Murilo queda completamente deslumbrado por el paisaje rocoso en el camino de Londres al Birth Palace[1] en Cambridge, la mansión de campo de los duques de Wilkinson.
El Palacio del Nacimiento está estratégicamente ubicado en una posición defensiva en un recodo del río Cam, al noreste de Cambridge, y pertenece a la familia Flavius desde el siglo XIV.
Flávio conduce tranquilamente por la avenida bordeada por gran parte de plantaciones, árboles y jardines. Atraviesa los imponentes portones de hierro del inmueble hasta llegar a la entrada principal ubicada en el frente sur, flanqueada por dos esbeltas y elegantes pilastras a cada lado, decoradas con hojas de acanto y en la parte superior, coronadas con volutas, espirales que asemejan la forma de un caracol, como soporte del frontón de la fachada del palacio que está hecho de piedra arenisca erosionada.
Estaciona en el espacio y luego ayuda a su familia a salir del auto disfrutando del clima frío a pesar del hermoso sol que predomina esa tarde. En la puerta principal, Anne Scott, el ama de llaves de la familia durante casi setenta años, los espera con una sonrisa discreta.
— Bienvenido, My Lord. - saluda el ama de llaves, inclinando ligeramente la cabeza. — My Lady – hace lo mismo con Beatriz y luego mira a Murilo que se esconde detrás de Flávio, tímido —Y este debe ser Lord Murilo de Wilkinson, ¿verdad?
— Sí, es él, Anne . - responde Flávio en lugar de su hijo. Toca la espalda del niño, llevándolo al frente de su cuerpo — Murilo, esta es Anne, la mujer que me crió...
— No digas eso, My Lord. – comenta Anne sonrojada. Ella retrocede un poco, dejando que los tres entren en Birth... — Al menos no tan fuerte...
—¿Ya llegaron mis padres? – pregunta Flavio, curioso.
— Llegaron todos - responde el ama de llaves recibiendo una mirada de sorpresa de la pareja. — Tan pronto como les informaste que ibas a visitarlos, todos estaban emocionados.
—Eso pensé - comenta Flávio — ¿Dónde están todos?
— En la sala de música. - responde el ama de llaves que camina delante de ellos.
Flávio sostiene a Beatriz, quien, junto a su hijo, admira las paredes llenas de cuadros y los hermosos candelabros a lo largo del corredor. Además de que el mármol predomina en muchas piezas, incluso en la escalera principal, por donde pasan, no sin que el niño admire la escultura de un caballero con una espada en las manos y su armadura, tallada en mármol.
Unos metros más adelante, se detienen frente a la enorme puerta de madera maciza, abierta por dos sirvientes, dejando pasar al ama de llaves, para anunciarles:
— The Most Hon The Marquess of Wilkinson, and his wife, Marchioness de Wilkinson, accompanied by Young Murilo[2].
En la hermosa sala de tonos pastel e ilustres que asemejan ramas de árboles, está presente Anna, actual duquesa de Esk, sentada al piano C. Bechsteins Art. caja decorada en oro, detalles tallados a mano y pintura angelical hecha a mano en la caja. En el sofá tapizado en brocado burdeos con patas curvas de caoba está Georgiana, duquesa de Wilkinson, terminando una conversación con su hijo, Edward, el actual barón de Wilkinson. En el sofá frente a ellos están James, duque de Esk y Mary, baronesa de Wilkinson. En el sillón, tapizado en la misma tela que los sofás, con estructura de palisandro y tallado con flores, se encuentra William Stewart-Wilkinson, duque de Wilkinson, mostrando signos de la edad en su rostro o simplemente el estrés de la llegada de su hijo mayor. hijo y todo lo que representa. Se levantan para saludar a los visitantes.
— Bienvenidos. - dice Georgiana con una gran sonrisa en su rostro. Camina hacia su hijo, tomando el rostro de Flávio entre sus manos — Bienvenido, mi amado hijo. – se vuelve hacia Beatriz quien ladea un poco la cabeza – Bienvenida Beatriz – baja levemente la mirada a Murilo, dejando que la sonrisa desaparezca lentamente de su rostro — Bienvenido.
— Hola, mamá - responde Flávio, tomando las manos de Georgiana — Te ves hermosa.
— Son sus ojos.
— Hola, mi hermano - saluda Anna que vino rápidamente a su encuentro, saltando hacia los brazos de Flávio que la hace girar en el aire.
— Hola, forastera - responde Flávio, sonriendo.
— Mi hermano. - dice Edward, un poco más contenido, tocando el hombro de su hermano. Luego se vuelve hacia Beatriz —Hola, Bee.
—Hola, Eduardo. – responde Beatriz con una leve sonrisa.
—Entonces, este debe ser mi sobrino —comenta Anna, acercándose a Murilo que la mira asustado.
—Murilo, esta es tu tía, Anna — introduce Flávio. Señala a su hermano — ese es tu tío, Ed. – señala a Georgiana — Esta hermosa dama es tu abuela, Georgiana.
— Pero puedes llamarme abuela Gigio. - dice Georgiana, sonriendo al niño.
— Y ese caballero ceñudo de ahí atrás es tu abuelo...
— Discúlpenme todos, iré a la oficina – advierte el duque saliendo de la habitación, dejando a todos asustados con su actitud.
— Vamos, Murilo — pide Anna, tomando la mano del niño y llevándolo hacia el piano — ¿Qué tal si tocamos algo de música?pero cosa...
—No sé tocar nada —responde Murilo, tímidamente.
— Está bien, entonces te enseñaré. - explica Anna. — Estoy segura de que te encantará.
—Voy a hablar con papá -le informa Flávio, besando la mano de Beatriz.
— Hijo, es mejor que no… - comenta Georgiana preocupada. — Deja eso para más tarde.
— No mamá. Vine precisamente para poner fin a esta situación – alega Flávio saliendo de la sala de música.