— Vamos Emma, ya hemos llegado, por favor sígueme — indicó aquel de inmediato mientras me sujetaba guiándome con sumo cuidado, por tanto, confiando en sus palabras aunque era algo incierto el propósito con que aquello contaba, hombro a hombro ambos nos adentramos al elevador y desde allí espere con paciencia llegar finalmente a donde sea que aquel me dirigía.
Con suma cautela, pocos segundos después de haberse cerrado las compuertas detrás nuestra, Dominieck me hizo girar sobre mi propio eje probablemente hacía donde en algún momento estuve dando la espalda intentando así acomodarme para que al subir fuera más fácil salir de aquel elevador.
A poco menos de un minuto, finalmente aquel se detuvo en tanto, ambos habiendo abandonado aquel especial espacio nos adentramos a uno nuevo interesantemente algo diferente.
Dominieck ante aquello no se hizo esperar pues la emoción no se lo permitía, de modo que me hizo avanzar un poco hacia el frente dando no más que algunos diez pasos y habiéndolo realizado tal mandato conforme aquel lo solicitaba finalmente me detuvo.
Al quedarme allí quieta, el murmullo que mis emociones provocaban en mi cabeza, por un momento me dejaron algo ensordecida quizás por la preocupación y la desconfianza que llevar tanto tiempo vendada había probablemente alojado en mí, aunque estar así había despertado con fuerza gran parte de mis otros sentidos.
Después de todo, aquel se había convertido en el director de tal inusual juego, uno en el cual él había actuado como mero protagonista tal vez en broma o lo que sea que fuese lo que rondaba en su cabeza los primeros minutos al encontrarme totalmente ajena respecto a lo que aquel tenía planeado, por lo que yo no podía llegar a entender cual era el rumbo que pretendía tomar con todas aquellas singularidades.
Ante mi poca percepción lo único que podía hacer era sentir, sentir como el toque del viento acariciaba mi piel, como jugueteaba con mi pelo e intentaba de alguna manera sacudir el ruedo de mi falda, sentir como el aroma a jazmín se levantaba de todos lados y ninguno a la vez llegando incluso a producir leves cosquillas en mi nariz.
El silencio incluso al encontrarme así se convirtió en mi más fiel amigo lo que sin dudas es algo que se lo debo de agradecer, pues despertó en mí una habilidad que desconocía por completo por lo que fue fácil descubrir que movimientos Dominieck hacía una vez me soltó en aquel lugar y se alejo de mi mientras pretendía contemplarme.
Con suma paciencia allí aguarde y espere tranquilamente a que aquel hombre se decidiese dar el siguiente paso hasta que eventualmente sentí como se hacía en dirección a espaldas mías, quien con sumo cuidado procurando no tirar de mi pelo deshizo el nudo que aquel había formado en la venda tiempo atrás.
Al abrir los ojos, acostumbrarme de nuevo a la luz me llevo algunos cuantos segundos, a causa más que nada del resplandor que aquellas iluminarias formaban alrededor de aquel lugar al haberme molestado evidentemente en consecuencia de su incesante brillo, aunque la verdad la permanencia de las mismas encendidas no opto por mucho en tiempo debido a que eventualmente las mismas terminaron siendo apagadas.
En tanto habiéndome acostumbrado finalmente a la imagen que aquel lugar me proporcionaba a fin de cuentas pude divisar la tal dichosa sorpresa ya más cómoda ante casi la total oscuridad.
Lo primero a lo que me dispuse a contemplar tal vez por tonta, por curiosa o por ser aficionada a aquellos pequeños detalles que otorga el existir, fue sin dudas el cielo, el cual aún se mantenía curiosamente opaco rodeado por algunas nubes que daban aviso respecto a la posible tormenta que se avecinaba, dando a entender que incluso a pesar de encontrarnos en plena noche no había mucho que cambiar.
Las nubes de tormenta se divisaban abiertamente en la distancia sobre nuestras cabezas y aunque parezca extraño o incluso una locura lo que voy a decir, aquello sin dudas proporcionaba una chispa bastante dramática y algo excéntrica a aquella velada.
Sí, lo se, puedo adivinar lo que en todo caso una persona normal pensaría de aquello y aunque parecía ser todo aun menos que agradable para mi si lo era, por lo que como amante de la noche aquello le otorgo a tal cálido momento el toque perfecto de misterio que aquello necesitaba, ayudando en gran medida a que yo no fuese capaz de apartar mi atención del foco principal el cual tenía justo al frente una vez lo descubrí.
Sin dudas aquello era una sorpresa y una la cual nunca probablemente había pensado llegar a recibir, pero a lo que Dominieck con entereza se atrevió y que aun a pesar de mis pensamientos en contra no me iba a negar de disfrutar.
En tanto al contemplarla mis ojos se deslumbraron tras observar como al lado de la cornisa al fondo sobre el techo de aquel edificio se mantenía alojada una mesa bastante elegante con un aspecto antiguo al estilo español delicadamente adornada con un mantel en color blanco bastante refinado.
Sobre aquella misma mesa ante los ojos curiosos se podían llegar a contemplar los varios artículos que se mantenían esparcidos dejando claro a la vista la capacidad monetaria con la cual el anfitrión puede llegar a contar gracias a los cientos de detalles que se podían llegar a observar alrededor sumado estos a cientos de arreglos florales que se esparcían en todo aquel espacio dándole la apariencia sutil de algún quizás jardín tal vez enumerado en algún cuento de hadas.
Ante lo que veía no pude evitar voltear mi rostro a todos lados intentando entender en un primer instante que era aquel lugar y habiendo preguntado — ¿Dónde estamos?
Dominieck repuso — estamos en lo alto del edificio Bastrii donde la mayoría de los negocios de tanto el mundo humano y lobuno son llevados a término siempre y cuando tengan por obligación que pasar por mis manos, aunque bueno, es algo inevitable por la tarea que desempeño aquí.
Entonces era eso, justamente su edificio no menos presumible.
— Pero y todo esto — pregunte sorprendida.
— Esta es tu sorpresa, no te gusta — replico aquel en tanto simulaba formaba una expresión de seriedad en su rostro.
— Claro que me gusta, pero no crees que es demasiado.
Dominieck dibujo una sonrisa bastante satisfecho y comento — de verdad lo crees, yo la verdad que no.
En tanto habiendo saciado mi curiosidad en vista de las particularidades que solo de él pueden llegar a salir tras también aquel haberme confirmado que el edificio se encontraba especialmente vació para que nadie nos molestase aquel dijo con algo de confianza siendo consciente de todo lo que tenía quizás planeado para aquella digamos algo romántica noche.
— No te parece que hay demasiado silencio — y tocando sus palmas como a cuál pedido echado a la nada, desde la oscuridad dispuesto a mi costado izquierdo justo al fondo a un lado del elevador, un hombre llevando un violín en mano empezó a tañer unas sutiles melodías tan dulces al oído, que era imposible no sentirse conquistado por ellas.
Al ver a Dominieck con aquella actitud tan victoriosa una vez dirigí mi vista hasta el por lo que pensaba quizás había logrado hacer para mi, yo no dude en decir ante aquel — veo que estas bastante satisfecho.
— Como no tienes una idea querida mía — por tanto, doblando su brazo ante mí, busco con especial énfasis que yo me sujetase, y así guiarme por un camino de pétalos ya dispuesto bajo mis pies rumbo hasta la mesa donde con toda caballerosidad ya frente al asiento dispuesto para mí retiro a aquella silla y me ayudo a acomodar.
Ya frente a mi acomodado en su respectivo asiento, Dominieck tomo la más firme galantería siguiendo la etiqueta y protocolo que la velada ameritaba y entre el hilo que tomaba la conversación durante, así como también después de la cena, entre pequeñas anécdotas, uno que otro momento en donde el coqueteo tomaba especialmente participación por parte mía inconscientemente y de las risas que salían de nosotros las cuales daban color a nuestra tan inesperada velada, el tiempo transcurrió con prisa llevándose consigo todo objeto de preocupación o al menos era lo que presumía para aquel instante.
Ya para cuando llego el momento de marcharnos tras haber llegado a su fin aquella cena no muy bien terminamos la última copa de vino, en un momento en el cual Dominieck tuvo que retirarse y dejarme sola gracias a la aparición de algunos imprevistos, admirando el cielo una vez me encontraba frente a la tan dichosa cornisa disfrutando de la vista que todo Belcier me regalaba ante su majestuosa hermosura nocturna muy atenta allí me quedé.
Para aquel instante mientras la contemplaba sorprendentemente y de la nada el cielo había empezado a despejarse y curiosamente yo también había empezado a sentirme algo extraña e incómodamente preocupada de la nada por ciertas emociones y sensaciones que iniciaron a aparecer en mí.
El calor nuevamente tras la luna dejar mostrar algunos de sus destellos había vuelto a aumentar considerablemente haciendo que, aunque era relativamente una noche fresca chorros de sudor se hicieran presentes en su recorrido por gran parte de mi cuerpo y habiendo aparecido aquello muy dentro de mis entrañas en toda mi pelvis una especie de vació se hizo sentir.
En tanto ante tales sensaciones me quedé extrañada pues, pensé que quizás se había llegado a desmejorar mi salud por alguna razón, pensando tal vez algo a la ligera lo deduje, aunque no era nada usual que yo me enfermase cosa que fue lo primero que intenté descartar.
Estando peleando con mis pensamientos y las sensaciones que aquello me provocaba empecé a rogar a los cielos por que Dominieck regresase, mientras permanecía concentrada intentando resistirme, en tanto de vez en cuando dirigía mi mano hasta la parte baja de mi ombligo, intentando mermar las sensaciones que aparecían, pero sin tener éxito alguno.
Analizando incluso aquello podía probablemente definir tal situación como la sensación que se produce en nuestros cuerpos tras la necesidad de ir al baño aparecer y nos vemos por ende obligados ante la insistencia y ya nulo aguante de entre cerrar nuestras piernas para evitar las posibles fugas, así sin dudas lo experimentaba pero tampoco de ello se trataba.
En tanto fue justamente allí en el momento menos adecuado que Dominieck apareció, cuando ya empezaba a retorcerme y quién aprovechando la poca atención que dirigía hasta mi espalda, paso este a posicionar sus dedos contra la misma obligándome así ante la sorpresa de verle a enderezarme.
Al ver mi rostro algo deteriorado por lo que me encontraba sintiendo, aquel presumiendo probablemente que ocurría algo se negó a callar y preguntó.
— Te encuentras bien — increpo a aquel volviendo a tal pregunta probablemente en la peor que pudiera llegar a hacer realizada.
Eh de decir que tal cuestión no era algo fácil de contestar para mí, pues por donde quiera que intentase partir particularmente para dar respuesta, aunque tenía sentido sin dudas no se escucharía para nada bien pues podría ser ante todo lo que ocurría un simple asunto asociado a las mujeres a causa de nuestros cambios hormonales no escasos para nada en nosotras por la piel animal o muy bien podría llegar a ser solo aquello algo pasajero, un simple malestar, por lo cual no queriendo dar una respuesta directa solo llegue a indicar.
— Estoy bastante cansada, crees que podamos regresar a casa.
— ¡Regresar a casa Emma! — repitió Dominieck partiendo quizás de mis mismas palabras algo evidentemente confundido — realmente no te entiendo, llevabas días luchando por que te dejase salir de casa y ahora que estamos fuera quieres regresar.
— Sí, quiero volver.
— Sucede algo malo, no te gusto la cena — indicó intentando acercarse en tanto yo inconscientemente retrocedía.