Al salir del almacén por el que Lyall se había dedicado a guiarnos buscando la mejor forma de llegar al exterior, finalmente tras atravesar la única puerta que nos mantenía por el momento a las sombras, no muy bien nos escabullimos pudimos llegar a contemplar la fachada trasera de la casa Lombardi.
Aquel hombre y yo, teniendo conocimiento de las artimañas de las cuales aquellos cuatro demonios toman partido para ganar sus batallas, intentando resguardarnos del peligro en silencio y con cuidado probamos atravesar el jardín trasero, lugar en donde se encontraba aquel depósito oculto queriendo llegar hasta la puerta más cercana.
En este caso sería una puerta posterior oculta dentro de la misma pared que permitía el acceso hasta el interior de la residencia sin tanta obviedad.
Para suerte nuestra la puerta se encontraba aun en buen estado, los hombres de los alfas no habían destruido nada próximo a ella cosa que hizo algo aún más sencillo el ingresar a la residencia.
Lyall fue el primero en acercarse a la puerta seguido de Lina, a quien este llevaba sujetada de una mano lo más cercana de él que podía, cuidándola en todo momento, detrás de aquella chica se encontraba Silea quien aún era parte de este extraño grupo, posterior a la misma en fila iban Susan y Martín, mientras que Emma y yo nos encontrábamos en último lugar.
Aun así, percatándose de la soledad del lugar, teniendo los nervios ya algo alborotados, aquel no se confió y aun a pesar de que no sentíamos nada dentro de la misma casa aquel susurrando intentando hacer el menor ruido posible me indicó.
— Dominieck, hay que descartar que hayan moros en la costa.
Tras escucharlo instantáneamente me acerque a Emma por la espalda, sobre sus hombros coloque mis manos y replique a ella no muy bien acerque mi cara hasta la parte posterior de su cabeza.
— Quédate lo más cerca posible de Martín y Susan no tardare demasiado.
Emma habiéndome escuchado decir aquellas palabras sintiendo como mis manos yacían sobre sus hombros entre dientes también replicó mientras en su voz se podía sentir un pequeño hilo de preocupación — ten cuidado — y alejándome de ella tras darle una mirada me acerque hasta donde se encontraba Lyall.
Una vez a su lado aquel hombre indicó a los demás — nunca den el dorso a la vegetación y mantengan la espalda lo más unida que puedan a la pared, tengan los ojos muy abiertos pues jamás se sabe de dónde viene el peligro, si ven algo griten, nosotros dos buscaremos la manera de llegar lo más rápido posible.
Dicho esto, Lyall y yo dimos los primeros pasos que nos permitían ingresar a aquel lugar habiendo forzado la puerta desde el exterior no muy bien atravesamos el umbral.
Al cruzar aquella puerta, era imposible no sentir enojo, rabia, ira, aversión y todo lo negativo que se pueda alguien imaginar, al ver como todo había sido consumido por las manos llenas de odio y rencor, de alguien que pensó que bajo su autoría podía hacer lo que quisiera en nuestra contra y con ello, tomar a todos en sus manos para saldar sus deudas inclinando la balanza a su completo favor.
Ante tal desastre presente en aquel lugar era imposible siquiera quedarse un día allí, cosa que deduje al instante no muy bien dirigí mis ojos al interior de aquella casa pues todo, absolutamente todo había sido destruido, inclusive las alacenas las cuales habían sido removidas de forma tal que los alimentos que habían resguardados en ella se habían echado a perder ya que la gran mayoría de ellos se encontraban tirados en el suelo haciendo que la cocina tomara un hedor repugnante y asqueroso.
Por unos pocos minutos Lyall y yo recorrimos la superficie de aquel lugar peinando toda la zona descartando la presencia de personas allí, cosa que al confirmar la tan amada soledad suscito una alegría para ambos pues en estas condiciones y ante la diferencia de fuerzas, Lyall y yo éramos conscientes de que por intentar defender a los demás probablemente habríamos caído ante las estrategias que el enemigo hubiera logrado armar para capturarnos.
Pasado un momento luego de revisar la última habitación Lyall exclamó — avisa a los demás que pueden entrar.
Obedeciendo a su mandato algo apurado me dispuse a marchar mientras en el trayecto de regreso intentaba desechar los obstáculos que se me atravesaban en el camino.
Una vez en la puerta dije a los demás — adelante, pero se los advierto no es muy agradable lo que verán — haciendo una aclaración evidentemente para Martin y Susan a quienes mire con algo de pena.
Tras Lina quien iba de primera ingresaron todos y cada uno con una expresión de sorpresa tras presenciar el desastre que había quedado en aquel lugar en tanto de Martín y Susan tras presenciar tal destrucción también sobre vino el llanto y las doloras palabras que le acompañaban en cual quejido.
— Nuestra casa, pero por qué.
Silea quien para aquel momento se había quedado en un rincón indico sumamente indignada mientras mantenía agachada la cabeza.
— Ellos son simplemente así vándalos, aman imponerse y hacer ver a los demás el poder que tienen, de modo que realmente a ellos les importa poco lo que tienen que destruir para lograr sus cometidos, incluso les hubiera dado lo mismo que nosotros nos hubiésemos encontrado dentro de esta residencia tras su llegada, a fin de cuentas la situación no hubiese cambiado demasiado siendo que a conciencia la única diferencia en todo esto sería que habrían unos cuantos cuerpos más acomodados junto a la basura que ya de por si yace en el suelo.
Lina al sentirse un tanto asustada por sus palabras acercándose a Silea cuestiono a está intentando hacer que esta la viese a la cara.
— Pero porque dices eso, que es lo que te sucede — Lina exclamó aquello con rabia mientras intentaba zarandear a aquella chica tras negarse está a sucumbir al miedo que las palabras de Silea habían alojado en su alma y quien no se atrevía a elevar la cabeza para mirarla y menos volvió a citar palabra alguna aun a pesar de encontrarse Lina directamente cuestionándola.
Emma mirando el caos en el que nos estábamos consumiendo, se acercó a mí con los ojos un tanto humedecidos haciendo claro que lo visto y escuchado por ella había sido algo chocante — no podemos quedarnos aquí verdad, ellos no dudo que puedan regresar y sin dudas temo que nos ira mucho peor.
Emma comenzó a alterarse pues los niveles de estrés que aquella situación disparaban en ella eran demasiado altos como para que lo pudiese procesar de manera rápida y que no la consumiese ahogándola consigo.
Al verla como con sus ojos me pedía auxilio a gritos intentando tranquilizarla lleve mi mano izquierda hasta su mejilla donde desde allí la acaricie con completa mansedumbre, mientras que con la mirada intentaba transmitirle a ella un poco de mi paz.
— No tienes nada que temer, recuerda que ahora me tienes a mí para cuidarte eso no lo olvides nunca y sabes bien que no te dejare. Nos iremos eso es seguro, pero primero vallan Lina y tú a las recamaras y tomen las cosas que allí ambas habían dejado antes de nuestra huida.
Mientras aun sostenía a Emma de la mejilla y la acariciaba, dirigí mis ojos hasta Martín y Susan y pedí de seguido a los mismos.
— Ustedes dos también vallan a sus recamaras y tomen todo lo que puedan llevarse y que sepan que necesitaran, porque es algo evidente de que pasara una buena jornada antes de que esta casa vuelva a ser realmente habitable.
Al escucharme Martín intento atraer la atención de su esposa al presente quien se había quedado fija mirando lo perdida en sí, cosa que logro tras sacudirla un poco con fuerza pues su mente se negaba a aceptar la imagen que sus ojos observaban y las palabras que sus oídos escuchaban, por lo que pocos segundos después tras convencerla ambos desaparecieron de aquel lugar.
Lina quien aún se encontraba sujetando a Silea con fuerza habiendo pedido disculpas a esta por la actitud que había tomado contra ella, se alejó, se acercó a Emma y a mí y ordenando a tal chica — si queremos salir de aquí tenemos que irnos ahora — y tomando a Emma por los hombros se la llevo de allí.
Quedándome solo en aquel lugar sintiéndome algo frustrado intente analizar todos aquellos sucesos y presumibles razones de por cual todo ha ido sucediendo de mal en peor.
Lyall pasado unos segundos entro en aquella recamara y mirándome como yacía con las manos dentro de mis bolsillos contemplando el exterior mientras los esperaba, replico para que lo escuchase.
— En que piensas.
— En muchas cosas, demasiadas podría decir, la peor de todas y la que más me preocupa ahora es que no ninguno de nuestros hombres cerca como para poder largarnos de aquí, por lo cual te pregunto directamente a ti — replique mientras gire mis ojos hacia él — ¿Dónde están todos?
Lyall se acercó, se acomodó a mi lado fingiendo encontrarse mirando el exterior y extendió su mano en mi dirección con lo último que quedaba en mi recamara indicó — están escondidos esperando ordenes como siempre y en cuanto al transporte creo que me eh adelantando tengo entendido que ya viene dos vehículos de camino hasta acá.
Y habiendo exclamado aquello dos grandes automóviles unas yipetas Adaess en color negro arribaron a la entrada con suma prisa.
Al escuchar aquellos vehículos detenerse en la entrada todos los que se habían marchado hacia un momento aparecieron en la escena algo nerviosos y ofuscados por el miedo, sentimiento que no ayudaba para nada a mantener la paz en el lugar.
Una vez se hicieron conscientes de que se trataba simplemente de mis hombres terminaron de hacerse con sus cosas y habiendo salido de la casa estando listos para partir, mirando que Silea se quedó atrás Lina sintiéndose culpable por como la había tratado se acercó a ella y replico de una forma bastante amable.
— Vamos tenemos que irnos ya — refuto Lina mientras se acerca a Silea en tanto nosotros ya quienes ya nos habíamos aproximado hasta los autos al escucharla no pudimos evitar volvernos hacia atrás.
Lina había acortado el espacio suficiente entre lados de modo que pretendía tomarla de la mano y hacerla caminar con ella en dirección hacia nosotros, pero cuando Lina aspiraba finalmente sostenerla Silea se hecho hacia atrás en cual señal evidente de negación.
— Pero ¿Qué haces? — se escuchó cuestionar a aquella.
Silea mirando el rostro de Lina quien yacía pasmada frente a ella manteniendo una sonrisa en su rostro indicó — mi viaje con ustedes llego hasta aquí.
— ¡Que! Pero como te piensas quedar aquí sola.
— No querida Lina, no estaré sola mis hermanos no están muy lejos, además de que mi lugar esta justamente aquí en esta zona.
Lina se quedó pasmada una vez la escucho, pues aparentemente a ella no le había gustado para nada la idea de que Silea se quedase, ya que en el transcurso de aquellos días en el bosque ambas se hicieron buenas amigas.
Lina insistió varios cientos de veces, pero Siliea siempre se negó, tanto fue su negativa que al final tras decir finalmente adiós nos convencido para que nos marchásemos mientras ella se quedó allí de pie observando cómo los autos se perdían a la distancia no muy salieron de la propiedad rumbo finalmente a mi hogar la residencia Bastrii.