A pesar de no haber dormido, muy temprano en la mañana, el rey Midas XVI se asomó al balcón y saludó a sus súbditos.
La mayoría se detuvo, honrando al soberano y cantando el himno de aquel día:
-¡Hace 500 años y dos días nació nuestro querido rey Midas!
-¡Viva el glorioso rey Midas!
-¡Viva el glorioso rey Midas II!
-¡Viva el glorioso rey Midas III!
-¡Viva el glorioso rey Midas IV!
-¡Viva el glorioso rey Midas V!
-¡Viva el glorioso rey Midas VI!
-¡Viva el glorioso rey Midas VII!
-¡Viva el glorioso rey Midas VIII!
-¡Viva el glorioso rey Midas IX!
-¡Viva el glorioso rey Midas X!
-¡Viva el glorioso rey Midas XI!
-¡Viva el glorioso rey Midas XII!
-¡Viva el glorioso rey Midas XIII!
-¡Viva el glorioso rey Midas XIV!
-¡Viva el glorioso rey Midas XV!
-¡Viva el glorioso rey Midas XVI!
-¡Larga vida para todos los reyes Midas, quienes han traído paz, prosperidad y riqueza para nuestro reino!
Tal como era habitual, el rey Midas XVI les agradeció sus alabanzas y expresó:
-¡Muchísimas bendiciones para Uds. y sus familias!
-¡Cuenten con la bendición de toda la dinastía Midas!
-¡Hoy es un maravilloso día!
-¡A trabajar!
Al retirarse del balcón, en su mente iban y venían los mensajes del consejero May. Como se encontraba tan preocupado se olvidó de desayunar.
Seguidamente, él continuó con su apretada agenda, reuniéndose con sus asesores, y se tranquilizó porque los consejeros April y Augusto le trajeron buenas noticias: vendieron las joyas de la corona, ese dinero podría cubrir el déficit fiscal durante varios meses y podían acondicionar las minas clausuradas.
También le recomendaron vender en una subasta pública las célebres estatuas de la hija del rey y los cinco sirvientes, con el objeto de obtener fondos adicionales.
Igualmente, pese a sus rivalidades, los ocho consejeros actuaron como un frente monolítico, único e indivisible, que presionaba para evitar una grave crisis económica y asumir más medidas, antes que los súbditos se dieran cuenta del eminente colapso económico.
Como el rey Midas XVI conocía el verdadero origen de estas estatuas se negó a venderlas, les pidió paciencia a sus consejeros, y al finalizar la reunión convocó en privado al consejero May.
De la misma manera, dio instrucciones a su secretario y a los mecenas que se retiraran del salón y bajo ninguna circunstancia interrumpieran la reunión con el consejero May, alegando que ellos iban a tratar asuntos sumamente delicados para la seguridad del reino.
Ya eran casi las doce del mediodía, y el rey Midas XVI y el consejero May, sumamente preocupados, se olvidaron de almorzar.
El rey Midas XVI inició la conversación:
-¡Consejero May!
-¿Por qué Ud. apoyó a los otros consejeros, sabiendo que tenemos un maravilloso plan alterno?
-¿Acaso Ud. cree que voy a fracasar?
-¿Ud. duda de mi capacidad para gobernar y enfrentarme a las fuerzas ocultas?
-¿Acaso Ud. quiere sacrificar a la hija del rey Midas y a los sirvientes?
-¡Le ordeno que responda!
El consejero May tomó la palabra:
-¡Estimado rey Midas XVI!
-¡No he traicionado su confianza!
-¡Espero que podamos tener éxito en esta dura prueba!
-¡No podía separarme del grupo de consejeros porque sospecharían de mí!
-Si me hubiera opuesto a sus propuestas, quedaría obligado a revelar los detalles de las pruebas.
-¡Lo cual no es conveniente!
-Al haber actuado así, ellos no saben que Ud. está trabajando en las pruebas.
-Además…
-¡Ellos nunca hubieran autorizado que Ud. participe en las pruebas!
-¡Excelentísimo rey!
-Veo que Ud. está preparado para la primera prueba…
-¡Hasta vino en ayuno!
-¡Lo cual le concederá mayores posibilidades de éxito!
Frente a una breve pausa del consejero May, el rey Midas XVI, quien desconfiaba del astuto consejero May, expresó:
-¿Cómo sabe Ud. que estoy listo?
El consejero May respondió:
-¡Excelentísimo rey!
-¡Anoche tuve una revelación de los astros!
-¡Ya podemos empezar con la primera prueba!
-¡Eso sí!
-Le advierto…
-Si Ud. falla…
-¡El demonio tendrá su alma!
-¡Excelentísimo rey!
-¿Está de acuerdo en empezar?
El rey Midas XVI asintió afirmativamente con la cabeza.
Acto seguido, el consejero May, delante de la mirada atónita del soberano, le prendió fuego a la estatua de la hija del rey.
La reacción del rey fue gritar fuertemente varias veces:
-¡Deténgase consejero May!
-¡Deténgase consejero May!
-¡Deténgase consejero May!
-¡Deténgase consejero May!
-¡Deténgase consejero May!
Aunque sus gritos se escuchaban en los salones contiguos, nadie podía violar la orden del rey de no interrumpir la reunión.
El consejero May dijo:
-Su majestad…
-Si Ud. sigue gritando, el demonio ganará…
-¡No se preocupe!
-Si Ud. sale victorioso en la prueba, la estatua no se quemará…
-Más bien, ¡cálmese y concéntrese!
El rey Midas XVI se percató que la estatua no se estaba quemando y en el humo apareció la imagen de un gran círculo que contenía tres círculos, y en cada uno de estos había tres círculos, y así sucesivamente…
El consejero May expresó:
-¡Excelentísimo rey Midas XVI!
-¡Comienza la prueba!
-¿Cuál es el significado de lo que ve?
Reflexionando por un instante, el rey Midas XVI vislumbró el sentido oculto de esas figuras.
-Cada círculo es una familia, con tres miembros: un padre, una madre y un descendiente.
-Y a la vez, cada miembro proviene de una familia, y así, desde tiempos inmemoriales...
-Para que persista la raza humana se necesitan familias de al menos tres miembros: un padre, una madre y un descendiente.
-Esto es esencial para garantizar la reproducción y existencia de la especie humana.
-Todo gira alrededor del número tres, que posee los secretos del universo.
Finalizadas las respuestas del rey Midas XVI, se apagó el incendio y la estatua quedó intacta, sin tener ni un rasguño.
El consejero May expuso:
-¡Muy bien!
-¡Excelentísimo rey!
-¡Qué inteligente es Ud.!
-¡Ud. superó la primera parte de la prueba!
-Tal como Ud. intuye, la prueba tiene tres partes.
-¡Excelentísimo rey!
-¿Está listo para la segunda parte?
El rey Midas XVI contestó afirmativamente.
Seguidamente, el consejero May le prendió fuego a la estatua de un sirviente. Del humo apareció una pregunta escrita, que solo podía ser vista por el rey Midas XVI:
"¿Qué representa el número tres para la vida?"
Rápidamente, el rey Midas XVI replicó:
-¡Eso es fácil!
-En muchas religiones, el tres representa distintos procesos: uno, el nacimiento o la creación, dos, la persistencia o la existencia de la vida, y tres, la transformación o la muerte.
-Todo ser vivo pasa por estas etapas.
-Al respecto, la vida cuenta con estos tres procesos, y a la vez los tres convergen como un único proceso.
-Algunas religiones sostienen que este es un ciclo continuo y virtuoso, de modo que el alma pueda purificarse y alcanzar el estado ideal de trascendencia.
-O sea que el número tres refleja los fenómenos que demuestran el milagro de la vida.
-Por lo tanto, el tres es la misma vida, que se desarrolla por etapas, distintas y convergentes, que se vuelven a unir…
Terminada esta exposición se apagó el incendio y la estatua dorada del sirviente quedó como si la hubieran pulido.
El consejero May exclamó:
-¡Excelentísimo rey!
-¡Muy bien!
-Pero, le advierto que la tercera cuestión es la más difícil de esta prueba.
-Tómese un tiempo para descansar y meditar…
Después de más de dos horas de meditación, el rey Midas XVI solicitó seguir con la prueba, expresando:
-Ilustre consejero May…
-¡Estoy listo!
Esta vez, rápida y violentamente, el consejero May le prendió fuego al propio rey, indicándole que tenía poco tiempo para responder y evitar la destrucción de su cuerpo terrenal.
Casi en un estado de trance y sufriendo ante el inmenso calor, el rey Midas XVI sentía que sus músculos se derretían, no podía abrir los ojos, y percibía que su garganta y sus pulmones estaban llenos de humo. En escasos segundos, que parecían eternos, a pesar de su fuerte tos, él escuchó un acertijo que venía de otro mundo:
"No se ve ni se escucha, ni se huele, ni se puede tocar, ni degustar.
Tampoco se siente.
Pero sí se percibe y recuerda.
Todo ser humano lo conoce.
Los sabios no dudan de su existencia.
¿Existe?
Por supuesto, existió, existe y existirá.
En este mundo y en el siguiente.
Es uno que es igual a tres.
Y los tres son iguales a ese uno…
¿Qué es?"
El valiente rey Midas XVI replicó en voz alta, esperando que el consejero May lo escuchara:
-¡El tiempo!
-¡El tiempo!
-¡El tiempo!
-El tiempo se manifiesta de tres maneras, pasado, presente y futuro, y es uno solo...
Después de estas magistrales respuestas se apagaron las llamas en el cuerpo del rey Midas XVI, y los olores a humo desaparecieron.
Sin embargo, el rey Midas XVI quedó exhausto y se desmayó, siendo atendido velozmente por el consejero May, quien le dio un brebaje para que recuperara sus fuerzas.
Al poco tiempo, el rey Midas XVI recobró el conocimiento y le agradeció al consejero May su apoyo. El asesor se despidió del soberano y volvió a su habitación.
Se acercaba el final de la tarde, y dentro de sí, el audaz rey Midas XVI recordaba cada momento de la primera prueba. Era como si sus palabras hubieran acentuado la realidad y los eventos del pasado, presente y futuro convergían en su mente de manera simultánea.
Él se asomó al balcón del extremo sur y vio como algunos de sus súbditos regresaban tras concluir la jornada laboral.
Aunque todavía se sentía sumamente cansado (como si lo hubieran quemado), contó con la fortaleza de darles un mensaje a sus súbditos:
-¡Querido pueblo!
-¡Gracias por ser tan valientes, honestos y trabajadores!
-¡Muchísimas bendiciones para Uds. y sus familias!
-¡Cuenten con la bendición de toda la dinastía Midas!
-¡Concluyó un gran día!
-¡Buenas noches!
-¡A descansar!
-¡Mañana vendrá otro maravilloso día!
-¡Adiós!
No obstante, él quedó asombrado porque el cielo era de color gris, simulando el humo de un inmenso incendio. Él sabía que este espectáculo atípico reflejaba el malestar del demonio por haber caído derrotado en la primera prueba.
Sin esperar las respuestas de los súbditos, el rey Midas XVI se retiró a su habitación para poder dormir, y cayó en un profundo sueño…