Linsey's POV
– Uh...– la miro confundida. -- ¿De qué estás hablando?
Ella se ríe un poco y me mira emocionada.
– De tus poderes, duh! – me dice como si fuera la cosa más obvia del mundo.
Y ese era el problema. No lo es.
Niego con la cabeza y la miro con una sonrisa nerviosa. – No tengo poderes. – le aseguro.
Ella se ríe aún más fuerte, su cabello de agua se mueve al ritmo de su risa y pequeñas ondas de agua se producen a lo largo de él.
– Claro que los tienes, tontita. Eres mi pariente, debes tenerlos. Y aún si no... – me toma de las mejillas y sonríe traviesa. – Tu madre era mi nieta, y su padre – Noto como rueda los ojos y frunce el ceño.– Bueno, tu abuela pudo haberlo hecho mejor. – Ella bufa y sonrio.
Ella me voltea a ver y me sonríe tiernamente.
Acaricia mi pelo y continúa.– Tu abuelo era un brujo, del tipo que solo hacía pociones y ese tipo de cosas. Los encantamientos y maldiciones no eran lo suyo.
Tu abuela era mi hija... Tan hermosa como una mañana fresca de primavera o un amanecer en otoño. Su cabello era pelirrojo como el de su padre... –
Me tomó de la mano. – Tu madre fue el fruto de ese amor... Era muy poderosa... Pero el tiempo la alcanzó... – acarició mi cabello y luego mi mejilla. – Ella me dejó un mensaje para ti.
Mi estómago se revuelve al escuchar sus palabras. Mi madre... De la que no sabía nada más que su nombre.
Ella... Me había dejado un mensaje.
Se levanta de la roca y mueve las manos en forma de círculo, mientras una esfera de agua comienza a formarse.
Segundos después la imagen de una mujer con cabello negro y destellos azules aparece.
*– ¿Ya está grabando? – pregunta acomodando su cabello.
– Si, si, ya está grabando. – dice ahora la voz que parecía pertenecer a mi bisabuela.
La mujer en la esfera sonríe a la "cámara" y saluda.
– Hola, Linsey. – siento un nudo en la garganta cuando al escucharla pronunciar mi nombre. – se que para el momento que puedas ver este video ya no estaré en este mundo.
No puedo dar exactamente los detalles, pero me será imposible verte otra vez. -- Ella sonríe tristemente. – Hija mía, el futuro que te aguarda es muy duro.
No tengo el don de la videncia pero sé lo que pasa ahora mismo.
He bloqueado tus poderes, pero cuando el momento llegue, estos se liberarán.
Hija mía, te amo tanto... – puedo ver las lágrimas formándose en sus ojos, y puedo sentir cómo se forman en los míos.
La grabación se acaba y mi bisabuela me mira con una sonrisa.
– Ella te amaba muchísimo... Pero la situación no era la ideal. – Asiento mientras me tallo el ojo.
– Lo entiendo... Crees... ¿Me puedes ayudar con mis poderes? – pregunto.
Ella niega. – No es mi papel... Pero... – se dirige al lago y se sumerge por unos segundos. Cuando sale, regresa con un anillo plateado y diseños de lo que parecen ser olas. – Tal vez este anillo te ayude.
Asiento y me lo pongo. – ¿Cómo funciona? – pregunto.
Ella se encoge de hombros y me sonríe. – No lo sé. Solo sé que es poderoso. Úsalo bien.
Me dice y noto como empieza desaparecer.
– Ah... Ha llegado la hora. Querida, sé que todo puede parecer problemático ahora mismo, pero no te preocupes, todo estará bien. – toca mi vientre y sonríe cariñosamente. – Y este bebé también lo estará.– me promete y desaparece entre el agua del lago.
Observo por unos minutos la superficie del lago, por si de casualidad ella regresaba. Me siento junto al lago, la mirada en las pequeñas olas que los peces hacían en la superficie del agua. Las palabras de mi bisabuela solo se repiten como disco rallado en mi mente.
"Todo estará bien"
Me levanto del suelo y camino de regreso a la cabaña. De la nada siento que me tiran del brazo y me tapan la boca, escondiéndose detrás de un árbol.
— Shh...— me susurra la persona en el oído.— Nos descubrirán.
Levanto la mirada y noto que es una chica la que me sostenía, tal vez unos dos o tres años mayor que yo. Sus ojos estaban viendo hacia mi cabaña, intento hacer lo mismo hasta que escucho unas voces.
— No está aquí. — escucho a un hombre decir, con cierto acento en su voz.
— Que extraño. Aquel humano asegura haberla visto entrar aquí.— responde otro, ahora con un acento más norteño.— El alfa no estará feliz con esto.— dice con un suspiro.
¿Daniel? ¿Daniel me está buscando?
— Ya lo creo. El alpha Alexander realmente está haciendo un desastre solo buscando a esa chica.
Siento mi corazón detenerse al escuchar ese nombre. Mis manos comienzan a temblar y la desconocida solo toma mi mano en silencio, mientras quita la otra de mi boca.
— Como sea. Vámonos, no está aquí.— dice el de acento extraño.
— Huh... pero hay señales de que alguien estuvo viviendo aquí, tal vez vuelva más tarde. -- dice el de acento norteño. — ¿Nos quedamos a ver si vuelve? — pregunta.
— Nah.— responde el otro. — No creo que el humano haya dicho la verdad. Además, estoy muy cansado y aburrido de esta "cacería"— dice en tono de burla.
Los escucho moverse de regreso hacia la ciudad.
Cuando ya están lo suficientemente lejos, la chica suelta mi mano pero la vuelve a sujetar cuando nota que mis piernas me fallan.
Alexander me está buscando. Él mismo. El que me quitó todo, aún cuando no poseía nada más que mi misma, mi dignidad, o al menos la que quedaba de ella.
La chica me sostiene de la mano con una y con la otra me toma de la cintura y me ayuda a llegar al porche. Ahí me ayuda a sentarme en una de las sillas, apenas me suelta llevo mis manos a mi vientre y lo cubro con mis brazos.
Me lo va a quitar todo otra vez. Me va a robar mi dignidad, mi libertad. Mi bebé.
Siento la sangre en mis venas ir más rápido mientras mi pulso aumenta.
— No otra vez. -- murmuro mientras me encorvo y protejo con todo mi cuerpo mi vientre. No puedo dejar que me lo quite. No esta vez.
Siento una mano en mi brazo y levanto la mirada asustada.
Unos rizos rojizos y ojos verdes me miran apenada. — Perdón por lo que hice hace rato... lo de agarrarte del brazo.— Dice agachándose para quedar cara a cara. — Los vi acercarse hace unas horas, y no parecían muy agradables. -- dice con una sonrisa nerviosa.
Me relajo un poco y le sonrío. — No te preocupes... Muchas gracias. Me salvaste. -- le contesto y ella suspira aliviada.
— Me alegro, pensé que había hecho algo innecesario. — me dice y niego con la cabeza.
— Para nada.
Ella sonríe y se sienta en el suelo frente a mí, con una sonrisa aliviada.
El sol ahora iluminaba parte de su cara y pude notar mejor sus rasgos.
Tenía piel clara, con pecas cafés en cara y hombros. Ojos verdes tirando a un azul, pestañas largas y cabello rojo vivo rizado. Me recordaba a una princesa de Disney que me gustaba ver cuando era más pequeña.
Me levanto de la silla y camino hacia la puerta. — ¿Te puedo ofrecer un té o algo de comer?— Pregunto entrando a la casa. Entro a la cocina y empiezo a sacar cosas para hacer de cenar.— También puedes quedarte a cenar, si quieres.— propongo un tanto emocionada, hace meses que no comía con alguien más.
Cuando no recibo respuesta me giro hacia la puerta y veo a la chica parada en el umbral.
— ¿Por qué no entras?— pregunto confundida. Ella me mira un poco avergonzada.
— Um... ¿has escuchado el rumor de que para que un vampiro entre a tu casa debes darle permiso?— pregunta y asiento la cabeza confundida. Ella desvia la mirada.— Es verdad...
Me quedo quieta mirándola.
— ¿Eres un vampiro?— pregunto y ella asiente un poco apenada.
— ¡Pero solo medio! No tomo sangre humana. -- me dice con una mirada preocupada.
Le sonrío, y ella me mira confundida. — Puedes pasar, no te preocupes.
— ¿No te da miedo que te esté mintiendo?— pregunta aún en el umbral de la puerta. — Podría ser peligrosa.
La miro un momento y sonrío. — Aquellos hombres de los que me salvaste me dan más miedo. Además, son mucho más peligrosos para mi que tú, la que me salvó e incluso está preocupada por mi bienestar.— le digo acercándome a ella y tomando su mano, haciéndola entrar. — Ahora, ¿cenamos algo?— le pregunto sonriendo.