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Chapter 76 - Comprensión y aceptación

La risa de los demás que se encontraban junto a nosotros alrededor de aquella mesa no se hizo esperar, al notar más que nada con algo de confusión el comportamiento tan respetuoso que Dominieck drásticamente había tomado y que fue por sobre todo objeto de sorpresa para aquellas dos mujeres.

A partir de aquí desayunar se convirtió en una tarea sumamente más cómoda y amena para todos, una que disfrutábamos por igual como si realmente nos encontráramos en medio de una verdadera familia y tanto fue así que incluso Zoe, Leila y Bazili nos acompañaron.

Pasado un tiempo tras terminar la ingesta de aquellos alimentos Dominieck me invito a pasear, aparentemente aquel vio como algo bastante agradable el hecho de dar una pequeña caminata alrededor del jardín, pero totalmente solos, cosa que me ofreció hacer tras ver como yo me había quedado contemplando desde hacía unos cuantos minutos el exterior desde el interior de la casa por uno de los ventanales que dan rumbo precisamente en esa dirección.

Habiendo ya salido, los dos nos dispusimos a seguir el camino de piedras irregulares que se extiende a todo lo largo de la propiedad y que permite para todo el que se adentra en él tener una vista agradable sin saltarse a la hierba.

Por un momento en silenció aquel y yo meramente estuvimos andando y tras acércanos a la parte más alejada del jardín, ambos terminamos de adentrarnos en sus límites, cosa que ante todo aquella fungía ante mi alarmada consciencia como una zona muy solitaria y privada oculta a la vista de todos, a la que nunca en el tiempo que llevo allí realmente había ingresado.

Al adentrarnos la vegetación incluso se observa diferente y se alza solemne por encima de los demás espacios que conforman aquel singular terreno.

Al llegar lo primero que lo diferencia de los demás es el camino singularmente apedreado que toma un estilo lo más parecido a las calles de la vieja española debidamente adoquinado, justo en la entrada se alza un arco creado por la misma vegetación completamente verde que parte desde la mediana arboleda que se extiende desde a orillas del camino y se esparce todo alrededor hacía atrás dándole la apariencia desde el exterior de encapsulado a todo aquel espacio.

Una vez ingresas llegar al final no te toma más allá que unos escasos cinco minutos, tras haber girado dos o tres veces siguiendo el sendero, hasta que por fin aquel camino te muestra el tesoro que guarda sumamente escondido en su interior.

Y hela allí, disimulada permanece particularmente dispuesta una hermosa cúpula totalmente blanca acomodada al completo aire libre, la estructura base está formada por cuatro columnas echa de mármol puro y la parte superior que da la apariencia de domo es echa en cristal, dentro justo en el centro se encuentra colocada una cómoda cama suspendida atada con cadenas a unas bases metálica que se encuentran en la parte interior del techo, mientras que por fuera alrededor cuelga de ella una guirnalda llena de bombillas que hacen de ella en las noches tras ser encendidas la zona más hermosa probablemente de toda la propiedad.

Para entrar en ella se hace necesario subir algunos cuatro escalones que se extienden hacia todo el perímetro de la misma, escalones que le permiten estar un tanto por encima del camino normal.

Al verla mi cara de sorpresa se dibujó con fuerza pues sin dudas yo habría esperado encontrar cualquier cosa menos precisamente eso.

Por lo que dirigiendo finalmente mis ojos hasta Dominieck le interrogue con algo de emoción — puedo acercarme.

— Claro que sí, adelante — y extendiendo su mano hacia el frente me indicó con total distinción que podía bien dirigirme a ella cosa que hice sin tardar dejando algo por detrás a Dominieck quien caminaba sumamente relajo.

Sin tardar me acerque y de la misma manera subí los escalones, alrededor del interior de la cúpula camine mirando hacia arriba la luz que atreves del cristal del techo se adentraba formando por la incidencia de aquellos rayos mañaneros un pequeño arcoíris que brillaba justo en el centro de aquel lugar.

Ya para cuando di la vuelta completa alrededor, Dominieck se encontraba de pie sobre el segundo escalón con los brazos echados hacía atrás observando con atención hacía el interior como yo me movía sorprendida, actuando casi como una pequeña niña.

— Es demasiado hermosa, parece sacada de un cuento de hadas — replique.

— Te gusta.

— Gustarme... Dominieck me encanta, aun no entiendo cómo es que en los días que llevo aquí no me había interesado por acercarme por lo menos hasta la entrada, de haberlo hecho probablemente ya la habría descubierto.

— La misma pregunta me hago yo, con lo curiosa que eres me sorprende que no hayas venido aquí antes, pero por otro lado me alegra que a fin de cuentas termines compartiendo el recuerdo de tu primera vez aquí conmigo.

— ¡Oye!

— ¿Qué? Es la verdad, eres demasiado curiosa por lo tanto es complicado intentar sorprenderte, para hacerlo hay que sí o sí llevarte fuera de aquí como lo hice anoche, o conducirte a espacios así que estén ajenos a tu total conocimiento.

Encogiéndome de brazos enmarque en mi rostro un puchero pues escucharlo decir aquello ocasiono que me sintiese algo molesta con él — ya lo entendí, tengo que dejar de ser tan fisgona.

— No, lo que tienes es que dejar de ser tan temerosa y aislada, ahora más luego de lo que ocurrió anoche, cosa que espero que realmente comprendas.

Con algo de tristeza caminé unos pocos pasos hacia atrás y sobre el borde de la cama suspendida me senté cruzando de seguido mis brazos contra el pecho.

Dominieck noto rápidamente mi disgusto cosa que provoco en el que en vez de que apareciese la seriedad una sonrisa se dibujara y acercándose a mi sobre el borde de aquella misma cama dispuesto a mi lado derecho se acomodó.

Una vez allí aquel busco sacar desde el nudo que había hecho con mis brazos mi mano izquierda cosa que logro hacer sin tener que recurrir a mucho esfuerzo en vista de que yo no opuse resistencia y ya teniéndola como quería aquel la acomodo en medio de las suyas y así entrelazados en aquel apretón de manos me contemplo.

Aquel por un momento ya encontrándose así hizo un poco de lado la jocosidad y tomo por entre sus manos el hilo mismo de la seriedad y cuestiono al instante — ¿Como te sientes?

A sabiendas de por dónde iba enmarcada aquella conversación dije...

— Desconcertada, perpleja, confundida, temerosa, etc., etc., etc... y un sinfín más de emociones que podría fácilmente enumerar, pero que estoy casi segura de que no querrías escuchar, las cantaletas a tales horas de la mañana son todo menos que agradables eso lo entiendo a la perfección.

— Habías pensado alguna vez de que tu loba podría llegar a surgir en algún momento — dijo aquel queriendo ver que tanto conocimiento tenía al respecto.

Agachando la cabeza habiendo finalmente escuchado aquella pregunta, dude un momento en cuanto así darle una respuesta o no por el peso que la misma acarreaba, pero al final luego de una pausa dije mientras dejaba que mi vista se perdiera entre las arboledas.

— Sabía qué existía una probabilidad, pero durante todo este tiempo quería mantener la idea firme en mí de que esto no ocurriría.

— Y sin embargo término sucediendo ante la vista de todos, hace días que te encontrabas cambiando no habías dado señales verdaderamente notables para los desconocedores del tema hasta anoche que tu celo despertó y sin embargo yo tampoco pude llegar a descubrirlo a tiempo.

Con duda queriendo pensar que había una posibilidad de que no fuera así y halla solo sido parte de las emociones propias que la noche despertó dije casi sin pensar queriendo tener algo de conformidad — y como sabes que realmente ha sido eso, digo, podría ser cualquier cosa incluso algo provocado por mí misma.

Dominieck noto que me encontraba intentando negarme a aceptar lo acontecido por lo que sabía que al hacerlo había una posibilidad de que luego aquello fuera más que complicado para bien acoger, cosa que sin dudas ambos sabíamos que convertiría en un problema mayor.

Aquel soltando mi mano se puso de pie, dio algunos pocos pasos hacia el costado y se acomodó en frente de mí, ya bien dispuesto aquel ante mí persona se agacho y mirándome a los ojos con algo de seguridad exclamo.

— Puedo tocarte.

— Porque quieres hacer eso.

— Porque quiero mostrarte como es que los lobos nos marcamos, como por alguna razón nuestras parejas han sido elegidas de alguna manera desde mucho antes de que nosotros tengamos conocimiento de ello, cosa que se refleja sobre nuestra propia piel.

— Y acaso es eso posible, o simplemente has pensado en una excusa para querer hacer una de las tuyas.

— Es posible, no sucede en todos los casos, pero si, y para sorpresa de todo el mundo tú y yo no fuimos la excepción en ambos apareció el símbolo cosa que llevaremos ya el resto de nuestras vidas.

Dominieck formo una mueca, una de completa burla y prosiguió diciendo — en cuanto a tocarte, no tengo por qué recurrir a tales mañanas por lo visto tu deseo lascivo es muchísimo más fuerte, lo que hace que por tus propios medios llegues a mí.

Tal expresión en él hizo que de mi brotara algo de irritación lo que me llevo sin dudas a propiciar un veloz golpe contra su hombro izquierdo.

— ¡Aushh! Ya me quedo bien claro quién va a mandar en nuestra relación — dijo aquel con algo de ironía.

— Dominieck, ya basta — dije mientras mis mejillas se volvían un tanto rojas.

Aquel sonrió y murmuro — que bueno que me has encontrado de tan buen humor, así que dejaremos esa conversación para más adelante — y volviendo a analizar la situación indico — a lo que íbamos, la marca.

Y habiendo preguntado por segunda vez respecto, a que, si podía tocarme aguardando por una respuesta permaneció pues, me daba muchísimo pesar permitir que sus dedos se unieran a mi piel cosa que luego de algunos segundos terminé aceptando.

Dominieck para sorpresa mía llevo con suma suavidad sus dedos hasta la parte baja de mi prenda superior, sujetándola por el borde a la misma la levanto y habiendo tenido finalmente una zona por donde poder sujetar mi pantalón, ya teniendo este a la vista tiro de él desde la zona de la cinturilla hacía abajo hasta dejar un poco descubierta la zona de mi pelvis justo del lado izquierdo.

— Hay la tienes — exclamó.

Aunque me encontraba sentada yo era capaz de divisar con completa claridad aquella marca que para sorpresa mía yo era consciente de que nunca la había visto alguna vez formada en mi cuerpo.

Aquella era un círculo completamente perfecto en color negro una línea totalmente fina la cual aparentaba estar echa con fuego enteramente hueco en el centro, pero del que no sentía dolor alguno, aquel solo era el primero pues alrededor del mismo había otro en color rojo un tanto más grande que le hacía prácticamente de sombra.

Queriendo molestarle dije ante aquel — seguro que no me has tatuado, has tenido todo el resto del tiempo para hacerlo porque aparentemente caí como una roca en el desierto.

Dominieck escucho aquello y antes de enojarse o dictaminar alguna duda en mí solo aplico a decir — no me des ideas que luego pueda aplicar, pues temo que tengo muy buenos conceptos para plasmar en tu piel.