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Chapter 4 - La Prueba de las Opciones Imposibles

Esa noche, el rey Midas XVI experimentó un sueño lúcido. Se encontraba en una de las mazmorras del palacio, la cual nunca había visitado. Un amable anciano, vestido con ropas blancas, muy parecido a su difunto abuelo, y que emanaba una inusual sensación de paz y tranquilidad, le dijo:

-¡Rey Midas XVI!

-¡No debes confiarte!

-¡Las fuerzas ocultas son más poderosas de lo que tú crees!

-¡Hasta May es su servidor!

-¡Nunca confíes en él!

-¡Si tu fracasas, él ganará!

-Debes recordar que el poder de los astros no es natural y viene del lado oscuro.

-Las ciencias ocultas tienen varios disfraces: alquimia, astrología, brujería, espiritismo, hechicería, magia, numerología, poderes mentales, quiromancia, tarot…

-Todas las ciencias ocultas son dañinas.

-Lo mismo sucede con sus técnicas adivinatorias, incluyendo la interpretación de sueños.

-¡Vine a advertirte!

-Si caes en la tentación de usar los poderes de las ciencias ocultas, caerás vencido en las siguientes pruebas.

-El ser humano no está preparado para emplear los extraordinarios poderes de su mente.

-A medida que utilices algún método de las ciencias ocultas, les abrirás puertas a otros demonios y su poder será cada vez mayor.

-Solamente debes usar tus limitadas habilidades mentales.

El rey Midas XVI interrumpió la conversación:

-¿Qué hacemos aquí?

-¿Por qué estamos en un sitio tan desagradable?

-¿Por qué no me has saludado de la manera que un rey se merece?

-¿Quién eres tú?

-¿Eres el rey Midas XIV?

Al terminar de hablar, el rey Midas XVI se quedó esperando por las respuestas. Sin embargo, prevaleció un profundo silencio, envuelto en un extraño ambiente de armonía.

Inexplicablemente, el rey Midas XVI no estaba de mal humor y percibió varios pensamientos:

-¡Tú conoces las respuestas!

-¡Estás en el fondo de tu mente!

-¡Llegaste al sitio de dolor y sufrimiento que nunca querías aceptar!

-¡Eres un simple mortal!

-¡En la siguiente vida no serás rey!

-¡El mensajero no revelará su identidad!

Estando el rey Midas XVI más consciente de la inédita situación, esperó los siguientes mensajes del misterioso heraldo, quien continuó con la conversación:

-¡Muchas personas no entienden estas realidades!

-¡Te lo estoy explicando de una manera sencilla!

-Las ciencias ocultas abren las puertas a demonios y espíritus malignos que pueden dañar considerablemente a las personas.

-Las ciencias ocultas promueven desobedecer las órdenes divinas de no intentar conocer el futuro.

-No es conveniente que el ser humano trate de adivinar su destino por estos medios ilegítimos.

-Los supuestos adivinadores o falsos profetas tienden a equivocarse, ya que son engañados por los demonios.

-Los consultantes pueden recibir información falsa, tomar decisiones irracionales, cometer errores graves y desconocer la voluntad divina.

-Las ciencias ocultas desvirtúan canales de comunicación legítimos.

-Únicamente los profetas tienen los conocimientos y la capacidad para emplear poderes sobrenaturales y están autorizados para transmitir determinados mensajes, en concordancia con un propósito trascendental relevante, y no de acuerdo a las intenciones egoístas de cada quien.

-Las ciencias ocultas desconocen las concepciones naturales del bien y el mal, y la noción del pecado, esperando flexibilizar principios y valores morales, relativizando la ética, y propiciando el libertinaje y la inmoralidad.

-Las ciencias ocultas son típicas del politeísmo y están apoyadas por las fuerzas del mal.

-Estimado, rey Midas XVI.

-¡Tú no eres un profeta!

-Por eso debes ser muy cuidadoso…

-¡No caigas en la tentación de utilizar poderes y métodos de las ciencias ocultas!

-Cuando el consejero May te pida esto, no debes acatar esas recomendaciones.

-Va a ser difícil, pero no imposible, acabar con la maldición y el pacto maligno que el rey Midas acordó con un demonio.

-Queda de tu parte salvar al reino…

-Además, ¡no es asunto de recuperar el don de oro!

-¡Ni de darle más riquezas al reino!

-Más tarde lo entenderás…

En seguida, el rey Midas XVI se despertó, recordando todos los detalles del sueño lúcido y sintiendo un profundo frío en todo su cuerpo.

Decidió dar una vuelta por el reino. Durante varias horas, que pasaron rápidamente, visitó hogares, escuelas, hospitales y sitios de trabajo. Pese a su arrogancia, soberbia e impulsividad, que a veces lo obligaba a reaccionar violentamente, el rey Midas XVI también poseía cierto aire de carisma, sabía escuchar a sus súbditos y era reconocido por su gran inteligencia, e incluso comparado con el rey Salomón.

Estas actividades le permitían relajarse, no reunirse con sus consejeros (en el fondo, él estaba obstinado de tantas intrigas y luchas de poder entre ellos, quienes casi siempre actuaban como si estuvieran compitiendo por ocupar el trono) y enterarse directamente de los principales problemas del pueblo.

Al final de la tarde, después de asomarse en el balcón y darles un mensaje de buenas noches a sus súbditos, recibió una carta del consejero May, la cual indicaba que el día de mañana debían proceder con la segunda prueba, justo el día antes de la próxima reunión de consejeros.

Esa noche tuvo otro sueño lúcido.

El mensajero del más allá insistió en que no usara los poderes de las fuerzas ocultas y que en la nueva prueba, buscara opciones, que obligaran a la otra parte a colaborar y llegar a un resultado ganar-ganar, ya que el demonio no espera que se obtuvieran esas soluciones, las cuales no son tan comunes por el egoísmo y la compleja naturaleza humana.

Al día siguiente, el rey Midas XVI, en estado de ayuno, se reunió con el consejero May, dando inicio a la segunda prueba.

Velozmente, el consejero May les prendió fuego a dos estatuas doradas de los servidores del rey Midas. Al instante, el rey Midas XVI cayó en trance y escuchó una voz que le dijo:

-¿Quieres verme?

-¿Quieres saber quién soy?

Recordando las advertencias de no utilizar los poderes de las ciencias ocultas, en aras de no concederle mayores poderes al demonio, el soberano expresó:

-¡No sé quién eres!

-¡Eso no me interesa!

-¡Empecemos la primera parte de esta prueba!

El demonio, frustrado y malhumorado, dijo:

-Una vez detuvieron a dos jóvenes por ser sospechosos de un crimen.

-Los policías esperaban que uno o ambos confesaran.

-Cada uno fue interrogado por separado.

-Como ninguno confesó, a cada quien le explicaron que si acusaba al compañero, quedaría libre.

-También podían hacer una petición antes de aceptar o rechazar esta oferta.

-¿Cómo quedarán ambos libres?

El rey Midas XVI contestó:

-¡Esto es un dilema del prisionero!

-Las autoridades quieren que uno o ambos acusen al otro.

-Pero, si ninguno acusa al otro, los dos acusados recuperarán su libertad, debido a que no existirán pruebas para imputarlos.

-En este caso, si ambos compañeros se conocen bien y son buenos amigos que quieren seguir trabajando juntos por mucho tiempo, es lógico que uno o ambos soliciten hablar con el otro.

-De esta manera, ellos harán un pacto de caballeros, acordarán no denunciarse mutuamente, y muy pronto recobrarán su libertad.

-¡Esa es la respuesta!

De repente, el rey Midas XVI se despertó y se apagaron las llamas en las dos estatuas. Por su intuición, y ante la cara de decepción del consejero May, él sabía que había triunfado en esta primera parte de la segunda prueba.

El consejero May le propuso meditar un tiempo. No obstante, el rey Midas XVI estimó que esto no era necesario y pidió continuar con la dura prueba.

Seguidamente, el astuto consejero May les prendió fuego a las cinco estatuas de los servidores y a la de la hija del rey. Esta vez, el rey Midas XVI no cayó abatido, y sabía que así los poderes de las ciencias ocultas estaban atenuados. Escuchó el enigma del demonio:

"Los caballos de un carruaje fueron hechizados y es imposible detenerlos. Este se dirige a arrollar a cinco súbditos que están en la vía. Aunque hay una intersección y se puede cerrar este camino para que el carruaje tome la otra vía. Aunque en la segunda vía se encuentra la hija del rey amarrada al piso.

¿Puedes salvarlos a todos?

Si no puedes me llevaré definitivamente el alma de los cinco servidores o la de la hija del rey, y puedes pasar a la tercera parte de la prueba.

¿Qué vas a hacer?"

Luego de una rápida reflexión, el rey Midas XVI expuso:

-¡Es cierto que los caballos fueron encantados!

-¡Y no pueden ser detenidos!

-¡Pero el carruaje sí!

-Los dos conductores pueden volcar el carruaje, aunque este caerá sobre los caballos, matándolos al instante, y dejando heridos a los dos choferes.

-¡Esta es la solución salomónica!

-De esta forma, se salvan los cinco servidores y la hija del rey.

-¡Menos mal que no estoy en trance ni en sueño lúcido, ni hice ejercicios de visualización profunda!

-Si hubiera estado así, tanto mi persona como el consejero May hubiéramos despertado gravemente lesionados y hubieran aparecido dos caballos muertos.

Acto seguido, desapareció el fuego en las seis estatuas, las cuales se veían resplandecientes y brillantes, lo cual confirmó la victoria del rey Midas XVI en este segundo ejercicio.

Ciertamente cansado, el rey Midas XVI insistió en concluir la tercera parte de esta prueba. En esta ocasión, él no permitió que el consejero May le prendiera fuego.

A regañadientes, el consejero May expuso:

-Empieza la parte final de la segunda prueba.

-Su majestad, el rey Midas XVI debe escuchar el reto…

Tanto el consejero May como el rey Midas XVI oyeron el mensaje de otro mundo:

"Un rey fue capturado por sus enemigos y condenado a muerte. De acuerdo a sus leyes espirituales, le concedieron exponer su última voluntad. Si él decía la verdad, moriría ahorcado, pero si mentía, su muerte sería por quemamiento.

Por supuesto, el rey representa al soberano Midas XVI, y al aceptar esa prueba, diga la verdad o mienta, quedo autorizado para llevarme su alma.

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

Midas XVI, ¿qué vas a decir?"

El consejero May estaba convencido que el rey Midas XVI fracasaría, y después podría reclamar el trono. Aunque él no contó con la astucia del hábil rey, quien dijo:

-¡Esto tiene solución!

-Mi respuesta es: ¡Moriré quemado!

-Si esta declaración es verdadera, entonces debo morir ahorcado, y si soy ejecutado así, entonces la respuesta será falsa.

-Y si esta declaración es falsa, entonces debo morir quemado, pero si soy ejecutado de esa manera, entonces la respuesta será verdadera.

-Una y otra vez, al aplicar la sentencia, la respuesta cambiará de verdadera a falsa y de falsa a verdadera.

-Por lo tanto, finalmente, la respuesta no puede ser clasificada como verdadera o falsa, queda en el limbo, y como no dije ni verdad, ni mentira…

-¡Soy un hombre libre!

-¡Vencí esa prueba!

Ante los gritos de euforia del inteligente rey Midas XVI, se sintió una inmensa sensación de paz, que confirmaba la excepcional victoria del soberano y la retirada del demonio.

El consejero May tomó la palabra:

-¡Excelentísimo rey Midas XVI!

-¡No es el momento de celebrar!

-¡La tercera prueba no es fácil!

-¡Y después queda una condición desconocida!

-¡Debe prepararse bien para esa prueba final!

-¡La misma será en las rutas del fin del mundo!

El rey Midas XVI respondió:

-Por supuesto, después de la reunión de consejeros, iremos a esa cueva, tal vez en tres días.

El consejero May se despidió, un tanto nervioso, y el rey Midas XVI, visiblemente agotado, volvió a su habitación y reflexionó sobre las próximas acciones, sin disimular su gran angustia por el viaje a las famosas rutas del fin del mundo.

De acuerdo a una leyenda, en estas cavernas vive la bruja Spelly Magiky, y quien entra allí no regresa. Incluso las mismas están muy cerca de las minas de oro del reino, y pese a las sospechas que estas contienen grandes cantidades de oro, ninguno de los reyes Midas se ha atrevido a visitarlas.

Olvidándose de dar el acostumbrado saludo de buenas noches a sus súbditos, el rey Midas se quedó profundamente dormido…