CAPÍTULO 44- La chica que no se rinde. Parte 1.
(Tiempo atrás.)
Kei siempre ha evitado relacionarse con cualquier familia noble. La razón principal es que odia a los nobles, pues la mayoría de ellos se aprovechan de su estatus social, pero hay otra razón por la que Kei los odia: ellos hacen cosas que él considera imperdonables, como elegir con quién se casarán sus hijos, y no les dan la oportunidad de conocer a más personas y decidir por cuenta propia con quién casarse.
Él es un chico sensible y romántico, que siempre ha creído que el amor es lo más importante en una relación sentimental, por eso considera que los matrimonios arreglados son impuros y que no deberían de existir.
Kei se volvió bastante popular entre las familias nobles no solo por ser alguien poderoso a pesar de ser hombre, sino también por lo difícil de conquistar que resultó ser. Kei se volvió alguien que todas las chicas de su edad deseaban tener entre sus brazos, pero nadie se atrevía a pedirle su mano, pues sabían perfectamente que serían rechazadas al instante.
Pero existieron familias que hicieron hasta lo imposible con tal de tener a un miembro de la familia Molfer relacionado con su familia, como arriesgar toda su riqueza y planear nuevos planes de desarrollo de cultivos y viviendas, un plan que podría salir mal, pero si resultaba ser un éxito, la economía de los principales inversores se vería muy beneficiado.
Cierta familia noble ideó un excelente plan de desarrollo, que mejoraría por completo las vidas de las personas, y usaron ese plan de desarrollo para conseguir a Kei Molfer.
—Y es por eso que queremos que Kiarna se case con su hijo.- Dijo la líder de la familia "Vizkei", después de terminar de explicarle su plan a Sei Molfer.
Después de escuchar el plan, Kei simplemente bostezó y siguió dibujando en una libreta, sin tomarle importancia a eso del matrimonio arreglado, pues se iba a negar como siempre.
Kei, de 7 años, estaba reunido con la familia "Vizkei", una familia noble de categoría alta, bastante importante no solo en ese país, sino también en el mundo. Cualquier familia mataría, literalmente, por tener la oportunidad que ellos le están dando a Kei Molfer, pero como Kei pertenece a la familia Molfer, esa oportunidad no era para nada especial, pues los Molfer consideran a las demás familias como simples insectos débiles sin importancia, y eso incluye a Kei, aunque solo un poco. Él acepta que hay personas poderosas en otras familias, pero nunca ha conocido a alguien capaz de superar a un Molfer.
Su madre estaba sentada al lado de él, escuchando con atención. A Sei Molfer no le interesa demasiado sus territorios, pero como a su amado esposo le encanta ayudar a las personas a mejorar sus vidas, escuchó con atención la oferta que ellos le están haciendo, pues si ese plan realmente funciona, su esposo se enamoraría incluso más de ella.
Sei Molfer, una loca adicta a las peleas y el dolor, pero también está obsesionada por su esposo.
—Ya veo... Debo admitir que sus razones son buenas. El desarrollo económico de nuestras familias crecería y nuestros territorios mejorarían... Tienen un excelente plan. Y si duplicamos la inversión, supongo que el beneficio se daría en menos tiempo. Quisiera agregar la construcción de escuelas y guarderías, mi esposo ha estado diseñando los planos para una escuela y me encantaría sorprenderlo. Kei, ¿qué opinas? Kiarna es adorable. ¿No te interesa tomarla como esposa? Es mayor que tú, pero no creo que importe demasiado.- Dijo Sei Molfer.
Kei observó a Kiarna, la primera hija de la familia Vizkei. Era una pequeña niña de 10 años. Tenía el cabello plateado y largo, ojos cafés, usaba grandes lentes y un lindo listón azul adornaba su cabello. Era muy linda y adorable, pero eso a Kei no le podría importar menos.
Su rostro estaba un poco rojo y estaba un poco nerviosa por la mirada de Kei sobre ella.
Él simplemente chasqueó la lengua y cruzó los brazos, algo enojado.
Kiarna, preocupada, intentó abrir la boca para hablar, pero al ver la expresión seria y para nada feliz de Kei, se paralizó, pero no de miedo, sino de preocupación, pues esa era su única oportunidad para conseguir que Kei sea su esposo.
—¿Qué pasa, Kei?- Le preguntó su madre.
Kiarna cruzó los dedos, rezándole a Fravi para que Kei acepte su amor.
—Escuchen. El plan que tienen es bueno, eso no lo negaré. Las cosechas mejorarán y los productos mejorarán. Todo mejorará en general... Pero no es necesario que me case con ella. Me niego a casarme con ella.
—¿Q-qué?- Dijo Kiarna en voz baja, mientras su corazón se rompe y sus ojos se llenan de lágrimas.
Kei no cree en el amor a primera vista, él cree que una relación romántica sana nace después de la amistad. Enamorarse de una persona solo por su apariencia o personalidad, sin ser su amigo o al menos hablar con esa persona, no es amor, solo atracción.
Ver a Kiarna llorar no le afecta en nada a Kei, pues no cree que le haya roto el corazón, pues cree que ella no siente amor por él, solo atracción, y cree que ese sentimiento de dolor y tristeza desaparecerá en poco tiempo, después de todo, ellos ni siquiera son amigos.
Además, hay otra razón por la que Kei rechazó la oferta. Él piensa que los padres están tomando la decisión por ella, y eso es algo imperdonable para él. En ese mismo momento, Kei estaba planeando maneras de castigar a los padres de Kiarna, para que aprendan a no tomar decisiones que no les corresponden a ellos.
—Madre, acepta la oferta de ayuda, pero no me casaré con ella. Si no me necesitan, debo retirarme. Debo acompañar a Mei a pescar.
Kei se levantó y se alejó caminando.
—Bueno, ya escucharon a mi hijo. Aceptaré la oferta de ayuda. Mañana comenzaremos con...
—¡E-espere, por favor!
Dejando el nerviosismo y el dolor de lado, Kiarna se levantó y se acercó rápidamente hacia Kei, que se detuvo y dio la vuelta para verla.
—¿Tienes alguna pregunta para mí? Mi madre es la de los negocios, no yo.
—¡¿H-hay algo malo conmigo?! P-puedo cambiar si es necesario...
Kei le dio un pequeño golpe en su frente con su dedo y Kiarna se quejó un poco. Le dolió, pero no mucho, pues Kei solo lo hizo para que ella se diera cuenta de la estupidez que dijo, no lo hizo con la intención de lastimarla.
—No seas tonta. No te rebajes de esa manera. Eres hermosa, pero no te conozco. Soy diferente a esos nobles idiotas que aceptan matrimonios arreglados solo porque las chicas son lindas. Yo no te conozco... Y, sinceramente, no quiero casarme... No puedo hacerlo, lo siento. Debes casarte con alguien que te ame y que tú ames. No debes casarte solo porque tus estúpidos padres te obligan a hacerlo.
Los padres de Kiarna reaccionaron con miedo ante esas palabras y Sei Molfer comenzó a reír.
—¡Hahahahahaha! Fufu. Realmente se parece a mí. Yo rechacé todos los matrimonios hasta que conocí a su padre. La mejor decisión de mi vida.
—El amor es importante, no lo olvides. Ah, sí, por cierto, tus padres no regresarán a tu casa por... Mmm... Dos días. Sí, dos días es tiempo suficiente.
Él volteó a verlos y les guiñó un ojo, y eso fue más que suficiente para llenarlos de terror.
—Los quiero en el sótano cuando terminen la reunión. No intenten escapar.
Kei salió del salón y el corazón de Kiarna comenzó a palpitar rápidamente.
—Tan genial como siempre.
Después de ese día, los padres de Kiarna no volvieron a ver a Kei Molfer a los ojos, pues verlo les hace recordar todo lo que él les hizo como castigo por intentar obligar a su hija a participar en un matrimonio arreglado.
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—¡¿Qué?! ¡¿Por qué me está rechazando?! ¡Todavía queda tiempo!
Kei estaba discutiendo con una mujer. Estaba haciendo fila para inscribirse en el torneo, pero cuando llegó su turno, la mujer que recibe las inscripciones lo rechazó. La razón es sencilla: está siendo menospreciado por el hecho de ser hombre. Algo cruel, pero de sentido común en ese mundo, pues la mayoría de los hombres son unos inútiles.
—No aceptamos débiles. Sal de mi vista.
—¿Débiles, dices?
Las risas de las personas a su alrededor lo estaban haciendo enojar.
Kei intentó controlar su furia y suspiró para tranquilizarse, pues sabe que, si pierde el control y muestra su furia, se saldría de personaje. En ese momento era Crisfa, no Kei Molfer, y debía comportarse como se comporta Crisfa.
—Oh, estoy siendo discriminado. Luna, mi héroe, necesito tu ayuda.
Luna, que estaba detrás de él, se acercó a la mujer y mostró su estatus, paralizando de miedo a la mujer y a las personas a su alrededor.
La razón por la que no fue reconocida, fue porque su imagen no es muy famosa, pues no le gusta resaltar, pues eso es algo que le trae malos recuerdos a la mente.
—Soy Luna, una de las héroes. Crisfa tiene lo necesario para participar. ¿O acaso te atreves a dudar de mí?
Inmediatamente, todas las personas a su alrededor se arrodillaron ante ella, excepto Kei, que simplemente se quedó parado, observando como se desarrolla la situación.
—¡M-me disculpo por mi estúpido error!
—¡Disculpas aceptadas, linda!- Dijo Kei, guiñando un ojo, acelerando el corazón de aquella mujer.
Kei se dio cuenta de que todos estaban arrodillados, incluso las personas que estaban muy lejos de ella. Ser un héroe significaba que el destino del mundo estaba en sus manos. Debían ser respetuosos y tratarlos como Dioses, o al menos eso es lo que ellos creen.
—Realmente te tratan con respeto, ¿eh? ¿Debería arrodillarme también?
—No es necesario, odio que hagan eso.
—Oh, una héroe humilde. ¡Me agrada eso! Mi héroe favorita es Gelisha, pero ahora oficialmente eres mi segunda héroe favorita. Le dices a Bandia que lo siento, pero ahora es mi tercer héroe favorito.
—¿Gelisha es tu favorita?
—Perdón por ser honesto.
—No te preocupes. ¿En qué lugar estaba originalmente?
—Mmm... Odio a Near, ella es la última. Riafra me aburre. Sepgrar me da pena ajena... Mmm... Diría que estabas en el quinto puesto, después de Frima.
—Ni muy bien ni muy mal. Estoy conforme.
—Por cierto, ¿le aceptarías una cena a este humilde aventurero? Me gustaría ha... blar...
Kei sintió un escalofrío y un profundo miedo inundó su cuerpo, mientras la sombra de la muerte posaba sobre él.
—¿Eh? ¿Por qué estoy sintiendo miedo?
—¡¡Crisfa, llegas tarde!!
—¡Uwaaaah! ¡Estoy muerto!
Kei comenzó a temblar y se escondió detrás de Luna.
—¡M-mierda, está más enojada de lo que pensé!
Sei Molfer se acercaba a él. Estaba claramente furiosa. Kei sabía que él tenía la culpa por llegar tarde, así que lo mejor sería decir simplemente la verdad, para que su castigo no empeore.
—L-lo siento, me quedé dormido. ¡P-por cierto, te ves hermosa el día de hoy, gran y perfecta Sei Molfer!
Sei Molfer lo tomó del cuello de su camisa y comenzó a caminar mientras que Kei se ahogaba porque Sei Molfer lo jalaba con demasiada fuerza.
—¡Ya te inscribí, idiota! ¡Mueve tu trasero!
—¡P-pues me hubieras dicho antes!
Luna comenzó a caminar al lado de Sei Molfer.
—Es un gusto verla de nuevo.
—¿Luna? Veo que te llevas bien con Kei.- Dijo en voz baja.
—Me interesa su talento.
—¿No te interesaría tenerlo como sirviente o esposo? Te lo regalo.
—¡Hey, no soy un objeto!- Dijo Kei, quejándose.
—No, gracias, es demasiado pequeño para mí.
—No te preocupes por eso, afortunadamente esa parte la heredó por completo de su padre. Te aseguro que lo tiene muy grande a pesar de su edad, y sigue en desarrollo.
Kei se puso completamente rojo por la vergüenza y se tapó el rostro con sus manos, para que Luna no lo viera.
Ella se sonrojó al escuchar eso y tosió, para intentar cambiar de tema.
—Me refería a su edad, no a su... cosa. Por cierto, posiblemente se enfrente a Near de nuevo. ¿Cree que podría ganarle otra vez?
—Sí, esa idiota es bastante predecible.
Y así, un nuevo pensamiento impuro nació en la mente de Luna.
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Mientras que Kei se preparaba para el inicio del torneo, lejos de ahí, en una ciudad, Mei estaba sentada sobre una mujer, mujer que tenía sus segundos de vida contados, y la que decidía cuánto tiempo vivirá era precisamente Mei, su verdugo.
La mujer tenía heridas de navajas profundas por casi todo su cuerpo y una multitud las rodeaba.
Mei la torturó, apuñalándola y manteniéndola viva solo para hacerla sufrir muchísimo más, pues no quería darle una muerte rápida.
Mei Molfer, a pesar de que se comporta de una manera bastante inocente y alegre con Kei, heredó la personalidad de su madre, Sei Molfer. En otras palabras, Mei es alguien que disfruta del dolor ajeno.
—¡Visha, estás arrestada por aumentar los impuestos sin permiso! Robo de impuestos. Extorsión. Asesinato. Y por burlarte de mi hermoso hermano. Yo, Mei Molfer, te sentencio a pena de muerte. ¿Algunas últimas palabras?
—¡E-esto es un malentendido! ¡Yo nunca traicionaría a Sei Molfer!
Eso era falso.
Kei escuchó rumores sobre Visha, así que le pidió a Mei investigar mientras que él estaba en otra ciudad.
Rápidamente, Mei comprobó que los rumores eran ciertos. La ciudad está dentro del territorio de la familia Molfer. Si algo malo le pasaba a la ciudad, la reputación de la familia Molfer estaría en peligro.
—Ya investigué lo suficiente.
Mei se levantó, la tomó de los brazos y comenzó a dar vueltas rápidamente.
—¡Esto te pasa por llamar a mi querido hermano "inferior idiota" solo porque rechazó casarse con tu fea y gorda sobrina!
Con un gran impulso, Mei soltó a Visha y ella salió volando hacia arriba a una gran altura.
Mei levantó la mano derecha y comenzó a crear una enorme esfera de fuego.
—¡Esfera infernal!
La lanzó hacia Visha. Como no podía hacer nada para evitar su muerte, Visha cerró los ojos y maldijo a Mei.
—¡¡Pronto morirás, Mei!! ¡¡Espero que tengas una muerte dolorosa!!
La esfera impactó con ella, provocando una gran explosión que la dejó hecha pedazos.
Los habitantes de la ciudad comenzaron a celebrar y Mei infló el pecho con orgullo, sin tomarse en serio esa amenaza. Para Mei, esa amenaza eran simples palabras desesperadas de un muerto.
—¡¡Kei ahora me debe un beso!!- Gritó Mei, levantando los brazos.
Todos se quedaron en silencio, bastante confundidos ante esas palabras tan raras.
—¿U-un beso?
—P-pero son hermanos.
—Idiotas, ¿acaso olvidaron el pastel que Kei vende? Se llama "beso de placer". Seguramente se refería a eso, un pastel.
—Oh, sí, tiene más sentido.
Después de que el supuesto malentendido se arregló, la celebración continuó.
Y así, la reputación de Kei se salvó gracias a un malentendido, pues Mei se refería a un beso de verdad.
Kei, en su infancia, vendía pasteles en la ciudad para usar a las mujeres como sus ratones de laboratorio y usar su habilidad en ellas, para ver los resultados que tenía.
Vender pasteles solo era una excusa para hablar con las mujeres y ver los efectos de su habilidad en acción, y como los pasteles genuinamente provocan orgasmos, nadie sospecharía de que él era el que los provocaba con su habilidad.