Viendo el humo de lo que parecía una fogata, me dirigí hacia ese lugar.
Quiero ver quien es esa persona; tal vez mi padre o Yakun o la señora Avadon.
Camine lento, pero contante.
Cuando llegué, vi a un hombre de espaldas que bebía lo que parecía ser cerveza. Tarros tras tarros pasaban por su garganta de una forma impactante.
Me quede escondido viéndolo, ya que el no era nadie conocido para mi.
Esta persona es un hombre joven, su cabello gris revoloteaba ante cada sorbo de cerveza, sus túnicas eran simples y ornamentales similar a las del Reino de Lituania.
"¡Es un hanfu!"
Cuando por fin reconocí la ropa, supe inmediatamente de donde es.
En el imperio Grote hay un reino vasallo llamado Winyth, y es conocido por sus tradiciones increíbles pero extrañas para los viajeros. Ese es reino donde nació el onceavo paladín recién nombrado.
El onceavo paladín es el príncipe de este reino vasallo y tiene el característico cabello gris de la familia real de Winyth…
Ya teniendo una idea vaga, me di la vuelta para irme de aquí, sin embargo, pise una rama.
Un *crack* resonó por todo el lugar.
"Maldición"
No lo pensé dos veces y salí corriendo.
Dirigí mi mana hacia mis piernas, comenzando a correr, pero mi cuerpo no respondía de la forma que ordenaba.
Mis pasos eran inestables. Después de un tiempo me caí gracias a esos pasos, sin embargo, no me detuve y corrí a 4 extremidades.
No se por cuanto tiempo corrí, pero no me detuve hasta que mi mana casi se agotó.
Me recargué en el tronco de un árbol cercano y me senté. Mis pulmones buscaban aire desesperadamente y eso se reflejaba en mi respiración.
-Oye, ¿eres ese niño que Avadon menciono?
Mi mente se detuvo por unos momentos. Levante la mirada por la voz repentina que me hablo.
Mis ojos casi se salen ante el shock que recibí.
La hoguera, causante de este conflicto, esta detrás de esta persona.
"¿No me aleje de aqui?"
Mi mente se negaba a procesar todo lo que estaba ocurriendo y solo se apago como si se hubiera sobrecargado.
-…ye niño, ¿Me estas escuchando? - Mi mente volvió a funcionar y por fin vi a la persona de cabello gris.
Al estar tan cerca vi que era un joven de 20 años aproximadamente.
Su pelo gris, que se puede confundir con la plata, brillaba por la luz del fuego y sus ojos ámbar recorrían mi cuerpo como si viera atreves de mi.
-S-si, te escucho-Conteste con miedo.
-Bien, eres Lezus, ¿no?, o algo así dijo Avadon- Mencionó el joven mientras volvía a la fogata – Ven niño, siéntate- Insinuó a la vez que palmeaba el tronco donde estaba sentado
Le hice caso, después de todo, no es como si pudiera escapar de el.
-Tu también eres joven, ¿Por qué me dices niño? - Pregunte mientras contemplaba el fuego danzante de la fogata.
-Mmm veras, soy mas grande de lo que aparento, tengo alrededor de cinco millones de años-
Mi mente se desconecto nuevamente de la realidad.
-¿No es imposible vivir ese tiempo?- Pregunte por reflejo.
-Si eres humano si, pero mi raza no puede morir de causas naturales- Contestó mientras terminaba otro tarro de cerveza.
-Entonces…¿Quién eres?...-Mi mente se había entumecido desde hace tiempo y solo continuaba la platica por respeto hacia la otra persona.
-Niño, yo soy Gadrel…un inmortal- Me confesó mientras sus ojos ámbar me miraba – jajajajaja…- Luego de unos segundo, se hecho a reír.
Yo no encuentro la gracia de esta situación, pero si de verdad es un inmortal…
-Jajajaja…- Me reí junto a el.
Los inmortales son una raza extinta, o eso se cree, sin embargo, todos ellos tienen el final mas triste de todos los seres vivos.
No me importa si esta mintiendo, pero me asegure de brindare la compañía que le hace falta a este viejo con apariencia de joven.
-Oye viejo, ¿conoces a la señora Avadon?- Pregunte mientras me entregaba una taza con lo que parecía café.
-Eso es obvio niño, ella es la persona mas poderosa de este lugar- Otro tarro de cerveza se termino con esa oración
-Y…¿Qué es este lugar?- Dije a la vez que tomaba el café extremadamente rico y caliente.
-Estamos cerca del continente demoniaco y este lugar…mmm puedes pensar que es una mazmorra-
-Cough cough…- Me ahogue con el café y lo expulse desesperadamente intentando recomponerme.
-¿Estas enfermo o eres un exhibicionista?- La voz de Gadrel se volvió burlona al hacer esa pregunta – Toma, ponte esto –
Me entrego ropa similar a la suya y lo recibí inclinando mi cabeza.
Mire mi cuerpo y por fin vi que la parte superior de mi cuerpo estaba expuesta. Rasgue gran parte de mi camisa para llevar las manzanas en ese momento y me quite los harapos sobrantes al salir del lago.
Estaba casi desnudo, por decir lo menos.
Me di la vuelta y me cambié rápidamente para ponerme la ropa cómoda.
Luego de cambiarme rápidamente volví a preguntar lo que quería
-¿Estamos en el continente demoniaco? – Pregunte aun teniendo dudas en esta situación.
-Si, pero a la vez no- Dio un gran trajo de cerveza y continuo – Velo como si estuviéramos en una mazmorra en el continente demoniaco. Es lo mas similar del lugar que nos encontramos-
-No entiendo- Admití
El señor Gadrel dio un largo suspiro y comenzó a explicar.
-Las mazmorras son desgarros en la realidad, lugares que se encuentran en otro mundo, en pocas palabras, portales que te llevan a un nuevo mundo. Este lugar es lo mismo, pero creado de forma artificial-
Sabia acerca de los portales y el concepto de las mazmorras, sin embargo, desconocía que se podían hacer artificialmente…
-¿Cómo lo hicieron?- Pregunte sin ocultar mi sorpresa
-Primero necesitas la fuerza de alguien a nivel deidad, si no lo tienes…es imposible- Contestó el señor Gadrel a la vez que seguía bebiendo.
La platica continuo por unas cuantas horas mas y conocí mas al señor Gadrel.
El es un alquimista, herrero y artífice.
Me contaba sus historias, además de compartir sus inventos y teorías en estos campos, no lo entendía por completo, sin embargo, conocía las bases y sus fundamentos.
Cuando me contó sus historias por fin supe quien es.
Una leyenda que es contada en los cuentos de niños.
"¡El alquimista errante!"
De acuerdo a la historia, es un alquimista del grado maestro que ayuda a los pobres y cura a los enfermos, además de preparar píldoras que otros alquimistas consideran imposibles, sin embargo, hace cien años desapareció de forma misteriosa.
Esta leyenda cuadra muy bien con las historias y conocimientos que tiene el señor Gadrel.
Agite mi cabeza ante esa línea de pensamientos y me coloque en una posición más cómoda.
Continúe platicando y oyendo las historias de este alquimista, sin embargo, luego de un tiempo el sueño me invadió…
Caí dormido.