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Chapter 75 - La vuelta a la realidad

El olor a jazmín se adentró por mucho en mi olfato, a pesar de que aún no me encuentro despierta puedo especialmente sentirlo como juguetea con algo de intereses cosquilleando la punta de mi nariz.

Ahora bien, pese a que no quiero, me limito brevemente a abrir despacio los ojos buscando en mi desconocimiento descubrir donde estoy, pues de la noche anterior tengo meramente algunos escasos recuerdos, evocaciones que no puedo exclamar a la ligera por el contenido tan impropio que dentro de sus extrañas posee.

Son apenas las siete de la mañana hora que presupongo es tras dirigir mis ojos hacía la ventana desde donde pude llegar a notar la claridad de la mañana que a través de aquellos espacios se podían contemplar.

Al enfocar mi vista me percato no muy bien vuelvo al total presente, que me encuentro por alguna razón medianamente recostada sobre una superficie algo firme, que para nada se asemeja a la suavidad y frescura que una cama proporciona, pues principalmente noto que lo que es, en primer lugar, es algo rígido y sumamente cálido en tanto emite un movimiento algo particular, de arriba hacia abajo movimiento que constantemente permanece repitiendo.

Intentando descubrir de que se trataba aquello, busco incorporarme de a poco procurando con cuidado de no realizar algún movimiento brusco.

Al estar lo suficientemente cómoda elevo mis ojos hacia arriba en dirección a la cabecera de aquella cama y justamente allí tropiezo con su mirada. Dominieck se encontraba plácidamente recostado en aquella misma cama sirviéndome de almohada, observándome como actuaba como cual alcohólica buscando retomar el control de mi cuerpo y de mi vida.

Sus ojos oscuros desde allí me miraban de una manera tal, que fácilmente podía llegar a sentirme desnuda entre sus manos, haciéndome por demás decir experimentar algo de nerviosismo.

Buscando deshacerme del peso que su mirada me provoca intento desviar mi vista hacía el otro lado, vista que busque enfocar más que nada en la pared del fondo frente a nosotros y a la puerta que da rumbo al área de lavado.

Allí contemplándolo me detengo y por un momento pretendo hacer como que nada ha ocurrido mientras de apoco busco separarme del cuerpo de Dominieck al tiempo que intento cubrir con las sabanas mi desnudes, procurando ocultar especialmente mi rostro bañado por la timidez.

— Es enserio Emma, no puedo creer que luego de lo ocurrido durante la madrugada ahora me tengas vergüenza.

— Y que quieres que haga, que salte de la emoción, no sé cómo procesar todo esto.

— Solo quiero no actúes tan fría y como si nada hubiera ocurrido, tú me elegiste por una razón y lo hiciste conscientemente, tú sabías que yo estaba aquí, aunque nunca te habías adentrado a los confines de mi recamara te apareciste totalmente segada por la fuerza en que tu celo despertó, admítelo te gusto, me quieres y te importo y anoche me lo confirmaste cosa que no cambiara ahora mismo, aunque tú lo pretendas negar.

Posible o imposible, a fin de cuentas, era algo esperado, algo con lo que batallaba para que no sucediese, pero simplemente no pude evitarlo y término ocurriendo.

Ante la imposibilidad de responderle a sus palabras me quede en silenció pensando dispuesta a la nada, debatiéndome en si era o no correcto que todo aquello aconteciese, cosa que probablemente al verme algo triste Dominieck reacciono.

De modo que al igual que yo sobre aquella cama se acomodó, un poco más erguido habiendo en su momento dejado los brazos hacía atrás para que le sirviesen de soporte y así poderse quedar casi a mi nivel, en tanto respetando mi imposibilidad para observarle quieto allí se quedó y proclamo.

— Piensa esto Emma, nunca sabrás si puedes llegar o no ser a feliz si no lo intentas y ahora que mis padres no están, nunca podrás sentirte lo suficientemente amada de nuevo si no te arriesgas, por lo pronto no puedo decir que tendremos una vida llena de júbilo, lo que si te puedo prometer es que sacrificare hasta lo que no tengo porque tú nunca, nunca más te sientas sola otra vez.

Sus palabras formaron un pequeño nudo en mi alma llenándome de indecisión pues por alguna razón sentía algo de duda respecto a tales dictámenes.

Aun así, siendo paulatinamente desconocedora de lo que el futuro podría llegar a depararnos buscando más que nada otorgarle un punto a favor, gire mi cabeza y lo mire y al igual que anoche se me hizo imposible no ahogarme en su mirada que para aquel momento solo reflejaba dulzura y amor en toda la extensión de la palabra.

Mirarle en ese instante solo hacía que mi cabeza volara por los cielos haciéndose de tal forma una sola con mis emociones, contemplarlo me hizo sentir pequeña y algo frágil ante su suntuosidad por lo que no pude evitar girarme un poco más hacía él y desde allí habiendo elevado despacio mi mano izquierda la dispuse sobre su rostro tras poco a poco acercarla hasta su mejilla derecha.

Finalmente, tras haberla acomodado Dominieck se dejó caer sobre ella, cerrando de seguido como si no sintiera ni la más mínima preocupación sus ojos, percibiéndose calmado, evidentemente relajado allí se mantuvo hasta que pasado algunos segundos aquel levanto su mano derecha y la unió con la mía.

Dominieck nuevamente abrió sus ojos me miró fijamente como si contemplara ante sí lo que más amara en el mundo y lentamente se dejó caer hacía atrás llevándome consigo.

Habiendo tocado la superficie de la cama con su espalda aquel hombre tiró de mí y como cual audaz maestro del amor me hizo terminar contra su pecho como si acaso yo no pesara absolutamente nada dejando finalmente detrás aquella sabana con la que pretendía cubrir mi cuerpo.

Una vez ante aquel desde lo alto semi recostados ambos permanecimos observándonos un momento, hasta que tanto para él como para mí fue mucho menos que imposible no terminar consumidos por el deseo, otra vez como si no hubiera un mañana ni nada que nos detuviese concluimos en aquella cama enredados el uno con el otro, tomados por la pasión desenfrenada, el fervor y el calor que solo el hecho de tenernos cerca piel con piel nos proporciona a ambos igual.

Pasado un tiempo luego de que pudimos salir de la cama, y por consiguiente nos higienizamos Dominieck me ordeno esperarle pues necesitaba salir de allí en busca de algunas prendas para mí, en vista de que me encontraba en aquel momento no precisamente bien presentable puesto que necesitábamos ir a desayunar antes de empezar a desarrollar aquel nuevo día.

Ya finalmente en el comedor encontrarnos con los rostros conocidos de tanto Lyall, los tíos, Lina, Leila y Zoe fue particularmente algo vergonzoso pues con suma curiosidad aquellos nos miraban como si se encontrasen contemplando la escena más sorprendente e irónicamente imposible que jamás pensaron poder llegar a contemplar.

— Buenos días — increpe acercándome a la mesa mientras observaba como el rostro de todos o casi todos había sido tomados por una inusual sonrisa.

— Más que buenos — replico Lina con algo de picardía, palabras que provocaron que de mi sobreviniera un halo nuevamente de vergüenza.

— Lina basta — musitó la tía Susan que yacía acomodada en uno de los asientos frente a nosotros con una pequeña sonrisa enmarcada en sus labios.

Dominieck y yo terminamos de acortar el camino y junto a los que en la mesa se encontraban esparcidos nos acomodamos.

No muy bien nos acercamos la señora Zoe se nos acercó a ambos y nos interrogo respecto a con que queríamos iniciar a aquel desayuno.

— Señor Dominieck, señorita Emma hay café recién echo y té de hojas de mango pueden indicarme que prefieren ambos.

Dominieck instantáneamente indicó ante ella — Zoé podrías traerme un café negro bien cargado por favor.

Al escucharlo la cara de Zoe dispuesta a su lado izquierdo se deformo un poco aparentemente algo de lo que aquel dijo había sido lo suficientemente sorpresivo para ella como para hacerla reaccionar de aquella manera.

Leila que se encontraba algo retirada terminando de traer a la mesa algunas cosas que hacían falta habiendo escuchado a Dominieck aquella replico.

— Por lo cielos que acabo de escuchar, que mosca te ha picado hoy.

Zoe acercándose a Leila al mirar su imprudencia contra ella propino un codazo en contra de sus costillas — silencio no vez que este no es el momento de decir tales sandeces.

Leila renegó por el dolor que a su cuerpo aquel golpeo envolvió a causa de su madre y aquella volvió a indicar — pero es cierto, esto es algo muy inusual viniendo de él.

Zoe nuevamente volvió a intentar golpear a Leila quería apartarle lo más pronto posible a aquella idea la cual pudiera por ende hacerla meter en problemas con Dominieck pero aquel precisamente indicó a ambas mientras se mantenía con una sonrisa algo avergonzada — Zoe mujer, ya basta deja a la pobre Leila, golpeándola no conseguirás nada.

Zoe y Leila lo miraron por igual y aquellas misma nuevamente giraron su cabeza esta vez en dirección a ellas mismas donde ambas por igual replicaron aquellas mismas palabras dictadas por Dominieck.