellas, hace tiempo que habría enloquecido. El día de hoy, el curandero Lain Verdi, ha venido a verme, y por su rostro, parece que no trae buenas noticias.
- Buenos días, Ilustre Señor Jardiel y sus damas. – saluda con cortesía.
- Buen día. – le respondo con simpleza.
- Buenos días, Señor Verdi. – Aurora y mis chicas lo saludan al mismo tiempo.
- Bueno… – se muestra vacilante – voy a ir directo al punto. – hace una pausa – Desafortunadamente, los intentos por encontrar medidas efectivas para tratar con los efectos de su maldición, no han logrado los resultados esperados; por ahora, me temo que el Ilustre Señor Jardiel, debe lidiar con sus dolencias con los medicamentos actuales; sin embargo, seguiremos buscando otras alternativas. – lo dice con rostro de pena.
- ¿Entonces debo quedarme más tiempo en el hospital para realizar nuevos exámenes? – pregunto con curiosidad.
Obviamente, durante mi estadía en este lugar, me han realizado toda clase de exámenes y tratamientos, con el fin de entender mejor mi condición, y así encontrar alguna manera de romper mi maldición. Estos exámenes y tratamientos se volvieron muy recurrentes, cuando las medicinas que me dieron, no resultaron tan efectivas como habían pensado en un primer momento; aun así, no han logrado nada, fuera de conseguir que recupere mi movilidad, y calmar un poco el dolor.
- No es necesario. – responde con cara amarga – Ya se han analizado los exámenes anteriores, y no proporcionan una valoración esclarecedora, por lo que, actualmente creemos que, en lugar de importunar al Ilustre Señor Jardiel con tratamientos y procedimientos que no llegan a ningún lado, es mejor que regrese a su hogar, mientras nos enfocamos completamente en las maneras de eliminar su maldición. – se explica – Naturalmente, enviaremos enfermeras capacitadas a su residencia, para que le asistan si se presenta algún inconveniente.
- … – guardo silencio al tiempo que observo a mis chicas – Gracias por su ofrecimiento, pero pienso que mis mujeres se encargarán de cuidarme. – lo digo con tono amable – ¿Cuándo puedo marcharme?
- Entiendo… – se muestra cabizbajo – lo mejor sería que regresara a su hogar el día de mañana, así podrá prepararse adecuadamente. Por supuesto, no dude en volver si se presenta cualquier complicación. – lo dice con cortesía.
- Está bien… – asiento.
- Ya que sus damas serán las responsables de atenderlo, me encargare de enseñarles los protocolos más importantes, así como otros detalles adicionales sobre su tratamiento y condición. – lo dice con decisión.
- Adelante. – le respondo señalando a mis chicas.
De este modo, el curandero se acerca a mis chicas y les explica con detenimiento, la manera en que deben cuidarme, así como ciertos aspectos sobre mi situación, que hacer en caso de algún problema, entre otros detalles; después, se retira cortésmente. Posteriormente, mis chicas se dedicaron a realizar los preparativos para mi salida del hospital; como es de esperar, fue un día agitado para ellas, y muy doloroso para mí, pues al poco tiempo, inició un ataque de dolor muy fuerte.
◇◇◇
Leocadio, Maris 7 de Iulius del 1575.
- Mi Amor, déjame ponerte el cabestrillo. – Leonora lo dice con tono animado.
- Está bien. – respondo con naturalidad.
Justo ahora, mis chicas y yo nos estamos preparando para salir del hospital; naturalmente, es necesario utilizar un cabestrillo en mi brazo izquierdo, para evitar lastimarme y no empeorar mi lesión, después de todo, una multitud de personas se encuentra afuera de este lugar, por lo que cualquier cosa podría pasar. Sorprendentemente, algunos miembros del Departamento de Orden Público, se ofrecieron a escoltarme hasta mi casa, como medida de protección, y muestra de respeto por mi "gran hazaña"; en consecuencia, en la puerta de salida, hay varios hombres con uniformes negros y partes de armadura en sus extremidades, apartando y conteniendo a la gente, para que pueda acercarme a mi carruaje, que fue previamente estacionado; obviamente, será tirado por Bizkor, mi Bestia Mágica.
- Cariño, ¿No crees que es mejor usar una máscara para cubrir mi rostro? No me veo muy bien. – lo digo con inquietud.
- No te preocupes Mi Amor, todo saldrá bien; – lo dice con seguridad – la gente no va a notar nada raro, y si lo hacen, no le darán importancia, te lo aseguro.
- Si tú lo dices… – hablo con escepticismo.
- Está bien, el hechizo de Camelia funcionará, lo he estado usando todo este tiempo, y nadie se ha percatado de mi verdadera identidad. – Leonora habla con tono confiado.
Debido al rostro inexpresivo de los Gelum, la gente no suele fijarse demasiado en las facciones particulares de cada miembro de esta raza, por lo que, a primera vista, todos se ven muy similares; con lo cual, no suelen reconocerlos de inmediato. Esto se debe a un efecto psicológico de asociación, muy arraigado en nuestra mente, y funciona bien para caminar tranquilamente en la calle; no obstante, dicho efecto termina en el momento en que les prestan la debida atención. En consecuencia, Leonora se ha visto en la obligación de utilizar el Arte Especial [Retoque], un hechizo de tipo Ilusorio del Atributo Luz, con la capacidad de cambiar el aspecto físico de un individuo por tiempo limitado; por supuesto, estos cambios no pueden alterar completamente tu apariencia, pero es lo suficientemente efectivo, como para lograr que las personas piensen que eres alguien diferente, como cuando crees que has visto a un conocido por la calle, pero si lo observas con detenimiento, se trata de un hombre o mujer muy parecido.
- Aunque no soy muy habilidosa en los hechizos del tipo Ilusorio, creo que soy lo suficientemente buena para que las personas no noten las líneas negras de tu rostro y manos. – Camelia se muestra orgullosa.
- Confiaré en ti. – lo digo con una sonrisa.
- ¡No te preocupes! – también sonríe.
Es bien sabido que los hechizos del tipo Ilusorio, son los más difíciles de aprender, pues requieren de mucha imaginación, y gran cuidado en los detalles para que sean efectivos, ya que no es suficiente con solo lanzarlos. En mi caso, no hay que realizar un cambio en mi apariencia, simplemente, se requiere "borrar" esas líneas negras, por lo que no debe ser muy complicado. El objetivo de esto, es evitar que la gente se entere de mi maldición, y obviamente, que nadie vea mi aspecto desagradable, después de todo, me consideran un Héroe, y como tal, no es bueno que una "figura importante", sea vista en semejante estado; ya es bastante malo que noten mi estado debilitado, y que no puedo usar magia debido a los grilletes en mis muñecas. Para hacer más fácil el trabajo de Camelia, estoy vistiendo un saco con cuello de tortuga, pantalones azul oscuro, zapatos negros, y uso mis gafas oscuras; a simple vista, parezco alguien con glamour, pero el hecho de que, bajo esta ropa, estoy con muchas vendas y compresas, me hace pensar todo lo contrario.
- Ilustre Señor Jardiel y sus damas, – entra el curandero – los miembros del Departamento de Orden Público me informan que todo está listo para su partida. – habla con tono formal.
- Gracias. – respondo con rapidez.
- Saldremos muy pronto. – interviene Leonora.
- De acuerdo; – asiente – espero que se sienta mejor en su casa.
- Estoy seguro de eso. – lo digo con seguridad.
- Que tenga un buen viaje, y le aseguro que nos esforzaremos por encontrar la manera de romper su maldición. – se acerca y extiende su mano.
- Por supuesto. – le doy un apretón de manos.
- Hasta luego. – el curandero se marcha.
- Pues bien, ya es el momento; – Leonora habla una vez más – Camelia, lanza el hechizo.
- Listo. – responde motivada.
Camelia emplea el hechizo en Leonora varias veces, luego hace lo mismo conmigo; seguidamente, mis chicas y yo salimos del hospital caminando con calma. En la puerta, hay un gran número de miembros de todas las razas como elfos, humanos, hadas, hombres bestia, demonios, enanos, entre muchas otras; naturalmente, la cantidad de mujeres es mucho mayor a la de los hombres y, obviamente, son las más exaltadas de la multitud, intentando acercarse; por supuesto, esto no es algo que sea del agrado de Leonora y las demás, por lo que se muestran muy molestas e intimidantes.
Como es de esperar, también se encuentran varios reporteros, que intentan abordarme con la intención de cuestionarme sobre detalles de la pelea contra Zephyrius. Así mismo, diversos Artefactos Mágicos están levitando por los alrededores, presuntamente, gravando y fotografiando cada detalle; entre estos, puedo notar al Cristal de Memoria. Incidentalmente, esta escena es similar al momento en que un actor famoso, desfila por la alfombra roja para ingresar a un evento importante; francamente, me siento extraño, y un tanto nervioso. Hasta hace unas semanas, solo era un hombre relativamente común y corriente, pero ahora, me he convertido en algo así como una estrella de la farándula; simplemente, no es una situación que yo llamaría agradable o gratificante.
Los miembros del Departamento de Orden Público, hacen que el camino al carruaje sea menos asfixiante, y más llevadero; al llegar, mis chicas y yo ingresamos al vehículo rápidamente. En esta ocasión, Aurora no nos está acompañando, y esto se debe a dos razones; la primera, es que no puede permitir que la identifiquen como la Marquesa de la ciudad Daimoniorum, pues aún se encuentra en medio de su "misión secreta" de obtener información sobre la Asociación de Reencarnados; y la segunda, es debido a un profundo resentimiento por parte de Camelia, quien se ha negado rotundamente a usar sus poderes para ayudarla, sin mencionar que no tolera su presencia. Mi chica me dijo que este rencor, inició desde el momento en que me acusó de ser un Extranjero, y fue incrementando con el pasar del tiempo; el punto de inflexión llegó después de que matara a Zephyrius, en donde faltó poco para que la atacara.
Mientras nos acercamos a nuestro hogar, siendo escoltados por el Departamento de Orden Público, puedo notar que mis chicas se muestran muy contentas y animadas; incluso Leonora, con su rostro inexpresivo, parece feliz, pues sus hermosos ojos violetas emiten una misteriosa brillantez. Francamente, este momento sería mucho más significativo, si en verdad, aquel lugar fuera de mi propiedad, y hubiera vivido el tiempo suficiente para crear bellos recuerdos con mis chicas; sin embargo, a ellas no parece importarles que esa casa es arrendada, y que hasta hace muy poco estaba inhabitada.
Al cabo de varios minutos, por fin llegamos a la mansión. Para mi sorpresa, Aurora estaba esperándome en la entrada, con ropa sencilla, un sombrero de ala ancha, y gafas oscuras, algo extraño de ver en ella; como es de esperar, esto arruinó el buen humor de Camelia. Antes de que se produjera alguna discusión o pelea, intervine para que ingresáramos al lugar sin tantos problemas, después de todo, muchas personas estaban observándonos, y quería que este circo terminara de una vez por todas. De esta manera, me acomodé rápidamente en mi habitación, y con un ligero sentimiento de seguridad, por fin pude descansar con relativa tranquilidad, puesto que, tiempo después, sufrí un ataque de dolor que me arrebató cualquier tipo de bienestar y alegría por el resto del día.
◇◇◇
Leocadio, Mercurak 15 de Iulius del 1575.
Ya han pasado varios días desde que regresé a mi casa. A partir de entonces, mis chicas están muy animadas, y me cuidan con mucho amor; increíblemente, Aurora me visita cada tarde para preguntarme por mi condición, y hablar sobre temas superfluos como algunas costumbres de los demonios, su vida en el continente Daemonium, entre otros asuntos. Por supuesto, esto enfurece mucho a Camelia, quien ha estado a punto de atacarla; en contra posición, la vampira se muestra reacia a luchar, ya sea porque piensa que es más débil que el hada, o simplemente, no es una mujer con personalidad belicosa, como lo son generalmente los miembros de la raza Feérica. Obviamente, soy el único que puede calmar a Camelia, y evitar la destrucción que ocasionaría su pelea, aunque, posteriormente, debo compensarla pasando tiempo con ella, ya sea hablando, jugando, o llegando a situaciones muy elevadas de tono.
Francamente, el comportamiento de Aurora me parece muy extraño, y no logro entender cuál es su objetivo, razones o motivaciones por las que se muestra tan preocupada e interesada en mí. Cualquier persona ajena, pensaría que, tal vez, se encuentra atraída, o más bien, "enamorada" de mí, ya sea por mi fuerza, apariencia física u otros aspectos. En cambio, individuos más ingenuos, creerían que simplemente se trata del típico sentimiento de empatía y aprecio, que cualquiera sentiría por un compañero o amigo; sin embargo, considero que ese no es el caso.
Aurora y yo nos conocemos desde hace más de un mes, y nuestra relación siempre ha sido cortés, pues, desde que me acusó de ser un reencarnado, me he asegurado de mantener distancia de ella; adicionalmente, durante las misiones y actividades que realizamos juntos, cruzamos muy pocas palabras, fuera de lo estrictamente necesario, salvo unas cuantas situaciones concretas. En otras palabras, su preocupación e interés, tienen una finalidad diferente. En tal situación, las presunciones de Camelia sobre querer usarme para cumplir sus metas, no suenan muy descabelladas; aun así, todavía pienso que es por otro motivo que desconozco, ya que esa vampira guarda muchos secretos. Debido a esto, no puedo confiar plenamente en esa demonio, y creo que todavía sospecha de mí, por lo que nunca bajo mi guardia; sin embargo, no es buena idea ignorarla o alejarme de ella, ya que como noble de otro país, las consecuencias serían muy graves.
Por otra parte, mis chicas se muestran muy inquietas últimamente, en especial Leonora y las tres hadas, quienes no desperdician oportunidad para tener contacto conmigo, obviamente, con intenciones de seducirme para que hagamos el amor. No obstante, he logrado eludir sus intentos, alegando dolor u otros motivos rebuscados, a lo cual, ellas retroceden de muy mala gana. Personalmente, no deseo rechazarlas, pero, a medida que nos besamos y acariciamos con más ímpetu, empiezo a sentir un extraño malestar, similar a una molestia en todo mi cuerpo, que no me permite continuar; por supuesto, esto no se debe a mi condición física, pues mis heridas ya no duelen tanto, y ahora puedo descansar relativamente bien. Probablemente, en lo profundo de mi mente, algo anda mal conmigo; reflexionando sobre eso, creo que ese monstruo no solo lastimó mi cuerpo, también afecto mi mente, después de todo, no se sobrevive a semejante situación, sin antes deshacerte de una parte de ti. De cualquier manera, solo necesito tiempo para reponerme, y estar en paz nuevamente.
Dicho esto, mis chicas nunca se rinden, ya que sus intentos son cada vez más osados, desde usar ropa muy provocativa de manera intencional, hasta hablar abiertamente entre ellas sobre temas sexuales, ya sea en mi presencia, o asegurándose de que las estoy escuchando; de igual manera, parece que tienen completamente calculados los horarios en los que ocurren mis ataques de dolor, por lo que encontrar una excusa, es cada vez más difícil. Seguramente, no están acostumbradas a pasar tanto tiempo sin hacer el amor, sin mencionar que, en este mundo, las mujeres requieren de una reafirmación constante, de lo contrario, podrían sentir rechazo, lo cual no manejan nada bien; también, no puedo olvidar su alto impulso sexual, especialmente para las razas Gelum y Feérica, que debe estar consumiéndolas hasta límites insospechados; en cierta medida, es muy loable que aún no me hayan atacado con su fuerza sobrehumana, una muestra de la gran consideración que me tienen.
Actualmente, me encuentro solo en mi habitación, recostado en mi cama, mientras leo un libro muy interesante; este es uno de los pocos instantes en los que puedo estar tranquilo. Obviamente, aprovecho cada momento que puedo para leer y aprender por mi cuenta sobre maldiciones, alquimia, magia, entre otras áreas del conocimiento; siento que si no hago algo, podría enloquecer por el aburrimiento, la culpa, y los terribles recuerdos que emergen súbitamente dentro de mi cabeza. Mis chicas entienden esto, por lo que rara vez me molestan, salvo cuando es necesario, o tienen algo importante de que hablar.
Ahora mismo, son las 7 de la noche; esto lo sé, gracias a un Artefacto Mágico que está sobre mi mesa de noche. Aunque mis ataques de dolor se producen cada 6 horas, no tienen un horario fijo, puesto que, cuando pasan, duran más de 10 minutos, y al terminar, es entonces que el "contador" de tiempo se "reinicia", por decirlo de alguna manera; por lo que, el próximo ocurrirá dentro de unas 5 horas, o tal vez menos, con lo cual, mi sueño es muy irregular. Sabiendo esto, decido dejar el libro sobre el nochero, y dormir un poco, en preparación para el calvario que se avecina. En ese momento, escucho que alguien toca la puerta, muevo la vista, y observo a Leonora vistiendo una blusa azul muy reveladora, junto a una falda bastante corta, entrando con cuidado.
- Mi Amor, ¿ya te vas a dormir? – me pregunta con tono curioso.
- Sí, creo que ya es momento. – le respondo con sencillez.
- Ya veo… – me mira detenidamente – ¿te sientes bien?
- Estoy bien, me estoy adaptando a vivir así. – lo digo con un poco de resignación.
- ¿Cómo está tu brazo?
- Está bien, – hablo con tranquilidad – ya no duele tanto.
- Estoy feliz de escuchar eso. – lo dice en tono animado mientras se acerca y se sienta a mi lado.
- ¿Ocurre algo? – le pregunto al notar que me mira fijamente.
- Hace un rato, vino un subordinado del General de Brigada Berilo, a informarnos sobre el funeral de Leila; – habla con tono serio – dijo que se llevará a cabo el próximo Viemars, en el Pabellón de los Muertos a las 2 de la tarde.
El Pabellón de los Muertos, es un enorme edificio, lleno de muros inscritos con los nombres de personas fallecidas, básicamente, es lo más cercano a un cementerio que existe en Alfa; esto se debe a que los difuntos, nunca son enterrados, en su lugar, se realiza un pequeño "ritual", en el que son petrificados, desintegrados, y finalmente, se esparce el polvo en el cielo; posteriormente, sus nombres son inscritos en los muros para no ser olvidados. Esta costumbre proviene de las Divinas Escrituras, donde se dejó constancia de las enseñanzas, conocimiento, leyendas y ceremonias para rendir culto a los 6 Dioses. Honestamente, no creo en nada de eso, pero así son los funerales en este mundo, no hay nada que pueda hacer al respecto.
- Entiendo. – lo digo con rostro triste.
- Aun así, el subordinado también dijo que ningún sacerdote de la Iglesia de la Diosa Fenicia presidirá el funeral, después de todo, los Inanire fueron maldecidos por los Dioses; por lo que el mismo General de Brigada Berilo, se encargará de realizar el funeral. Así que no será nada religioso, más bien, va a ser un evento para rendir respetos.
- Ya veo… – asiento con pena.
- Mi Amor, eso es lo más que se puede hacer; lo siento. – me abraza con cariño.
- Lo sé… – respondo con aflicción – es solo que… creí por un momento que sería de otra manera.
- Nos aseguraron que va a ser una ceremonia muy respetuosa y formal. – Leonora lo dice a manera de consolación.
- Si… – lo digo mientras correspondo el abrazo de mi mujer.
Leonora y yo permanecimos así por varios minutos; en verdad, por este tipo de cosas es que me considero afortunado de tenerla a mi lado; ella y todas mis chicas, entienden y respetan mis sentimientos, lo que demuestra en cierta medida, el nivel de nuestra conexión; definitivamente, mi relación con mis mujeres, va más allá de solo la atracción física.
- Mi Amor… – Leonora me besa en la boca con mucha pasión, luego, me tumba en la cama y se monta sobre mí – Yo… quiero que me hagas el amor. – lo dice mientras desabotona la blusa, retira su sostén y me muestra sus hermosos pechos.
- Leonora… – pronuncio su nombre con sorpresa.
- Agis… – acaricia mi mejilla con su mano, y sonríe con placer – yo ya no puedo soportarlo más… – me besa nuevamente.
Los ojos de Leonora se ven un tanto desenfocados y oscuros; si a ello sumamos la expresión de excitación en su rostro, no cabe duda que esta Gelum se encuentra sumida en sus más bajos instintos, por lo que no atenderá a razones. Parece que esta chica estaba al límite de su resistencia desde hace mucho, es normal que se tornara así; sin embargo, cuando ella se encuentra en este estado, resulta ser más dócil y menos exigente de lo habitual, con lo cual, es bastante sencillo satisfacerla. En consecuencia, lo mejor es seguirle el juego hasta que recupere el juicio.
- Leonora, eres hermosa, te amo… – la beso en la boca y toco su cuerpo.
- Yo también te amo, Agis… – permanece quieta y se deja llevar por el momento.
Para que se sienta más cómoda, termino de quitarle su ropa con calma y cuidado, al tiempo que beso y toco todo su cuerpo; de esta manera, la Princesa Gelum queda completamente desnuda; lógicamente, yo también me desvisto. Leonora es una mujer orgullosa y presumida, por tanto, disfruta mucho, ser admirada y alabada por su belleza, personalidad u otros aspectos de su ser; en este caso, cuando se trata de hacer el amor, prefiere permanecer sin prenda alguna, pues según ella, es más satisfactorio e íntimo.
En momentos como estos, Leonora suele comportarse muy gentil y complaciente, además de convertirse en una mujer desinhibida y espontánea, un rasgo que solo se muestra a la hora de hacer el amor; como resultado, no se reserva ningún gemido ni expresión de placer. Así, la hermosa Gelum y yo nos abrazamos, besamos, y acariciamos durante un largo tiempo.
- Agis… Agis… Agis… – pronuncia mi nombre con amor – por favor, hazme tuya.
Viendo a la suplicante Leonora, completamente lista para ser penetrada, observo mis brazos, están cubiertos por esas sinuosas líneas negras, al igual que cada rincón de mi cuerpo; en ese instante, me siento repugnante, sucio y despreciable; de igual manera, pensamientos negativos invaden mi mente, y entonces me pregunto a mí mismo, ¿Cómo una mujer tan bella, puede estar con un hombre horrible como yo? con solo plantearme esa cuestión, una sensación desagradable se apodera de mí.
- ¿Mi Amor? – Leonora me pregunta preocupada.
- … – guardo silencio.
Notando mi vacilación, intenta tomar la iniciativa al abrazarme y besarme; sin embargo, esto solo consigue empeorar mi estado de ánimo, en consecuencia, me alejo de ella, rechazando sus intenciones.
- ¿Agis? – pronuncia mi nombre con tono de estupefacción.
- … – la miro silenciosamente y me siento al borde de la cama, dando la espalda a Leonora – yo… creo que no puedo seguir. – pronuncio esas palabras con dificultad, sabiendo lo que significan para ella.
- ¿Acaso yo… ya no te gusto? – me pregunta con una voz llena de miedo.
- No… no es eso… – digo esto al tiempo que muevo mi vista a la Gelum, lo que veo, es a una bella mujer acurrucándose en una esquina de la cama, cubriendo sus pechos y genitales con vergüenza, lo que me hace sentir muy mal – tú me gustas, eres hermosa, una de las mujeres más hermosas que he visto, es solo que…
- ¿Te cansaste de mí? ¿Ya no disfrutas estar conmigo? – me interrumpe con esas preguntas, mientras un par de lágrimas caen por sus mejillas.
- No, claro que no… – respondo con prontitud – solo mírame… – me vuelvo completamente a ella con los brazos extendidos a los lados – soy un monstruo… – lo digo con frustración – y cuando pienso que voy a estar contigo así, me siento repugnante, y… muy en el fondo, creo que yo podría contagiarte o causar que termines igual que yo… – hablo con honestidad – y no creo que pueda vivir con eso.
- El curandero dijo que eso no iba a pasar… – se acerca lentamente – además, esa apariencia es temporal, y no me importa cómo te veas ahora… – lo dice con tono exaltado – ¿recuerdas cuando nos casamos? Juramos que estaríamos juntos para siempre, sin importar nada.
- Lo sé, pero… no me siento bien; no es que quiera rechazarte, perdóname. – respondo cabizbajo.
- Mi Amor, entiendo cómo te sientes… – lo dice con voz triste – tal vez… me precipité un poco, y te estaba forzando… – se acerca a un más y me abraza – es solo que, no pude evitarlo. – hace una pausa – Sé que estás pasando por un momento difícil, y me rompe el corazón verte sufrir, pero, yo también me encuentro mal… – me mira a los ojos con rostro sonrojado – no sabes lo desesperante que es querer hacer algo, y no conseguirlo sin importar cuanto lo intentas.
- Lo siento… – limpio las lágrimas de sus mejillas – no estaba pensando en ti, ni en las demás, aun cuando me han ayudado tanto. – me muestro apenado.
- Está bien… – realiza una pequeña sonrisa – solamente te pido que no vuelvas a rechazarme, nunca más, ¿de acuerdo? – lo dice con rostro serio.
- Te lo prometo. – respondo con decisión, mientras la miro a los ojos.
- Lo dejare pasar esta vez… – me da un corto beso en la boca – pero seguiremos intentándolo a partir de ahora, y no solo conmigo, con todas las demás, ¿sí? – habla en tono demandante.
- Por supuesto, quiero compensarte por esto. – hablo en tono optimista.
- No quiero ser una mujer agobiante con este tema, es solo que nosotras empezamos a creer que ya no éramos atractivas para ti, y eso nos estaba mortificando. – me habla con sinceridad – Además, me estoy volviendo loca por la abstinencia; – lo dice con vergüenza – Camelia, Petra y Roser, están mucho peor. Así que por eso te digo que al menos lo intentes; aunque hace rato no llegamos a tener sexo realmente, y no estoy para nada satisfecha, he dejado de sentirme tan ansiosa. – se muestra un poco relajada.
- Lo intentaré. – hablo con determinación – Pero deben tenerme paciencia, y no mostrarse tan sorprendidas ni tristes si no resulta bien.
- Estoy feliz de escuchar eso. – sonríe y se muestra alegre – Te aseguro que ninguna de nosotras se va a molestar, al contrario, haremos lo que sea para que todo vuelva a ser como antes; y si me puse así hace un momento, fue porque me dejé llevar por el impacto de la situación, y era la primera vez que pasaba, pero no volverá a ocurrir. – lo dice con tono de disculpa.
- No te preocupes, dejemos eso en el pasado. – lo digo a manera de reconciliación.
- Si… – me abraza una vez más, y yo le correspondo – ya que no estas de humor, déjame dormir contigo así, solo por esta vez.
- Está bien…
De esta forma, nos acostamos completamente desnudos, y abrazándonos con amor. Debo admitir que ver la conmoción de mi chica por ser rechazada, dejó una profunda impresión en mí; me recordó las palabras que me dijo hace tiempo, sobre que la vida de ella y las demás, están en mis manos; eso no solo implica que me seguirán a donde sea, y que siempre me van a apoyar, también significa que dependen de mí en gran manera, para muchas cosas, por lo que mis palabras, acciones, y actitudes, tienen un efecto enorme en sus emociones y comportamiento. De ahora en adelante, debo tener más cuidado y ser consciente de ello, de lo contrario, podría herir sus sentimientos irremediablemente, causarles graves traumas, o incluso algo peor; sin embargo, tampoco puedo olvidarme del lado bueno de esto, y es que, puedo contar con mis mujeres para cualquier cosa.
◇◇◇
Leocadio, Viemars 17 de Iulius del 1575.
Como se había acordado, el día de hoy se llevará a cabo el funeral de Leila, en consecuencia, Aurora, mis chicas y yo, estamos caminando por los pasillos del Pabellón de los Muertos. Cabe decir que este lugar es inmenso, con varios pisos y salas, donde hay diversos murales gravados con los nombres de los fallecidos. Increíblemente, al tocar cualquier inscripción e inyectar Unidades Mágicas, es posible visualizar una pequeña ventana translucida con información del difunto, desde su aspecto físico, fecha de nacimiento, de muerte, una breve biografía, entre otros datos relevantes. Desde que tengo estos grilletes en mis muñecas, mis mujeres toman turnos para prestarme su poder; por lo que, tengo conocimiento sobre esto, gracias a Sylvia, quien es la que se encarga de usar magia en mi lugar para lo que desee, siempre y cuando esté dentro de sus posibilidades.
Mientras recorro este lugar, me doy cuenta de que, incluso en la muerte, tampoco somos iguales; es cierto que todos moriremos, pero es imposible ignorar que los nobles, burgueses, entre otras personalidades importantes, tienen inscripciones mucho más grandes, sin mencionar que sus biografías son más extensas, y colmadas de alabanzas. Por otro lado, aquellos individuos extraordinarios como Héroes, Leyendas y seres de grandes poderes, cuentan con majestuosas estatuas inmortalizando su figura, o representando su más grande hazaña.
Un punto a destacar sobre este sitio, es que se encuentra impecable; resultaría difícil hallar algún rastro de mugre o suciedad. Naturalmente, un edificio de tal magnitud, solo se puede calificar como sublime; desde su arquitectura hasta su aspecto exterior e interior, expresan belleza y genialidad, en verdad, me siento como si caminara dentro de un palacio; las paredes son de color blanco, los muros son de color negro y sus inscripciones son doradas, en el techo y algunas columnas, se pueden apreciar finos candelabros que iluminan las zonas oscuras en un elegante tono azul; obviamente, el piso está compuesto de baldosas negras con patrones blancos que se extienden por todo el pasillo. Al menos, los habitantes de este mundo, se aseguran que los lugares para recordar a los muertos, sean hermosos de ver.
Luego de varios minutos, llegamos a una sala reservada, donde se realizarán las exequias de Leila. En la entrada, hay un par de hombres, y por sus armaduras negras, pertenecen a la Orden de Caballeros de Leocadio, una división del Cuerpo de Caballeros Estatales; esto implica que el Archiduque y otras personas importantes, se encuentran en este lugar.
Al ingresar, diversos nobles y burgueses se acercan para saludarme, rendirme respeto, desear mi pronta recuperación, y darme el pésame; obviamente, los traté con amabilidad y cortesía, aunque dejando en claro que no deseo mantener ninguna conversación con ellos. Para mi sorpresa, el Duque Ferrer también asistió, y obviamente, se lamentó por la muerte de Leila; aunque la relación entre Camelia y el Duque no es muy buena que digamos, el hada se mostró un tanto alegre por ver a su padre. Como es de esperar, el General de Brigada Berilo, también se aproximó a expresarme sus condolencias. Finalmente, la figura más importante de la ciudad viene a conocerme, el Archiduque Nabor Balaguer.
- Señor Jardiel, es un placer conocerlo. – me habla en tono cortés.
- El placer es mío, Excelencia Balaguer. – lo digo con respeto.
- También es un gusto volver a ver a su Alteza Imperial. – se dirige a Leonora.
- Igualmente, Señor Balaguer. – la Princesa Gelum responde con amabilidad.
- Señor Jardiel, déjeme decirle que lamento su pérdida, y espero que se recupere pronto; usted se ha convertido en una gran promesa para esta nación, y me atrevería a decir que para toda la humanidad. – lo dice con elegancia.
El Archiduque Balaguer es un hombre de piel blanca, complexión delgada, cabello corto de color blanco, una barba circular de la misma tonalidad, ojos verdes, con una estatura de 1,60 aproximadamente, viste un elegante esmoquin blanco, también se pueden notar varias arrugas en su rostro; en otras palabras, es un anciano con una apariencia bien conservada, y por su comportamiento, es muy perspicaz, pues parece que sabe de mi maldición y reconoció a Leonora en un instante, a pesar de que estamos utilizando el hechizo ilusorio de Camelia.
En Alfa, los humanos tienen una esperanza de vida bastante alta, agregando que envejecen lentamente; un claro ejemplo de ello, es Egeo, quien tiene más de 90 años actualmente, pero todavía se ve como alguien de 50 o menos. Por lo tanto, el Archiduque Balaguer debe tener unos 110 o tal vez 120 años. Aunque suene exagerado, en este mundo, los humanos pueden vivir más de 130 años; incluso han existido hombres que llegaron hasta los 150. Aun así, semejante tiempo todavía se considera algo corto, pues los elfos, hadas, dragones, demonios, entre otras razas, pueden vivir por más de 200 años, y algunos elfos han vivido hasta los 250 años. Sin embargo, solo un pequeño grupo de personas consiguen vivir por tanto tiempo, y esto se debe en gran medida a la Puerta de la Fatalidad que se abre cada 80 años, produciendo incontables muertes, o al menos, eso dicen todos los que han sobrevivido a la guerra.
- Me siento honrado de recibir tal elogio, pero creo que no soy merecedor de esas palabras por parte de su Excelencia Balaguer. – lo digo con modestia.
- Para nada, el Señor Jardiel es un hombre extraordinario; – se muestra enérgico – usted ya supera a los mejores guerreros de la última Gran Guerra; sin duda, el Señor Jardiel será ovacionado como una Leyenda en el futuro. – lo dice con seguridad.
- Su Excelencia Balaguer me deja asombrado con su estimación. – hablo con cortesía.
- El Señor Jardiel se subestima demasiado, tenga más confianza en sus habilidades; – sonríe con optimismo – en fin, solo quería saludarlo, ya no voy a robar más de su tiempo, me retiro.
- En lo absoluto, es increíble conocer a su Excelencia Balaguer. – lo digo con respeto.
El Archiduque se retira asintiendo levemente, y se marcha con pasos lentos; poco después, inicia la ceremonia. Como se había previsto, Berilo se sube a una plataforma, y comienza su discurso, en el que alude a la valentía, tenacidad y sacrificio de Leila, rememorando las misiones que realicé junto a ella como aventurero; posteriormente, se tocaron algunas canciones con instrumentos que emulan el sonido de la guitarra, flauta, entre otros, no obstante, sus apariencias son bastante extrañas; no los llamaría instrumentos musicales a primera vista. Naturalmente, la letra y melodía que interpretaban era conmovedora. Luego, fue mi turno de decir algunas palabras sobre ella; aunque no conozco a la mayoría de asistentes, y muy probablemente todos se han reunido aquí por mí, expresé con honestidad y claridad mis sentimientos, para que lleguen a Leila, donde quiera que esté. Aunque lo que dije no fue diferente a cuando vi sus restos por última vez, enfaticé en todo lo bueno de ella, nuestros momentos más felices juntos, y las lecciones de vida que me enseñó.
Por su parte, Leonora, Camelia, Petra, Roser, Sylvia, Nona, Filis y Aurora también dieron un corto discurso sobre Leila; naturalmente, todas se mostraron afligidas, y aunque no lo aparentara en su rostro, Leonora habló con voz triste. A medida que cada una hablaba sobre Leila, súbitamente, diversos recuerdos con ella, surgían en mi cabeza, y no pude evitar sentirme deprimido, extrañándola con todo mi corazón. Para finalizar el evento, procedieron a gravar el nombre de mi chica en uno de los muros, al tiempo que tocaban una canción evocando el adiós y la esperanza; en ese momento, me desahogué llorando en el pecho de Leonora, mientras que las demás me abrazaban.
Después de llorar por unos minutos, recupero la compostura, limpio mis lágrimas, y me acerco a ver la inscripción. Mis chicas me siguen, y entendiendo mis intenciones, Sylvia hace aparecer la ventana translucida inyectando Unidades Mágicas. La información que muestra es corta en comparación a todo lo que sé sobre ella, y las experiencias que vivimos juntos; en verdad, hay ocasiones en las que no existen suficientes palabras, elogios, ni adjetivos para definir lo que sientes por una persona, y lo que significa para ti. Esta es una de las pocas veces que he llorado tanto, ni siquiera cuando llegué a este mundo me sentí tan mal; en momentos como estos, realmente comprendes lo importante que es una persona, y cuanta falta te hace cuando ya no está. Reflexionando sobre esto, me quedo observando el nombre de mi amada Leila.
Notando que ya ha pasado bastante tiempo, decido que ya es suficiente, no puedo quedarme aquí para siempre, y tampoco es necesario tanto drama, creo que ya se hizo todo lo que debía hacerse, y no hay que complicarlo más. Así, me doy la vuelta para continuar, no permitiré que esto me traume. Los nobles, burgueses y demás asistentes, se acercan para despedirse con respeto, a lo cual, me comporto con amabilidad y educación; cuando casi todos se han marchado, el Duque Ferrer se acerca, parece que desea hablar conmigo sobre algo importante y personal, seguramente, es sobre ese compromiso.
- Señor Jardiel, sé que este no es un buen momento, pero quiero comunicarle algo. – el Duque habla con cortesía.
- Está bien. – asiento – Chicas, ¿nos permiten un momento? – me dirijo a mis mujeres.
- No te preocupes. – Leonora responde por todas, luego, se aleja junto a las demás.
- Voy a ser directo… – me habla cuando siente que mis chicas se han alejado lo suficiente – he hablado con el Terrateniente Salavert, y me dice que actualmente se encuentra en Mirusmari, pero que debido a ciertos asuntos administrativos en su territorio, debe marcharse de la ciudad en unos 3 días, por lo que le sugiero que se dirija a la Capital Imperial cuanto antes, de lo contrario, tendrá que viajar a Bortuvelum para reunirse con él. – lo dice con rostro serio.
- Entiendo. – me torno pensativo – Aun así, ¿No es posible reunirnos en otro momento? Todavía están investigando en el hospital sobre como curar mi estado actual. – expreso mi opinión.
- Señor Jardiel, es una falta de respeto hacer esperar al Terrateniente Salavert, además, me haría ver muy mal ante él y otras personas; ya que usted aceptó el compromiso, no hay marcha atrás. – lo dice con tono severo – Pero no se preocupe por la investigación, yo me encargare de continuarla en mi ciudad, o incluso puedo hacer que la retomen en Mirusmari.
- Ya veo… – accedo a la opción del Duque – entonces, me pondré en marcha inmediatamente.
- Me alegra escuchar eso; – sonríe muy animado – le recomiendo que, en esta ocasión, no viaje por tierra, en su lugar, considere la alternativa de emplear la Máquina de Portales o el Teletransportador; llegará en segundos.
- Lo haré. – lo digo con decisión.
- Excelente; me encargaré de avisarle al Terrateniente Salavert, y me aseguraré de que la investigación se traslade a Mirusmari; en la Capital Imperial cuentan con mejores recursos que en Leocadio, así que es muy probable que obtengan resultados más rápido. – se muestra confiado.
- Eso espero. – respondo dubitativo.
- No se preocupe, pienso que el Señor Jardiel se recuperará muy pronto. – lo dice con optimismo – Bueno, eso era todo lo que quería decirle; no deseo importunarlo más, y espero que nos volvamos a ver, de hecho, sería muy agradable que me visitara en Novadiulco.
- Por supuesto, sin duda iré a verlo cuando resuelva estos asuntos. – me muestro optimista.
- Hasta la próxima… – extiende su mano para un apretón.
- Igualmente. – estrecho su mano.
El Duque Ferrer también fue a despedirse de Camelia, aun cuando ella no se mostró demasiado entusiasmada por volver a verlo; parece que todavía no puede perdonarlo por todo lo que pasó antes. De esta manera, terminó el funeral de Leila, lógicamente, nos despedimos y agradecimos a Berilo por su labor; después, regresé a casa con mis chicas y les expliqué la situación con el Terrateniente Salavert, por lo que ellas iniciaron de inmediato con los preparativos para marcharnos. En medio de esto, se me ocurrió la idea de hacer buen uso del Gremio de Aventureros, para que me permitan viajar a la Capital Imperial de manera gratuita, o al menos, que me salga más económico, pues el viaje con esos Artefactos, es extremadamente costoso; si tuviera mis poderes, no tendría este problema.