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Chapter 2 - La Misteriosa Carta del Testamento

Ese día, el rey Midas XVI, olvidándose de salir por el balcón a saludar a sus súbditos, abrió un sobre con una carta que nunca quiso leer, la cual formaba parte del testamento de su difunto padre, y había sido incluida en cada una de las voluntades de fallecimiento de todos los reyes anteriores.

Aunque su decisión de no leer esa carta, un tiempo atrás, no era arbitraria, ya que desde joven, él había sido debidamente instruido por el consejero May de no leerla, porque una inmensa maldición caería sobre el reino si él llegaba a descubrir su misterioso contenido.

Desde hace unos días, el consejero May le había dicho que si renunciaban cuatro o más de sus asesores, la maldición quedaría sin efecto, y él estaba autorizado para leer esa carta.

Preso de la curiosidad y el pánico, empezó a leerla:

"¡Estimados descendientes y miembros de la realeza!

Les habla su majestad, el rey Midas…

El único y verdadero rey que acabó con el hambre y la pobreza del reino.

Para los que no me conocen o no recuerdan mis hazañas, antes éramos muy pobres, y casi de la noche a la mañana, yo diría en dos semanas, pasamos a ser el pueblo más rico de este mundo.

¡Y podemos seguir siendo extremadamente ricos por más de diez generaciones de la dinastía Midas!

Pero no todo es maravilloso…

¡Uds. no pueden imaginar lo que costó esto!

¡Mi dolor y mis sacrificios son inconcebibles!

¡Muchas veces me he arrepentido de lo que he hecho!

Mi vida ha sido sumamente difícil, llena de alegrías, prosperidad, riqueza y bendiciones de los dioses, y también colmada de angustias, frustraciones y malos momentos, sobre todo al final de mi existencia terrenal.

Sé que me quedan pocos días para abandonar este mundo, y a pesar de mi avanzada edad y que conocí a mi bisnieto, siento una profunda tristeza.

Estoy decepcionado porque no vi nacer a los descendientes de mi hija predilecta, convertida en una estatua de oro, y ni mi hijo ni mi nieto están capacitados para gobernar el reino.

Por eso me preocupa el futuro del reino, sabiendo que nuestra riqueza no es infinita.

¿Cómo gobernarán sin mí?

Tampoco puedo permitir que recuperen el poder de convertir todo en oro, ya que no sabrán cómo usarlo.

He realizado consultas con la familia May y lamentablemente, por el bienestar del reino y de las futuras generaciones, acepté su propuesta de volver a comunicarme con aquel dios que me quitó el poder de convertir todo en oro.

Él me dijo que solo podía restituir ese don en uno de mis descendientes, vislumbrando al número dieciséis como el mejor candidato para salvar el reino, aunque debían cumplirse tres condiciones.

Primero, mi hija todavía no volvería a la normalidad. Segundo, debía suicidarme para entregar mi alma a un demonio, y tercero, el aspirante para ser el verdadero rey Midas debe superar tres pruebas, y después se le exigirá otro requisito.

Sabiendo de antemano que de ninguna manera mi hija quedaría libre de la maldición, y que mi frágil vida ya no tiene valor, decidí aceptar estas condiciones, en aras de salvar al reino, que es lo único que nos queda.

De la misma manera, pido disculpas a mis herederos por haber adoptado este ambicioso camino que me llevó a la perdición, pero que puede ser restituido por uno de ellos.

¡Eso espero!

Faltan pocos momentos para el fin de mi vida, y aspiro que uno de mis dignos descendientes pueda completar mi misión.

A ti, que puedes convertirte en un verdadero rey Midas, y restaurar el honor de la familia, comunícate con el jefe del clan May para que te de las instrucciones de la primera prueba.

¡Todo sea por el reino y nuestro honor!

Me despido, esperando que el mayor éxito y prosperidad los acompañe.

Su majestad, el gran rey Midas."

Estando sumamente preocupado y nervioso, después de leer detenidamente esta carta, el rey Midas XVI mandó a llamar al consejero May.

El enigmático consejero May apareció después de varias horas y ni siquiera justificó su retraso. En otros tiempos, él hubiera sido acusado de irrespeto al soberano y posteriormente ejecutado.

Como de costumbre, el rey Midas XVI le pidió que se olvidara de los saludos y dijera la versión de la leyenda de Midas que la gente conocía.

Al consejero May le pareció extraña esta solicitud y la contó así:

-Érase una vez, un bondadoso rey Midas, quien era muy ambicioso y amaba las riquezas por encima de todos los demás aspectos de la vida.

-Debido a esa incontrolable avaricia, él se olvidó de rendirles culto a los dioses y abandonó todos los rituales religiosos.

-Los dioses del Olimpo, liderados por Zeus, estaban sumamente molestos por esta actitud. De distintas maneras, Ares, Poseidón y Hades propusieron exterminar todo el reino.

-Aunque Zeus no aprobó estos planes porque los súbditos de Midas no eran culpables de las perversas actitudes de su rey.

-Finalmente, después de varias discusiones entre las deidades, la poderosa diosa de la fortuna, Tykhé, protegida e hija predilecta de Zeus, propuso darle parte de sus poderes al rey Midas, sabiendo que él sería incapaz de utilizarlos correctamente y podría aprender de sus errores.

-Dionisio fue su emisario, quien escuchó la solicitud del rey Midas, y luego confirmó que el toque de oro no era imposible para Tykhé.

-Inmediatamente, la diosa de la fortuna accedió a esta petición, informándoles a los otros dioses que la misma sería la ruina del rey Midas, a menos que él después se arrepintiera, pidiera perdón a los dioses, y volviera a respetarlos y adorarlos debidamente.

-Dionisio recibió el mensaje aprobatorio de Zeus y le dijo al rey Midas que ya contaba con el maravilloso toque de oro.

-En principio, el rey Midas estaba muy feliz.

-¡Todo lo que tocaba se convertía en oro!

-En poco tiempo, se hacía más y más rico.

-Pero, la felicidad duró escasas horas...

-Cuando sintió hambre se dio cuenta que no podía comer, porque los alimentos que tocaba se convertían en oro.

-Intentó que sus sirvientes le introdujeran los alimentos a la boca, pero en el instante en que la comida tocaba su paladar, esta y el servidor quedaban convertidos en oro.

-Y tristemente, cuando su hija vino a saludarlo, él se olvidó de sus poderes y la convirtió en oro, al abrazarla.

-Desesperado, él fue a hablar con Dionisio, quien le indicó que perdería el toque de oro al bañarse en el río Pactolo.

-Cumplidas fielmente estas instrucciones, el rey Midas volvió al palacio, comprobando que su hija regresó a la normalidad, y podía continuar con su vida.

-Desde aquel día, el rey Midas restableció los sacrificios de animales y los rituales religiosos, trabajó incesantemente a favor del pueblo, y descubrió las minas de oro, logrando riquezas para todos.

-¡Esa es la historia oficial!

Terminado este relato, el rey Midas XVI preguntó:

-Entonces…

-¿Cuál es la historia verdadera?

El consejero May respondió:

-Estimado rey Midas XVI, en la versión oficial hay hechos verídicos, y no entiendo por qué Ud. quiere ir más allá…

Un tanto molesto, el rey Midas XVI expuso:

-¡Consejero May!

-¡Ud. conoce el contenido de la última carta del rey Midas!

-¡Debo saber la verdad!

-¿Va a responder o prefiere la muerte?

Ciertamente asustado, el consejero May contestó:

-Dignísimo rey, cuento con su confianza y misericordia.

-Por su seguridad…

-¡Nunca quise revelarle ciertos detalles de la historia del rey Midas!

-Ni su padre ni su abuelo quisieron saberlos...

-Pero, veo que ha llegado el momento de la verdad…

-Hay algunos aspectos desconocidos o cambiados en el relato popular.

-El rey Midas no era tan ambicioso, pero fue convencido por su esposa e hija de pedir el toque de oro a Dionisio.

-Este no era Dionisio, se sospecha que era un demonio del inframundo.

-¡Ni siquiera sabemos si ese poder provino de los dioses del Olimpo!

-Además…

-¡Las minas de oro no existían!

-Antes de perder sus poderes, el rey Midas creó estas minas, lo cual enfureció a los seres malignos del inframundo, quienes consideraron que el rey Midas fue un tramposo, ya que seguiría disfrutando de grandes riquezas después de renunciar a sus fabulosos poderes.

-Los demonios se vengaron y arrojaron una maldición para que la hija y los sirvientes convertidos en oro no volvieran a su estado natural.

El consejero May señaló a la estatua dorada en la esquina del salón de reuniones y dijo:

-¡En efecto!

-Distinguido rey…

-¡Esta es la hija del rey Midas!

-¡Uno de sus familiares lejanos!

-Y por supuesto, el rey vivió muy desdichado sus últimos días…

Comprendiendo plenamente la situación, y tomando en cuenta que la versión no oficial del consejero May coincide con el contenido de la carta del rey Midas, el audaz soberano Midas XVI hizo más preguntas:

-¿Por qué la carta únicamente podía ser leída después del retiro de al menos cuatro consejeros?

-¿Por qué existe esa maldición?

El consejero May replicó:

-Estimado rey, hablo en nombre de mi familia, que durante muchos años ha analizado estos misterios.

-Desde hace siglos, nos hemos planteado las mismas preguntas.

-No estamos seguros de las razones…

-Pero, sospechamos de un pacto secreto entre el rey Midas y el demonio.

-Por una parte, a conveniencia del rey Midas, se garantizó que la persona ideal o salvador o digno contrincante fuera el único que pudiera leer esta carta y seguir con las pruebas.

-Y por la otra, favoreciendo al demonio, él tendría una nueva víctima.

Un poco confundido, el rey Midas XVI expresó:

-¡Consejero May!

-¿Qué sentido tiene todo eso?

-¡Yo no soy un salvador ni el indicado para seguir adelante con estos extraños senderos del destino!

El consejero May respondió:

-Con todo respeto, estimado rey…

-¡Ud. se equivoca!

-¡Ud. es la persona ideal!

-Ninguno de sus antecesores ha podido luchar con los problemas políticos, sociales y económicos del reino.

-Después del primer rey Midas…

-¡Ud. es el único rey exitoso de la dinastía!

-Si Ud. logra superar las tres pruebas y cumplir con una condición desconocida, puede usar el toque de oro por un tiempo, crear nuevas minas de oro, e incluso la hija del rey Midas y los servidores petrificados volverán a este mundo.

-Insisto, hablo en nombre de mi querida familia, también creemos que el alma del rey Midas será liberada y podrá llegar al paraíso, siendo perdonado por los dioses.

-Por su cara…

-¡Creo que no me entiende!

-¡Esta es una batalla contra las fuerzas del mal!

-¡Es cuestión de ganar-perder o perder-ganar!

-¡Es una apuesta arriesgada!

-¡El ganador se lo lleva todo!

-O de otra forma, si Ud. gana obtiene todos esos beneficios y puede dejar que su antepasado descanse en paz.

-¡Eso es lo que el rey Midas quería!

-Pero, si Ud. pierde, el demonio se llevará su alma al inframundo.

-¡Eso es lo que el demonio quiere!

-¡El demonio lo arriesga todo con tal de poseer su alma!

-¡La cual es mucho más preciada que la de sus ancestros!

-Estimado rey Midas XVI…

-¡Es su decisión!

-¡O salva al reino o nos hundimos todos!

-¡Le recomiendo que cumpla con la voluntad del distinguido rey Midas, a quien le debemos tanto!

-Mañana le daré los detalles de la primera prueba.

Acto seguido, ante la cara de asombro y preocupación del rey Midas XVI, el consejero May se retiró a sus aposentos, dejando que el soberano pudiera reflexionar sobre esta difícil e inusual situación.

El rey Midas XVI se percató que esta problemática requería tomar decisiones difíciles. Con tantas preocupaciones, el tiempo se fue rápidamente y lo sorprendió otra noche sin dormir…