Ver sus ojos atentos, como me divisaban al proclamar cada una de las palabras que de mi ser salían era casi imposible, su silencio dejaba mucho a la imaginación, pero antes de que ella dijera algo había una cosa en particular que debía de dejar bien en claro.
— Espera... antes de que digas algo quiero que entiendas que, sé que parecerá extraño que quiera unirte a los recuerdos que este lugar trae de por medio, cosa que no hago por malicia, ni tampoco por hacerte menos, lo hago porque quiero redirigir a ti ese sentimiento de amor, de ternura, de lealtad y de unión que deja en mí y entregártelo a ti, quiero que hagas de este también tu hogar, quiero que hagas de este igualmente tu mundo, quiero que hagas de esto tu yo, como yo ya lo soy.
La tranquilidad que su mirada me proporcionaba me otorgaba la suficiente libertad para expresarme tanto como yo quería, sin sentirme atado, ni mucho menos retenido por nada, me permitía ser lo suficientemente delicado tanto como para no fundir como molestia pues tenía también la oportunidad de equilibrar todo con mi propia personalidad.
— Dime, aceptas ser pareja de este viejo lobo.
— Ves así es que se hace, pensé que nunca lo preguntarías — y lanzándose hacia adelante aquella se unió a mi cuerpo, asombrado ante aquello me quedé, por alguna razón pensé que aquella pronunciaría alguna de sus singularidades, pero no, finalmente me dio una respuesta.
Emma me abrazo con tanta seguridad, con tanto cariño que fue inevitable no quedarme paralizado y solo a través de los segundos volviendo a la calma termine finalmente por corresponderle a aquel abrazo.
La alegría que aquello nos produjo nos hizo por un momento perder la compostura y así que actuando como niños finalmente abandonamos aquel lugar.
Al llegar al interior de la residencia agarrados de las manos los ojos de todos los allí presentes se posaron sobre nosotros como si nos encontrásemos antes detectores inminentes de la verdad.
Lina que se encontraba hacia un rincón hacia el lado izquierdo en medio del gran salón inmediatamente replico — páguenme ahora, se los dije.
Todos tanto Susan, Martín, Leila, Zoe, Bazili y Lyall renegaron de las palabras dictaminadas por aquella y empezaron a hurgar en sus bolsillos, yo percatándome de lo que hacían dije a Emma casi en voz alta.
— Que clase de amiga te gastas.
— Créeme que la misma pregunta me hago yo — replico aquella y llevando su mano izquierda hasta la cien desde allí froto los dedos con algo de indignación.
Entre risas y discusiones entre aquellos mismos finalmente luego de un rato pude obtener la palabra.
Tras tirar despacio de Emma la coloque frente a mi aun unidos por aquel apretón de manos mientras me encontraba aun en dirección hacia su espalda la abrace rodeándola próxima por encima de sus hombros alrededor de su clavícula y colocándome casi a nivel de ella dije al encontrarme casi a nivel de su oído en vista de los demás.
— Quieres decirlo tú o prefieres que yo lo haga.
— Ahora... no sería mejor esperar unos días.
— No, prefiero hacerlo ya y que luego no se encuentren nada raro, prefiero que se acostumbren y así vivir lo que elijamos hacer con tranquilidad — dije para evitar que precisamente sucedan estas cosas con respecto a su amiga y mirando a Lina indiqué — como lo es apostar con el corazón de su propia amiga.
Lina cuestionó — yo no aposte contra su corazón — ella sonrió se volvió serena y dulce e indicó — yo aposte a que Emma no iba a poder durar demasiado tiempo negando lo que sentía por ti, sus propias emociones la estaban delatando y la soledad por igual, por lo mismo todos entendemos de que ella merece ser feliz aun no importando lo que los dictamines de los lobos indiquen.
Emma cuestionó — de que hablas Lina.
Susan increpó — de que nosotros le otorgamos nuestra bendición todos y cada uno de nosotros.
Yo a sabiendas de lo que junto a Emma había conversado dije tras verla de reojo mientras notaba como se apenaba poco a poco al tiempo que agachaba su cabeza — están de suerte oficialmente les presento a mi novia.
Emma sonreía y se le hacía difícil poder levantar la cabeza, ante aquellas palabras se sentía algo apenada y un tanto feliz al mismo tiempo, con la mano izquierda aquella busco sostenerme del que yo aun la mantenía sujeta en tanto girando su cara en dirección mía pude contemplar de ella la mirada más noble y dulce que podía quizás deslumbrar alguna vez de ella.
A partir de allí lo que más acompaño fue la alegría junto a las felicitaciones que ello traía de la mano consigo, todos se acercaron nos abrazaron y nos entregaron con certeza su entrañable apoyo, sentimiento que nos otorgaban con entereza como lo hace una verdadera familia.
Entre risas, una que otra puesta al dialogo envueltos en el hecho mismo de compartir el día transcurrió, la parte misma de la calma se anido en nosotros y nos hizo confiar en el hecho de que probablemente ya no habría nada más que nos hiciese pensar diferente, el peligro desapareció era lo que teníamos en mente, pero la verdad solo era por nueva vez la calma ante la desgracia inminente.
La tranquilidad se hizo un día, de ese se sumaron dos, aquellos se convirtieron en cinco y antes de lo pensado transcurrió una semana en su totalidad.
En el transcurrir de aquel tiempo, Emma y yo nos habíamos dedicado a formar un lazo de comprensión y aceptación, habíamos marcado cual era el rumbo que nuestra relación tendría marcando los puntos más importantes.
Durante aquellos días incluso dejé a un lado el quedarme hasta tarde en la oficina más que nada porque antes me daba mucho pesar llegar a casa temprano para a fin de cuentas tener que enfrentarme a la soledad que en ella se alberga y la frialdad que la envuelve y aprendí por ello a hacer algo secundario durante las noches mi trabajo.
Por lo tanto, siempre que estaba en casa intentaba convivir con ella todo lo que podía, aun sin importar lo cansado o estresado que me encontrase, siempre intentaba dedicarle todo el amor que de mi ser podía llegar a surgir por lo que las noches dejaron por aquel tiempo de sentirse tan solitarias, además de que debía también de sacar tiempo para entrenarla cosa que Lyall y yo intentábamos hacer siempre de algún modo porque eran muchas las cosas que Emma debía de aprender ahora con su nueva piel.
La casa por ende se hizo más ruidosa, más alegre, se llenó de vida y perdió aquella lugubridad que durante años la envolvía en solo unos pocos días.
Nuestro trabajo fue arduo y el tiempo de calidad sumado al afecto que recibió Emma también, tanto que incluso ante los ojos de Lyall y míos un día de la nada finalmente su loba se mostró tal y como Susan la describió, aquella ante lo incierto se dejó notar, pequeña, delicada, hermosa con unos ojos azules sorprendentes y penetrantes, pero también la pudimos llegar a contemplar ágil, fuerte, rebelde y traviesa como ella sola podía llegar a ser, pues no era casi nada diferente a lo que su naturaleza humana es, lo único que la diferencia en gran medida era que su loba era un poco más atrevida así como coqueta en base a sí misma.
De la nada convivir con ella me había transformado, su presencia me había convertido en una persona más alegre, más vivas, más enérgica, menos reactiva, me había llenado la vida de luz y por nueva vez luego de tantos años me sentía bastante feliz y agradecido por haberla conocido, todo en mi había cambiado y totalmente para bien.